lunes, 22 de mayo de 2017

Sí, quiero






Yo nací en una generación en la que los momentos íntimos eran eso, íntimos, y en la que dichas intimidades no se pregonaban a diestra y siniestra. Nosotros, como en la canción de Armando Manzanero "Somos novios", procurábamos "el momento más oscuro para hablarnos, para darnos el más dulce de los besos...". Pero no hablo sólo de besos y demás arrumacos, sino que a la hora de decidir casarnos, de decirnos un "te quiero", de esos momentos tiernos que sólo pertenecen a dos personas, era imprescindible la soledad.

Eso lo sabíamos incluso desde pequeños, cuando oíamos por la radio el cuento de "La ratita presumida". Cuando el gallo, el cerdo, el burro, el perro, el gato y, finalmente, el ratoncito le preguntan sucesivamente aquello de "Ratita requeteguapísima, ¿te quieres casar conmigo?", nos hubiera extrañado muchísimo que las sucesivas calabazas y el sí final hubieran sido dichos delante de un público, entregado o no.

Todo lo contrario que ahora. Parece extenderse entre los jóvenes en edad casadera la moda de que la petición de boda tiene que ser un acto tan público como la elección de la reina del carnaval. Hace unos días, en una de las actuaciones semifinales de Eurovisión, el novio de la representante de Macedonia, Jana Burceska, le pidió matrimonio en la Gala, mientras el presentador la entrevistaba en directo. O sea, que interrumpió la entrevista y, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, se plantó ante ella, rodilla en tierra, mano extendida con anillo rutilante y petición vista por medio mundo. Y no es el único. Morata, el futbolista del Real Madrid, hizo lo mismo con su novia Alice en medio de la actuación del Mago Pop con el que se había compinchado. Y Fedez, un rapero milanés, en mitad del concierto que daba con su grupo, detuvo el espectáculo, hizo subir a su novia, la bloguera Chiara Ferragni, al escenario, y allí mismo (rodilla en tierra, por supuesto) le pidió que se casara con él mientras el público levantaba corazones rojos. Algo así de espectacular hizo otro futbolista del Borussia, Marc Bartra, cuando su novia Melissa Jiménez, que lo creía en Alemania, fue al cine con las amigas: pararon la película, se proyectaron imágenes de la pareja y entonces él hizo su entrada y se arrodilló... ¿No es un poco bochornoso todo?

Y tampoco es tan original, que digamos. Sí, los escenarios son distintos (he visto peticiones en medio de un partido de fútbol, ante la tumba de Elvis Presley, en un desfile militar, en las Olimpiadas,...), pero los gestos son los mismos: rodilla, anillo y mucha gente alrededor vitoreando. Y la pregunta (en una de las noticias dice "pronunció las palabras mágicas") es también la misma: "¿Te quieres casar conmigo?". Pero imagínense que ella no quiere y se ve al novio allí, con todos expectantes y certificando las calabazas. Retirarse con dignidad, mientras uno se cepilla el polvo de los pantalones después de las genuflexiones, se haría un poco difícil, la verdad.

Miren, en cambio, una petición semejante en un libro de P.G.Wodehouse, "Un dineral". Mr. Frisby, un rico, orondo y madurito hombre de negocios, está enamorado de la viuda Lady Vera Mace. Los dos están hablando de dinero (porque quieren sobornar a alguien, pero eso no hace al caso) y ella le dice:
-"No sé qué habría hecho yo sin usted. Otros hombres en la posición de usted lo habrían echado todo a perder mostrándose tacaños.
- Yo no soy tacaño- dijo él con modesto orgullo.
- No.
- Me gusta el dinero, no lo niego..., pero...
- ¿No le gusta a todo el mundo?
- ¿A usted le gusta?
- Claro que sí.
- Pues acepte el mío -dijo Mr. Frisby.
- ¿Va usted comprendido en su oferta? -preguntó Lady Vera.
Mr. Frisby asintió brevemente.
- Hay ese inconveniente -dijo.
Lady Vera sonrió.
- No lo considero un inconveniente.
- ¡Vera! -dijo Mr. Frisby.
- ¡Paterson! -dijo Lady Vera!".
Como ven, ni rodilla en tierra (que a Mr. Frisby le hubiera costado una hernia), ni anillo, ni palabras trilladas y. sobre todo, ni un público delante aplaudiendo desde la platea.

En mi caso, ni siquiera hubo pregunta. Siempre supimos que queríamos casarnos y fueron muchos los planes de futuro después de 6 años juntos. Así que, cuando terminamos la carrera y conseguimos los dos un trabajo, empezamos a organizarlo todo y, al mes siguiente, nos casamos. No hubo anillo brillantoso (no había tiempo ni dinero) y, si mi novio se hubiera arrodillado ante mí, me habría entrado la risa floja. 

No sé si esto nos convierte en anticuados. Pero estoy segura de que montar el numerito y seguir el ejemplo que estos casos y algunas películas nos están dando no es el mejor principio para un camino tan difícil (y tan maravilloso) como es la andadura en común. Que cada uno empiece como mejor le parezca pero que no sea cara a la galería. En una pareja, tres ya son multitud.


24 comentarios:

  1. A mi me da vergüenza cuando he visto alguna pedida de mano en la televisión. No me emociona lo más mínimo. Es puro afán de protagonismo.

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    1. Eso es lo que me pasa a mí, Ani, vergüenza ajena. Famosos y no famosos pugnan por ver quién protagoniza la escena más hortera, sin importarles interrumpir un acto, un evento o lo que sea. Sobre todo me choca porque considero que es un acto íntimo y lo convierten en un show más. Tampoco me emociona nada de nada.

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  2. Jane: ya me está dando apuro darte la razón, pero es que coincido contigo en muchas cosas, qué se le va a hacer :D Intuyo que en toda esa parafernalia pública tiene algo que ver la difusión de la información (sea en los medios o en las redes sociales) y los minutos de gloria que casi todo el mundo quiere. Si algún día llega mi momento, espero que nadie se ponga de rodillas porque ese casi sería un motivo de divorcio antes incluso de haber firmado nada. Algo al estilo Vera-Paterson sería perfecto.

    Un abrazo.
    DH

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    1. En una película de Melanie Griffith, "Armas de mujer", su novio le pide casarse con él en una fiesta delante de todos los amigos. Ella le da calabazas (realmente le dice algo así como "ya veremos") y él se coge un enfado descomunal. Siempre que veo una de esas escenas en la vida real, me acuerdo de la película ¿Y si ahora va ella y le dice que no? ¿O es como tú y como yo y no le hace gracia el numerito que ha montado? Se necesitan muchas ansias por esos 5 minutos de gloria para correr el albur y perder la vergüenza.
      Ah, y no te preocupes, me encanta que estemos de acuerdo. Y seguro que también alguna vez no lo estaremos pero, como dice mi nietita (la de 3 años) que me salió medio filosófica, no pasa nada.
      Un abrazo.

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  3. Esta semana di de baja de Facebook a la ex novia. de mi nieto. Le habíamos cogido cariño y me gustaba saber de ella, pero la semana pasada la veo con su nuevo novio de vacaciones, besándose y seguido de una carta de amor,describiendo lo maravilloso que es y lo feliz que es con él.
    ¿Para qué lo hace? Me fastidió el día. Como le habrá sentado a mi nieto?? fue el primero en felicitarla

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    1. Creo que se ha perdido el pudor. A veces en Facebook también leo escritos de personas que conozco contándonos a todo el personal los problemas que tiene, (por ejemplo, para encontrar novio o novia, o para que lo/la comprendan), o lo listos y maravillosos que son, ... O como tu exnieta política (te libraste, qué bien), contándonos sus amores. Parece como si:
      a) fuéramos una claque preparada para repartir aplausos y parabienes.
      b) se estuvieran ahorrando el psicoanalista.
      c) las buenas y malas noticias fuera necesario pregonarlas en lugar de compartirlas con quienes quieres y te quieren.
      d) la intimidad y la amistad hubieran perdido valor en favor del exhibicionismo ante el mundo entero.
      Y eso es lo que hay y ante ello, no nos queda sino admitir que es uno más de los signos de esta sociedad de comunicaciones en redes sociales.
      Muy prudente tu nieto. No vale la pena que algo así te fastidie ni una hora (aunque te entiendo).
      Un saludo.

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  4. Anónimo, yo publicaría en fb: muchas gracias por quitarme a esa petarda de encima. Estaré toda la vida en deuda con Vd.

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    1. Jajaja, es verdad. La sabiduría popular ya acuñó lo de "no hay mal que por bien no venga". ¿Te imaginas aireando todos los rollos familiares? Quita, quita...

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  5. Nieves M. Herrera Pérez22 de mayo de 2017, 21:58

    Totalmente de acuerdo contigo!!!

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    1. ¿A que es la verdad de la vida, Nievitas?

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    2. Nieves M. Herrera Pérez22 de mayo de 2017, 21:59

      Yo tampoco entiendo tanto bombo y tanta tontería mediática...
      Prefiero como tú, discretito, sin mucho gasto y rapidito!

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    3. En las bodas, como en las primeras comuniones, es verdad que se están pasando ¿Cómo te explicas que desde que uno decide casarse hasta que lo hace pase más de un año? A mí con tanto tiempo igual se me habrían quitado las ganas :-D

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    4. Nieves M. Herrera Pérez23 de mayo de 2017, 9:09

      Jajajajaja
      Desde luego!������

      A mí, es que esos despilfarros no me han gustado nunca!
      Mejor aprovechar ese dineral en algo más útil y necesario...

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    5. Bueno, yo (que me gustan más las fiestas que a un cochino las cáscaras) entiendo perfectamente que uno monte un fiestón para brindar con los amigos y la gente que quieres por lo feliz que te encuentres cuando te cases. Lo que no entiendo muy bien es la parafernalia de pedir matrimonio a otra persona delante de gente a la que tú y tu pareja le importan un pimiento. Y el rollo de la rodilla en tierra me parece de lo más ridículo e indigno, no sé de dónde viene esa costumbre que se ha impuesto ¿Me estaré haciendo vieja? :-D

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    6. Nieves M. Herrera Pérez23 de mayo de 2017, 23:20

      Jajajajaja desde luego, menuda chorrada!!!

      Yo prefiero hacer un fiestón para brindar con los amigos por otros motivos...y cuantos más mejor! ��... Pero, hoy en día, lo de casarse (y no te digo ya por la iglesia cuando no van ni a misa ni ná...) me parece más un paripé y una "gastadera" innecesarios...
      Y vivan los novios!!! ��������

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    7. Bueno, yo sí pienso que el decidir casarse (y quien dice casarse dice decidir vivir en pareja) es una gran decisión en la vida y que merece ser celebrada. Vamos, yo lo celebré muy bien y me lo pasé pipa. Pero tampoco es necesario hacerlo tipo Pippa Middleton (por poner la última boda de lujo a nivel mundial). Y después, a seguir celebrando todo lo celebrable, a brindar y a divertirse.
      ¡Y qué vivan los novios!

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  6. ¡Muy bueno como siempre, Isa! Coincido contigo en todo lo que relatas. Besos, Carmen Nieves

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    1. Y si pones, Carmen Nieves, en Google "La mejor pedida de mano de la historia", seguro que más de acuerdo todavía. Imagínate que te vas a cenar con tu novio una noche cualquiera y a la mesa viene una chica y le tira un vaso de agua a él. El novio va a cambiarse, ella se queda toda angustiada y en esto se arma la de dios: hay gente bailando en una coreografía, globos, todos los del restaurante son bailarines y la llevan de aquí para allá entre cabriolas, una fuente echa agua y de una carroza sale el novio trajeado y le pide matrimonio (sí, sí, rodilla en tierra y anillo, eso que no falte). Y cuando dice que sí, le dice que, total, ya que están, por qué no se casan en ese momento. La gente aplaude, su familia y amigos aparecen y ella, que a lo mejor esa noche solo quería cenar una pizza con su novio, se ve que le ponen por encima un traje blanco (que le queda fatal) y una diadema y se ve metida en la boda con los ojos churretosos de tanto llorar de la emoción. Creo que en el caso de la pobre Nikki (que así se llama ella), me habría divorciado al día siguiente.
      Besos.

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  7. Hola Jane. Lo que creo que ocurre es que hoy está de moda el "exhibicionismo". Si no "subes" la foto de lo que comes,o del concierto en el que estás, no eres nadie, socialmente hablando.
    Hace unos días me subí al tranvía. En la siguiente parada entró una señora (más de 30, menos de 40), se hizo dos fotos, las envió y luego usó el bono. Por supuesto, primero se arregló el pelo, los labios y por supuesto puso esos "morritos" que no sé para que lo hacen. Seguro que hay alguna famosa descerebrada que pone "morritos" y está de moda.
    Si le llego a pedir a mi mujer de esa forma que se case conmigo, me imagino que me hubiese dado con el bolso en la cabeza.... Un beso Jane. Juan.

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    1. Creo, Juan, que hay algunos restaurantes que prohíben sacar fotos de los platos. A veces, estamos comiendo y vemos a mucha gente con el móvil al lado. Ahora todo se fotografía, todo se registra, todo se publica.
      El año pasado estuvimos en Mónaco y vimos a una chica que se hacía selfies al lado de una estatua. Lo curioso es que nosotros dimos una vuelta, nos tomamos un café, admiramos los paisajes, compramos alguna cosa... y, cuando volvimos a las 2 horas a buscar el coche, la chica seguía allí haciéndose selfies. No vivía, no miraba alrededor... sólo hacía fotos de ella misma que iba mandando a quien aguantara tal majadería. Hay cosas que no entiendo bien.
      Si a mí me lo hubiera pedido así mi marido (ya digo que ni siquiera me lo pidió. Ni yo a él) me hubiera partido de la risa y seguro que le hubiera dicho: "¿Estás tonto o qué?".
      Un beso, Juan.

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  8. Completamente de acuerdo contigo. Los momentos especiales de pareja deberían ser proporcionalmente íntimos.
    Ese show que se montan algunos parece una encerrona de persuasión desesperada. Yo, que no me gustan especialmente las sorpresas, le montaría un pollo al osado, tras haber sonreído al respetable diplomáticamente. Hay cosas que, si se hacen notorias en multitud, parece que se deterioran en valor, y ese momento mágico es uno de ellos. Cuanto más secreto, mayor emoción.

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    1. Sí que parece una encerrona. Una mujer tendría que tener mucha fuerza de carácter para negarse a algo que le pide, no sólo su novio (allí de rodillas), sino una muchedumbre enfervorizada pidiendo guerra. Y desde luego, el meterse en esa aventura que es el matrimonio es una decisión que tiene que ser muy, pero que muy, meditada. Nada de aquí te cojo, aquí te mato.

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  9. No me extrañaría, Jane, que cualquier productora avispada ponga en marcha,cualquier día, un concurso con un título, algo así, como éste: "Cómo pedir matrimonio de la forma más original" o "Atrévete y pídeselo". Dado el gusto y la moda de compartirlo todo y de exhibir lo que se debe y lo que no se debe, no pondría en duda el éxito de ese hipotético programa.
    Ahora me gustaría añadir a las ideas, más o menos originales, que se conocen y que tú enumeras aquí, la petición de matrimonio que el pasado verano le hizo a la hija de una amiga, su novio y pareja de hace ya varios años. El osado aspirante se lanzó al espacio libre en un parapente, en presencia de su novia, y cuando ella menos lo esperaba, su enamorado, con la ayuda de quien le acompañaba, desplegó una hermosa pancarta en la que, con enormes caracteres, le pedía que se casara con él. La respuesta de la emocionada, sorprendida y llorosa muchacha fue afirmativa y pronto piensan celebrar el feliz acontecimiento.
    Creo que los tiempos han cambiado mucho, las costumbres, más, las maneras de pensar y actuar, bastante más y lo que para los de nuestra generación puede resultar ridículo, excesivo, exhibicionista y un atentado a la intimidad de actos que consideramos propios de ese ámbito personal, las actuales generaciones pueden pensar que éramos poco expresivos y demasiado reservados, a la hora de poner en marcha la petición de iniciar un proyecto de vida en común oficializado.
    Hoy disponen de medios y lugares en los que proclamar, a diestro y siniestro y a bombo y platillo, que quieren casarse con alguien y lo que hace felices a muchos es que se sepa en el mundo entero y, si es posible, hasta en el infinito.
    Para mí, la parte más negativa y contradictoria de esas alharacas para "solicitar la mano de la persona amada" (fórmula cursi, donde las haya), es que muchas de esas parejas, por desgracia, se deshacen antes o después y, en ocasiones, de un modo poco civilizado, de muy malas maneras y tirándose los trastos a la cabeza.
    Quizá, por eso, porque nada está garantizado para siempre, a mí me parece que se debe ser más prudente y más discreto, en una decisión y un acto que comportan gran repercusión y que no siempre sale bien. Puede que sea demasiado previsora, fría y calculadora, pero yo, por si acaso, nunca lo haría...
    Como siempre, amiga, dando que pensar a tus fieles lectores. Enhorabuena.

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    1. Lo del parapente me dejó asombrada. Imagínate, no sólo ocupado con las corrientes de aire y con la estabilidad en las alturas, sino encima teniendo que sacar cartel. Quita, quita. Sigo sin entender por qué algo íntimo puede considerarse susceptible de pregonarse a los cuatro vientos (y nunca mejor dicho en un parapente).
      Hay algunas peticiones menos peligrosas. Un amigo de mi sobrino que se casó hace poco le pidió matrimonio a su mujer desde el mirador César Manrique desde el que se ve La Graciosa. Le dijo que mirara hacia la isla con prismáticos y allá en la playa de enfrente estaban los hijos de la pareja y los familiares con el cartelito consabido.
      Y lo último que he visto en las noticias de Yahoo es la sologamia, la nueva tendencia de casarse con uno mismo, que ya me dirás. Será algo así: "Pepa Pérez, ¿quieres a Pepa Pérez por esposa?" "Sí, quiero".
      No sé si cada vez somos más rebuscados o es que nos falta un tornillo...

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