tag:blogger.com,1999:blog-34413870288279619002024-03-18T22:18:35.810+00:00Blog de una jubiladaJane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.comBlogger773125tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-13434648065610960402024-03-18T16:29:00.001+00:002024-03-18T19:19:16.038+00:00Héroes cautelosos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNe9qinK2aGqv0jK7c-WwvcKeSmhx88XdYDpYrEE1wowOc8NpIuyCG2S3AMEFI0JysWx3pek6UKYV407AHnydJ9bFI-3ZRQfF1qrwZdFom9LmpulL0ze0_CmNzduPwDPeyELvH_sBJpYFzCt53WOpy_fERFl6koTbZKVAkzwqwbQb9bTo1fFgtBGv3NGN8/s537/Telefono.Literatura.01.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="537" data-original-width="535" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNe9qinK2aGqv0jK7c-WwvcKeSmhx88XdYDpYrEE1wowOc8NpIuyCG2S3AMEFI0JysWx3pek6UKYV407AHnydJ9bFI-3ZRQfF1qrwZdFom9LmpulL0ze0_CmNzduPwDPeyELvH_sBJpYFzCt53WOpy_fERFl6koTbZKVAkzwqwbQb9bTo1fFgtBGv3NGN8/w399-h400/Telefono.Literatura.01.jpg" width="399" /></a></div><br /><p>Desde el año 2008 en el que lo escribió en su Blog.viene rodando por las redes un vídeo donde el escritor Hernán Casciari habla de un tema curioso: la influencia del móvil en la literatura. Cuenta que, cuando su hija pequeña le escuchó el cuento de Hansel y Gretel, en ese momento angustioso en el que los niños se ven perdidos en el bosque porque los pájaros se han comido las miguitas de pan con las que habían señalado el camino de vuelta, ella dijo: "No importa. Que llamen al papá por el móvil". Y él pensó entonces por primera vez en lo distinta que hubiera sido la literatura si el móvil hubiera existido desde siempre.</p><p>Cualquier historia clásica, dice, cambiaría totalmente si pusiéramos un móvil en el bolsillo del protagonista. Penélope no esperaría con incertidumbre a Ulises, Caperucita alertaría a la abuela, Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, Gepeto recibe una alerta de la escuela diciéndole que Pinocho no llegó por la mañana... Si Julieta hubiera tenido móvil, le habría escrito un mensaje de texto a Romeo diciéndole: "Me hago la muerta pero no estoy muerta. No te preocupes ni hagas idioteces. Besos".</p><p>Cuando leí esto, me puse enseguida a repasar obras literarias y Hernán Casciari tiene toda la razón. En "Crónica de una muerte anunciada" a Santiago Nasar lo hubieran avisado con tiempo de que lo iban a matar y no habría habido muerte que anunciar; en "De los Apeninos a los Andes" Marco no hubiera perdido nunca la pista de su madre; en "El señor de los Anillos" todos sabrían que "por ahí no vayan, que hay orcos"; Rapunzel no se habría pasado tanto tiempo en la torre y el Conejo Blanco no habría tenido tanta prisa, porque habría mandado un wasap avisando que llegaba tarde.</p><p>Pero Casciari sigue diciendo: <i>¿No estaría acaso ocurriendo lo mismo en la vida real, no estaríamos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente?</i> Y termina: <i>Nuestras tramas están perdiendo el brillo -las escritas, las vividas, incluso las imaginadas- porque nos hemos convertido -</i>por culpa del móvil-<i> en héroes perezosos.</i></p><p>Y en esto último no sé si no darle la razón. Pienso que los verdaderos aventureros -aquellos que, por ejemplo, se apuntaban a ir a la Antártida con Shackleton tras el mensaje "Se buscan hombres para viaje peligroso (...), retorno ileso dudoso"-, siguen existiendo. Tengo amigos que acaban de llegar del desierto o de ver las pirámides y otros que se van a caminar por el Gran Cañón del Colorado. Sé de muchos que no se asustan de nada y afrontan cualquier reto con valentía. Mi aventura de esta semana: ir en una ambulancia al lado del conductor viendo a los coches apartarse a los lados como las aguas del Mar Rojo. Después oír y vivir las historias en los pasillos de Urgencias.</p><p>Somos héroes, sí, porque está en la naturaleza humana el amor a la aventura y porque la verdadera aventura es vivir la vida. Y para eso el móvil nos ayuda, nos avisa, nos conecta ¿Por qué vivir peligrosamente, si podemos hacerlo teniendo cuidado? Así que, más que perezosos, nos hemos convertido en héroes, sí, pero cautelosos.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-35430610973929357232024-03-11T09:14:00.002+00:002024-03-11T09:23:33.840+00:00Los límites de mi mundo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEGQ8Oo0B_Zr0Ye2q_LWhqwqW4K0GG7yEgXEwQi_H6EBd3zUCui8YYv8Cv2iBpt0xLqBzBN2sBMGFeaLLLaHArVZuGbKQ-0YPw-Y3tmj0xcqNnT9Gj58lDeXmwTrNHHhW2mJIodGFI9qIheJrlLD0pwK31CVsHVGDW1hfe3zH6xBXA6mukrShnWiGLKS-v/s640/Pilates.webp" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEGQ8Oo0B_Zr0Ye2q_LWhqwqW4K0GG7yEgXEwQi_H6EBd3zUCui8YYv8Cv2iBpt0xLqBzBN2sBMGFeaLLLaHArVZuGbKQ-0YPw-Y3tmj0xcqNnT9Gj58lDeXmwTrNHHhW2mJIodGFI9qIheJrlLD0pwK31CVsHVGDW1hfe3zH6xBXA6mukrShnWiGLKS-v/w400-h300/Pilates.webp" width="400" /></a></div><br /><p>Los grandes genios de la humanidad no son solo los que descubren teorías con las que explican el mundo, sino aquellos que trascienden los límites de la ciencia y llegan al pueblo llano. Antes de Darwin nadie hablaba de evolución y ahora cualquiera dice que hasta su peinado ha evolucionado. El inconsciente o el ego eran términos desconocidos por la gente de a pie antes de Freud y estoy segura de que el término alienación o proletariado no era usado por nuestros retatarabuelos antes de Marx. Incluso el imperativo moral, término de Kant, aparece a cada rato en los periódicos como algo asumido por todos (o, por lo menos, nombrado).</p><p>Y lo mismo pasa en el día a día de cada uno de nosotros, porque, a nivel mucho más modesto, hay palabras que nos abren mundos. Por ejemplo, yo que ahora estoy yendo a pilates por prescripción médica (la edad no perdona), me he adentrado en otra realidad y ya manejo palabras que hace dos meses ni conocía: <i>retroversión, anteversión, cuadrupedia, table top </i>(eso es pierna a 90º), <i>pies en flex...</i> Hay zonas del cuerpo que tenía olvidadas y que ahora salen a la luz, como las escápulas, los gemelos, los isquiones, los serratos o el transverso. Y me veo sometida a una máquina (heredera, seguro, de aquellas de tortura medievales), a la que llaman el <i>Reformer</i>, no sé por qué (imagen inicial). Con todo, es una nueva experiencia que está resultando instructiva, sana y hasta divertida, porque tenemos a Katia, una instructora fantástica con una paciencia infinita, y porque las otras 4 compañeras y yo, todas de cierta edad, nos lo tomamos con un humor que nos lleva a no querer perdernos ni una sola clase.</p><p>Ludwig Wittgenstein, otro gran pensador, fue un filósofo millonario que renunció a su fortuna para dedicarse a ser maestro de escuela y entender cómo los niños aprendían a leer, cómo penetraban en ese mundo del lenguaje leído. Yo, que aprendí a leer a los 3 años con mi madre (no entré al colegio hasta los 6) recuerdo a esa edad el maravilloso descubrimiento de la palabra escrita y el darle la lata a mi madre para que me enseñara más y más. Wittgenstein acuñó en su "Tractatus" una frase que resume todo esto: <b>Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.</b> Con las palabras, no solo nombramos cosas, sino también nos relacionamos con el mundo nombrado y con los demás.</p><p>Por eso propongo explorar de la mano del lenguaje otros mundos, ya sea el pilates, el ganchillo o el idioma japonés. Da igual la edad que tengamos, siempre hay que estar dispuestos a aprender y las palabras son puertas que nos abren a otras realidades que ensanchan nuestras fronteras. Nunca será tarde para estar dispuestos a encontrar otros lenguajes, otros límites, otros mundos. </p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-58150230474803802812024-03-04T16:05:00.002+00:002024-03-04T16:06:41.053+00:00Agua que cae del cielo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCpLp7TzfcdMT7QFojSjIi_QpTbHS35F_KXud0YosxSy6YENjuvMrD6dfg9ZsWucESAHOo2hhiOBoEZUuB35KoAyV9LmJwQeFR1ftkfX0NFdZX_jyhchWG3RMzmkjKYarRimYdpYTOj9cwurga4Cc99Clv7aKuGzSobdUCsP5CxC4ZXLnYk4DqjHbiPPme/s1600/f3e50cb9-f01e-4a22-aa78-68841b72aa20.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCpLp7TzfcdMT7QFojSjIi_QpTbHS35F_KXud0YosxSy6YENjuvMrD6dfg9ZsWucESAHOo2hhiOBoEZUuB35KoAyV9LmJwQeFR1ftkfX0NFdZX_jyhchWG3RMzmkjKYarRimYdpYTOj9cwurga4Cc99Clv7aKuGzSobdUCsP5CxC4ZXLnYk4DqjHbiPPme/w300-h400/f3e50cb9-f01e-4a22-aa78-68841b72aa20.JPG" width="300" /></a></div><br /><p>Esta semana por fin ha llovido. Y no una lluvia mansita de esos chipichipi que a la media hora se olvidan, no. Ha sido una lluvia decidida y valiente que ha repiqueteado en las claraboyas de casa y ha dejado olor a tierra mojada, los suelos brillantes, el aire limpio y el alma contenta. Los benditos alisios han cumplido su papel, alejando arenas del desierto que este año, como nunca, nos han tenido asfixiados.</p><p>Ahora que los periódicos anuncian calamidades en forma de guerras y otras catástrofes parecidas, tal vez tendríamos que pensar en que el verdadero peligro, la mayor amenaza para la seguridad y supervivencia de los humanos, es la escasez de agua, un recurso que damos por descontado hasta que un día abrimos el grifo y constatamos que, mecachis en la mar, no sale ni una gota. Piensen en la población mundial, cerca de 8.000 millones de personas, consumiendo enormes cantidades de agua dulce (solo el 2,5% del agua de la tierra lo es), en las reservas originales agotándose, las temperaturas creciendo y las precipitaciones escaseando (por no hablar de los ríos que van a dar a la mar, toda esa gran pérdida): este es el panorama actual y lo que debería ser la auténtica preocupación de todos los gobiernos.</p><p>Por eso me gusta tanto cuando somos los ciudadanos de a pie los que empezamos hablando de ello y damos ejemplo, poniendo nuestro granito de arena. Como ese invento alemán de una bicicleta con un tambor adosado para lavar la ropa, a la vez que haces ejercicio (ahorra un 70% de agua). O como mi amiga Rocío que un día calculó el volumen de agua que se perdía en su casa cuando esperaban que se calentara para ducharse: ¡5 litros! 5 litros por cada persona y día. Multipliquen por un año y quedarán tan impactados como quedó ella. Lo solucionó con garrafas que recogen ese sobrante y que emplea para regar y otros usos.</p><p>Mi amigo Álvaro creció viendo a los cabuqueros, que en tiempos de nuestros abuelos excavaban la tierra para hacer las grandes galerías de agua que todavía horadan la isla y llevan el agua de las nieves del Teide a los cultivos. Él está convencido de que, si a los niños se les enseñara el enorme trabajo que es, estarían más concienciados del gran tesoro que es el agua. Por eso aboga por lo que llama Operación Aljibe y defiende que fuera un requisito para una casa nueva la construcción de un aljibe comunal que recogiera las aguas pluviales, tal como se está haciendo en Cataluña y Madrid, donde el agua se destina a jardines, lavado de vehículos, cisternas de baños... El aljibe de su casa en el municipio de El Tanque (en la imagen inicial), hecho en 1805 en archete, tosca y cal, puede recoger en un día normal de lluvia, 90.000 litros.</p><p>Ya los ancestros recogían el agua. Los guanches en los <i>eres</i>, que eran pocetas en las rocas impermeables del cauce de los barrancos, donde se embalsaba el agua cuando ya dejaba de correr. Fueron las primeras pilas bautismales de los canarios. En Lanzarote y Fuerteventura están las <i>alcogidas</i>, que son parte de las laderas de las montañas que también se acondicionan para guardar aguas de lluvia. Y nuestros abuelos y bisabuelos tenían los aljibes. Lo hay en la casa de los abuelos de mi marido y lo construimos en nuestra casa, hace ya 42 años, cuando nos vinimos a vivir al campo. El suelo de nuestro patio es el techo del aljibe.</p><p>Así que hoy me pongo incendiaria y hago un llamamiento para no desperdiciar ni una gota de agua, para pedir a nuestros políticos que le den atención prioritaria a ese tema, para que nuestras leyes recojan la construcción obligatoria de aljibes, tal como sueña Álvaro, con canalones que viertan en ellos toda esa bendita lluvia que el cielo nos manda. Nos va la vida en ello.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-64648301154284850112024-02-26T09:15:00.001+00:002024-02-26T09:16:03.986+00:00Esa primera idea<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0JuNZyTQLinveZtBGE5hmxc3aWFATQZBVWeeZ2aCHF2qFCBmjNwss7McepsJOWciH-NJFspjBCk5fL8OybefbGzAvE_ZM0AzukX2l-BuYeXoc4qpkw-_9AHXd1MUqr2Hi_9bWwR-UZw18rE0eLk4m_s3Vvh2zpg9veGiS6AqnBGBk1tJQd9IVgBifKWF8/s800/janeeyre01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="533" data-original-width="800" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0JuNZyTQLinveZtBGE5hmxc3aWFATQZBVWeeZ2aCHF2qFCBmjNwss7McepsJOWciH-NJFspjBCk5fL8OybefbGzAvE_ZM0AzukX2l-BuYeXoc4qpkw-_9AHXd1MUqr2Hi_9bWwR-UZw18rE0eLk4m_s3Vvh2zpg9veGiS6AqnBGBk1tJQd9IVgBifKWF8/w400-h266/janeeyre01.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>Siempre le regalo libros a mis nietos pequeños por Navidad y este año le tocó a la niña (10 años) una versión (resumida y con dibujos, de Tea Stilton) de "Jane Eyre" de Charlotte Brontë, una de mis novelas preferidas. No sé si le gustará, pero recuerdo muy bien lo que sentí la primera vez que yo leí el original de adolescente y cómo me atrapó esa historia que he oído calificar de "uno de esos libros inagotables que nunca acaban de revelar todo lo que encierran".</p><p>Esta vez me leí la versión resumida, por si acaso no captaba lo esencial. Pero no. Allí estaba aquello que me fascinó hace tanto tiempo: la infancia trágica de la protagonista; su estancia en el Colegio Lowood, con el descubrimiento de la amistad, de la muerte, del amor a los libros; su trabajo como institutriz en Thornfield; el encuentro con el sombrío Sr. Rochester; los misterios y secretos que guarda la casa; el espíritu indomable y valiente de Jane... Creo que sí, que le gustará.</p><p>Y como a veces suele pasar en la vida, de repente me fui encontrando con la novela a cada paso. Primero, me encontré una noche viendo la tele con la adaptación cinematográfica de 2011 (hay más de 20 adaptaciones de la novela), de Cari Joji Fukunaga, con una interpretación muy buena de Mia Wasikowska como Jane (imagen inicial).</p><p>Después, me leí una novela, "El club de lectura del refugio antiaéreo" de Anne Lyons, en el que una librera inglesa recoge durante la II Guerra Mundiál a una niña refugiada judía con la que de entrada no hace buenas migas. Pero es el amor a los libros lo que las une y es precisamente "Jane Eyre" la primera novela que comentan y la primera que proponen en ese Club de lectura que transcurre entre las bombas y los horrores de una guerra.</p><p>Con esas señales no me quedó más remedio que volver a leer la novela original, una de las grandes del siglo XIX, que en mi edición de Salvat (de 412 páginas) tiene el inconveniente de tener una letra minúscula de la que ya mis ojos protestan. Pero así y todo, me quedé otar vez cautivada por su romanticismo, por ese ambiente gótico de los libros de esa época, por esa protagonista llena de valor, inteligencia y pasión que prefiere seguir sus principios aunque eso no la haga feliz, por esos páramos en los que el viento aúlla...</p><p>Y otra sorpresa más. Entre las paginas me encontré con un artículo amarillento que había guardado hace años en el que se hablaba del descubrimiento de un cuadernito de notas escrito por Charlotte Brontë, en el que describía un incendio provocado, como el que luego va a aparecer al final de su novela. Lo curioso es que ese cuadernito lo escribió ella con 14 años, 17 años antes de publicar "Jane Eyre".</p><p>¿Cómo nacen las novelas? ¿Cómo surge en los grandes novelistas esa primera idea que luego se desarrolla en una historia completa? Charlotte Brontë incorpora a su novela los paisajes desolados en los que vivió y su experiencia en instituciones privadas semejantes al Lowood de Jane. Pero me la imagino a los 14 años describiendo ese incendio y vislumbrando en su imaginación una mansión aislada, rodeada de viejos árboles llenos de cuervos y espinas, devorada por un fuego aterrador y, a la vez, purificador, que supusiera el final de una vida de secretos y mentiras y el comienzo de una más limpia. Esa primera idea...</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-65581082611774335822024-02-19T10:00:00.003+00:002024-02-19T10:00:28.939+00:00Una tómbola mundial<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggjuDvDtbXkXovLBEA5EolhB1tg0Co75EQr6NE3tZ7KQhnnM2et2fTpPw861uFmAtQWbYiQ-cXg19pTOfbLwvMHhB4u6WqtjREpMeSM92KZi5iGYUbLBdM4FWc9SB0XOvq2twrv6d9Oh5tP9UmLriq0sFtpUyM-3TTQ8B_bykLQkqYPSjoiKz3X-CjrQ5O/s1000/trastos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="667" data-original-width="1000" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggjuDvDtbXkXovLBEA5EolhB1tg0Co75EQr6NE3tZ7KQhnnM2et2fTpPw861uFmAtQWbYiQ-cXg19pTOfbLwvMHhB4u6WqtjREpMeSM92KZi5iGYUbLBdM4FWc9SB0XOvq2twrv6d9Oh5tP9UmLriq0sFtpUyM-3TTQ8B_bykLQkqYPSjoiKz3X-CjrQ5O/w400-h266/trastos.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>Últimamente, cuando me pongo a ordenar, me doy cuenta de todo el cacharrerío inútil que uno guarda. Y eso que la casa es grande porque si no, no sé dónde meteríamos tanto trasto. Cuando estos días veía el desfile de las reinas del Carnaval, yo no pensaba en los brillos, los plumajes y demás parafernalia, sino en dónde guardarían semejantes mamotretos después de las fiestas. Es que en una habitación normal no caben y los palacios ya no son tendencia.</p><p>Y es que, además, las casas están llenas de cachivaches que nunca usamos. El domingo pasado, que invitamos a nuestro amigo Miguel a comer y a alegar un rato, nos estuvo hablando de lo que tiene en su casa y nunca ha estrenado. Por ejemplo, una fondue eléctrica que ocupa un montón, una heladera que ídem (con lo placentero que es comerse un helado por ahí), un aparato para hacer pasta (se lo vio a Arguiñano y le pareció fácil, pero luego era más fácil comprarse en el súper un paquete de espaguetis), aparatos varios para partir cosas: los huevos duros en lasquitas, los aguacates, los melones, las manzanas, las tartas en trozos iguales... ¡Si hasta tiene un chisme (virgen por ahora) para que los huevos fritos queden como un pañito. con sus puntillitas y todo! Me recordó a Becky, la protagonista de "Loca por las compras" de Sophie Kinsella, que se compró un aparato para hacer gofres y, para demostrar que lo usaba, también compró los gofres y hacía el paripé de sacarlos de allí.</p><p>Pero es que todos somos iguales. Yo también tengo una churrera desde hace 20 años dormida en su caja porque es más estimulante acercarme a La Punta y comerme allí unos churros con chocolate mirando al mar. Tengo un wok durmiendo el sueño de los justos y tres bicicletas muertas de risa y herrumbrientas de aquellos tiempos en que éramos jóvenes...Si lo piensan, seguro que ustedes también tienen trastos ocupando sitio. Hasta mi hija, que es superordenada y tira todo lo que no usa, tiene una licuadora ahí quietita porque le da lata lavarla; y mi amiga María, una fuente de chocolate, una plancha de vapor, un aparato para hacer cotufas...</p><p>¿Y si reunimos todo eso y hacemos una tómbola? Los sofistas, aquellos sabios de hace 26 siglos, ya nos dijeron entonces aquello de <span style="text-align: justify;"> </span><b style="text-align: justify;">“Si se pidiera a todos los hombres que reunieran en un solo punto lo que cada uno ve inconveniente y luego pidiera de nuevo que retirara de aquel montón cada cual lo que estime conveniente, seguro que no quedaría allí nada sino que todo quedaría repartido entre ellos”. </b><span style="text-align: justify;">O sea, que, si hiciéramos la tómbola, nos desharíamos de un montón de arretrancos, sí. Pero seguro que sucumbiríamos a otros.</span></p><p><span style="text-align: justify;">¿Y qué hago yo entonces si en la rifa me toca la fuente de chocolate y el aparato de hacer puntillitas a los huevos fritos?</span></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-58680738102646377952024-02-12T10:39:00.003+00:002024-02-12T10:39:19.569+00:00La música de las esferas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCZcD9qeqr16g8kuMOCSkqm-L9GZAA_Hph_yjEQ02LKnaxSVBCBLpum72A_ZNVzsunDOUbe-XEeb0mJXx6PWg4eKKTxYmEhhReRUmcu9Y-e4w0f5gIUYc-bilEWYCmfqTstpJnhf7U90ImK1gbNY_r_9kuSCrPkxfZJhmY_G0CubzvE829BxW6k6LiwRWM/s450/Cielo%20estrellado%202.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="252" data-original-width="450" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCZcD9qeqr16g8kuMOCSkqm-L9GZAA_Hph_yjEQ02LKnaxSVBCBLpum72A_ZNVzsunDOUbe-XEeb0mJXx6PWg4eKKTxYmEhhReRUmcu9Y-e4w0f5gIUYc-bilEWYCmfqTstpJnhf7U90ImK1gbNY_r_9kuSCrPkxfZJhmY_G0CubzvE829BxW6k6LiwRWM/w400-h224/Cielo%20estrellado%202.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>En los tiempos en que mi marido estuvo trabajando en el Astrofísico del Teide (años 70), algunas noches subí con él. Entonces eran grandes barracones y no los edificios que hay ahora, pero estaban bien equipados con telescopios y máquinas complicadas volcadas a las estrellas. A mí me gustaba salir afuera, a pesar del frío, y quedarme un rato bajo aquella inmensa cúpula de estrellas, viendo la Vía Láctea en todo su esplendor. La vista era estremecedora y reducía a quien la miraba a una partícula pequeñísima, y sin embargo consciente, frente al infinito. </p><p>El silencio era absoluto, pero yo notaba un ruido difuso de fondo, que atribuía al sonido de la vida, de la isla en su conjunto y, tal vez, del cosmos. Imaginando cosas, no me extrañaba que los antiguos, con Pitágoras a la cabeza, pensaran en un universo hecho de esferas concéntricas de cristal purísimo que, en su eterno girar, producían una música inaccesible al oído humano porque no sabemos escucharla. Noches así encienden la imaginación y te hacen creer que todo es posible. Entiendo a Pitágoras. Seguro que más de una vez, igual que todos nosotros, alzó la mirada al cielo en una noche estrellada y se sumergió en el misterio.</p><p>Y después de él, muchos hombres -curiosos, creativos, sabios- siguieron haciéndolo y aportaron teorías y explicaciones de cómo funciona nuestro mundo. Uno de esos hombres fue Arno Penzias, un físico que murió el mes pasado a los 90 años. A ustedes y a mí no nos suena el nombre porque hace tiempo que no atendemos a los asuntos cósmicos, pero fue un auténtico sabio, un judío que huyó de niño de la Alemania nazi y acabó en Estados Unidos y que, con su colega Robert Wilson, ganó en 1978 el Premio Nobel de Física. </p><p>¿Qué fue lo que hicieron? Buscaban, con una antena gigantesca, una señal en el universo para conocer la estructura de la Vía Láctea pero, después de descartar todo ruido, lo que encontraron fue una interferencia extraña que parecía llegar de todo el cielo, una señal de microondas de radio que identificaron como la radiación de fondo que todavía perdura de la gran explosión con la que empezó todo hace 14.000 millones de años. ¡Lo que descubrieron fue el eco del Big Bang! Y ese descubrimiento cambió nuestra mirada sobre el cosmos: hay, efectivamente, un ruido que no oímos y que viene desde todas partes de un universo, que no está quieto, como creíamos, sino en expansión desde aquel momento primigenio.</p><p>A mí todo esto me emociona y fascina. ¡Qué tiempos tan interesantes estamos viviendo! Y siempre es bueno saber que, mientras uno atiende a pequeñeces de la vida diaria, hay gente que tiene el oído tan fino como para escuchar y descubrir la música de las esferas.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-39806659361028704852024-02-05T08:48:00.001+00:002024-02-05T08:52:53.744+00:00Viajar es descubrir<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSezL9nAQHpQatxqs86eT1DJyOA_qgkEuG47tJ3z5Fo0HSbkyurn3Z3Smokx1JrfvJeft46olouQWXxlGT0BjESmRCuZg8ge1J5JTs_AVkm7-CX3TOQbLePhw-9IDNztniNkZL2tlA-wNifBS8bMgT2ye9JRUUv3ErL65ZObVWHGGy8F8eXdL4ON8B6bUj/s3264/IMG_20240201_133658171.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2448" data-original-width="3264" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSezL9nAQHpQatxqs86eT1DJyOA_qgkEuG47tJ3z5Fo0HSbkyurn3Z3Smokx1JrfvJeft46olouQWXxlGT0BjESmRCuZg8ge1J5JTs_AVkm7-CX3TOQbLePhw-9IDNztniNkZL2tlA-wNifBS8bMgT2ye9JRUUv3ErL65ZObVWHGGy8F8eXdL4ON8B6bUj/w400-h300/IMG_20240201_133658171.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>A veces, cuando pensamos en un viaje y se lo comentamos a los amigos a ver si se animan, nos dicen: "No, yo ya he estado allí" e ignoran que todo viaje es un camino de descubrimiento, que siempre hay hechos que te asombran por más que hayas estado veinte veces. Y si no, que se lo digan a mi consuegra, que casi siempre va a París y de cada viaje trae más ganas para volver otra vez.</p><p>Hace 7 años hice un viaje a Cádiz del que les hablé en el post "<a href="https://jubiladajane.blogspot.com/2017/01/mira-mama.html#more">¡Mira, mamá</a>!" (enero de 2017). La semana pasada volví a ir con el Imserso y me trajo más descubrimientos (y más ganas de volver). Repetí, eso sí, dos eventos especiales que solo por ellos merece la pena todo. Uno, tomarme un jerez en Jerez, mientras recuerdo la frase atribuida a Fleming: "La penicilina cura la salud, pero un jerez resucita a un muerto". Otro, comer a cada rato tortitas de camarones, ese delicioso encaje culinario que merece un monumento.</p><p>Y además me traje, no solo la memoria del paisaje de esta tierra generosa, con sus humedales, marismas, salinas... (<i>Y ya estarán los esteros rezumando azul de mar... </i>nos decía Alberti, otro gaditano), que salpican la costa hablándonos de otras formas de vivir, sino también nuevas experiencias: un paseo en catamarán desde Cádiz al Puerto de Santa María (dónde nos quedábamos), gozando de un atardecer con pinceladas rosas y naranjas sobre la Bahía de Cádiz y el Puente Nuevo. Una visita al barco "Unión" de la Armada Peruana, un velero de 4 palos atracado en el Puerto de Cádiz y en el que nos atendieron cadetes guapos, serios y entorchados que nos contaron su viaje por el mundo (uno, hasta nos habló de su enamorada, que lo espera en Lima). La visión de un jinete solitario en la arena húmeda de la Playa de la Calzada en Sanlúcar de Barrameda, con el Guadalquivir y el parque de Doñana en el horizonte. Las risas con la gracia gaditana, como la de un cartel que vimos en un bar cerrado (imagen final): "Mañana cerramos por el bautizo de mi hijo: Perdonen las molestias". Y debajo pone: "¡¡Abre, becerro, que el niño no es tuyo!!" Firmado: La Madre".</p><p>Me traje también historias que nos fuimos encontrando: Nada más empezar en la cola de facturación del aeropuerto, a una pareja le dijeron que no podía viajar porque no había pagado la señal de 30 euros de reserva. Imagínense, a mí me dicen, después de preparar un viaje, con todo el jaleo que implica, que me tengo que quedar en tierra, y me da algo. Sin embargo, ellos reaccionaron con humor y la mujer dijo uno de los <i>yaques</i> más positivos que he oído: "Pues <i>ya que</i> estamos aquí, vamos a ver si nos podemos ir a Madrid o a cualquier otro sitio". Y allá que se fueron con sus maletas a ver. O encontrarnos, cuando íbamos a desayunar en el hotel (un antiguo monasterio del siglo XVIII) a un hombre dormido en un sillón del pasillo, envuelto en un edredón y con su mochila al lado ¿Lo habría echado su mujer durante la noche? ¿O se había colado? Hipótesis no faltaron.</p><p>Pero lo mejor fue la gente: el magnífico grupo que formamos todo el viaje y con el que compartimos mesa, charlas, risas, aperitivos, paseos y una estupenda cena de despedida con su correspondiente <i>pescaíto</i> frito. La grata compañía de mi amiga del colegio Esperanza y de su marido Mane, que tienen casa en el Puerto de Santa María y que me descubrieron la inmensa playa de Vistahermosa (imagen inicial), con sus arenas doradas y su chiringuito abierto todo el año (y sí, lo reconozco, comí allí tortitas de camarones. Otra vez). El encuentro con mi alumno Gonzalo, que no solo me alegró sino que me hizo reflexionar sobre el sentido de la vida: Créanme, sentirse mayor no depende de canas, arrugas o artrosis. No, sentirse mayor es encontrar que uno de tus alumnos ya viene al Imserso.</p><p>Hubo de todo (hasta cansancio) y fue un viaje estupendo que volvería a repetir encantada. Porque viajar es descubrir: historias, lugares, comidas, amigos...</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4zw-Py7fHM96pl_SE928crIz9tEnIxvrBa38lRopldUfLbj3f64clL1kZpIxMLjgq4KI4mTHnhOIZOBL9RDgPVmHY_tKZmWIcYDzDeC-XHGDNBf_ljePKe_XK6JvBCxaWHcB5jikYmkvvYpv2JJIi4En1e2Kb9nPIxBl8xql_P5t5w-SD3g7rFa52WsHy/s4080/IMG_20240130_180112862_HDR.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="3072" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4zw-Py7fHM96pl_SE928crIz9tEnIxvrBa38lRopldUfLbj3f64clL1kZpIxMLjgq4KI4mTHnhOIZOBL9RDgPVmHY_tKZmWIcYDzDeC-XHGDNBf_ljePKe_XK6JvBCxaWHcB5jikYmkvvYpv2JJIi4En1e2Kb9nPIxBl8xql_P5t5w-SD3g7rFa52WsHy/w301-h400/IMG_20240130_180112862_HDR.jpg" width="301" /></a></div><br /><p><i>Dedicado a todos los que contribuyeron, más si cabe, a hacer tan agradable este viajito: A Noelia, nuestra guía y ángel de la guarda, y a los guías locales, Dani, Begoña y María Jesús, tan sabios; al estupendo grupo de amigos María Victoria, Sixto, Miguel Ángel, Mari Cruz, Ángela, Cristi, Paco y Mari Carmen; a Esperanza y Mane por su cariñosa acogida; y a Gonzalo, con mi bienvenida al grupo de "mayores". Gracias de todo corazón.</i></p><p><br /></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com28tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-83732330227822287212024-01-22T09:18:00.004+00:002024-01-22T09:18:37.940+00:00Recados del más allá<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF9aylWHGl-C3QSosiP66tTLyorRPxz0o22IvbsauZPNTyTePvOBp7B4kO4dcKq_Du51SdqEGsyftM2g6dNV8p_NX_rrd8XF2CwaUyeogpSpNXyQBomqNOTjuvYUhLVpII7HzwihPC3oKXqSZpPauDnQ5iZJKUr9rjMqbtA40p43He6frKeXV7MdbThyphenhyphenG7/s1080/PHOTO-2024-01-21-14-29-22%20(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="486" data-original-width="1080" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF9aylWHGl-C3QSosiP66tTLyorRPxz0o22IvbsauZPNTyTePvOBp7B4kO4dcKq_Du51SdqEGsyftM2g6dNV8p_NX_rrd8XF2CwaUyeogpSpNXyQBomqNOTjuvYUhLVpII7HzwihPC3oKXqSZpPauDnQ5iZJKUr9rjMqbtA40p43He6frKeXV7MdbThyphenhyphenG7/w400-h180/PHOTO-2024-01-21-14-29-22%20(1).jpg" width="400" /></a></div><br /><p>No sé si a ustedes les ha pasado eso de que les den recados del más allá, pero a mí unas cuantas veces. La primera fue cuando unos amigos tenían que hacer un largo viaje a Estados Unidos. Tenían 4 hijos que dejaban repartidos aquí y mi amiga me pidió, con instrucciones precisas, que, si se estrellaba el avión, me encargara de mandar a sus hijos con su madre para que se educaran con ella. La segunda vez fue mi propia hija quien me dijo que me ocupara de su niña, si ella y su marido tuvieran un accidente. Afortunadamente no pasó nada y los niños aquellos hoy son adultos que se ocupan perfectamente de su vida. Mi madre también fue de las que dejó recados preparando su propio entierro: no manden flores, díganle a todo el mundo que el dinero lo donen a Cáritas, llévenme a tal iglesia...</p><p>La última en encargarme uno de estos recados fue mi amiga Clari. Hablé con ella esta semana, antes de que entrara en una operación delicada, y me dice entre bromas y veras que si se muere en la operación, escribiera algo bonito sobre ella. Por supuesto yo le dije que no se iba a morir y le recordé la frase de Montaigne que nos repetimos siempre en momentos malos: "Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron".</p><p>Pero luego pensé ¿y por qué tenemos que esperar a que alguien se muera para hablar bien de ella? Hace poco vi una película, "La probabilidad estadística del amor a primera vista", en la que la madre del protagonista, una actriz de teatro que sabe que le queda poco tiempo, decide celebrar su funeral en vida. Reúne a sus hijos y a sus amigos y monta una fiesta en la que todos se visten de personajes de Shakespeare, comen y beben, dicen las palabras más bonitas y se lo pasan pipa. Y en otra película que me gustó, "Serendipity", el amigo del chico es el encargado de los obituarios del <i>New York Times</i> y en una de estas cuenta que los griegos no hacían necrológicas sino que, cuando alguien moría, solo se preguntaban: "¿Tenía pasión?". Así que, Clari, ahí van mis palabras para ti, en vida como tiene que ser y después de que hayas salido estupendamente de tu operación y ya estés haciendo una maratón de 3000 pasos diarios por esos pasillos del Hospital.</p><p>Aunque, como decía Borges, la amistad no requiere frecuencia, la vida a veces nos la regala añadiendo un plus. Yo tuve la gran suerte de recuperar hace unos 20 años esa frecuencia con mis amigas del colegio. Clari fue y es una de ellas y, en aquellos tiempos de la niñez, además, vecina, de las que nos encontrábamos al ir y venir del colegio en nuestro barrio del Toscal. Es-siempre lo ha sido- generosa, justa y leal con los suyos (ella es de las que cada mañana llama a las que son viudas y viven solas para dar "fe de vida", dice), con un sentido del humor que la ayuda a capear los escollos de esta vida y a nosotras nos la alegra. Valiente y vital, es la que nos anima a viajar, a no aburrirnos, a la frecuencia. A mí me maravilla, cuando nos vemos en Santa Cruz, que conozca a tanta gente y que tantos la conozcan a ella, pero es que le gusta la gente, la compañía, una buena conversación... Clari tiene carácter y puede engañar a quien no la conoce, pero, los que sí la conocemos bien, sabemos de su ternura y sensibilidad, de su amor incondicional por su familia y por nosotras, sus amigas. </p><p>Y cuando le llegue (esperemos que dentro de mucho tiempo), como a todos, "la nave que nunca ha de tornar", si hiciéramos la pregunta de los griegos, contestaríamos que sí, que tuvo pasión, que defendió con ella sus valores y sus ideas, que amó y ha sido amada, y eso es algo de lo que congratularse porque ha hecho que su vida merezca la pena. </p><p>Te deseo, mi querida Clari, que la disfrutes, sin más majaderías que las propias de nuestra edad. Y ya sabes que te quiero.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-63456730069154515122024-01-15T09:20:00.001+00:002024-01-15T09:23:37.892+00:00A vueltas con Sissi<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjJeYhc2jpVoeXkPHqya3X9r5zPJRolVISphhSSbnIpnXln7agHjGmAgdgS-k9ABXvzJZXyS3ZyTv2mD-IAMrW1ZOHdmC_fNW9lNSqizb1fIhyphenhyphenjGTpcrKiQxpeVjlkg9aWt2l9stnK_DxO0wn96ICkZbxOIk5kBjMSGoetRzhWIUgqsdos3kKNa_CGizS5/s900/sissi-emperatriz-20220512-1355972.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjJeYhc2jpVoeXkPHqya3X9r5zPJRolVISphhSSbnIpnXln7agHjGmAgdgS-k9ABXvzJZXyS3ZyTv2mD-IAMrW1ZOHdmC_fNW9lNSqizb1fIhyphenhyphenjGTpcrKiQxpeVjlkg9aWt2l9stnK_DxO0wn96ICkZbxOIk5kBjMSGoetRzhWIUgqsdos3kKNa_CGizS5/w400-h400/sissi-emperatriz-20220512-1355972.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>En 1956 -tenía yo 8 años- se estrenó en España "Sissi", la historia de Isabel de Baviera, o como ella se presenta en la película, Liesl de Possenhofen, y no hubo niña en mi colegio que se la perdiera. ¡Bien nos gustaban los trajes de princesa con aquellos miriñaques que las hacían parecer tartas ambulantes, bien nos emocionábamos con el encuentro en que ella pesca literalmente al emperador Francisco José, bien nos reíamos con el jefe de policía que la perseguía pensando que era una terrorista, bien nos encantaba el final feliz! Yo dibujaba como loca princesas con corona en mis cuadernos y, por supuesto, coleccioné todos los cromos para llenar el álbum de Sissi. Cuando hace pocos años visité los lagos austriacos y nos tomamos un café en el Schloss Fuschl junto al Fuschl See (que en la película hace de Palacio de Possenhofen en Baviera) todavía podía oír el eco de las risas de los hermanos pequeños de Sissi cuando, al principio de la película, intentan con su padre pescar una trucha en aquel lago.</p><p>Ya de mayor leí biografías sobre Sissi y sé que su vida fue todo lo contrario a esa visión idílica de la película. Incluso físicamente no era bajita (como le reprocha su futura suegra en la película), sino que medía 1,72 y se sometía a dietas estrictas (pesaba 50 kilos), hacía deporte de manera compulsiva y se puso un velo tupido a los 32 años para que nadie viera que ya no era joven. Eso sí, se sentía orgullosa de su cabellera larguísima, a pesar de la lata que le debía dar. Por lo demás tuvo una vida llena de tragedias: una hija que murió pequeña, el suicidio de Rodolfo, el heredero, su desapego por los demás hijos y por su marido, y al final su asesinato a manos de un anarquista a los 60 años. Pero la magia de la película continúa. Hace poco la volví a ver con mis nietas (20 y 10 años) y a ellas, como nos pasó a nosotras de niñas, también las conquistó. Da igual que luego no funcionara su relación, da igual que incluso ella animara a su marido a que tuviera como amante a una actriz... Nos quedamos con el flechazo de la película y con esa boda, precedida por ese viaje en barco a través del Danubio, que nos hace suspirar, como todas las historia románticas que en el mundo han sido.</p><p>Elvira Lindo, hace una semana en un artículo que títuló <i>Hablemos del amor (una vez más)</i>, se pregunta por qué tienen tanto éxito las novelas románticas cuando, "si hay algo que de sobra nos ha ofrecido la literatura ha sido el amargo sabor de la decepción". Y continúa: "Me gustaría saber qué encuentran las jóvenes que hoy leen novela romántica, si un entretenimiento, un modelo o un sueño que saben irrealizable". </p><p>Es verdad lo que comenta Elvira Lindo, pero olvida que la literatura es reflejo de la vida y que, igual que hay historias de desamor y desencanto, también forman parte de la vida el flechazo, la comprensión entre almas gemelas, la pasión y el amor correspondido hasta el final de la vida. "Las almas que se encuentran / y se reconocen nunca se sueltan. / Ni con el silencio, ni con la distancia, / ni con las vueltas que da la vida", dice Benedetti. Es ese amor que cantan los poetas, las novelas románticas, las películas como "Sissi". Entretenimiento, sí; modelo, también; y sueño ¿irrealizable? A veces sí y a veces, no. Por lo menos, alimentan la esperanza de que se realice. "Quien lo probó, lo sabe", como dijo el gran Lope de Vega.</p><br /><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnDuuvCRdSwEdPSZWPBA92nWulQXTWCeDuXYaJgp2CAPKR16o0H_Chet9vAxwCjdU9qFc7ootMKWiiv4jMIcZCxBVp83ZUaR51ClL2oeq_3DktAz_DHGwaAvbvj_yHha3iBvF6vKMzOMr80ELPzp9t1hlcI0tuH-KCo9cqXYQYRXoSZqaE2-X5yAFSWL7o/s668/romy-schneider.webp" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="668" data-original-width="487" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnDuuvCRdSwEdPSZWPBA92nWulQXTWCeDuXYaJgp2CAPKR16o0H_Chet9vAxwCjdU9qFc7ootMKWiiv4jMIcZCxBVp83ZUaR51ClL2oeq_3DktAz_DHGwaAvbvj_yHha3iBvF6vKMzOMr80ELPzp9t1hlcI0tuH-KCo9cqXYQYRXoSZqaE2-X5yAFSWL7o/w291-h400/romy-schneider.webp" width="291" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Romy Schneider, la cara de Sissi para nosotros</td></tr></tbody></table><br /><p><br /></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-10323914377689115162024-01-08T16:31:00.003+00:002024-01-08T17:01:14.777+00:00Un saludable rebujato<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsWNb-6UPNM7tN2lVMqCDgSc8mBEsDDN6Oy5mxejhGgh8h6rLKU-gd1mUL0LnWINERVM0hiH2eZCw1pg9XUJxPX0bvvWlutH1fiE9Qr-tKx4fkWiDbTyqHYxAE0BbjtUVrhiOgwoeKRzylPxJwDwdQHXRcg62AfDbuOTCkg9cjMi2cq5Gs3rLuKgkSA0DP/s300/desorden.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsWNb-6UPNM7tN2lVMqCDgSc8mBEsDDN6Oy5mxejhGgh8h6rLKU-gd1mUL0LnWINERVM0hiH2eZCw1pg9XUJxPX0bvvWlutH1fiE9Qr-tKx4fkWiDbTyqHYxAE0BbjtUVrhiOgwoeKRzylPxJwDwdQHXRcg62AfDbuOTCkg9cjMi2cq5Gs3rLuKgkSA0DP/w400-h320/desorden.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>El orden está sobrevalorado, me digo el 7 de enero observando mi casa en este comienzo de año: hay que recoger el árbol de Navidad ya, antes de que lleguen los carnavales, hay que volver a poner las cosas en su sitio, después de que los pintores, a los que pedí en agosto que vinieran a pintarme mi baño y mi dormitorio, lo fueran posponiendo hasta que aparecieron el 3 de enero y descolgaron cuadros, movieron muebles y desperdigaron objetos por doquier; hay que arreglar el cuarto de los nietos en los que hemos tenido que dormir mi marido y yo mientras se va el olor a pintura, y hay que ordenar toda la casa después del día 6, en el que hicimos el desayuno de chocolate y roscón en casa con mi hermana, y también la comida de reyes con mis hermanos y sus familias: en total 18 adultos, 5 niños y un perro.</p><p>Que no cunda el pánico. El orden está sobrevalorado, me repito, mientras miro alrededor a ver si me lo creo. Y mira que en mi niñez ese era un concepto de los que nos embutían en la cabeza. En mis libros de <i>Urbanidad</i> aparecía como ideal de perfección un niñito inmaculado con los calcetines estirados y repeinado con raya y todo, con su pupitre superordenado, cuadernos bien apilados y lápices afilados ordenados por tamaño. Frente a él estaba el otro niño, tipo Guillermo Brown, calcetines arrugados, gorra torcida, rodillas sucias y el pupitre como una leonera. Por supuesto, ese era el modelo del que teníamos que huir como de la peste, pero, no sé por qué, a nosotros nos encantaba Guillermo Brown.</p><p>De todas formas, ser desordenado no es práctico, esa es la verdad. En casa de mi hija encuentras las cosas a la primera. Los suéteres en el armario están ordenados por colores y las especias en la despensa por orden alfabético. Cuando nos invita, la mesa está perfecta. En cambio, mi hijo me contaba que en sus fiestas todos llevaban cosas y de repente en la mesa te encontrabas una bolsa de plástico que abrías y exclamabas: "¡Anda, una tortilla!". También hay que reconocer que tiene algo de sorprendente ese sistema.</p><p>Así que me armo de valor durante toda esta semana para empezar a meter toda la parafernalia navideña en las cajas y en las tronjas; para hacer leña del árbol de Navidad, que va dejando restos por sillones y suelos; para ordenar, reciclar o tirar todos los papeles de regalo que mis nietos, emocionados, rasgaron y desparramaron por toda la casa. Hay que hacer lavaplatos y lavadoras (benditas sean). Hay que entrar en cintura esta casa.</p><p>Y mientras convivo con el caos y, de paso, tiro dos flores de pascua que se han quedado mustias como si supieran que ya se acabó la Navidad, pienso que es verdad que en este momento todo está manga por hombro, pero ¿qué importa? ¡es una casa llena de vida! A veces también es reconfortante vivir en un saludable rebujato.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-82822007433447421442024-01-02T08:50:00.002+00:002024-01-02T08:50:16.881+00:00El chorro de la vida<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4cypVEdnwzsjWPK2WO9rUeKGH6tfmhO5yNuJDNb4hhPAa6kJm9XEdpYZcvnbdArYiUSBJYaNqgx_tf9nSVuCSs63-N8BS7hb-aGeV3HcObS7afyG3PrCXbavC5er2mX7QElO87bnOHHZosUgZDFMc0W3NZ0rghRU3-YqdFFGlUErhL1gPaY-kWcNy-d0t/s4080/IMG_20231230_182708680.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="3072" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4cypVEdnwzsjWPK2WO9rUeKGH6tfmhO5yNuJDNb4hhPAa6kJm9XEdpYZcvnbdArYiUSBJYaNqgx_tf9nSVuCSs63-N8BS7hb-aGeV3HcObS7afyG3PrCXbavC5er2mX7QElO87bnOHHZosUgZDFMc0W3NZ0rghRU3-YqdFFGlUErhL1gPaY-kWcNy-d0t/w301-h400/IMG_20231230_182708680.jpg" width="301" /></a></div><br /><p>Hace poco leí, en uno de esos apuntes curiosos que a alguien se le ocurren, que para que cada uno de nosotros naciera -tú, yo o el de más allá- se necesitaron 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, 32 trastatarabuelos. 64 pentabuelos, 128 hexabuelos, 256 heptabuelos, 512 octabuelos, 1024 eneabuelos, 2048 decabuelos... Solo teniendo en cuenta el total de las últimas 11 generaciones, hicieron falta 4094 ancestrales para que ahora yo esté aquí, vivita y escribiendo este post. Imagina si nos remontáramos al principio de los tiempos.</p><p>Es más, podríamos añadir algo parecido a lo que cuenta Jostein Gaarder en "El misterio del solitario". Pensemos en un año de peste en el siglo XIV. "La muerte iba de pueblo en pueblo -le dice el padre a su hijo, Hans Thomas- y los más afectados fueron los niños. En algunas familias murieron todos, y en otras sobrevivieron quizás uno o dos. Muchos de tus antepasados eran niños en aquella época, pero ninguno de ellos la palmó. - ¿Y cómo puedes estar tan seguro de eso? -Porque tú estás aquí ahora, contemplando el Adriático.". Somos hijos de los fuertes, nos viene a decir Gaarder, de los boletos ganadores, de aquellos que no solo sobrevivieron, sino que llegaron a la edad adulta para tener un hijo y perpetuarse hasta llegar a cada uno de nosotros. Ni meteoritos ni rayos, ni guerras ni enfermedades, ni incendios o catástrofes pudieron con ellos. "Cada vez que han volado flechas por los aires, tus posibilidades de nacer han estado bajo mínimos. ¡Y sin embargo aquí estás, bajo el cielo, hablando conmigo, Hans Thomas!".</p><p>El resultado de todo esto (aparte de la enorme suerte que hemos tenido) es que somos un producto tan refinado, tan elaborado, tan valioso, que si nos fueran a poner precio como si de una obra de arte se tratase, nos saldríamos del molde y seríamos de esas a las que se etiqueta como "de valor incalculable".</p><p>Si han hecho falta tantos esfuerzos, tanto tiempo, tanta gente, ¿cómo vamos a malgastar todo ese chorro de vida del que formamos parte? Pensemos en los retos a la que toda esa gente se enfrentó, en la fuerza que tuvieron para sobrevivir, en el amor que nos legaron para que hoy estemos aquí vivos, despidiendo un año y recibiendo a otro. No nos queda otra que celebrar la vida y aprovechar y amortizar ese caudal recibido: a guardar y valorar cada momento de ese regalo (por ahora, 366 días del año 2024) que nos ha sido dado.</p><p>Ya saben, qué quieren qué les diga, todos los principios de año me da por ponerme trascendental.</p><p><i>(La imagen inicial está cogida de la portada del libro de Gaarder, "El misterio del solitario". Ilustración de Pablo Álvarez de Toledo)</i></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-16664951508299919722023-12-25T10:48:00.001+00:002023-12-25T22:22:34.862+00:00Días de invierno con sabor a jengibre<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTdONrqrudRTv1WeSwqvta2GDmjF3M-WGZfJSgPJtE8HCnOwUogf_g_SGfXSq8xD4zAqOby3tHNlcdMyg-7AxdKcdpdJVksnvrelzGiPGKgbIG4oUkOp2DteI4g4btJU2tnSPPDY3d8RrGzGm6U7inpXaezG2yzUWy9YS74JLOFAEl5qA1TcshiQdAlGoh/s500/libro%20de%20Ana.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="325" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTdONrqrudRTv1WeSwqvta2GDmjF3M-WGZfJSgPJtE8HCnOwUogf_g_SGfXSq8xD4zAqOby3tHNlcdMyg-7AxdKcdpdJVksnvrelzGiPGKgbIG4oUkOp2DteI4g4btJU2tnSPPDY3d8RrGzGm6U7inpXaezG2yzUWy9YS74JLOFAEl5qA1TcshiQdAlGoh/w260-h400/libro%20de%20Ana.jpg" width="260" /></a></div><br /><p>Este año en que el día de Navidad cae en lunes y coincide con la publicación de mi post semanal, no me queda otra que ponerme navideña. Pero no les voy a hablar del brillo del árbol de Navidad ni de música de villancicos sonando al fondo, sino del libro que mi hija, Ana González Duque, acaba de publicar hace unos días, su décima novela: "Días de invierno con sabor a jengibre".</p><p>Es una novela con dos protagonistas indiscutibles. Uno es un pueblo encantador y tranquilo rodeado de bosques, Silver Hill, que Ana ha inventado para que cobre vida también en futuras novelas. El otro es la Navidad, el momento en que transcurre la historia. En los Agradecimientos finales, Ana pone: <i>Hace ya tiempo que me apetecía escribir una novela navideña. Si en esta novela podía meter una pastelería, una librería, recetas de cocina y unos cuantos corazones con necesidad de remiendos, mejor que mejor.</i></p><p>Y luego están los protagonistas humanos, con sus dudas, sus miedos, sus decisiones y sus entusiasmos: Jenni, que tiene una pastelería, <i>ese punto de encuentro para almas perdidas</i>, cálida y acogedora, con expositores donde se alineaban delicados <i>petits choux</i> con fresas, pequeños tocinos de cielo, suspiros de merengue...; Kate, casada con su trabajo de traumatóloga, con el tiempo y la vida milimetrada y que se empieza a plantear un cambio radical; y Will, un alcohólico que lleva tiempo intentando no serlo y que tiene miedo a recaer y al compromiso.</p><p>Y en torno a estas tres vidas hay secundarios estupendos, como Nana, la abuela casamentera de Jenni o la señora (plasta) Lucilla Pilcher. Y hay comidas deliciosas y frases que te hacen pensar como <i>La tristeza es como la mochila del cole. Pesa pero luego, cuando llegas a donde tienes que llegar, la dejas a un lado y puedes seguir haciendo cosas, </i>o <i>El placer de la soledad es refrescante. Como nadar desnuda o sentir el primer trago de cerveza en la garganta.</i> Están también las recetas al final de los capítulos de Jenni (Galletas maravillosas de chocolate y vainilla, Bombones de café y avellanas, Tarta casera de melocotón con canela, Rollitos de primavera dulces...). Y la Navidad como telón de fondo: <i>No puedo envolverlo, pero esto -dijo él, señalando el árbol de Navidad, las copas de champán centelleante, la gente que comía y el narrador que leía a Dickens- es lo que me gusta de la Navidad.</i></p><p>No puede dejar de gustarme la novela porque está hecha de recuerdos y del encanto de las cosas vividas en cada Navidad. Para mi madre era una época maravillosa y siempre buscaba ideas para hacerla más divertida (le hubiera gustado ese amigo invisible con libros de temática navideña). Y sus descendientes vamos por el mismo camino. Ahí, en el libro, aparecen "Las cartas de Papá Noel" de Tolkien que le regalé a mis hijos cuando eran pequeños; el "Cuento de Navidad" de Dickens que todos los diciembres releemos resumido (ahora con mis nietos chicos); el pavo relleno con uvas y manzanas del día 25; y los olores de las casas, a abeto, a naranjas, a jengibre, a pasteles recién horneados... ¿Cómo no voy a recomendarla como lectura de Navidad? Es ideal para un día de invierno a la caída de la tarde.</p><p>¡Feliz Navidad a todos los que nos reunimos a hablar de nuestras cosas en este blog!</p><p>P.D. : Si te apetece leerla, por ahora puedes conseguirla en Amazon, tanto en ebook como en papel. A partir de finales de enero ya estará en las librerías Agapea, Lemus y El barco de papel. La ilustración de la portada es de mi nieta, Eva de José.</p><p><br /></p><p><br /></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-62312883835208148602023-12-18T09:37:00.001+00:002023-12-18T09:41:56.056+00:00Pecado y penitencia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaDfkXDk_FPXUGLn9y5konBIKh4S5mDXobn4xiIQqoOMryK4mqYjOxFtNSG8PioUXjBXr3CscGN8b9GI25g8vKXk51UGGYYyjdxAa85U-gw3flchga8NNmNTFO3OADt5SD6MgnVCHTsiwOQ-GtVqbVV0dB5M1PDrOFeBafkmrYR85-oBru5SmOquQzOLqc/s626/caf%C3%A9.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="417" data-original-width="626" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaDfkXDk_FPXUGLn9y5konBIKh4S5mDXobn4xiIQqoOMryK4mqYjOxFtNSG8PioUXjBXr3CscGN8b9GI25g8vKXk51UGGYYyjdxAa85U-gw3flchga8NNmNTFO3OADt5SD6MgnVCHTsiwOQ-GtVqbVV0dB5M1PDrOFeBafkmrYR85-oBru5SmOquQzOLqc/w400-h266/caf%C3%A9.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>Padre, lo confieso, dándome golpes de pecho. He pecado esta semana, y mira que hacía tiempo que no lo había hecho. Pero comprenda, fueron muchas las circunstancias que propiciaron mi caída. La comida de Navidad con mis amigas del colegio, siempre abundante y riquísima, en la que cada una quiere dar lo mejor de sí. Ay, esas empanadillas, esas croquetas, esas tortillas, esa ensaladilla, esas banderillas de Conchi que deberían conservarse en un museo de lo bonitas que son, esos hidratos de carbono... Y al final, la paella de la dueña de la casa, que siempre queda rica, y el bizcocho borracho de Ani, que es para nota. ¡Ay! Y también estaba el vinito que yo llevé de Las Riquelas, que lo hace un amigo y que es de los más buenos de la isla, y el aire perfumado por las flores del patio en que lo celebramos. Todo eso se unió para que después de comer, cayera en un sopor de esos que te dejan medio atontolinada.</p><p>No pretendo disculparme, Padre. Pequé, sí, pero yo diría, como Don Mendo, que no fui yo sino <i>el maldito Cariñena que se apoderó de mí </i>(sustituyendo C<i>ariñena</i> por <i>Las Riquelas, </i>claro). En ese punto estaba cuando apareció en medio de la mesa la tentación, no en forma de manzana como a Adán y Eva, sino en forma de cafetera grande que, solo con oler el perfume que derrochaba, predisponía a caer de cabeza en el pecado y a sacudirse la modorra. "No debo tomar café", me repetía a mí misma cien veces. "Luego, no puedo dormir en toda la noche", "Aguanta, haz como si no lo vieras, no lo olieras, no lo desearas...". Pero nada, era un café traído de Brasil para despertar los sentidos, un café que olía a café del de verdad, hecho gota a gota en el fuego, no el sucedáneo que nos quiere endilgar George Clooney, una café como tiene que ser, "negro como la noche, ardiente como el infierno, fuerte como el pecado y dulce como el amor". ¿Quién se resiste a algo así?</p><p>Además, Padre, realmente, si lo piensa, es un pecadito de nada. Uno de mis amigos, cuando la mujer lo peleaba por haberse pasado con la hora de llegada o con la bebida, siempre le decía. "¿Pues yo robo? ¿Pues yo mato? ¿Pues entonces?".</p><p>Y por traer argumentos de autoridad, me acuerdo de Mark Twain que decía que es peor lamentar las cosas que dejamos de hacer. ¿Y si yo me paso ahora meses añorando el no haber probado manjar semejante, qué? O las palabras de Lady Speranza Wilde, madre de Óscar Wilde y mujer muy sabia, que en 1898 dijo a un periodista: "Joven, cuando seas tan viejo como yo, sabrás que solamente hay una cosa en el mundo por lo que vale la pena vivir: el pecado". Así que a estas edades, ¿no es bueno que todavía haya tentaciones y que podamos caer en ellas?.</p><p>Claro que ya sé que usted, Padre, no me va a hacer caso y que el pecado lleva consigo la penitencia: las avemarías de rigor, el hacerlo público como los sambenitos de antaño... y el que no pegue ojo en toda esa noche. </p><p>Pero valió la pena. Estaba de muerte. Que me quiten lo catado.</p><p><br /></p><p><br /></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-33600504966189141432023-12-11T09:22:00.001+00:002023-12-11T09:25:06.829+00:00No me busquen allí<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgADrWzZquipJB1QietabIMn1j5882hN5lBCMEeEVnDPOKXHa_XlbGodSJp6_8pIsP5tQDdbLt5DR4BBzK2qfum5_IVLbnPHyLXEDsYBTMNwE2LQPlKSaMYYI3-loeBdKD9a4nLfMganAaEHK3WWCCVeBEJRId89DI-yF3kprP2YCczhaZpzWmriJv7wziS/s880/calle%20La%20Laguna%20con%20gente.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="495" data-original-width="880" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgADrWzZquipJB1QietabIMn1j5882hN5lBCMEeEVnDPOKXHa_XlbGodSJp6_8pIsP5tQDdbLt5DR4BBzK2qfum5_IVLbnPHyLXEDsYBTMNwE2LQPlKSaMYYI3-loeBdKD9a4nLfMganAaEHK3WWCCVeBEJRId89DI-yF3kprP2YCczhaZpzWmriJv7wziS/w400-h225/calle%20La%20Laguna%20con%20gente.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>Con todo el trajín de estos días prenavideños es muy difícil hasta encontrarnos a nosotros mismos. Pero por si acaso, doy pistas de dónde no me encontrarán y dónde sí.</p><p>No me busquen en viernes negros, ni en noches en blanco, ni en domingos colorados. Si es cuestión de colores, mis preferencias van a ambientes verdes y días azules.</p><p>No en los grandes centros comerciales. Mis cartas a los Reyes Magos estos días han llegado a las tiendas de mi pueblo y a mercadillos pequeños, donde encontré maravillas artesanales y unas galletas navideñas que pondré en cada plato el día de Navidad.</p><p>No en las grandes multitudes de las ciudades en puentes y fines de semana. Mi amiga Dulce me cuenta que en Madrid llegó a una calle en el centro y se tuvo que dar la vuelta porque no pudo pasar. Haría falta un milagro, tipo Mar Rojo, para poder caminar por la calle tranquilamente.</p><p>No en las colas que se forman por fuera del Restaurante que hay en El Portezuelo y que a las 4 de la tarde esperan por una mesa para comerse unas costillas con papas.</p><p>No me busquen en aglomeraciones,, procesiones, manifestaciones, ni siquiera ya en cabalgatas. Y no soy la única, En una entrevista al Premio Nobel de Literatura de este año, Jon Fosse, protesta de eventos, estrenos y recepciones y habla de quedarse en casa. Salvando las distancias, vamos por el mismo camino.</p><p>Búsquenme entre la gente, pero a pequeñas dosis: con mi familia un domingo hablando de todo, con los amigos tomando un vermut a mediodía viendo el mundo pasar, en las cenas de los viernes, en reuniones improvisadas que siempre son las mejores...</p><p>En una librería, revolviendo entre libros, leyendo la sinopsis de una novela, emocionándome y sintiendo el hormigueo y el deseo de sumergirme en historias hasta ese momento desconocidas.</p><p>En una parrandita con guitarras y ganas de cantar.</p><p>En un paseo junto al mar nuestro, respirando aire limpio.</p><p>En casa, a la caída de la tarde, poniendo ya estos días la chimenea, mientras leo un buen libro y me tomo un oporto.</p><p>Epicuro decía que la felicidad se encuentra en el placer, pero no un placer efímero, un <i>ris ras</i> y ya está, sino un placer duradero y racional, de esos que nutren el alma: una vida sencilla en la que la amistad y los goces intelectuales (la lectura, la música, una buena conversación...) proporcionan la calma y la serenidad.</p><p>Creo que, con la edad, me estoy volviendo cada vez más epicúrea.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com38tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-15617286228023465912023-12-04T10:24:00.002+00:002023-12-04T10:30:02.379+00:00Antes, clarisa<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgSiBt3ClkCNK4zrwLNbmnEzy5znD6K-lEeo8iy2y-LJE4gFQLdh_JXw5jng8zaai7gMK0mvDIMQTlkdwmYpVi97G5TkeR246w7A0J4mCcuEAYOgITd8QdiIZy1_4oY3bLa7WDUiTAl_hiVkAXD0HbcMLRWYwlIh0GDeg0Tq_36A79C40W4pNrNzO2_UXM/s4080/IMG_20231204_094507330.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="3072" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgSiBt3ClkCNK4zrwLNbmnEzy5znD6K-lEeo8iy2y-LJE4gFQLdh_JXw5jng8zaai7gMK0mvDIMQTlkdwmYpVi97G5TkeR246w7A0J4mCcuEAYOgITd8QdiIZy1_4oY3bLa7WDUiTAl_hiVkAXD0HbcMLRWYwlIh0GDeg0Tq_36A79C40W4pNrNzO2_UXM/w301-h400/IMG_20231204_094507330.jpg" width="301" /></a></div><br /><p>Esa frase del título me la dijo una compañera de trabajo una vez que otro compañero me soltó en la sala de profesores que, si alguna vez mi marido no me quería, él estaba disponible. Él no era ningún galán precisamente y, ante sus palabras, mi compañera lo miró horrorizada y, volviéndose hacia mí, exclamó esa frase que ha pasado a la historia: "¡¡¡Antes, clarisa!!!". Frase que hemos repetido muchas veces mis amigos y yo cuando nos tenemos que enfrentar a un destino peor que la muerte.</p><p>Me acordé de ella cuando hace poco leí que PETA, una organización que fomenta el trato ético con los animales, ha otorgado el premio "Héroe de los animales" a una mujer, Elina Walsh, que encontró una araña cazadora con solo 2 patas y la alimentó y cuidó, como si de su santa madre se tratara, hasta que se recuperó y le volvieron a crecer las 6 patas restantes (que yo no sabía que eran de quita y pon).</p><p>Ay, las arañas... Algo deben de tener como reencarnación del mal. Tolkien lo avisa cuando en la parte inferior del mapa inicial de Thror en <i>El hobbit</i> (imagen) señala: "Al Oeste se extiende el Bosque Negro. Allí hay Arañas". Y en el 2º Tomo de <i>El Señor de los Anillos, </i>Frodo y Sam se enfrentan con Ella-Laraña, una criatura enorme, maligna y abominable que vive "para tormento del desdichado mundo".</p><p>También J. K. Rowling sitúa en su <i>Harry Potter y la cámara secreta </i>a las arañas -miles de ellas- viviendo en el bosque secreto ("arañas del tamaño de caballos, con ocho ojos y ocho patas negras, peludas y gigantescas") bajo el mando de su reina, Aragog, del tamaño de un elefante pequeño, con una cabeza horrenda y llena de pinzas.</p><p>Con razón, mi sobrino Miguel, que las odia, me preguntaba, apesadumbrado, de pequeño: "¿Por qué Dios hizo a las arañas?". Probablemente le contesté: "Habrá tenido un mal día...", porque yo tampoco me lo explico.</p><p>Y esta semana, mi ahijado Javi, al que invité a comer (vive en la Rivera Maya en México y estaba pasando unos días aquí), me contó la pelea que tuvo allí con una tarántula negra y peluda hasta que a golpe de zapatazos se la cargó. Seguro que no lo proponen para "Héroe de los animales". Y a mí tampoco.</p><p>Entiéndanme, me gustan los animales. Tenemos 200 y pico palomas mensajeras, siempre ha habido perros en casa y en el jardín hay un comedero lleno de alpiste para que los canarios se acerquen a comer. Pero dedicarme pacientemente a alimentar a una araña peluda y descomunal hasta que le crezcan las 6 patas que le permitan corretear por ahí... como que no. Antes, clarisa.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-10697176986421780452023-11-27T10:21:00.003+00:002023-11-27T10:21:36.703+00:00Cosas que jamás imaginé<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9A9TqAUa5257cPkOXRukgC4jV4Xey5nMLnY9QznitQPDS3E4NPvxNIyI8jqpLnC4q3jp6g3Ys2Nn-_liiWJeDw_nHT5sSe0JobG6Ox9tvLtBiMn8cMUFjbxKY6vnlWck07ooDOmEhtjBahGLUl9WLckd1kiM8MKLaohiJrPeBiofMTJQnGauhZxn1kA6e/s259/ecograf%C3%ADa%20beb%C3%A9.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="194" data-original-width="259" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9A9TqAUa5257cPkOXRukgC4jV4Xey5nMLnY9QznitQPDS3E4NPvxNIyI8jqpLnC4q3jp6g3Ys2Nn-_liiWJeDw_nHT5sSe0JobG6Ox9tvLtBiMn8cMUFjbxKY6vnlWck07ooDOmEhtjBahGLUl9WLckd1kiM8MKLaohiJrPeBiofMTJQnGauhZxn1kA6e/w400-h300/ecograf%C3%ADa%20beb%C3%A9.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>Mis nietos ahora se asombran de que nosotros, niños de la posguerra española en los años 50, no tuviéramos tele, ni coche, ni abundancia de juguetes, ni muchas de las comodidades de las que ellos gozan sin cuestionarlas siquiera.</p><p>En mi casa mi madre y mi abuela lavaban la ropa a mano en la pileta del patio (¿Lavadoras? ¿Qué es eso?); la nevera era de las que se les ponía un bloque de hielo por encima, acarreado al hombro por un repartidor de casa en casa; los Reyes Magos traían un solo juguete para cada uno (y nos quedábamos más felices que Tarzán en su liana); no habíamos oído hablar de alimentos que ahora son habituales, como champiñones o aguacates... Eso sí, cuando imaginábamos el futuro, veíamos en él un aparato en que los seriales de la radio o los partidos de fútbol pudieran verse en imágenes; soñábamos con que alguna vez tendríamos ¡un coche!, en que hubiera otros aparatos mágicos que nos lavaran la ropa, o los platos, o nos aspiraran el polvo... Por imaginar, a veces nos pasábamos, como cuando Billy Cafaro en el 59 cantaba "Marcianita" y aseguraba que en al año 70 pasearía por el cielo del brazo de una extraterrestre.</p><p>Y con los años, muchas cosas que no imaginábamos se fueron tornando reales. Los papelitos, por ejemplo, que nos pasábamos a escondidas con mensajes en el salón de estudios del colegio se han transformado hoy en wasaps.</p><p>El teléfono negro de pared, que estaba en el despacho de mi padre, milagrosamente se ha sustituido por móviles personales que llevamos en el bolsillo y que nos facilitan enormemente la vida.</p><p>Los mapas y las señas que nos daban para llegar a un sitio y que servían para perdernos lamentablemente, hoy se han convertido en un invento llamado GPS en el que una voz etérea te dice lo de "A 300 metros tuerza a la derecha" y "Ha llegado a su destino".</p><p>Los viajes, que eran una aventura digna de Marco Polo, se aligeraron y ahora ir a Nueva York dura más o menos lo mismo que entonces era ir de Santa Cruz a Granadilla.</p><p>Una ya no se asombra tanto de que, como decía Don Hilarión en "La verbena de la Paloma", hoy las ciencias adelanten que es una barbaridad. Y sin embargo, hay dos cosas que últimamente me han dejado con la boca abierta, dos cosas que nunca imaginé. Una es ese invento genial que es bizum. Deciden las amigas comprar un número de lotería común y ¡zas! ¿Te hago un bizum? Viene el mecánico a arreglar el coche que no arranca y a la hora de pagar no tengo dinero en casa. "No importa, hazme un bizum". Una toca un botoncito en el teléfono y en un pispás el dinero va por las nubes y la deuda está pagada. Parece cosa de magia, oye.</p><p>La otra cosa son las ecografías actuales. Cuando tuve hijos hace unos 50 años, no sabíamos ni el sexo del bebé. Hoy, que esperamos para abril a mi última sobrina-nieta, no solo sabemos todo sobre la niña sino que con solo 5 meses de gestación le hemos visto perfectamente la carita, la vemos mirar curiosa alrededor y contemplarse las manos. Y hemos constatado que se parece un montón a su madre, mi sobrina. Magia.</p><p>Así que ahora estoy preparada para todas las maravillas que la inteligencia, sea humana, sea artificial, me puedan ofrecer, aunque hoy me parezcan impensables. Como decían los del 68, la imaginación al poder.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-27598664305261902472023-11-20T09:11:00.003+00:002023-11-20T09:20:59.466+00:00La teoría de la picuda y la redondita<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjK-qULGGUukFH1IaZs9OHf5j2APXywgtH-myZeXYFlN6KUqn1Hc0NKPvYB94fhdAFJFTodSuejAXobx9vBAb1hyphenhyphenXLzDxwDNoN4ek9dLRhyphenhyphenkuzLdBSZ49INcioV-WR-UB9JqmjBnSSTy-jEdljtfK7N9asvDfd5V_MggP7d8tRd-Ix6LOsilqVPYFcWZ45E/s800/caligraf%C3%ADa.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="800" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjK-qULGGUukFH1IaZs9OHf5j2APXywgtH-myZeXYFlN6KUqn1Hc0NKPvYB94fhdAFJFTodSuejAXobx9vBAb1hyphenhyphenXLzDxwDNoN4ek9dLRhyphenhyphenkuzLdBSZ49INcioV-WR-UB9JqmjBnSSTy-jEdljtfK7N9asvDfd5V_MggP7d8tRd-Ix6LOsilqVPYFcWZ45E/w400-h240/caligraf%C3%ADa.png" width="400" /></a></div><br /><p>Mi amigo y ex-alumno Quico me da las gracias porque dice que le enseñé a pensar. Pero soy yo la que tiene mucho que agradecerle, no solo por los buenos momentos de risa compartida, sino porque también, más de una vez, me hace reflexionar y darle vueltas a las cosas. La última fue cuando me mandó su teoría sobre la picuda y la redondita.</p><p>Según él, en la época oscura del siglo pasado en que las mujeres eran educadas para ser esposas y madres, viendo la letra de las niñas se podía deducir el colegio en el que le enseñaron a escribir y valorar entonces su "finura"."Lo fundamental -dice- es que se le notara la clase y esto quedaba de manifiesto en la letra". La picuda proclamaba que el colegio era privado, de niñas bien, mientras que la redondita "ponía de manifiesto la formación en colegio público". Quico, tan honesto como siempre, asegura que la verdad es que no tiene datos empíricos ni pruebas documentales de su teoría pero trae a colación una frase que recuerda que decía su madre -que se educó en la pública- cuando se enfadaba con alguna señorona de apellidos con guión: "¡Se creerá esta más educada que yo porque tenga la letra puntiaguda y yo redondita!".</p><p>Nunca lo había pensado. Yo, que me eduqué en colegio privado hasta el final del bachillerato, es verdad que tenía la letra picuda y grande y que, cuando alguien la veía, me decía: "Tienes letra de dominica". Y claro, en aquellos tiempos, en los que una asignatura fundamental era Caligrafía (de <i>kallos</i>, bello y <i>graphein</i>, escribir, arte de escribir con letra bella), toooodas escribíamos igual, picos más, picos menos. </p><p>¿Evidenciaba esto la clase, como apunta la teoría de Quico? El caso es que si fuera así, si fuera una maniobra de los poderes fácticos para que se estuviese seguro de que "esta se educó en colegio pago", no tuvo en cuenta las vueltas de la vida. Porque en mi caso, que después del colegio estuve en la pública el resto de mi vida laboral, primero como alumna y luego como profe, la letra se me fue redondeando cada vez más y haciéndose más pequeña hasta que ahora parecen pisadas de mosca y no me la reconoce ni la madre que me parió.</p><p>¿Tendrá en ella algo que ver, según la teoría de Quico, mi querencia cada vez mayor por lo público? Mi idea (utópica por ahora) de que pueda haber una educación pública de calidad, en la que todo el mundo tenga acceso a todos los recursos, sepa pensar por sí mismo y tenga salidas laborales dignas, se me fue traspasando a la letra, redondeando aristas, suavizando líneas, empequeñeciendo el tamaño para que en una sola página cupiera toda una declaración de intenciones.</p><p>Y también el hecho de leer mucho y escribir todos los días con bolígrafo en papel (y no como ahora que nadie escribe sino en maquinitas con letra Arial o algo así) me fue trabajando la letra, alejándola cada vez más de aquellos picos de "montañas nevadas", haciéndola más próxima, más mía, más reconocible. La veo y pienso: "Esta soy yo".</p><p>No reniego del colegio privado, de mi letra grande y picuda, porque fue una época feliz de la que conservo a mis amigas de toda la vida. Pero me siento orgullosa de la deriva de mi escritura hasta una letra de "educación pública": letras pequeñas y redonditas como tiene que ser.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com35tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-65212499482240555182023-11-13T10:44:00.001+00:002023-11-13T10:46:44.949+00:00El encanto de noviembre<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7MGZSZYPhqnwzzrek5t7f4cyjM0jU0wj0UgrhBajSL0grj6h2bBJYpLXdfXQBUiHRUX8Svi-x1M0RpFcyXGaLP7KXXiVY10M3E1WMSzKuGQ0r-lrD9k8nfsMEArz7hPLwk6LkzKSjNFOf6RbU9uk0B2jtQi3hTq40pMv-7nl5hnQdvL4Y5sKvKUAtQXPL/s3264/IMG_8849.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2448" data-original-width="3264" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7MGZSZYPhqnwzzrek5t7f4cyjM0jU0wj0UgrhBajSL0grj6h2bBJYpLXdfXQBUiHRUX8Svi-x1M0RpFcyXGaLP7KXXiVY10M3E1WMSzKuGQ0r-lrD9k8nfsMEArz7hPLwk6LkzKSjNFOf6RbU9uk0B2jtQi3hTq40pMv-7nl5hnQdvL4Y5sKvKUAtQXPL/w400-h300/IMG_8849.JPG" width="400" /></a></div><br /><p>Tiene este mes de noviembre fama de tristón. Que si la lluvia, que si los días cortos, que si es un pálido recuerdo del verano, que si los árboles pelados...Así retrataba Antonio Machado el noviembre de 1913: <i>...pasan las nubes cenicientas / ensombreciendo el campo, / las pardas sementeras, / los grises olivares... </i>Alberti dice: <i>El otoño otra vez. Luego el invierno. Sea. / Caiga el traje del árbol. El sol no nos recuerde.</i> Y Luis Martínez de Merlo remata: <i>Cuando llega el otoño / la luz se pone triste / ya a las seis de la tarde.</i> Demasiado intensos se me ponen los poetas pa mi gusto.</p><p>Y es que, sin embargo, noviembre mola. Las mañanas son claras y frescas, lejos ya de las horrorosas olas de calor.¡Y llueve de vez en cuando dejando limpio el aire! Un libro que leí en el que la protagonista es una meteoróloga ("La chica del tiempo" de Rachel Lynn Solomon) empieza así: <i>Los días nublados son especialmente hermosos. Las nubes sumergidas en tinta, el cielo listo para abrirse. El aire volviéndose fresco y dulce. La forma en que el mundo parece detenerse durante unos segundos justo antes del diluvio es pura magia, y nunca me canso de esa anticipación embriagadora, de la sensación de que está a punto de ocurrir algo extraordinario. </i>Así es noviembre.</p><p>Porque, además ¿qué mes puede presumir de empezar y terminar con fiestas y cuchipandas? </p><p>Empieza con Halloween que aquí se ha convertido en una fiesta estupenda para los niños. Ya, ya sé que muchos de ustedes defienden volver a las costumbres de antaño y dicen que Halloween aquí no pega, que es como una romería en Nueva York. Pero les cuento que, cuando pequeña, el Día de los Muertos era sentarnos alrededor de la mesa de la cocina en donde había un plato de aceite con lamparillas encendidas, cada una por un muerto de la familia, y rezábamos el rosario. Una juerga. Es verdad que comíamos castañas asadas y que en algunos pueblos había ranchos de Ánimas pero poco más. Ahora mis nietos pequeños se disfrazan (este año, ella de brujita y él de calavera), y van a fiestas donde se pintan la cara, dibujan calabazas o escenas de miedo, bailan el baile del esqueleto, se mandan una buena merendola... Al fondo también hay raíces lejanas, no solo las fiestas norteamericanas. Están los mitos del Samhein celta o las fiestas romanas en honor de Pomona, la diosa de la fruta, jardines y huertas. Pero no hay que darle muchas vueltas: el Halloween actual triunfa porque es más divertido.</p><p>Y noviembre, además, termina con el día de San Andrés y la apertura de las bodegas, la fiesta del vino nuevo, que en algunos sitios, como en Ycod, se celebra con carreras de tablas calle abajo en medio del jolgorio general; o en otros (La Laguna) con la "Noche en Tinto" con música, tapas y vinos en la Plaza de la Concepción. Parrandas, castañas, bodegas abiertas a los amigos... preparan el ánimo para las fiestas grandes de la Navidad.</p><p>¿Y en medio de noviembre? También hay fiestas, como las Noches en Blanco o la de San Diego el día 13 (<i>Día de San Diego, fuga general. Las buenas costumbres hay que respetar)</i>, que celebrábamos de jóvenes, y después, mientras trabajé, con los colegas. Hay en este mes paseos mañaneros, bañados en los colores ocres y dorados del otoño, y algún baño en el mar, todavía cálido. Hay reuniones tempranas, aprovechando que anochece pronto y se está bien en casa, hablando de todo con quien te entiende. El jardín se viste de naranja (foto inicial) y ya hay en los árboles naranjas, aguacates y plátanos.</p><p>¿Qué se puede decir de este mes que lo tiene todo? ¿Que es tristón? ¡Anda ya! Me encanta.</p><p><br /></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrYffOqlOdqOLUbjoNhBOHkuI6a7XT84ZY4ty8MRISKCpOXPLkN997XwRlo8pS-iEgeq62k5d58TFpgo6DnGIz9dDQZlnVwt4xIVHWhQwVU2NTnra0oMHchq10ZktM8Pp8wLV1q9u6dqsC6eKtPJkJIkcTxn_VgtzR4lwRO0iqH7EeDG4i1Oz-eHq5eCEg/s4080/IMG_20231031_140608593.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="1836" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrYffOqlOdqOLUbjoNhBOHkuI6a7XT84ZY4ty8MRISKCpOXPLkN997XwRlo8pS-iEgeq62k5d58TFpgo6DnGIz9dDQZlnVwt4xIVHWhQwVU2NTnra0oMHchq10ZktM8Pp8wLV1q9u6dqsC6eKtPJkJIkcTxn_VgtzR4lwRO0iqH7EeDG4i1Oz-eHq5eCEg/w180-h400/IMG_20231031_140608593.jpg" width="180" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Bruja dándonos la bienvenida en una comida de Halloween en casa de mi hermana.</td></tr></tbody></table><br /><p><br /></p><p><i><br /></i></p><p><i><br /></i></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-47626367370003503772023-11-06T18:01:00.002+00:002023-11-06T18:01:21.745+00:00Chandler o la pervivencia de la comedia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlajxyov3Lnm99u0L-sRHtNXAogFLRIFWAwE2SYKcjZYlwO_MoS7VMv9Jbrd3Ah6bry4FLsNzrHwIe42WJQhI5paQuzoWPAbYfqvUP7IgHT2BZRsnSRzZsUkBpBr6ejaCrcuhz7YGrjJPL2RcbgVlheSDVxiikO59apN-iKab__byiXRYihwdnPega_ILm/s1600/Chandler.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlajxyov3Lnm99u0L-sRHtNXAogFLRIFWAwE2SYKcjZYlwO_MoS7VMv9Jbrd3Ah6bry4FLsNzrHwIe42WJQhI5paQuzoWPAbYfqvUP7IgHT2BZRsnSRzZsUkBpBr6ejaCrcuhz7YGrjJPL2RcbgVlheSDVxiikO59apN-iKab__byiXRYihwdnPega_ILm/w225-h400/Chandler.webp" width="225" /></a></div><br /><p>Siempre hay momentos en nuestra existencia -así es la vida, qué le vamos a hacer- en que se amontonan nubarrones lejanos en el horizonte, preparados para soltar su implacable carga. Nos parece que el alma se encoge y que hasta el aire se perfuma de una cierta angustia. Es entonces el tiempo de ver, leer, disfrutar de la comedia: ver una película que te haga reír a carcajadas, leer un libro que ya hayas leído pero en el que siempre descubres algo nuevo y encuentras placer, hablar con alguien que te transmita optimismo.</p><p>Esta semana ha tocado un momento de esos y allá que me vi la película de "El profesor chiflado" de Jerry Lewis, siempre llena de momentos geniales e hilarantes, igual que cuando la vi por primera vez en el año 64; releí libros de mis fieles P. G. Wodehouse y Sophie Kinsella ("No te lo vas a creer" y la serie de "Loca por las compras" no tienen desperdicio) y algunas noches me he gozado un par de capítulos de <i>Friends.</i></p><p>Sí, lo confieso, me encanta <i>Friends, </i>la he visto varias veces y ahora voy por la 3ª temporada otra vez. Me parece una serie divertida, inteligente y capaz de encerrar en 20 minutos problemas intemporales, historias de amor, meteduras de pata y risas. Como leí en <i>El País</i>, "la serie es tan cómoda como el sillón naranja del Central Perk y tan reconfortante como sus cafés permanentemente humeantes".</p><p>Por eso no me ha extrañado la consternación mundial con que sus fans han recibido la noticia de que uno de sus actores, Matthew Perry, ha muerto a los 54 años. Él encarnó a uno de los mejores personajes de la serie, Chandler Bing, irónico, sarcástico, tierno y adorado por todos. No me extrañó tampoco que esa noche miles de seguidores compartieran en una reunión virtual y espontánea los golpes que más les habían gustado: aquella vez que besó a Mónica (entonces su novia secreta) y tuvo que besar a las otras dos para disimular; o cuando no se acuerda de con cuál de las hermanas de Joey se lió en una noche de gran derroche; o cuando se va a Yemen por huir de Janice (<i>¡Oh-Dios-mío!); </i>o lo mal que sonríe en las fotos... </p><p>Decía Lucía Taboada, en un artículo titulado "Despedirse de quien te ha hecho reír", que el refugio del humor se vuelve a menudo más grande cuanto peor estés porque el deseo de recuperación alimenta la comedia. Se recurre a ella para que te rescate y te reconforte en un mal día. Umberto Eco en "El nombre de la rosa" hace una reflexión sobre la risa y su capacidad subversiva y liberadora, sugiriendo que la obra de Aristóteles sobre la comedia fue destruida por la Iglesia para evitar su perniciosa influencia. </p><p>Pero la comedia no puede desaparecer, pervive para siempre. Está en las historias que nos acompañan cuando necesitamos empatía, en la manera en que nos presentan el mundo, en el sentimiento que nos inspira para no tomarnos las cosas demasiado en serio. Y está en las andanzas e ironías de un Chandler Bing que todos terminamos apreciando porque, aunque el actor ya no esté, sí lo está su personaje. Y quien te arranca una carcajada se convierte en nuestro compinche y nunca se va del todo.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-60250310958494443992023-10-30T10:25:00.001+00:002023-10-30T10:27:56.215+00:00Menos lobos, Caperucita<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi1jqJZlVPBPnBPoqn1YxWLdMZ9aWH-i6aPm40qZn4OV_1uFGCnRTQPs9b78VMM1Itd1fzD59JB3PtQgcBhTzeGmObk2UIR_UY7pPZ2aZoBy9Ux4avkIbVnkIZ4T6f2vO1Un-PKEnZPCEgeHUyjn2xoly-ClFMmqkvFtUGGvs7nGiXip8OjsoS18snnicH/s4080/IMG_20231028_192601336.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="1836" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi1jqJZlVPBPnBPoqn1YxWLdMZ9aWH-i6aPm40qZn4OV_1uFGCnRTQPs9b78VMM1Itd1fzD59JB3PtQgcBhTzeGmObk2UIR_UY7pPZ2aZoBy9Ux4avkIbVnkIZ4T6f2vO1Un-PKEnZPCEgeHUyjn2xoly-ClFMmqkvFtUGGvs7nGiXip8OjsoS18snnicH/w180-h400/IMG_20231028_192601336.jpg" width="180" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p>El origen de la frase del título parece estar en la historia de un guarda de cortijo sevillano que se las echaba en la taberna de haber espantado él solito a un centenar de lobos en una sola mañana de invierno. Ante la rechifla del personal y del "menos lobos, Caperucita", terminó confesando que solo había visto uno y de lejos. Hay otra historia parecida con leones en la que el relator también fue rebajando el número de leones que lo rodeaban hasta llegar a un "Bueno, pero había un olor a leones que tumbaba p'atrás".</p><p>Y es que a la hora de contar nuestros avatares y correrías, los seres humanos no nos cortamos un pelo en inventar, adornar, ampliar, magnificar, inflar, cargar las tintas... En resumen, exagerar. Y no será porque no nos hayan aleccionado en sentido contrario. Desde hace 25 siglos ya Platón y Aristóteles nos avisaban, el primero, predicando la moderación en la clase trabajadora (nosotros, los currantes); el segundo, hablando de su famoso término medio: "Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre", como dice mi amiga Conchi. Pero nosotros, ni caso: a farolear y a inflar el ego.</p><p>Exageraba Mark Twain cuando decía que de joven "podía recordar todo, hubiera existido o no".</p><p>Exageraba Onetti cuando un periodista miraba la decadencia de su dentadura: "Usted me mira porque cree que solo tengo un diente. Le advierto que mi dentadura es perfecta, pero se la he prestado a Mario Vargas Llosa".</p><p>Exageraba Raymond Roussel al explicar que "lo que escribo irradia un gran resplandor; cierro las cortinas porque temo que la más ligera rendija deje escapar los rayos que salen de mi pluma".</p><p>Exageraba Muhammad Alí cuando presumía de que "es muy difícil ser humilde cuando se es el mejor".</p><p>Exageran los medios al contar lo que pasa. Exageran los políticos al alabar los méritos propios y denigrar los de los oponentes. Exageramos todos cuando contamos nuestra vida. Lo último que he visto en materia de exageración es el nombre (que no sé cómo va a caber en el DNI) con el que han bautizado a la última biznieta de la duquesa de Alba: Sofía Fernanda Dolores Cayetana Teresa Ángela de la Cruz Micaela del Santísimo Sacramento del Perpetuo Socorro de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos.</p><p>¡Para que luego la llamen Sofi! Ahí tienen a la pobre criatura (en la foto inicial) a la que, aunque pixelada, se le puede ver la cara de susto mirando a los perpetradores de ese maquiavélico nombre que irá arrastrando toda su vida. ¡Menos lobos, Caperucita!, parece decir espantada.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-56065220767431710282023-10-24T10:07:00.003+01:002023-10-24T10:11:40.558+01:00En una semana cabe...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkSQnxqZKmVBS1GcWOjXQi5YHSFSAhwiO11BZIXk4nFnpklnvP0sgi_VN9xizx9N915Mvbh7atL2sdRTRB-HmaU2pBWEHybfA2qDk0gP-O3ykHBDxHidTZAItVOZ5WLh2gvpH78a134S5Mro9L6TIzcuTurDs0_gJCO1eWIwE-AvOE-Tw-dxJQsIMQbd6M/s1771/27bc89fc-cafc-450c-959c-5689fa867803.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1771" data-original-width="1258" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkSQnxqZKmVBS1GcWOjXQi5YHSFSAhwiO11BZIXk4nFnpklnvP0sgi_VN9xizx9N915Mvbh7atL2sdRTRB-HmaU2pBWEHybfA2qDk0gP-O3ykHBDxHidTZAItVOZ5WLh2gvpH78a134S5Mro9L6TIzcuTurDs0_gJCO1eWIwE-AvOE-Tw-dxJQsIMQbd6M/w284-h400/27bc89fc-cafc-450c-959c-5689fa867803.jpg" width="284" /></a></div><br /><p>Cuando era chica, si se me ocurría (cosa muy improbable) decirle a mi madre lo de "me aburro", ella siempre contestaba: "Pues no sea burra". En su mundo, vital y colorido, no cabía el aburrimiento. Por ahí también iba el cómico Leo Harlem cuando en el periódico del domingo afirmaba que un tonto y un aburrido eran lo mismo. </p><p>Viene esto a cuento porque a una de mis amigas se le estropeó la tele y me dice que pasó la tarde más aburrida de su vida. Me dieron ganas de decirle lo mismo que mi madre: no seas burra, mira alrededor y date cuenta de todo lo que cabe en una tarde. O mejor, en una semana.</p><p>En una semana cabe probar, por ejemplo, un sabor nuevo. Me traen una fruta un tanto exótica llamada <i>longan </i>(que significa "ojo de dragón"), redondita y con una cáscara muy fina. Al pelarla vemos que tiene una pipa muy grande roja oscura y la pulpa sabe a la de la uva, pero más dulce. Estamos pensando sembrarla a ver qué tal.</p><p>En una semana cabe leer dos o tres libros que te hagan vivir otras historias: "Canciones que te oí cantar en Helsinki" de Katherine Vega, tan romántica; "La Biblioteca de los nuevos comienzos" de Michiko Aoyama, con la cadencia y serenidad de la literatura japonesa; o "Mindfulness para asesinos" de Karsten Dusse, para reír un rato.</p><p>En una semana cabe el que mi sobrina anuncie que para abril aumentará la familia. Una nueva sobrina nieta está a punto de ser bienvenida al mundo.</p><p>En una semana cabe que un amigo querido se vaya. Generoso, tenderetero, amigo fiel, con sentido del humor y un corazón de oro, todos los que lo queríamos lo despedimos con un vaso de vino y una frase hacia el cielo: "¡Va por ti, Pedro!". (En la foto inicial, animando una romería, como él sabía hacerlo).</p><p>En una semana cabe recordar a mi tía América que siempre celebraba su día el 12 de octubre, día del descubrimiento, invitando a toda la familia a un conejo en salmorejo en un guachinche del norte.</p><p>En una semana cabe una cena con los amigos de siempre en una terraza al aire libre de la noche, con Júpiter brillando en lo alto, congratulándonos de que uno de ellos se recupera de un jamacuco.</p><p>En una semana caben baños de mar, en este octubre increíblemente veraniego.</p><p>En una semana cabe que me renueven el carnet de conducir con lo maleta que soy (todavía no me lo creo).</p><p>En una semana cabe ir a por el periódico en la gasolinera y decir "A ver qué desgracias me cuentan hoy": Y comprobar que es verdad: suenan tambores de guerra en una tierra que se llamó Santa. Y la guerra es un fracaso del ser humano que siempre pagan los inocentes.</p><p>En una semana cabe una lluvia refrescante y liberadora que empapa la tierra y trae esperanza. Ya hay aguacates en los árboles.</p><p>En una semana cabe que mi nieta mayor se quede en casa un par de días y que nos lo pasemos pipa viendo películas de antes, alegando sin parar (por ejemplo, sobre el futuro de la humanidad en colonias espaciales) y comiendo pizza casera.</p><p>En una semana caben amaneceres en tecnicolor y atardeceres lánguidos. Hasta cabe un eclipse mínimo de sol allá por el horizonte.</p><p>En una semana cabe escribir este post para el blog.</p><p>Lo que no cabe es el aburrimiento. En una semana cabe... el mundo.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-78943874628627095812023-10-16T10:03:00.000+01:002023-10-16T10:03:11.864+01:00Cuando aprieta la caló...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdWDcGcm_hyKPCLLi2XNDko5k1hYbkG6LQ1td02AEgjbCFbx5l_6CRMdvekpuYVAOk0su9HvGeflIMVqJkZs390NTYbFFgqfm8c96hsQ4Fidpztc9BFGtpTH5c2aReNg3yvDy2K3c8J_ER4TS4M4xBFASSqhGbkiHzdTSxVAs5Zno5ifu1yX6gRn5CqadY/s622/IMG-20231015-WA0001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="470" data-original-width="622" height="303" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdWDcGcm_hyKPCLLi2XNDko5k1hYbkG6LQ1td02AEgjbCFbx5l_6CRMdvekpuYVAOk0su9HvGeflIMVqJkZs390NTYbFFgqfm8c96hsQ4Fidpztc9BFGtpTH5c2aReNg3yvDy2K3c8J_ER4TS4M4xBFASSqhGbkiHzdTSxVAs5Zno5ifu1yX6gRn5CqadY/w400-h303/IMG-20231015-WA0001.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>¿Se acuerdan de la canción de "Tenerife tiene seguro de sol", que decía: "Solamente Canarias conserva el clima primaveral"? Pues todo era mentira, o por lo menos, lo es ahora, que llevamos 2 o 3 semanas con altas temperaturas, nunca vistas tan seguidas. En mi casa, 30º a la sombra, nada más despertarnos de mañanita. ¿Cuándo se ha visto eso?</p><p>Es verdad que no es raro calor en octubre. Mi hija se casó hace 21 años un 27 de octubre y fue el día más caluroso del año. Todos los invitados (excepto el novio, que resistió como un señor) se deschaquetaron, y no se quitaron la camisa de milagro. Pero fue un solo día, como si el verano quisiera decir adiós. Y ahora, sin embargo, es como un laaaaargo adiós. Y no hay quién lo aguante.</p><p>Con un calor así no nos extraña que al extranjero de Camus se le pusiera cara de asesino; que nos acordemos del Cid <i>por la desierta estepa castellana</i>, <i>al destierro con doce de los suyos -</i><i>polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga; </i>que el boxeador Perico Fernández le hubiera echado la culpa a <i>la caló</i> por abandonar y no conseguir el título mundial de boxeo... Es que se le puede culpar de todo: de que las plantas se sequen de un día para otro; de acabar con las reservas de agua de la casa; de dormir a trompicones, como me pasa a mí, que me he visto leyendo a las 4 de la mañana; de no asomar la nariz a la calle no sea que me dé una insolación; de no dar golpe porque acaba una en un sudor... </p><p>¡Oh, si hasta han suspendido las clases! Nunca jamás, en los 38 años que di clases, han suspendido por esto. Por lluvias fuertes, sí; por el viento huracanado, también; porque se murió Franco, también...Pero por el calor, nunca en la vida, que yo recuerde.Y ahora vemos que, después de desmayos y jamacucos de los pobres infantes, no les ha quedado más remedio que hacerlo. Incluso en la Universidad mi nieta (que está en 3º de Bellas Artes) me cuenta que su Facultad es muy bonita, muy sinuosa y artística, sí, pero que las ventanas no se pueden abrir. Y después de sonados desmayos van, desmayos vienen, también suspendieron las clases.</p><p>Por supuesto, las redes se han llenado de memes. "Esto no es el veranillo de San Miguel, sino el infierno de Lucifer"; "-¿De dónde eres? -De Canarias -Ah, dicen que allí el invierno es corto -El año pasado cayó en jueves"; el exorcista que grita: "¡Agosto! ¡¡¡Sal de este octubre!!!"; "Suspendida la jornada laboral el miércoles y jueves por varios desmayos de los padres al enterarse de que a sus hijos les han suspendido las clases por el fuerte calor en Canarias"...</p><p>Aparte de este alegato contra el calor y de estar casi todos días de remojo en el mar, no me falta sino hacer rogativas a Cronos, dios del tiempo, para que cambie y vuelvan la bendita lluvia y los maravillosos alisios. Y lo pongo por testigo de que, cuando esté muerta de frío, con vientos ululando en las ventanas, truenos y relámpagos en los cielos y un abrazo gélido en las vértebras, no me quejaré, recordando estos días de octubre, ni un poquito ¡Lo juro!</p><p><i>(Imagen inicial de Charo Borges desde su casa en Santa Cruz)</i></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-74878392871990818282023-10-09T13:24:00.001+01:002023-10-09T13:27:29.589+01:00El misterio del desayuno<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk6jVvEvoxPJa1ZMy4PLGvxykxCpvvwZUW0eW9Y1qI5W5iPEqrptO4K3wr8d8qmJ4xXf6Xfbqx2QjrQVeA8pDTo198WI3V6_b0odbr6fXMIoLXGiEIkWmpRobDo5UqtmJ0yp-j-UYZT2vYV2c1mcROikjdcDkOFuedJ3Yonuldc0JFjzPk1RSrZsONkpi6/s2309/desayuno.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="2309" height="278" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk6jVvEvoxPJa1ZMy4PLGvxykxCpvvwZUW0eW9Y1qI5W5iPEqrptO4K3wr8d8qmJ4xXf6Xfbqx2QjrQVeA8pDTo198WI3V6_b0odbr6fXMIoLXGiEIkWmpRobDo5UqtmJ0yp-j-UYZT2vYV2c1mcROikjdcDkOFuedJ3Yonuldc0JFjzPk1RSrZsONkpi6/w400-h278/desayuno.jpg" width="400" /></a></div><br /><p>Una vez oí a un humorista (¿Verdaguer? ¿Gila?) que se quejaba de que en su casa todos los días se comía lo mismo: los lunes, lentejas; los martes, lentejas; los miércoles, lentejas... ¿Se imaginan algo así? Y que conste que me gustan las lentejas con su choricito y su friturita, pero ¡todos los días! no hay quien lo aguante. Y sin embargo, eso es lo que hacemos con el desayuno. El 42% de los españoles (y yo me incluyo) desayunamos todos los días lo mismo, sin cansarnos ni echar de menos otros manjares.</p><p>Yo, por ejemplo, desayuno siempre un té verde, una tostada de pan integral con queso y un jugo de naranja. Lo que varía es el queso que a veces es blanco de cabra y otras veces, curado de oveja. De vez en cuando hago un bizcocho de manzana o un pan de nueces, y como un poco, pero tampoco varía. Y cuando me voy de viaje, en los hoteles lo mismo, en el colmo de la originalidad: té, tostada con queso, naranjada. Algunos domingos, eso sí, me voy a desayunar churros pero también es lo mismo: chocolate sin leche más churros, hala.</p><p>He hecho hasta una miniencuesta entre los amigos y da los mismos resultados. Hay quien lleva tropecientos años tomando por las mañanas solo leche con gofio; otros toman solo un café (¡Solo un cafe! ¿Cómo tienen fuerza para enfrentarse a la vida?); otros se pegan desayunos ingleses con huevos incluidos... Pero siempre repiten: todos los días, todos los meses, todos los años, lo mismo para desayunar. Con todos los alimentos que existen en este mundo ¿no tendríamos que introducir un poco de variación?</p><p>Esto para mí es uno de esos grandes misterios de la humanidad ¿No nos aburrimos de comer y beber siempre lo mismo, nada más despuntar el día' ¿Por qué lo hacemos?</p><p>Leí hace poco un libro magnífico, "La costumbre ensordece", de Miguel A. Delgado, donde habla de los distintos momentos del día y, entre ellos, del desayuno. Nos ilustra acerca de la historia del desayuno que hasta el siglo XIX no era una comida muy bien vista, que digamos. Se trataba de <i>des-ayunar</i>, es decir, de romper el ayuno mantenido durante la noche, y el cristianismo lo consideraba pecaminoso antes de la misa de la mañana. Todavía en mi infancia de la calle del Pilar todos desayunábamos los domingos después de misa de 9, a cuya salida íbamos a por los churros, que nos compensaban de las penurias de pasar hambre hasta esa hora.</p><p>El mismo título da ya una respuesta al misterio: somos sordos ante las cosas que acostumbramos a hacer. Pero además, hay otra respuesta que también se me había ocurrido a mí y que me gustó ver refrendada por Miguel A. Delgado: <i>¿Será quizá porque, cuando tenemos todo un día ante nosotros, repleto de posibilidades de cosas inesperadas que no podemos anticipar, preferimos sentir que al menos hay algo sobre lo que tenemos el control, algo que no cambia, que no trae sorpresas y conocemos?. </i>Nos levantamos y, aunque tengamos toda la vida reglada por franjas horarias (De 9 a 1, currar; de 1 a 3, almorzar; de 3 a 7, más curro...), siempre cabe la posibilidad de lo imprevisto. Pero el desayuno es lo seguro, lo que controlamos, siempre igual. A lo mejor es hasta una medida genética que nos da valor y nos prepara ante lo inesperado y fortuito.</p><p>¿Y saben qué ? Que hay otro ingrediente fundamental en un desayuno que se precie y que yo valoro más desde que estoy jubilada: tomarlo con tiempo y calma en un entorno agradable, si puede ser, mirando hacia fuera, a un espacio abierto, a un jardín, a un patio en el que canten los pájaros, a una ventana hacia el mar o las montañas, siendo conscientes de que estamos vivos y de que en ese momento empieza la aventura del día.</p><p><i>(En la imagen inicial "Desayuno en el jardín" de Giuseppe de Nittis)</i></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-70407137116181718632023-10-02T10:27:00.001+01:002023-10-02T10:31:01.950+01:00¡Ay, esos hoyuelos...!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtSMq7whK-ihYGJvAC1-Hu8jjDb0HFCX9Rnq9ayWldXXdf1ylP0BjJKxzAwraZRa8EMzV42gkTD4Ju8Fxrx7OzDa2XaVHSlApku-Pp6zdnzjBpgFcvkfdpk9jB-g1V760qeFMO_qr8Qw-hxtWeESgJjY7WWN9G1p41s-Eoe2tiOvHVIr73y47kEsuY1hyK/s1237/venus-de-willendorf_3663c479_800x1237.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1237" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtSMq7whK-ihYGJvAC1-Hu8jjDb0HFCX9Rnq9ayWldXXdf1ylP0BjJKxzAwraZRa8EMzV42gkTD4Ju8Fxrx7OzDa2XaVHSlApku-Pp6zdnzjBpgFcvkfdpk9jB-g1V760qeFMO_qr8Qw-hxtWeESgJjY7WWN9G1p41s-Eoe2tiOvHVIr73y47kEsuY1hyK/w259-h400/venus-de-willendorf_3663c479_800x1237.jpg" width="259" /></a></div><br /><p>¿Qué es lo que nos gusta de entrada de una persona, por qué la consideramos guapa? Las mujeres del romanticismo del siglo XIX se tomaban sus buenos vasos de vinagre y limón para verse divinas con un aspecto frágil, pálido y enfermizo, mientras que las del renacimiento, cuanto más gordas las caderas y la papada, más sexis se encontraban. Un grabado de Giacomo Casanova, el famoso mujeriego del siglo XVIII que se supone que era guapísimo para tener tanto éxito, nos lo muestra horroroso: ojos saltones, nariz enorme, barbilla huidiza, frente tan ancha que parece calvo bajo la peluca... ¿Cómo ligó tanto?</p><p>¿Y qué es realmente la belleza, en dónde está? ¿En la simetría de la cara, en unos bellos ojos (<i>Estaba meditando sobre el gran placer que pueden causar un par de ojos bonitos en el rostro de una mujer hermosa, </i>dice Mr. Darcy en "Orgullo y prejuicio"), en un cabello sobre el que brilla el sol, en una sonrisa enigmática, como la de la Gioconda? El encanto de la Sra. Gentil, la madre de Wendy la de Peter Pan, estaba en su boca, burlona y dulce a la vez, que guardaba un beso que nadie podía alcanzar. Y a Guillermo Brown, el protagonista de Richmal Crompton y uno de mis héroes, lo que lo fascinaban eran los hoyuelos. Guillermo es el jefe de los "Proscritos", un niño de 11 años alborotador, pendenciero, valiente, siempre despelujado y sucio. Pero en determinadas ocasiones -<i>De la tienda salió una niña, una niña muy atractiva con hoyuelos en las mejillas y un flequillo de rizos oscuros- </i>entonces Guillermo cambiaba su expresión feroz por una sonrisa afectuosa y hacía todo lo que podía (aunque a veces no lo consiguiera) por impresionar a la niña.</p><p>Hoyuelos tienen Angelina Jolie, Brad Pitt, Paul Newman, Cary Grant, Audrey Hepburn... No me extrañaría que Helena de Troya también los tuviera y que por eso se armó la que se armó. Y yo siempre cuento que me casé con mi marido por ver si tenía hijos con sus ojos azules y sus hoyuelos en los cachetes. Lo de los ojos no lo conseguí, todos mis descendientes (6 por ahora) tienen mis ojos oscuros, mi gen dominante. Pero eso sí, todos tiene los hoyuelos de su padre y abuelo, así que algo es algo.</p><p>Pero ahora me vengo a enterar por San Google, que como Dios lo sabe todo, de que solo el 20% de la población tiene hoyuelos en los mofletes y que realmente son una deformidad de los músculos faciales ¡Toma ya! Así que una virtud universalmente admitida se convierte, por obra de la ciencia, es un defecto, mira tú por dónde.</p><p>No me queda más remedio que enmendarle la plana a Platón y decirle que no, que la belleza absoluta no existe, que hay muchas maneras de ser bello y que en otros tiempos (los de la Venus de Willendorf, por ejemplo, allá por el año 27500 antes de Cristo) apreciaban si acaso los hoyuelos en sitios más carnosos (<i>en la imagen).</i></p><p>Al final habrá que darle la razón a lo que cantaban en "La bella y la bestia", eso de que la belleza está en el interior. Así nos curamos en salud.</p><p><br /></p><p><br /></p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-3441387028827961900.post-25250200949666591882023-09-25T10:20:00.000+01:002023-09-25T10:20:09.940+01:00El país de las cosas perdidas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS7lGc4_V29Bs07tYKqEMNGi_K3LsMHo83o1QvdQVAdED_VwECJ5HANbEsnjRk9WCCqadr_X0tHcptU7raVaAqZrrqTcNtPyYgQW_6yVnnw0R3EkJM32nc6406u0Jq1ATMZBEwc6HTppl-51qVfZLrxzMVVtKWaLe8NoXfTrj9vGsMv4XuYvKy4H6xGOvl/s4080/IMG_20230924_114835711.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="1836" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS7lGc4_V29Bs07tYKqEMNGi_K3LsMHo83o1QvdQVAdED_VwECJ5HANbEsnjRk9WCCqadr_X0tHcptU7raVaAqZrrqTcNtPyYgQW_6yVnnw0R3EkJM32nc6406u0Jq1ATMZBEwc6HTppl-51qVfZLrxzMVVtKWaLe8NoXfTrj9vGsMv4XuYvKy4H6xGOvl/w180-h400/IMG_20230924_114835711.jpg" width="180" /></a></div><br /><p>Lo bueno de vivir en un pueblo es que, por menos de nada, hay alguien que te cuenta su vida y costumbres y amplía tus horizontes. Nosotros, los lugareños, no tenemos secretos los unos con los otros. Por ejemplo, el otro día en la zapatería pegué la hebra con uno de Valle Guerra, que me empezó a contar que su mayor pérdida fue una vez que tenía ahorradas 200 pesetas y le prestó 100 a un amigo. "¡Y las perdí, oiga!", me decía, desconsolado. "¡Nunca me las devolvió! Lo perdono pero no olvido, y cada vez que lo veo, me da una rabia...". Y de ahí pasamos a hablar de las pérdidas porque ¿quién no ha perdido algo alguna vez?</p><p>Yo a cada rato pierdo cosas que nunca aparecen. Sin ir más lejos, hace un mes o más, me estaba peinando a punto de salir. En ese momento, me llaman por teléfono y contesto, mientras voy recogiendo, cerrando puertas y buscando el bolso. Solté el peine y, por más que lo he buscado, no ha aparecido. ¿Dónde estará? Tampoco he encontrado desde hace meses el caldero en el que hacía los espaguetis (igual al de la foto inicial ¿Alguien lo ha visto? Tenía el tamaño ideal). He perdido libros (¿Dónde pararán los de Antoñita la Fantástica de mi infancia? Me encantaría releerlos), todos los discos de Enrique Guzmán y el Dúo Dinámico de mi adolescencia, un suéter que me encantaba y que sin más ni más desapareció, gafas, bolsos, cargadores de móvil, un calcetín (siempre uno), un pendiente (también uno)... ¿A dónde ha ido a parar todo eso?</p><p>A veces imagino que en otra realidad paralela hay un país en donde están todas esas cosas que nunca encontramos, y que hay personas como nosotros, un otro yo, que leerá mis libros perdidos, que hará espaguetis en mi caldero, se peinará con mi peine y se pondrá mi suéter. También llevará un calcetín y un pendiente solo.</p><p>En el periódico hace tres semanas contaban que Paul McCartney perdió (él también) un bajo en 1969. cuando los Beatles estaban en Londres grabando <i>Let it be.</i> Era un <i>Hofner </i>que había comprado en 1961 por 38 dólares y, aunque tenía otros, ese era su favorito. Ahora se ha montado una campaña entre sus seguidores para ver si lo encuentran. Después de todo otra guitarra de John Lennon se perdió durante un espectáculo navideño en 1963 y se encontró en 2014. Nada hay imposible, piensan los fans.</p><p>Pero no sé, no sé... ¿Tienen idea de las cosas que se pierden y de las que nunca más se supo? Se pierde el compás, el tino, la ocasión, la concentración, la voz, la virginidad, la atención, la paciencia, el paso, las ganas, la línea, la cabeza, el control, la fortuna, el sueño, los amores, las amistades, el resuello, el tren, los nervios, la fe, el glamour, la vez, la inocencia, los frenos, los papeles, el tiempo, la brújula, el norte, el rumbo, el debate, el pelo, el juego, la discusión, la camisa, el derecho, la dignidad... Nuestras vidas son una larga, larguísima sucesión de pérdidas. Se pierde la vida.</p><p>Y como ven, hay cosas que, una vez perdidas, nunca jamás se recobrarán.</p>Jane Jubiladahttp://www.blogger.com/profile/16827584758607006169noreply@blogger.com26