Sí, sí, ya sé que abril tiene una fama que no veas, desde los refranes que lo ven como "abril, aguas mil" hasta las canciones que lo tildan de "abril para sentir, abril para soñar, abril la primavera amanecióóó...". Pero no se fíen: ni lluvioso, porque ha hecho un calor de tres pares de narices, ¡más de 30º!, con el polvo del desierto todo el día sobre nuestras cabezas, ni tan soñador ni primaveral como dice la canción. Abril es, como dijo T. S. Eliot en su poema "La tierra baldía", el mes más cruel, se lo juro.
Y es que en este mes, a lo tonto a lo tonto, no han dejado de pasar descalabros varios. Por una parte, los periódicos y los medios no paran de alegrarnos los días lanzándonos noticias maravillosas, que si Ucrania y Rusia, que si Israel y Gaza, que si Irán y su base nuclear... Por otra parte, los agoreros avisan de que nos preparemos, armándonos hasta los dientes, para hecatombes y juicios finales. Y en tercer lugar, y lo que más siento por estar cercano a mí, es que este mes, sin comerlo ni beberlo y como si fuera un virus contagioso, ha descalabrado a un número elevado de amigos míos.
Mi consuegro se cayó y se escachó una vértebra, que no veas lo que duele. Tres de mis amigas también se cayeron y una se rompió el cúbito y el radio, otra, el peroné y otra el coxis, más un chichón en la cabeza. Una ex-alumna se rompió un dedo; mi nieta pequeña, saltando en una cama elástica, se cayó de mala manera y se dislocó la muñeca; a mi amiga Carmen hubo que operarla de un dedo en martillo; a otro le cayó la tapa del contenedor de la basura en la cabeza y tiene en la frente una herida que ni el Zorro... Y no cuento a los tres amigos que tengo hospitalizados este mes. No me digan que no hay materia para desconfiar del mes de abril, tan risueño en apariencia y de tan mala uva en realidad.
Y menos mal que hay alegrías que me animan: mi primer baño del año en el mar, tan placentero; buenas comidas con los amigos; el campeonato de rummy con los nietos pequeños; los alegatos por teléfono con mi hija al anochecer; los nueve libros que me he leído hasta ahora en el mes y que me transportan a otros lugares y a otras historias...
Pero sigo sin fiarme de este abril (y seguro que a T.S.Eliot también le pasaron cosas). Así que vayan con cuidado, en casa y en la calle, no sea que tropiecen, y no miren demasiado las noticias catastróficas de los medios, no sea que se depriman. Y tranquilos, que mayo está ahí mismo.