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Mi nieta mayor votando por primera vez |
Mi amigo Nicolás me estuvo contando el otro día, en una comida en la que coincidimos, una de sus teorías, la de que toda la historia humana es fruto de peleas. Surgió la conversación porque mi marido dijo que estuvo en una Sociedad Colombófila en La Laguna pero que después, por diferencias entre socios, la Sociedad se dividió y un grupo fundó otra en Geneto. Con los mismos objetivos y los mismos intereses (soltar palomas y que vuelvan al palomar), pero otra.
- ¡Eso es! -dijo Nicolás- La multiplicación por clonación. Y lo mismo pasa con todo. Con los países, miren Yugoslavia que se dividió en 7 estados. O con las murgas, de las que nacen murguitas. O con los pueblos (¿Realejo Alto y Realejo Bajo?). O con los clubs de fútbol o los de lucha canaria. La historia del mundo está hecha por clonación, por grupos que se separan del original peleándose, pero que siguen siendo iguales. Y eso es bueno porque los seres vivos que clonan no mueren. Multiplicarse por el sexo es más divertido pero nos hace mortales.
Me encantó lo que dijo mi amigo porque es de esas personas que te hacen pensar. Y en estos días de discusiones políticas y de propaganda electoral, una se da cuenta, al ver la cantidad de partidos que hay (sobre todo cuando encontramos el buzón lleno de papelotes), de que muchos de ellos están proponiendo exactamente lo mismo y exponen las mismas promesas. Todos formaron parte de un partido matriz y, por discusiones acerca de quién manda o de poner el acento más en un aspecto que en otro, se separaron y ahora se llaman distinto (es increíble ver la lista de nombres de partidos), pero piensan casi igual.
Me recuerda todo esto un libro que leí hace mil años, del que desgraciadamente no retuve ni título ni autor. Hablaba de un partido comunista que se presentaba a las primeras elecciones en España después del franquismo. Pero como querían ser más comunistas que los comunistas, exageraban todo y hasta ponían en sus banderas dos hoces y dos martillos. No esperaban ser votados sino por sus familias y amigos, pero por un fallo informático les asignaron millones de votos y ganaron las elecciones. "¿Y ahora qué hacemos?", decían. No recuerdo más; si alguien la leyó, me dicen título y autor, si se acuerdan, porque era muy divertido y no me importaría releerlo ahora. Pero sí se me quedó la idea de que realmente no se diferenciaban casi nada del Partido Comunista de entonces, solo que ellos más. La clonación, que diría Nicolás.
En el fondo de todas estas escisiones están las peleas y en eso le doy la razón a mi amigo. Desde el patio del colegio, el ser humano, por un quítame allá esas pajas, está presto para decir "ya no me ajunto contigo" o el "y tú más". Somos así de pendencieros, quisquillosos y majaderos. Pero pienso, qué quieren que les diga, que se consigue más con la unión (que hace la fuerza, no lo olvidemos) Menos líos, menos discusiones y, en el caso de los partidos, muchísimos papeles menos en nuestros buzones, muchísimos debates aburridos menos, muchísimas peroratas menos. Y más fuerza a la hora de conseguir los fines, todos remando en la misma dirección.
Así que animo a todos los partidos (más a los de izquierda que son más peleones) a ponerse de acuerdo en lo fundamental y a dejar aparcadas las minucias. La clonación nos hará inmortales pero la unión es más productiva. Y da más alegrías.