Aunque parezca mentiras, hay muchas maneras de leer un periódico. O de no leerlo. Quitando los usos incorrectos (para hacer paquetes, para ponérselo en el pecho y no pasar frío, para el suelo de la cocina cuando se está friendo algo, para envolver castañas calientes...), un uso más correcto puede ser llevarlo debajo del brazo. En La Palma había uno al que, por llevarlo así, lo llamaban Sobaco ilustrado. Y Sophie Kinsella hace decir a una de sus protagonistas, una periodista supuestamente versada en economía, lo siguiente: "De camino a la rueda de prensa solo tengo que comprar una cosa que es imprescindible: el "Financial Times". Con diferencia, el mejor complemento que puede llevar una chica. Sus principales ventajas: 1. Tiene un bonito color. 2. Solo cuesta 85 peniques. 3. Si entras en una reunión con un ejemplar bajo el brazo, te toman en serio. Con el "Financial Times" en lugar visible puedes hablar de las cosas más frívolas del mundo y la gente, en vez de pensar que eres una cabeza hueca, cree que eres una intelectual que, además, tiene otro tipo de intereses". Y es que con el periódico hay gente que va a lo que va, como mi tío Cándido, que decía que él solo compraba "El Día" para leer las esquelas y enterarse de quién se murió.
Y después está cómo lo leemos. Mi marido, por ejemplo, lo lee en la cama, apoyado sobre el codo izquierdo y el periódico desplegado ante él. Empieza en la página 1 y, a veces, cuando llega a la 5, ya lo oyes roncar (aunque sigue sobre el codo izquierdo). Se va despertando a ratitos y, a trancas y barrancas, llega hasta el final.
Mi amigo Miguel lo lee en el porche de su casa, mirando hacia el jardín al atardecer, en su sillón preferido y tomándose un Johnny Walker etiqueta negra. Lo lee en digital y no un periódico sino varios: "El Mundo", "El País", "El ABC", "La Opinión"... Dice que lee los titulares, elige los que más le llamen la atención... y justo en ese momento se le estropea el momento perfecto.
Yo lo hago de otra manera. Lo leo en papel en mi mesa de trabajo, con bolígrafo y tijeras cerca por si quiero apuntar o recortar algo. Y empiezo por el final para que lo primero sea una sonrisa. En la última página te encuentras cosas curiosas como que hay un abuelo de 81 años que busca un récord mundial en los ochomiles, o que un cocodrilo raro paseó por los Pirineos hace 71 millones de años, o que hay quien investiga en viejas letrinas la caca de los que vivieron en la Edad Media (que ya es afición)... También en la última hoja de mi periódico está la columna de autores como Félix de Azúa, Vicente Molina Foix, Almudena Grandes, Manuel Vicent, Juan José Millás, Fernando Savater, Luz Sánchez-Mellado... Cualquiera de ellos me hace sonreír ¿Cómo no hacerlo ante este párrafo de Manuel Vicent del domingo 18: Qué más da que digan los científicos que la vida solo es un conjunto de carbono, de hidrógeno, de oxígeno y de nitrógeno con una pizca de azufre combinados por el azar si, después de todo, esos elementos químicos te conducen a la sonrisa de la Gioconda, a los versos de Walt Whitman o a la luz de Matisse.?.
Después de este inicio, ya puede venir todo lo demás: las páginas de la tele,los chismes en la de "Gente", las páginas chinas (para mí las de economía ¿Ustedes saben qué son gatekeepers, tasa Google, dividendos, logística, coworking...?). En las de deporte leo en qué puesto está el Tenerife y poco más; y en las de Cultura me entretengo con las entrevistas, las reseñas de libros, las recomendaciones sobre películas, las noticias (¡Hombre! A Elia Barceló le han dado el Premio Nacional de Literatura Juvenil por "El efecto Frankestein", que leí en agosto y me gustó. Qué bien). Hago el Sudoku difícil y los domingos, el Damero Maldito y el Crucigrama Blanco. Y ya estoy preparada para las páginas áridas, las arenas movedizas: las del coronavirus en las que aprendemos términos con nuevos significados, como confinamiento, 2ª ola, restricciones, brotes y rebrotes, PCR, la curva...; las de la política nacional -el ruido y la furia-, salpicadas, menos mal, con las viñetas de Peridis y El Roto; y las de Internacional, en las que todos se vigilan (Bruselas a Londres y viceversa, Trump a Cuba, la UE a Rusia y Bielorrusia...). Y con esto, llego a la portada, que casi nunca trae una noticia positiva. Bueno, estos días pasados, sí: la foto de la enorme sonrisa de Nadal al triunfar en Roland Garros.
A veces me dicen que debería leer muchos periódicos cada día para enterarme de toooodo lo que pasa, de lo que dijo fulanito de menganito y este de zutanito. Pero, aparte de que no tengo tiempo (ni ganas) de leer tanto, ¿para qué? En cualquier periódico lees noticias y opiniones con las que estás de acuerdo y otras con las que no (bendita diversidad). Y, ante esto, lo mejor es seguir la máxima atribuida a Voltaire: "No estoy de acuerdo con su opinión pero daría mi vida por defender el derecho que usted tiene de exponerla". Que es justo lo que hace un periódico.
(La imagen inicial es "Clotilde leyendo el periódico" de Joaquín Sorolla)