Hoy toca reseñar el nuevo libro de mi hija, "42 semanas", editado este mes de febrero por Editorial Planeta. Es lo menos que puedo hacer después de haber sido uno de sus lectores cero y de 2 o 3 lecturas a la caza y captura de erratas, omisiones o fallos. Además, ¡salgo en la novela!, y eso es algo que no todo el mundo puede decir, haber inspirado un personaje de novela. O medio personaje más bien, porque Gracia, la madre de la protagonista, tiene algunas cosas mías: es bloguera (aunque más famosa y chismosa que yo); es sincera, no se corta un pelo en decirle a la hija que es borde, o que tiene una pinta espantosa; es organizadora como yo; detecta a un kilómetro si a su hija le pasa algo o no; y le gusta Guillermo Brown. Pero yo no soy, como ella, Doña Perfecta, ni voy vestida de revista, ni me gasto un pastizal en cremas, ni soy rubia, ni tengo la manicura impecable. Y tampoco soy mala cocinera como ella, oye, que a mí los bizcochos sí me salen bien.
El libro es una comedia clásica de enredos y malentendidos: Nico es un periodista deportivo que trabaja en un entorno de lo más machista. Por eso, y por preservar su intimidad, no quiere por nada que se sepa que también es la cara oculta detrás del seudónimo Verónica Freiy, la escritora más vendida de novela romántica de España. Marta es una pediatra que se acaba de enterar de que su novio está casado y con dos hijos. Los caminos de Nico y Marta se cruzan y un rollito de una noche acaba complicándoles mucho la vida. Y hasta ahí puedo leer, como decía Mayra Gómez Kemp.
¿Qué me gustó a mí del libro?
Me gustó el acierto de las dos voces, la de Marta y la de Nico, en cada capítulo, que nos permite entender por qué actúan como actúan y acercarnos más a los miedos, inseguridades y prejuicios de cada uno.
Me gustaron las perlas de sabiduría y humor que salpican la novela, haciéndola cálida y cercana: Un chico guapo y croquetas, mi definición de paraíso; el genialómetro, que mide la caída de las relaciones geniales; el taxista amante del mármol (anécdota real); el no me pasaba nada peor desde que me obligaste a ver todos los episodios de "Cristal" contigo...
Me gustaron la alusión a "Dejádselo a Psmith" de P. G. Wodehouse, uno de los libros preferidos de Ana y míos, y los guiños que ella hace a "Orgullo y prejuicio", a "La princesa prometida", a "La Guerra de las galaxias" (genial la explicación del nombre de Vader, el gato)...
Me gustaron los temas colaterales que inevitablemente salen aun en una comedia, porque son parte de la vida: los prejuicios sobre los hombres que escriben romántica; los seudónimos que disfrazan las voces de hombre o mujer; la precariedad laboral; el enfrentarse a ser madre soltera...
Me gustaron los personajes, tan tiernos y vivos, tanto los principales como los secundarios, Gracia y Antonio. Me recordaron a los de las comedias clásicas del Siglo de Oro, sobre todo los segundos, que ponen el contrapunto de humor a las situaciones, más serias, en las que todos se ven envueltos.
Me gustó la portada de Dani Jiménez, alegre y colorista, en tonos naranjas y rojos, que, como dijo Ana en una entrevista, recuerda a los dibujos antiguos de las novelas de P. G. Wodehouse.
Y me gustó el título, esas 42 semanas de embarazo, que siempre se cuentan, no en días ni meses, sino por semanas.
Este libro, la 9ª novela publicada por Ana pero su libro número 20, empezó con una idea: cuando Héctor Castiñeira (a quien dedica el libro por ello) desveló que, tras el seudónimo Enfermera Saturada, "Satu", se escondía un enfermero. Esta idea empezó a tomar camino y en el año 2018 se terminó la novela que, por culpa de la pandemia, se ha retrasado hasta ahora.
En el podcast en el que Ana la presenta dice: Nunca dejará de sorprenderme el hecho de que una idea se convierta en algo tangible tiempo después. Que esa idea se convierta en una historia y esa historia llegue a otras manos y le haga vivir algo a otra persona, que la haga sonreír, que la entretenga, que lo que un día fue una idea ahora sean 268 páginas. Esas 268 páginas componen un libro para tiempos difíciles, para mirar la vida desde un punto de vista optimista, para cerrarlo con una sonrisa. Eso es lo que espero que hagan, si lo leen. Disfrútenlo.