La semana pasada se libraron de mi habitual rollito de los lunes porque me fui al sur -sin ordenador, sin wifi, solo mar y aire salado- con mi grupo de amigas del colegio, una reunión que hacemos desde hace unos cuantos años en mi casa de Playa de la Arena.
Son solo tres días pero ¡qué bien aprovechados!. Baño por las mañanas, comidas abundantes (cada una lleva alguna de sus especialidades) dentro y fuera de casa, y tardes de relax y conversación que valen oro. Lo mejor son las historias que nos vamos contando, algunas geniales como la de los dientes del marido de Mari o la de las formas de hacer las bolitas de chocolate de los nietos pequeños de Eli. (Algún día se las contaré). Como ustedes saben bien, en la vida no solo nos basta con vivirla, sino que, además, es de primera necesidad lo de reunirnos escuchando lo que nos cuentan, sea algo nuevo o ya sabido.. Y una de las tardes, entre dimes y diretes, jugamos al trivial. Ya lo conocen ustedes, se trata de ganar "quesitos" respondiendo a preguntas triviales, aquellas que en la antiguedad se comentaban en los cruces de caminos ("trivial" viene de "tres vías"). Una de las amigas se trajo una versión nueva que ninguna conocía y allá que nos pusimos a ello con el entusiasmo que nos caracteriza ¡Preguntitas a nosotras!
Pero cuál no sería nuestra sorpresa cuando vimos que no acertábamos casi ninguna y, si lo hacíamos, era por pura chiripa. Allí había especialistas en arte, en deportes, en música, en ciencias, en historia... y nada de nada. ¿Qué habrían contestado ustedes a: "¿A qué personaje interpretó el especialista Glenn Ennis en la oscarizada El renacido?" (Al oso); "¿Cuál es la única ciudad capital de Estados Unidos que no tiene un solo restaurante McDonald?" (Montpelier, Vermont); "¿Qué legendario novelista gráfico y escritor de cómics creó Watchman y V de Vendetta?" (Alan Moore); ¿Qué cantante de hard-rock sustituyó a Brian Johnson de AC/DC, en su gira mundial?" (Axi Rose); "¿De qué equipo de fútbol inglés fue presidente el cantante Elton John?" (Del Watford); "¿En qué ciudad está la primera pizzería que se abrió en el mundo?" (En Nápoles)... Y así.
Cuando personas como nosotras, que se conocen desde hace 60 y pico años, se reúnen, de vez en cuando (sobre todo después de ver las manías que tenemos y las majaderías en las que incurrimos) alguna dice que estamos mayores, a lo que muchas contestamos: "¡Mayor serás tú!". Y ni las canas, ni las arrugas, ni los achaques, ni siquiera las velas de cumpleaños, nos convencen del paso del tiempo. Pero mira por dónde, un repaso a este nuevo trivial y el ver que hay nombres, personas, grupos, hechos... que no nos suenan de nada, sirven para convencernos rápidamente de que no estamos en la onda. En medio de la partida, llamó mi hija por teléfono y le pregunté si ella sabía cuál era la app que en 2012 permitió citas con personas que te gustan. Ella respondió sin vacilar: Tinder, mientras todas nosotras nos estábamos preguntando si eso existía y si la cosa sería igual a cuando Harry encontró a Sally y nosotras a nuestras parejas sin ayuda de Internet.
Definitivamente, somos mayores.