lunes, 24 de junio de 2013

La estiradera




Los niños de ahora no saben hacer una estiradera, estiladera, tiradera, tirachinas o como se diga. No tienen las ganas, ni la paciencia, ni la ilusión para ello. Pero hace falta tener al menos alma de niño, pensó Antonio, para a sus 65 años ponerse a hacer una. Y que no es fácil ¿eh?

lunes, 17 de junio de 2013

Una simple tarjetita



Todos alguna vez en la vida nos hemos hecho la pregunta “¿Qué hubiera pasado si…?”. Si aquella vez hubiera elegido diferente, si hubiera dicho sí en lugar de no, si no hubiera estado precisamente en aquel lugar y en aquel momento… La vida se nos plantea como uno de esos tableros que de niños nos ponían: ¿Cuál es el camino que debe seguir el oso para llegar a su madriguera?  Y, entre todas las posibilidades, unas no conducían a nada y otras conducían a sitios no deseados.

lunes, 10 de junio de 2013

Fantasmas de La Laguna




Hay un cuento de Valle Inclán titulado “El miedo” en el que el narrador, un Granadero del Rey, habla de la única vez en que sintió “ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo”. Estaba solo en una capilla húmeda, tenebrosa y resonante esperando a que viniera el Prior de Brandeso a confesarlo cuando oye, en el silencio del lugar, dentro de un sepulcro, el entrechocar de los huesos del esqueleto enterrado y “el hueco y medroso rodar de la calavera sobre su almohada de piedra”.

lunes, 3 de junio de 2013

Historias de Los Sauces: la historia de Gabriela




Gabriela se acuerda del día en que, siendo niña, el tío Eusebio, un hombre serio y autoritario, al que ella tenía un pánico enorme, la mandó a buscar agua a la fuente de Marta y para ello le dio un cesto. Gabriela recuerda su desconcierto ¿Un cesto? Es imposible llenar un cesto de agua ¿Será una broma? Pero el tío Eusebio nunca bromeaba y su mirada, impaciente y fija en ella, lo demostraba. Temblando cogió el cesto y vio que estaba tapizado de hojas de col.  Ni una sola gota de agua se derramó cuando volvía, de prisa y casi saltando, por el camino bordeado de ñameras. Entonces comprendió que hay cosas que a primera vista parecen imposibles y que no lo son.

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