Este chiste fue publicado por Ros (Álvaro Fernández Ros) el pasado lunes, 23 de octubre en El País. Y esta es la carta que escribí (y que nunca envié) al Director del periódico:
Querido Señor Director:
Empezaré jurándole por lo más sagrado que soy de risa fácil. Me gustan las personas con sentido del humor, aquellos que encajan las bromas e interpretan bien una ironía, los que saben dar una respuesta ingeniosa sobre la marcha y se ríen hasta de sí mismos. Disfruto con los libros de P.G.Wodehouse, David Lodge, Sophie Kinsella, Jardiel Poncela, Guareschi, Pancho Guerra... y me río a carcajadas con las películas de los Hermanos Marx, de Jerry Lewis, de Woody Allen, de Louis de Funes y hasta con las de Paco Martínez Soria y Gracita Morales. Me encantan Les Luthiers y sus instrumentos inventados, Martes y 13 y sus empanadillas, Gila y sus guerras y, ya que estamos, todo el Club de la Comedia junto. Vamos, que no cuesta nada hacerme reír y mis amigos saben que hasta con un chiste mal contado lo logran. Y sin embargo, Sr. Director, debo confesarle con profundo pesar que todavía no he podido ni sonreír a medias con un solo chiste de Ros, el dibujante de la imagen inicial, que usted está empeñado de 2 años para acá en meternos diariamente por las narices (dicho con todo respeto y delicadeza).
Convendrá usted conmigo que en estos tiempos que corren, un buen chiste se agradecería y animaría bastante el cotarro en que se han convertido los periódicos. Que nos tienen ustedes en un sinvivir, oiga, entre tantos sobresaltos por la cuestión catalana por un lado, y tanto susto por las gracias del coreano y el loco del pelo amarillo por otro, que un día, como los dejen sueltos, van a armar un desbarajuste en el mundo, con lo que nos ha costado tenerlo medianamente aseadito. No me diga usted que, entre susto y susto, no vendrían bien unas risas. Hasta en su mismo periódico he leído que el ruido de una bomba puede menos que el estallido de una carcajada. La risa es liberadora de miedos, así que, hasta por prescripción facultativa, deberíamos troncharnos ¿Por qué se han empeñado ustedes en que no lo hagamos?
Que conste que no soy la única que no le ve ni maldita la gracia a ese señor. En diciembre del año pasado ya Lola Galán, la Defensora del Lector, afirmaba haber recibido varias cartas de lectores diciendo lo mismo, como uno que afirma: "Desde que comenzaron las viñetas de Ros podría confesar que casi nunca he entendido el contenido". El dibujante, después de decir que está influenciado por las escuelas inglesa, francesa y americana (?), contrapone lo siguiente:
"Procuro no dejar su sentido en la superficie. No son chistes de un instante, sino en lo que yo llamaría "capas" más abajo. Si no se adivina a la primera lectura, yo invitaría a los lectores a buscarlo, a releerlo, a observar detalles del dibujo. Si no se entiende un significado claro, los invito a observar y disfrutar del dibujo, de ese descanso que ofrece a la lectura que lo rodea en la página de El País. Y los invito a leerme al día siguiente y si tampoco les es claro, me entiendan si les pido que me crean esta frase de Nietzsche en "El crepúsculo de los ídolos": "Lo que necesita ser demostrado para ser creído no vale la pena", que es una manera de decir que si se explica un chiste, se rompe o se marchita".
Yo le diría a esto que no es que no sean chistes de un instante. Es que no son chistes y punto (Definición de chiste: "Dicho. ocurrencia o historia breve, narrada o dibujada, que encierra un doble sentido, una burla, una idea disparatada, etc., y cuya intención es hacer reír"). Pepe Monagas le diría: "Mándese una papa". Pero como imagino que el dibujante lo que nos quiere decir aquí es que quienes lo entienden son los que tienen un coeficiente intelectual de 300 p'arriba, creo que entre todos deberíamos hacer un esfuerzo y aceptar esa invitación para encontrar el sentido de esas "capas" que oculta la imagen. Veamos...
Aquí se ve un molino de viento funcionando. Para que lo haga, el viento tiene que venirle de frente. Sin embargo, se ve que el viento que tumba la palmera está al revés del que mueve al molino ¿Estará ahí la gracia? ¿O a lo mejor en que la mujer en la isla desierta está cogiendo viento y no sol (jajaja)? ¿O que igual lo que está haciendo es secándose el pelo y el molino simula ser un secador gigante (pero funcionando con viento al revés)? Sea lo que sea, ¿qué gracia tiene eso, por todos los santos?
Desde luego, me ha hecho pensar, eso no se puede negar (y escribir esta carta). Pero ¡ay! ¡cuánto echamos de menos aquellos tiempos del dibujante Romeu y su personaje Miguelito, de Quino con Mafalda y sus sopas, de la buenísima Maitena, de Goscinny con Astérix y Obélix (y ¡Están locos esos romanos!), de los pitufos, de Lucky Luke... Nos hacían pensar, pero también y sobre todo, sonreír, reír y carcajearnos...
¡En fin, señor Director! Siempre nos quedará Forges.
Suya afectísima: Una jubilada con ganas de reír a pesar de (o, a lo mejor, a causa de) lo que está cayendo.