Esta es una entrada escrita hace 8 años, casi recién jubilada. La repongo con fecha actual porque no hay nada como el pasado para replantearnos el hoy.
Mi padre, que era muy ordenado, dejó todas las cartas que había recibido en
su vida en carpetas, año por año, desde el año 37 hasta el 2006 en que murió. Y
ahora me toca a mí (que tengo tiempo) ver lo que se hace con ellas. Así que
muchas tardes como ésta, en la que cae una lluvia mansa y apetece sentarse cerca
de un fuego, voy leyéndolas poco a poco y tomando notas de cosas curiosas para
comentárselas después a mis hermanos y a mis primos.