Lo bueno de vivir en un pueblo es que, por menos de nada, hay alguien que te cuenta su vida y costumbres y amplía tus horizontes. Nosotros, los lugareños, no tenemos secretos los unos con los otros. Por ejemplo, el otro día en la zapatería pegué la hebra con uno de Valle Guerra, que me empezó a contar que su mayor pérdida fue una vez que tenía ahorradas 200 pesetas y le prestó 100 a un amigo. "¡Y las perdí, oiga!", me decía, desconsolado. "¡Nunca me las devolvió! Lo perdono pero no olvido, y cada vez que lo veo, me da una rabia...". Y de ahí pasamos a hablar de las pérdidas porque ¿quién no ha perdido algo alguna vez?
Yo a cada rato pierdo cosas que nunca aparecen. Sin ir más lejos, hace un mes o más, me estaba peinando a punto de salir. En ese momento, me llaman por teléfono y contesto, mientras voy recogiendo, cerrando puertas y buscando el bolso. Solté el peine y, por más que lo he buscado, no ha aparecido. ¿Dónde estará? Tampoco he encontrado desde hace meses el caldero en el que hacía los espaguetis (igual al de la foto inicial ¿Alguien lo ha visto? Tenía el tamaño ideal). He perdido libros (¿Dónde pararán los de Antoñita la Fantástica de mi infancia? Me encantaría releerlos), todos los discos de Enrique Guzmán y el Dúo Dinámico de mi adolescencia, un suéter que me encantaba y que sin más ni más desapareció, gafas, bolsos, cargadores de móvil, un calcetín (siempre uno), un pendiente (también uno)... ¿A dónde ha ido a parar todo eso?
A veces imagino que en otra realidad paralela hay un país en donde están todas esas cosas que nunca encontramos, y que hay personas como nosotros, un otro yo, que leerá mis libros perdidos, que hará espaguetis en mi caldero, se peinará con mi peine y se pondrá mi suéter. También llevará un calcetín y un pendiente solo.
En el periódico hace tres semanas contaban que Paul McCartney perdió (él también) un bajo en 1969. cuando los Beatles estaban en Londres grabando Let it be. Era un Hofner que había comprado en 1961 por 38 dólares y, aunque tenía otros, ese era su favorito. Ahora se ha montado una campaña entre sus seguidores para ver si lo encuentran. Después de todo otra guitarra de John Lennon se perdió durante un espectáculo navideño en 1963 y se encontró en 2014. Nada hay imposible, piensan los fans.
Pero no sé, no sé... ¿Tienen idea de las cosas que se pierden y de las que nunca más se supo? Se pierde el compás, el tino, la ocasión, la concentración, la voz, la virginidad, la atención, la paciencia, el paso, las ganas, la línea, la cabeza, el control, la fortuna, el sueño, los amores, las amistades, el resuello, el tren, los nervios, la fe, el glamour, la vez, la inocencia, los frenos, los papeles, el tiempo, la brújula, el norte, el rumbo, el debate, el pelo, el juego, la discusión, la camisa, el derecho, la dignidad... Nuestras vidas son una larga, larguísima sucesión de pérdidas. Se pierde la vida.
Y como ven, hay cosas que, una vez perdidas, nunca jamás se recobrarán.