lunes, 30 de septiembre de 2019

Hay bodas y bodas




Este fin de semana ha habido boda en la familia, así que, ¡hala!, a ponernos guapos todos y a derramar glamour y sofisticación desde el sombrero a los zapatos. Hasta a mi marido lo mandé a lavar el coche, que no lo hace sino en ocasiones así. Y es que una boda es un acontecimiento importante, se mire por dónde se mire. Lo saben hasta en China, en donde desde un año antes los novios se están haciendo fotos artísticas para el álbum. Todos los pequeños acontecimientos del día a día se posponen y se borran ante un día en el que se diga: "¡Hoy es La Boda!".

¡Y cuántas historias se cuentan de este día! En la fiesta pre-boda que hicimos 2 días antes para dar la bienvenida a los que venían de fuera, entre risas y no risas, hablamos de unas cuantas. Recordamos historias de bodas que nunca llegaron a celebrarse, como la de un pariente cuya madre nos llamó una semana antes para decirnos que no habría boda, que se habían peleado (nunca supimos por qué). Cuando fuimos a reclamar el regalo a Galerías Preciados nos dijeron que cada mes se cancelaban 2 o 3 bodas, que era algo normal. O el caso de la novia que rompió con su novio el viernes y el sábado, cuando este por casualidad pasó por San Francisco, se la vio salir de blanco del brazo de otro (eso es rapidez). Hay bodas con gracia como la del cura despistado en La Palma que se le olvidó que estaba casando a unos novios y siguió con su misa como siempre como si ellos no estuvieran allí. Salieron también en la conversación bodas que no debían haberse celebrado, como aquella en la que el padre de la novia se lio a trompadas con el novio en plena fiesta de boda, al encontrarlo en el WC montándoselo con una ex. Y, no crean, hay bodas que se van a celebrar dentro de una semana -contaron-, y que sería mejor que no lo hicieran porque los novios tienen por costumbre zurrarse mutuamente de lo lindo. Es un amor de pesos pesados.

Pero hay bodas y bodas. Y esta de Isa y Javi es de las buenas, de las de ley. A mí los novios me recuerdan a una pareja de "Orgullo y prejuicio", de Jane Austen, Jane y Bingley, tan buenos y encantadores que, cuando se comprometen, el padre de Jane, Mr. Bennet, le dice a su hija:
"Te felicito, Jane. Serás una mujer muy feliz. Eres una buena muchacha y mereces la suerte que has tenido. Os llevaréis muy bien. Vuestros caracteres son muy parecidos. Sois tan complacientes el uno con el otro que nunca resolveréis nada, tan confiados que os engañará cualquier criado, y tan generosos que siempre gastaréis más de lo que tengáis.". Y me lo recuerdan, no porque les vaya a pasar lo que Mr. Bennet, en broma y con ternura, les augura, sino porque es verdad que Isa y Javi son complacientes el uno con el otro, son confiados (y confiables) y generosos.

Se merecen, pues, una boda como la que tuvieron el sábado: un día perfecto sin frío ni calor y un cielo luminoso; una ceremonia en la Iglesia de Santo Domingo, que es una de las más bonitas de La Laguna, y una celebración en una finca preciosa, rodeada de verde, en el valle de La Orotava.

¿Lo que más me gustó? La música en la iglesia con un "Ave María" de los que emocionan, lo guapísima y feliz que iba mi sobrina y lo divertida e informal que fue la celebración: sin mesas fijas ni protocolos, cambiábamos de sitio, hablábamos con todo el mundo, comimos todo el día pequeños bocados variadísimos, bebimos buen vino de viñedos de amigos, bailamos hasta las tantas, recibimos regalos (botellitas de licor hecho por el padre de la novia, zapatillas para bailar, sombreros para el sol, paypays con paisajes gracioseros hechos por mi hermana...). Y fue un espectáculo ver a los niños, muchos niños, pasándoselo en grande, disfrazándose, tatuándose, jugando o bailando el limbo-rock.

Para el anecdotario familiar, ese que saldrá en las comidas durante años, queda la liga antitabaco que montaron dos críos de la familia destrozando unos cuantos puros porque, decían compungidos, "el fumar mata"; o el número de la novia lanzando el ramo por encima del hombro, con dos amigas divorciadas (y masocas) en primera línea, o mi hijo con mi nieta de 6 años en brazos "a ver si la caso", o mi cuñada empujando a la novia de su hijo para que lo cogiera (¡Otra boda! ¡Otra boda!), mientras ella suplicaba a la novia que "¡p'al otro lado, Isa, p'al otro lado!".

A veces viene muy bien una fiesta así, sin corsés, para relajarnos, disfrutar y celebrar que dos personas tan estupendas hayan coincidido en la vida, se hayan enamorado y hayan decidido comprometerse y compartir con todos esa promesa mutua de ser fieles "en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida".

¡Isa y Javi, , cuánto los quiero! Sean felices.


lunes, 23 de septiembre de 2019

El Proceso de la señora K




La señora K es una profesora jubilada a la que le gustan las cosas sencillas: vivir en una casa en el campo, hablar y reír con los amigos, leer una buena novela, escribir, bañarse en las aguas claras del mar, jugar con los nietos, disfrutar de la vida. Pero, como decía Shakespeare con más razón que un santo, "hay una marea en la vida de los hombres cuya pleamar puede conducirlos a la fortuna, mas, si se descuida, el viaje entero está abocado a perderse entre bajíos y arrecifes...". Y con uno de estos bajíos ha tropezado la señora K.

El bajío es Muface, la Mutualidad de Funcionarios que hasta ahora siempre le había proporcionado los talonarios de recetas por correo, siguiendo el simple procedimiento de pedirlos por Internet, solo poniendo el DNI y va que chuta. A los pocos días, la señora K tenía en su buzón los talonarios nuevitos y siempre se congratulaba de la eficiencia y la facilidad con que todo resultaba.

Pero debe haber en algún lugar de la Administración -la señora K lo juraría- unas mentes perversas y maquiavélicas que, tras ver lo contentos que estaban todos por el buen funcionamiento, se dijeron que eso no podía ser ¡Hay que complicar las cosas, hay que convertirlas en un laberinto de órdenes sin sentido, en un galimatías incomprensible! ¡Hala, a sufrir!

La señora K, al ver las nuevas instrucciones, se puso a ello con fe y esperanza. Después de todo, se dijo, ella había hecho una carrera, había aprobado dos oposiciones, hacía sudokus y jugaba todos los días contra el ordenador 2 o 3 partidas de rummykub, ganando la mayoría de las veces. Vamos, que pensó que la cosa estaba chupada. La muy ilusa...

Primero, después de comprobar que en la página Web de Muface le pedían, además del DNI, una Clave que no tenía, la solicitó. Como quiera que esto tardaría más de una semana en venir por correo y como vive en un sitio alejado de la civilización, le pidió a su amiga, la señora C, que vive en la capital, que se acercara por favor a la sede de Muface a preguntar. Allí las colas de sufridos funcionarios eran impresionantes y, cuando atendieron  a la señora C, le dieron 3 papeles con sesudas y prolijas Instrucciones para pedir los talonarios por móvil. 

Las dos primeras hojas contenían 8 Pasos a seguir, en una letra tan minúscula que la señora K tuvo que usar, aparte de las gafas de ver, una lupa potente. Pero se atascó en el Paso 4º, en el que le pedían la fecha en que se dio de alta en Muface ¿Cuándo fue, por Dios? ¿Fue cuando empezó a trabajar como Interina en el año 73? Ah, no, que entonces ni siquiera tenía Seguridad Social ¿O fue cuando ganó la primera oposición? ¿Pero en qué día y en qué mes? ¿Y dónde demonios está el Carnet  que le dieron entonces y que nunca ha necesitado hasta este momento, 40 y pico años después? Y a todo esto, ¿por qué se lo preguntan? Y lo más importante, ¿es que ellos no lo saben?

Después para la señora K ha sido una semana de  rellenar Códigos de verificación, Códigos de Activación, Activación de Contraseñas, Formularios de Registros... ¡Le han hecho hasta la pregunta: "Entre Rosa, Edificio y Ferrocarril ¿Cuál es el medio de transporte?"! (?????) Y todo explicado con un lenguaje tan críptico que a la señora K le parece estar traduciendo los jeroglíficos de la pirámide de Keops y tiene la sensación de que, en vez de para pedir un talonario de recetas, la están examinando para entrar al FBI.

Después de una semana introduciendo y enviando datos, la señora K pensaba que ya le enviarían un mensaje, ¡qué menos!, en que dijeran algo así como: "Ponga el DNI y la Clave PEPITO, y con eso pide el talonario de recetas y santas pascuas". Pero no. En lugar de eso recibe advertencias, recomendaciones y explicaciones paternalistas, como que todo esto es por nuestro bien, "para mayor seguridad y trazabilidad del proceso". En el proceso kafkiano sí que se encuentra la señora K, que se pregunta si es que esta gente no ha oído hablar de Ockham (y su célebre navaja), que allá por el siglo XIV ya defendía que la explicación más sencilla es la mejor.

A estas alturas del proceso, la señora K está compuesta y sin talonarios.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Búscate una tribu




Hace unos días mi marido me leyó en voz alta el titular de un artículo que aparecía en la primera página del periódico: "Más de 600 españoles son superricos, un 74% más que en 2011". Yo le contesté: "¿Y nos nombran en esa lista?". Él se rio, claro, pero yo lo decía en serio. Porque ¿qué es ser superrico? ¿Ser el Tío Gilito y revolcarte en monedas de oro? Me pega que no. Ser rico es tener lo necesario para vivir con dignidad y saber que no te va a faltar ni alimento ni vivienda ni lo básico para pasar por este valle de lágrimas sin que lo sea más de la cuenta. Ser rico es que te puedas permitir algún capricho de vez en cuando, como ir a cenar en un restaurante que te traten bien, recorrer en un viajito alguna parte de este mundo que nos rodea, hacernos y hacer un regalo que te apetezca. Ser rico es también poder afrontar una emergencia y poder ayudar a otros que lo precisen. Pero sobre todo ser rico es tener una tribu.

Esto último, no solo lo tengo, sino que lo veo a cada rato a mi alrededor. En la radio hace poco, madres jóvenes que viven en ciudades sin el apoyo de sus familias contaban que podían salir adelante gracias a la tribu: sus vecinos, sus amigos, los "papamigos" (los padres de los amiguitos de sus hijos que se empiezan a conocer en la puerta del colegio)... Hasta el portero de la casa formaba parte de la tribu de una oyente. La tribu siempre estaba ahí para echar una mano, socorrer y contar con ella.

También muchas de mis amigas, que son viudas y sus hijos campan ya cada uno por su lado, no se sienten solas gracias a la tribu, en este caso, las amigas del chat que cada día generan un bucle de comentarios sobre lo divino y lo humano; o las llamadas por las mañanas (alguna las llama "fe de vida") para saber que están bien y para compartir los planes que tengan para el día. La tribu no te deja sola.

Y como en la vida no solo hay risas y jolgorio, personas que pasan una crisis de esas que tanto abundan confiesan que el salir con los amigos, el contar con hombros para llorar, el sentirse queridos les ayudó a salir del hoyo. Casi como para decir "más tribu y menos Prozac".

El "Ciudadano Kane" de Orson Welles era dueño de un imperio y un superrico de esos de los que habla el periódico, pero ¿lo era realmente? ¿El dinero le servía para algo encontrándose al final de su vida solo y desgraciado? No, al volver la vista atrás solo encontró la añoranza por el tiempo en que de pequeño sentía el calor de la familia.

Por eso si estás triste, decaído, deprimido, en crisis; si te ha pasado alguna de las inevitables majaderías que ocurren en toda existencia; si te sientes infeliz... búscate, si no la tienes, una tribu. Una tribu de amigos, familiares, camaradas, vecinos, colegas, compañeros. Una tribu de afines a la que pertenezcas y con la que sepas que puedes contar. Ni tío Gilito, ni loterías, ni parientes perdidos que te nombren heredero ni mandangas. Una tribu.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Tengo una muñeca vestida de azul...




No sé qué tienen algunas muñecas que dan repelús. Esos ojos de cristal y esa expresión mirando al tendido como si con ella no fuera la cosa... Hace poco, en los trabajos de derribo y restauración de la casa de los abuelos, apareció entre los cascotes una muñeca despelujada, fané y descangallada, que parecía la niña del exorcista, quita, quita. También recuerdo a otra muñeca que le regalaron a mi hija, la Rosaura. Era más grande que ella, con brazos tiesos y piernas grandes y, para mí, con una sonrisa siniestra. Entrabas en una habitación a oscuras, encendías la luz y ¡hala! allí estaba ella, mirándote fijamente y haciéndote dar un respingo, cuando no un salto mortal. Gracias a Dios, en alguna mudanza desapareció sin más, camino a asustar a otros lares.

Pero sin embargo no se puede negar la fascinación que producen las muñecas y la ternura que despiertan. Fíjense en la expresión de alegría contenida y en esa sonrisa a lo Mona Lisa de la niña de la imagen inicial. Es mi madre a los 3 años y la muñeca no es suya sino del fotógrafo y me imagino que costó separarla de ella al final. Pero está tan privada como si acabara de descubrir el tesoro de Tutankamón y nadie le pudo quitar ese momento de goce. También yo recuerdo la emoción cuando en unos Reyes encontré al lado del zapato mi primera muñeca: rubia, ojos azules, sonrisa eterna, y lo mejor, vestida de bailarina de ballet, con sus zapatillas, su tutú, su collar y sus zarcillos de perlas. Me parecía preciosa, una princesa compañera de aventuras.

Por eso tampoco me ha extrañado la pasión de mi nieta pequeña por su nueva muñeca (o muñeco, no sé bien el sexo). Se lo regalaron en su 6º cumpleaños y es un Ksi merito que se llama Suzikín. Al pie del post les pongo una foto para que vean el espécimen: una cabeza enorme como si fuera una cabeza de ajos, calva con un rizo amarillo por únicos pelos, ojos también grandes y saltones, sin nariz y cuerpo raquítico. La creadora dice que se le ocurrió la idea en una pesadilla que tuvo durante unas turbulencias en el avión, y no me extraña nada ¡Cuidado que es feo! Y sin embargo mi nieta lo adora y va con el bichejo a todas partes: al cine, a la playa, a la cama, a mi casa... 

Porque además en el paquete en que se lo regalaron le dicen que ¡es un ser vivo! y que tiene que cuidarlo y amarlo como a tal: darle de comer papillitas, vacunarlo con jeringuilla especial, ponerle en la boca una bolita minúscula que dice que son vitaminas, darle un suero por si le ves cara de hambre (????), ponerle un pañal si piensas que se va a hacer pis... Cuando mi nieta me porfía que es un ser vivo, yo le digo que no lo es y le muestro a todos los seres vivos que hay alrededor: los saltamontes, los pájaros, los árboles, las personas... y le pregunto: "¿Suzikín se mueve como ellos, respira, se alimenta?". Ella se ríe y dice que sí y se pone a moverlo y a respirar y a hablar como si fuese él.

Total, que los Ksi meritos de las narices se han multiplicado por todo el mundo y los hay de varias clases y familias con todos los accesorios necesarios. Hay Ksi meritos Primer diente, Micromeritos (más pequeños, claro), Ksi meritos Impuntuales, Makitos (con olor a café), Lumi con luz propia cuando se les acaricia la espalda, y hasta Kakitos que hacen caca (son tres: Pop, KKKatalina y Poposchka). No se encuentran porque los niños se los rifan como si fueran lingotes de oro y se han convertido en un oscuro objeto de deseo.

Y te quedas pensando en cómo es posible con lo feos (y caros) que son, en el enorme negocio en que se ha convertido todo, en el engaño a los niños con el concepto de "ser vivo", en que para jugar, ser responsable y amar a un ser vivo podía hacerse con un gatito o un perrito, y para jugar simplemente no hace falta tanta parafernalia. Pero el marketing manda y ya mi nuera me dijo que a ver si lo encuentra en Madrid porque mi nieto de 4 años quiere para Reyes otro que se llama Kchito.

Ksi me da más repelús que la Rosaura.



lunes, 2 de septiembre de 2019

En defensa de las brujas




No hay historias que se transmitan mejor de boca a boca que las de las brujas y brujerías. Siguiendo esa sana costumbre hoy les cuento una historia que me contaron, la de Don Antonio, un señor que ya no está entre nosotros pero que estuvo mucho tiempo, aunque algo tocado por culpa de una brujería. Don Antonio, en sus años juveniles, era un real mozo, alto, guapo, de ojos oscuros y rientes, sonrisa ancha... Vamos, que estaba como un tren. Además, tenía su buen empleo y sus buenos dineros, lo que lo hacía más apetecible si cabe. Una vez tuvo que ir a Las Palmas por cuestiones de trabajo y se quedó en una pensión cuya dueña tenía tres hijas. Pronto notó que la madre siempre mandaba a la más pequeña a servirle, como queriendo metérsela por los ojos, y que a él le iba gustando la cosa, para qué nos vamos a engañar. Pero de repente empezó a sentirse mal: náuseas, hinchazón, acidez y un dolor en la boca del estómago que no le dejaba pegar ojo. No pudo más y se volvió para Tenerife, medio averiado y dejando tras de sí lo que pudo ser un gran amor que se quedó en nada.

Aquí visitó médico tras médico sin que dieran con la causa, hasta que, desesperado, se le ocurrió ir a un curandero de La Guancha que le dijo muy cariacontecido: "A usted le han hecho daño con menstruación, uno de los peores, y esto no se le va a quitar en la vida". Y efectivamente nunca se le quitó y vivió toda su vida delicadito del estómago y con un régimen estricto de una dieta sin picantes, sin vino, sin frutas, sin café, sin chocolate... o sea, privándose de todas las cosas ricas y pecaminosas que hay en esta vida y echándole la culpa a aquella bruja que le echó ese brebaje infernal en el café.

Cuando le conté la historia a mi hija, que, como saben, es médico, se rio y me dijo: "¿Sabes cómo se llama ese "daño" tan asqueroso? Helicobacter pylori, una bacteria que infecta el estómago y de la que antes no se sabía nada pero que ahora se sabe que puede estar presente en la mitad de la población mundial y que se puede combatir con antibióticos".

Sirva este relato para romper una lanza a favor de tantas mujeres a las que personas con prejuicios, confundiendo como en este caso las causas con los efectos, tildaban de brujas sin serlo. A las brujas de Salem, a las que vivían solitarias, a las feas, miopes o bizcas que solo por serlo ya se suponía que echaban mal de ojo, a las que tenían la nariz ganchuda (a una de mis amigas, maestra de infantil, que tiene una nariz con personalidad, uno de sus alumnos pequeñitos le preguntó: "Seño ¿usted es bruja?"), a aquellas de las que se desconfiaba por lo que fuera, a las que se les tenía manía... Pero sobre todo a las que conocían el uso de las hierbas y preparaban ungüentos y bebedizos y a las que la farmacopea les debe tanto.

Hay canciones, como la "Habanera embrujada" del grupo Mestisay, en la que la protagonista vendió su alma "por la receta que usan las brujas pa la ocasión" y que permitía un vuelo mágico de Canarias a Cuba: Jugo de tuno, ojos de baifo, / cola lagarto y poquito e ron, / tres oraciones a Santa Marta / pa que nos firme la absolución" . Pero la brujita que aparece hoy en mi imagen de introducción yo diría que define mejor lo que las brujas usaban. Me la mandó mi amiga Lali, que es bióloga, con la siguiente explicación: 
"Los zapatos son escamas de una piña de un pino; la escoba, infrutescencia de Umbelífera; el cuerpo, el fruto de un melocotón; la cara, el hueso de una aceituna; la nariz, una espina de rosal; los cabellos y manos, restos de vegetales; el gorro es una flor de las Tubifloras...".

Eso eran realmente las brujas, mujeres que vivían en contacto con semillas, flores, hierbas y frutos y que con ellos componían remedios, pócimas, ungüentos y filtros de todo tipo. He conocido brujas buenas que calmaban el dolor hasta con el contacto de la mano. Y he conocido brujas malas que no son como las de los cuentos pero que sí embrujan y hacen verdadero daño. Esas son a las que hay que temer y de las que hay que huir.
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