Allá por los años 70 durante una temporada me dio por leer ciencia-ficción y empecé por las obras de Asimov y por "2001: una odisea del espacio" de Arthur C. Clarke. Descubrí entonces, años antes de Luke Skywalker y de Han Solo, mundos imaginarios y galaxias muy, muy lejanas, a las que se podía viajar en un pispás y donde los robots convivían con los humanos y se permitían incluso en algunos casos pensar por su cuenta, como HAL 9000, la computadora del viaje espacial de "2001: una odisea del espacio", que, si la dejaran, se cargaba a todo dios.
Leía yo esas novelas, sin embargo, con el firme convencimiento de que nos hablaban de mundos imposibles que nunca se harían realidad ¿Hablar nosotros con las máquinas de tú a tú, vernos sustituidos por ellas, tratar de explicarles algo como amigos del alma? Ni de coña. El ser humano es, a pesar de su fragilidad, una caña pensante (que diría Pascal) y donde esté un buen cerebro que se quiten de delante todos los circuitos del mundo (me decía yo).
¡Qué ilusa! Hete aquí que, 40 años después, hemos llegado a ese mundo. En los últimos tiempos en los que he tenido que hacer bastantes diligencias por teléfono, he hablado casi más con las máquinas que con las personas. Y mira que a mi no me importaría pegarme una buena parrafiada con ellas, buena soy yo alegando y explicando. Pero son ellas las que no me dejan. Si les digo la verdad, nuestras conversaciones adolecen de camaradería y espontaneidad. Vean si no unos cuantos botones de muestra:
1) Ella: Diga brevemente el motivo de su llamada.
Yo: Pues verá, resulta que no me funciona el identificador de llamadas...
Ella (seca y antipática): Perdón, no la he entendido.
Yo (paciente y conciliadora): Es que, mire, antes tenía identificador de llamadas pero desde que me pusieron la fibra...
Ella (más antipática, si cabe): Perdón, esa opción no existe.
Yo: ¿Cómo no va a existir? Si es que...
PLOM (me cuelgan)
2) Ella: En unos instantes atenderemos su llamada.
Titirititití (musiquita)...
Ella: En unos instantes atenderemos su llamada.
Titirititití (musiquita)...
Ella: En unos instantes atenderemos su llamada.
Titirititití (musiquita)...
Y así hasta 300 veces. Me da tiempo hasta de pintarme las uñas. Al final, PLOM, cuelgo yo de pura desesperación.
3) Ella: Por favor, teclee el código asignado para esta operación.
Yo busco las gafas, busco el código asignado, que no estaba en la gaveta que pensaba, busco el teclado, voy poniendo los números despacio para no equivocarme y...
PLOM, se pasó el tiempo y me cuelgan.
4) Ella: Teclee del 1 al 10 su valoración del servicio prestado.
Yo (empática total): Mire, es que no me han prestado ningún servicio porque la cosa no está arreglada, pero tampoco quiero perjudicar a nadie...
Ella (impertérrita): Teclee del 1 al 10 su valoración del servicio prestado.
Yo: A la porra, un 5 y va que chuta.
En cuanto lo pongo, PLOM.
He llegado a la conclusión de que con ellas, nada de explicaciones ni conversaciones íntimas. Nuestro amor es imposible, a pesar de "Blade runner". A veces, hasta me da por pensar que detrás hay alguien volviéndonos locos y partiéndose de risa con nuestros improperios y maldiciones. Por eso, me encantó cuando hace poco , casi como un milagro, me salió ¡un humano! Era un chico sevillano al que le conté mis desgracias y, superamable, se puso a buscar mi expediente y le oigo decir: "No, aquí no es, a ver si por aquí...". Enseguida me dice: "Perdone, pero es que alguna vez hablo solo". "Huy -le contesto-, yo me paso el día hablando sola". Y él: "Pues entonces, como decía Antonio Machado, hablará con Dios". "Sí -digo yo- Machado dijo: Quien habla solo espera /hablar con Dios un día". Él: "¡Sí, eso mismo!"...
Ustedes no me digan que no hay diferencia ¡Qué gusto, pero qué gusto hablar con humanos!