lunes, 31 de julio de 2023

La persona más lista del país.



Esta semana he descubierto quién es la persona más lista de España. Sí, sí, sí, como lo oyen. Y no es un político de esos que ahora están de moda, ni un científico investigador, ni  un intelectual. No. La persona más lista del país es Tamara Falcó, la flamante novia que acaba de celebrar su boda. Los demás, mal que bien, se han tenido que currar su puesto de trabajo y su lugar en la sociedad. Ella, no; solamente con vivir ya tiene un buen pasar. ¿Que se quiere echar un novio? Se lo echa, lo cuenta a los medios y le pagan por contarlo ¿Que se enfada con él? Le vuelven a pagar ¿Que hacen las paces? Más dinerito para el bolsillo ¿Que se casa? Creo que el Hola le ha pagado un millón de euros (que yo hay días que no los gano) por la boda. Si la listeza se midiera por la capacidad de ganar dinero sin trabajar, no me digan que no se llevaría la palma.

De  todo esto me he enterado porque esta semana me tocó la peluquería mensual y me he puesto al día leyendo el Hola, que es la Biblia de las peluquerías.Sé que Tamara se hizo 4 trajes de novia para la pre-boda, la boda en la iglesia, el baile después y la postboda. Sé que había 8 ramos de novia, no sé muy bien por qué. Sé que había 250 sirvientes para 400 invitados, que qué menos. Sé que había 4 curas oficiando la ceremonia y que a uno se le quemó la casulla con una vela (que a lo mejor por eso había 4, para tener de repuesto, por si acaso). Por saber me sé hasta el menú de 300 euros (20 aperitivos como erizo en texturas, nori y caviar o vermouth trufado; entrante de quisquillas y esencia de hierbas; principal, pichón asado, trufas y tembloroso de setas; postre, chocolate y oliva "marqués de Griñón". No pusieron puturrú de fua, qué lastima).

Y de todo esto, lo que más me interesa es ¿por qué nos interesa?. Si una revista como Hola invierte tanto es porque la noticia se vende como churros y ya media España (incluyendo este humilde blog) conoce, comenta, compara, critica y trata la boda de Tamara como tema de conversación. ¿Por qué? ¿Es más importante para el público en general la boda de una chica guapa y rica que un descubrimiento en medicina, que una novela bien escrita o que resolver un problema del medio ambiente? No creo que Hola invierta tanto en noticias así.

¿Será porque nos gusta que nos cuenten historias  que no tengan que ver con la vida diaria, con pagos a Hacienda, rutinas del trabajo o potaje de coles al mediodía?

¿Será porque nos permite volar la imaginación y ponernos en el lugar de la gente rica? 

¿Será porque nos encanta criticar y chismorrear y esta es una buena ocasión?

¿Será porque recordamos cuando leíamos las Mil y una noches en la que nos hablaban de bellas huríes, de caravanas llenas de dinares de oro y piedras preciosas, de jóvenes tendidos en divanes de seda y terciopelo y de bodas deslumbrantes? En una de ellas, Scherezade contaba: La novia dio siete vueltas al salón, cada vez vestida de distinto modo (...) y cada traje era mucho más elegante y lujoso que el anterior". Si lo llega a leer Tamara...

¿Se les ocurre alguna otra razón? Yo sigo sin explicarme por qué demonios interesa la vida privada de alguien que ni crea, ni trabaja, ni canta, ni baila, ni es una estrella del cine o del deporte, ni inventa, ni descubre, ni nada de nada. A no ser que sea por lo lista que es. Seguro que es por eso.


lunes, 24 de julio de 2023

Gracias, San Crisóstomo



Hace poco leí de un personaje de una serie que, en su lecho de muerte, confesaba contrito a todos sus consternados parientes que a él nunca le había gustado El padrino y que, a pesar de que le dijeran que era una obra maestra, "compréndanlo, yo soy más de Esta casa es una ruina". Bueno, pues eso mismo le pasa a mi marido con respecto a la lectura: a él que no le cuenten historias y siempre dice que, más que de La insoportable levedad del ser, él es más de Mortadelo y Filemón. Por eso, todos los días de Reyes en los que siempre regalo libros, sé que a él le caerán, al lado de alguno de climatología o astronomía que le encantan, un ejemplar del último Mortadelo y Filemón, que de paso leemos los demás.

Así que nosotros hemos crecido con los geniales libros de Ibáñez, que es como de la familia. Conocemos perfectamente los entresijos de la "T.I.A." (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) y a sus agentes más famosos: Mortadelo y sus disfraces y Filemón llevándose todas las tortas, siempre con los mismos trajes, levita negra uno y pantalón rojo, camisa blanca y pajarita el otro. Y a los demás personajes: el superintendente y los vehículos cutres que pone a disposición de los agentes (tranvías, patinetes, carritos de la basura, vagonetas, motos que se paran en cuanto pisan un chicle...); el Doctor Bacterio y sus inventos; la políticamente incorrecta Ofelia; los criminales perseguidos, como los 10 del Gang del Chicharrón, que se escapan de la cárcel por 10 agujeros distintos; la lógica de alguno de ellos ("Los gatos no fuman. Si no fuman, es que no tienen para tabaco. Si no tienen ni para tabaco, es que son agentes de la "T.I.A.". Los agentes de la "T.I.A." desayunan pan con mortadela. Mortadela es casi lo mismo que mortadelo. ¡Luego ese gato es Mortadelo! ¡Tengo que deshacerme de él!"). Nos fijábamos en todos los detalles porque en segundo plano, detrás de la acción, aparecían los dibujos más locos: un marciano bajándose de un platillo volante diminuto en una esquina, caracoles o ratones disfrazados de una lado para otro, una guagua anunciando "Detergente Vitriolez", una paloma mensajera cargando con un magnetofón y quejándose de lo dura que es su vida...

Hasta en nuestra familia heredamos frases de ellos, como el "gracias, San Crisóstomo" del título, cuando alguien es rácano o demasiado dadivoso al darte una cosa. La tomamos de una de las historias en la que un mendigo muerto de hambre pedía mirando al cielo: "Si San Crisóstomo me mandara aunque sea un bistec...", y acto seguido le caía desde un avión una vaca entera. El mendigo mira de nuevo hacia arriba y dice, escachado y furioso: "¡Gracias, San Crisóstomo!".

Muchas, muchas risas compartidas nos ha proporcionado Ibáñez a lo largo de la vida. Y ahora ha muerto este 15 de julio a los 87 años, dejándonos sin su eterna sonrisa de vacilón. Su editorial publicó: "Nos deja el enorme legado de su lucidez, sentido del humor y más de 50.000 páginas con personajes memorables que han hecho felices a gran número de lectores".

De todos los memes, artículos, comentarios sobre su muerte, me quedo con el de la imagen inicial, obra de René Merino. Ibáñez entra en el cielo de los genios y sus personajes quieren ir con él, pero los rechazan porque ya son inmortales. Ese es el poder de todo creador, saber que, aunque perezcan, su obra perdura para siempre. Gracias, San Crisóstomo, porque Romeo y Julieta, Don Quijote y Sancho, Mortadelo y Filemón y tantos y tantos personajes seguirán viviendo con nosotros.

Pero ahora, ¿qué voy a regalarle a mi marido de lectura nueva por Reyes?

lunes, 17 de julio de 2023

Bajo la sombra de Hautacuperche


La historia de Hautacuperche, un guerrero aborigen gomero que vivió allá por el siglo XV, tiene todos los ingredientes para convertirse en una tragedia épica. Hubo en ella un Pacto de Hermanamiento entre los aborígenes y los conquistadores que fue sellado bebiendo los dos jefes leche del mismo gánigo (no son los pactos de hoy pero como si lo fuesen); hubo una ruptura del Pacto por parte del Señor de la isla, Hernán Peraza el Joven que, pasando de hermanamientos, se lió con Iballa, hija de un jefe aborigen (¡vaya, vaya, con Iballa!, decía siempre un amigo mío); hubo un cabreo monumental por parte de los gomeros que llegaron hasta la cueva de Guahedum donde se reunían los tortolitos y allí su líder Hautacuperche se cargó, lanza en ristre, a Hernán Peraza; hubo luego la llamada "rebelión de los gomeros", el sitio a la torre del Conde, donde Hautacuperche se lució (Abreu Galindo cuenta que era tan ágil y ligero que recogía con la mano y devolvía las saetas que le tiraban), a pesar de lo cual murió él también; hubo la posterior venganza terrible contra los gomeros por parte de Beatriz de Bobadilla, la mujer de Hernán Peraza, que era de armas tomar... Pactos, traiciones, amores clandestinos, un héroe de leyenda, rebeliones, muerte al tirano y hasta silbidos gomeros hubo. ¿Qué más se puede pedir?

Hay una estatua de 4 metros de Hautacuperche al lado del mar, frente al hotel donde nos hemos quedado esta semana en Valle Gran Rey, al sur de La Gomera. A lo mejor el héroe era canijo y feo, pero el autor Luis Arencibia lo ha esculpido como un real mozo, alto, fuerte, noble, una figura poderosa y altiva, con la apostura de un dios de la antigüedad. Lleva en la mano derecha el gánigo quebrado, símbolo de la traición, y en la izquierda la lanza con la que atravesó a Hernán Peraza. En el costado asoma la flecha de ballesta con que lo mataron. Y al verlo, tan digno y tan señor, nos parece como si nos dijera: "Tranquilos, que aquí estoy yo", como si pudiéramos sentir su sombra protectora y que nada puede pasarte mientras vigila.

La siento cuando conozco a tanta gente que ha optado por vivir en esta isla bendecida por los dioses. Como César que hace 32 años dejó Tenerife y montó su negocio en Hermigua. "Demasiados coches allí", dice. O Consuelo, que pasa temporadas largas y tranquilas frente al mar en Valle Gran Rey. O Pepe, un matancero a punto de jubilarse después de pasar media vida en La Gomera. "¿Y volverías a La Matanza?". "¿Estás loca? -contesta- Esta es mi casa". O Aarón, que acaba de mudarse aquí para cambiar de aires y está encantado. O mi amigo Javier, que tanto sabe de la historia de las islas y que se vino a vivir a El Cedro, uno de los bosques más bonitos del mundo.

Y los que estamos de paso, como nosotros la semana pasada, también hemos sentido la tranquilidad, la seguridad, la paz de estas mañanas en las que nos acompañan el sonido de las olas en La Puntilla, la brisa que mueve las hojas de los mangos, la caricia del sol en la piel, los saludos de los vecinos... Los días pasan perezosamente atardecer tras atardecer a cual más bello. En estos días no nos han preocupado ni los debates políticos, ni las noticias de los medios ni el qué podremos hacer mañana. Vivir y dejar vivir. La sombra de Hautacuperche es alargada.

lunes, 3 de julio de 2023

El rayo rojo del crepúsculo



Debo confesar que tengo debilidad por los atardeceres. Recuerdo incluso una vez, en el año 66, que estando en el albergue en la Playa de San Marcos, tuvimos que escribir una revista entre todas y a mí me tocó hacer y explicar la portada. ¿Qué puse? Por supuesto, un atardecer, que allí eran preciosos. Los atardeceres tienen algo, se prestan a la poesía (En el éxtasis de un atardecer que no será una noche... decía Borges) y a la filosofía,. ¿No tiene algo de pequeña muerte esa caída del sol en el horizonte, confiando y esperando que mañana habrá otro día? Por eso no es extraño que yo, en cuanto veo uno de esos crepúsculos espectaculares, me ponga como una loca a sacar fotos, en un vano intento de captar el momento y de adueñarme de toda esa sinfonía de color. Pero no hay manera, nunca lo consigo.

Sin embargo, esta semana la cámara me regaló esta imagen que pongo al inicio. Entre todas las fotos apareció este rayo, ya no verde, sino rojo, que interpreté como un heraldo de momentos dulces, como el anuncio de que, aunque no captes el esplendor, siempre puede haber algo inesperado en cada día que vivas. Y lo hubo esta semana.

Hubo el momento feliz: tener noticias de un alumno al que quise mucho allá por los años 80 y al que le perdí la pista. Ahora me mandaron una foto de él y, aunque ha cambiado mucho y ahora es un señor, sigue teniendo los mismos ojos inteligentes y la misma sonrisa de buena persona. Me gustó verlo feliz.

Hubo el momento tierno. Por las buenas notas les regalé a mis nietos pequeños lo que ellos quisieran. Eligieron, tan modestos, el de 8, sobres de estampas de fútbol y la de 9, rotuladores.

Hubo el momento evocador cuando con ellos vi en casa la película "Tú a Boston y yo a California" y comprobé que me seguía gustando (Let's get together, yeah, yeah, yeah...), como cuando era pequeña. A ellos también les gustó.

Hubo el momento de risas con la calufa y los casi 30º que hemos tenido estos días: el golpe de mi amiga Conchi diciéndome que estos calores eran malos para nosotras, los bombones.

Hubo el momento de goce liberador: saltarme el régimen de no tomar hidratos ni alcohol por la noche y hacerme una tortilla española con papas, cebolla y chorizo y acompañarla con champán. ¡Me supo!

Y más momentos buenos: las charlas con mis hijos por las noches que no pueden faltar; la cena con los amigos en casa este viernes y la guitarrada haciendo un repaso a las coplas de toda la vida (Era muy poco en la vida, tan poco que nada era. Por no tener no tenía ni madre que lo quisiera...); el ir al huerto que fue de los abuelos en El Tanque y encontrar el ciruelero lleno de ciruelas rojas, futuros frascos de mermelada que brillarán como joyas en mi cocina.

Al final. va a tener razón Forrest Gump cuando decía lo de que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar. Pero, si te fijas, siempre toca alguno. Gocemos de los momentos.

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