¡Mira que se han dado definiciones sobre el hombre a lo largo de la historia! Que si es un animal racional, que si es un animal político (Aristóteles), que si es un animal simbólico (Cassirer), que si es un lobo para el hombre (Hobbes)... Pero para mí, visto lo visto, animal sí (en eso coinciden todos), pero un animal agoniado.
Agoniado es un canarismo, mezcla de agonía y agobio, que el "Diccionario de canarismos" define como angustiado y abrumado por algo. Y últimamente, según veo alrededor, hay mucho agoniado.
Que sí, me dirán, que motivos hay para ello: una guerra en Europa por primera vez en años, el calentamiento global, la pobreza extrema de algunos países, el volcán, esta dichosa pandemia que no acaba de irse... Pero es que hay gente que a todo eso le añade, además, la invasión de los zombies o de los alienígenas, una guerra nuclear, el choque con un meteorito, tsunamis aterradores de esos que sumergen islas enteras...: el apocalipsis, vaya. Y están agoniados, claro.
Sin ir más lejos, mi sobrino Carlos, que se pasó 7 años en Göttingen (Alemania), me contó el otro día en una reunión familiar que tiene allí un amigo, un chico sano y normal de unos 30 años, que, a pesar de que todo le va bien, vive preparado para el caos y se pasa la vida temiéndolo. Tiene en su casa una mochila lista para la supervivencia con todo lo necesario para que, cuando la hecatombe se desate, echarse al monte o a dónde sea. Lleva alimentos enlatados y conservas, agua, botiquín, silbatos, linterna, herramientas para hacer fuego, utensilios para pescar o cazar... Este chico le contó que lo primero que hace cuando viaja a una ciudad que no conoce es buscar la tienda de armas más cercana (supongo que será por si los zombies o los alienígenas). Además, no se crean que es el único, hay un montón de gente que piensa igual y que lo mismo construyen refugios o bunkers en su casa que los ayuden a sobrevivir a una catástrofe, como no dan un paso sin creerse seguros de que van preparados para cualquier contratiempo. Por eso se hacen llamar preppers, preparacionistas o preparados, pero yo creo que les va mejor agoniados.
Porque es verdad que no es este el mejor de los tiempos (ninguno lo es) y que podemos torturarnos con todo lo que se nos puede venir encima. Pero también es verdad, como le leí hace un tiempo a Javier Cercas, que "esta existencia precaria y fugacísima es lo único que tenemos: no hay más; así que lo que deberíamos hacer es dejar de hacer el asno, abrazarnos a ella y exprimirla hasta la última gota". Por eso también me ha gustado tanto la alegría con la que mis sobrinos, en estos carnavales a destiempo que estamos viviendo, se han disfrazado -de monja, del pintor y su musa, de cosas raras con pelucones y sombreros...- y han demostrado que no hay nada como el buen humor y el reírse hasta de nosotros mismos. Somos también, como decía Vicente Aleixandre, "entre dos oscuridades, un relámpago". Nada de agonías.
Así que, queridos preppers, olvídense un rato de invasiones y desastres y de tanto preparativo contra ellas. Y recuerden una cita de Montaigne que yo repito mucho a los amigos preocupados: "Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron".