Estaba
el otro día engalanándome para ir a una cena –ya saben, que si un collar por
aquí, que si un anillo por allá, que si zarcillos, que si dos o tres pulseras…-
cuando oí desde los celajes la voz de mi madre: “No te pases, que a ver si vas
a parecer la Cruz
de la Trompetona ”.
lunes, 29 de julio de 2013
lunes, 22 de julio de 2013
De paseo con las musas
Una de
las consecuencias lógicas y previsibles del “gen coleccionista” es la
existencia de los museos. Si no hubiera habido personas a las que les dio por
llenar su casa de cuadros, minerales, mariposas con alfiler atravesado, vasijas
de barro o esculturas, la mitad de los museos no habría existido y eso es algo
que nos habríamos perdido.
Sin ir más lejos, mi antiguo Instituto, el IES Canarias Cabrera Pinto, tiene un museo formado por todas las colecciones que sesudos profesores o sus descendientes fueron donando cuando ya no podían ni caminar por los pasillos de su casa sin que se encontraran un avestruz disecado, un suponer. Y esta semana pasada, que me fui con mis amigas del colegio a hacer eso tan recomendable que es hacer turismo en tu propia tierra, fuimos a ver el Museo del Hombre en Santa Cruz, en el que también hay momias, cacharros, collares, piedras de molino… que muchos caminantes fueron encontrando en las cuevas y barrancos de nuestra isla, y que, ante el dilema que les planteó el cónyuge (¡O tus cachivaches o yo!), optaron por hacer una generosa donación al Museo. Lo cual fue una suerte, si lo piensan, porque gracias a eso descubrimos cómo vivían y cómo morían nuestros ancestros.
Sin ir más lejos, mi antiguo Instituto, el IES Canarias Cabrera Pinto, tiene un museo formado por todas las colecciones que sesudos profesores o sus descendientes fueron donando cuando ya no podían ni caminar por los pasillos de su casa sin que se encontraran un avestruz disecado, un suponer. Y esta semana pasada, que me fui con mis amigas del colegio a hacer eso tan recomendable que es hacer turismo en tu propia tierra, fuimos a ver el Museo del Hombre en Santa Cruz, en el que también hay momias, cacharros, collares, piedras de molino… que muchos caminantes fueron encontrando en las cuevas y barrancos de nuestra isla, y que, ante el dilema que les planteó el cónyuge (¡O tus cachivaches o yo!), optaron por hacer una generosa donación al Museo. Lo cual fue una suerte, si lo piensan, porque gracias a eso descubrimos cómo vivían y cómo morían nuestros ancestros.
Los
Museos deben su nombre a las Musas, aquellas señoras de la antigüedad griega
con nombres sonoros y musicales: Talía la festiva, Euterpe la muy placentera,
Calliope la de bella voz, Clío la que ofrece gloria, Erato la amorosa, Polimnia
la de muchos himnos, Melpómene la melodiosa, Terpsícore la que deleita en la
danza y Urania la celestial.
De la
mano de ellas, los museos del mundo nos muestran las cosas preciosas que los
artistas han hecho bajo su inspiración: Nefertiti y su cuello grácil en Berlín,
la noche estrellada de Van Gogh en Ámsterdam, le Moulin de la Galette de Renoir y la Victoria de Samotracia en
París, el rapto de Proserpina de Bernini en Roma, la Venus de Willendorf en
Viena, las pinturas de Picasso y Miró en Barcelona, el encanto de la joven de
la perla de Vermeer en La Haya …
Hace
poco mis nietos han visitado por primera vez el Museo del Prado. Sería mucho
pedir que se extasiasen ante “El jardín de las Delicias” de El Bosco, como hice
yo cuando fui a estudiar a Madrid. Pero les pregunté “¿Qué fue lo que más te
gustó?” y el Terro (8 años), sin dudarlo, dijo:
- “El
lavatorio de pies”.
-
¿”El lavatorio de pies”? ¿Y quién lo
pintó?
- Tintoretto
–ni se lo pensó.
- ¿Y
por qué te gustó?
-
Porque está en 3D, está chulísimo.
- ¿Y
alguna más?
- ¡Las
Meninas de Velázquez! Y, cuando salimos, me compré un clic de Durero en el que
él está pintando su autorretrato.
Susanita
(9 años, casi 10), que está más en los mundos de Yupi pero a la que le gusta
mucho pintar, a mi pregunta contestó que le había gustado mucho uno de una
chica con fondo azul y suelo de madera,
tan real –me dijo- que parecía una foto. “Ah, y uno de la familia de un rey.
Era de Goya. Vimos un montón de cuadros de Goya. Y a la salida me compré una
pluma de ave que escribe de verdad”.
Yo no
sé ustedes, pero a mí que mis nietos, a una edad en que yo no había visto un
museo ni por el forro, me nombren a Tintoretto, a Velázquez, a Durero y a Goya
como si los conocieran de toda la vida, qué quieren que les diga, me
emociona Y, en estos tiempos que corren
de maquinitas y comecocos, me llena con la esperanza de que tal vez podamos –si
nos dejan, si lo cuidamos, si valoramos la sensibilidad y el saber mirar…- ir
hacia delante y llegar a un lugar donde nos bendigan las Musas.
(En la imagen, "Musas bailando con Apolo" de Baldasarre Peruzzi, de la escuela de Rafael)
lunes, 15 de julio de 2013
La gota de agua que horada la piedra
Ahora
que el pobre Nelson Mandela está agonizando y todos los periodistas ha tiempo
que tienen preparadas sus necrológicas, que ya es ser cenizos, he leído en el
periódico un elogio- por lo menos, en vida- que de él hace Mario Vargas Llosa. Vargas
Llosa califica a Mandela, en sus esfuerzos por convencer a la minoría blanca de
Sudáfrica de que estaban equivocados, como “la gota de agua que horada la
piedra”. Lentamente, despacio pero sin pausa, Mandela, durante años, fue abriéndose
puertas, derribando torres de desconfianza y temor, rompiendo prejuicios,
imponiendo su tesis de que la lucha pacífica sería la vía más eficaz para
romper el apartheid.
lunes, 8 de julio de 2013
Pues ya usted ve...
Mi
amiga Conchi es la amiga más antigua que tengo, la que venía a mis cumpleaños
desde antes de empezar el colegio y una de las pocas que guarda memoria de los
merengues de mi abuela. Por eso de tener 6 meses más que yo y nacer en distinto
año, le tocó un curso superior al mío, pero eso no fue obstáculo para seguir juntas
yendo y viniendo en el camino desde el colegio a casa, mientras me contaba con
pelos y señales (siempre fue una excelente narradora) la última película,
novela o cuento que había visto o leído.
lunes, 1 de julio de 2013
Esa mala costumbre de fisgonear
Los que
disfrutábamos de las novelas de John Le Carré y de las películas de James Bond
pensábamos que, con el final de la guerra fría, aquellas aventuras de espías
sofisticados y llenos de artilugios para fisgonear al otro habían pasado a la
historia. Y mira por dónde ahora están más que nunca en el “candelabro”, que
diría la Mazagatos. Que
si Método 3; que si se espían entre los del mismo partido; que si, en la cumbre
del G-20, el Gobierno inglés, tan hospitalario él, al mismo tiempo que ofrecía
banquetes a sus invitados, se empapaba en secreto de sus comunicaciones, así
fuera una llamada a la tintorería; que si Snowden, que si Assange, que si
Google y Facebook están al servicio de la Agencia Nacional de Seguridad
americana… (¡Cielos! ¿Estarán leyendo esto? ¡Qué emoción!).
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