La semana pasada fui a pasar unos días -del 17 al 20- en La Gomera, en Valle Gran Rey, y, cómo no, me encontré con mi amiga Gomeira, de la que ya les hablé hace algún tiempo (aquí y aquí). Como dije entonces, Gomeira (igual que el Pereira de "Sostiene Pereira" de Antonio Tabucchi) es de las que sostienen ideas, opiniones y argumentos y te los suelta nada más verte, después de los abrazos, casi sin tomarse un tiempo para respirar.
Así, sostiene Gomeira que a esta tierra bendita no se debe venir por solo tres días y que, ya que atravesé los mares procelosos a bordo del "Benchijigua", lo menos que podía haber hecho es venir por todo el mes de agosto, que es mes de fiestas y parrandas y de bailes en las plazas. Que ya me perdí los festejos de julio a San Buenaventura y a la Virgen de la Salud ¡pero los de agosto...! Que el primer domingo bailó e hizo sonar las chácaras -chacachacacha chacachaca chacachacacha chacachá...- en la de Los Chorros de Epina alrededor de San Isidro, que sí, que el santo no abulta nada pero, sostiene Gomeira, que hay que ver la cantidad de gente que convoca. Después, hace apenas dos semanas fue la fiesta del Ramo a San Salvador en Arure y que menos mal que los veraneantes han tomado partido por él y aquello se llena porque antes parece que iba ganando la Virgen de la Salud pero que ahora están casi empatados. Ah ¿que no sabes que es el Ramo? Sí, mujer, si se ha hecho hasta famoso, que le han dado la medalla de Oro de Canarias y todo. Pues la cosa es que una familia hace una promesa y es ella la que se va a encargar de todo antes de la fiesta: de arreglar la iglesia, comprar los voladores, reunir el material para el Ramo, encargárselo a Cheo Porro, que lleva haciéndolo hace unos 50 años, y abrir su casa desde por la mañana para convidar a todo el que vaya con manises, tortillas, carne cabra, ñames, roscos y bollos, galletas de manteca, almogrote y todas las cosas buenas que da esta isla. Y no es porque yo lo diga, sostiene Gomeira, pero el Ramo es una verdadera obra de arte, tan colorido y coronado con una piña tropical y flores de mundo. Antes se llevaba en una caña de azúcar y no se le ponían berenjenas como ahora, que es algo, sostiene Gomeira, que nunca conocimos de chicos, la verdad, sino las verduras y los frutos de siempre, higos, plátanos, mangos y esas cosas. Después del convite, se lleva el Ramo hasta la Iglesia entre tambores, chácaras y cantos -Quítate de alante, Arure, que quiero ver a Chipude, chacachacachá chacachaca chacachacachá chacachá...- y allí se pasa el Ramo para que se lo coman a los que van a invitar el año que viene.
Y que si te has perdido todo eso, sostiene Gomeira, lo mejor que podrías hacer es quedarte a la fiesta de la Virgen del Buen Viaje en Taguluche el último domingo de agosto en que hacen ¡otro Ramo! Ah ¿que no, que solo has venido por tres días, que además no coinciden con fiestas? Pues qué se le va a hacer. Aprovecha para pegarte unos buenos baños, que en Valle Gran Rey ¡será por playas! Puedes bañarte en Vueltas, o en La Puntilla, o en La Calera, pero no te aconsejo el Charco del Conde donde solo puedes darte baños de asiento ni la del Inglés que es para nudistas y tú ya no tienes edad para eso.
Y aprovecha también para llevarte un buen recuerdo de nosotros, pero, sostiene Gomeira, no te compres unas chácaras porque estas donde suenan bien es en los aires puros de La Gomera (y además creo que los precios están por 150 euros). Mejor te llevas un par de kilos de mangos, que no hay nada más rico a media mañana que comer un mango pelado y troceado que esté esperándote en la nevera. Todo eso sostiene Gomeira.
Y aquí me ven, de vuelta, saboreando mangos.
Y aquí me ven, de vuelta, saboreando mangos.