Había una vez un pueblito que quiso ser independiente... y no hablo de quienes ustedes piensan. Ya bastante guineo tenemos con ellos en televisiones y periódicos. No, lo que yo quiero contarles hoy, ocurrió hace mucho, mucho tiempo y no en una galaxia muy lejana. Para no andarnos con rodeos, fue en 1925 y en un pueblito, más bien un pago, de Los Llanos de Aridane en la isla de La Palma: Tazacorte.
El porqué a este pueblo le dio en ese momento por desear la independencia, no ya de Los Llanos, no ya de la isla de La Palma, no ya del Archipiélago Canario, sino de España entera, yo creo que habría que buscarlo en un hecho ocurrido unos 14 años antes. En 1911, Tazacorte era un pueblito pesquero con 2500 habitantes y, ya entonces, lo que más querían estos, sobre todo los progresistas, era no tener que depender de Los Llanos, que desde lo alto los miraba paternalista (en la imagen, puede verse). El caso es que, según cuenta el periódico "El Apurón", solicitaron al gobierno de la nación, con el correspondiente papeleo y la intercesión de Pedro Pérez Díaz, líder republicano y abogado del Consejo de Estado, que les concedieran el privilegio de ser ciudad y ¡se lo concedieron! El edicto del rey Alfonso XIII decía así: "Queriendo dar una prueba de mi Real aprecio al pueblo de Tazacorte, provincia de Canarias, por el desarrollo de su agricultura, industria y comercio, y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional. Vengo a concederle el título de Ciudad. Dado en palacio el 23 de marzo de 1911. Alfonso"
¡Para qué fue aquello! Los palmeros no se cortan un pelo a la hora de hacer una buena celebración y esta lo fue ¡Nada menos que ser una ciudad! ¡Igual que Santa Cruz de La Palma, igual que Madrid, igual que Nueva York! Cohetes voladores, manifestaciones con bandas de música, banderas, gritos de euforia y cánticos hasta altas horas de la madrugada... ¡Una juerga monumental de varios días, vaya, que hasta el guardia tuvo que ir a pedir que se cortaran un poco, que había gente durmiendo!
Pero no a todo el mundo le gustó la decisión. El diputado conservador por La Palma en Madrid empezó a dar la lata allí poniendo a los de Tazacorte a caer de un burro: que si eran un barrio de barqueros salvajes y peleones, que si eran anticlericales y antimonárquicos, que si daban gritos subversivos... Y tanto manejó amistades y tanto susurró maquiavélicos comentarios en oídos compinches que consiguió que el gobierno diera marcha atrás, poniendo como excusa que se habían equivocado de nombre y que a quien habían querido nombrar ciudad era a Tacoronte en Tenerife. Tacoronte, sin comerlo, ni beberlo, ni haberlo solicitado, se vio convertida en ciudad ¿Se imaginan, después de las celebraciones, el desinfle, la afrenta y la indignación de los bagañetes (así llaman a los tazacorteros)?
Esa rabia tiene que haberles durado unos cuantos años más, en los que cualquier minucia se sumaba a la malquerencia de España. Y en 1925 dijeron que hasta aquí llegamos y ¡hala! se declararon unilateralmente independientes de España. "Con bicheros, palos y cañas / gritamos con voz de calibre: / ¡Viva Tazacorte libre / e independiente de España!" cantaban por las calles, mientras con escopetas de caza guardaban las "fronteras" y no dejaban entrar a ninguno de los "extranjeros" palmeros que los rodeaban. La independencia les duró 3 días. Al tercero, las autoridades, que no se andaban con muchos miramientos, aparecieron en la costa en forma de buque de guerra y ni cortos ni perezosos les mandaron un obús que, pasando limpiamente sobre el pueblo, fue a dar a la montaña de Argual (obuses tenían pero lo que es puntería, poca). Los de Argual eran extranjeros, claro, pero hasta hace 3 días eran sus vecinos y parientes. No les quedó más remedio que rendirse, abrir fronteras y proclamarse otra vez españoles. La buena noticia fue que ese mismo año les dejaron independizarse de Los Llanos y desde entonces Tazacorte es un municipio (que era lo que siempre quiso ser desde el principio).
En esta historia curiosa que todos los palmeros conocen (gracias, Enrique y José Vicente, por contármela) hay mucho material de reflexión: las pasiones por las que luchamos, las puñaladas traperas que se dan en política, las prioridades, lo malas que son las decisiones unilaterales, lo disparatada que es la naturaleza humana... Errores y aciertos forman parte de la historia de los pueblos. También de este, cuyas gentes hablan de ellos con humor en las parodias que representan en las fiestas de San Miguel. Hoy los de Tazacorte siguen siendo luchadores, apasionados y avanzados en todo (no por nada en La Palma a su pueblo se le llama "el París chiquito"). Y en estos tiempos que corren, más de uno habrá que recuerde, sentado tranquilamente en la Avenida, la gesta de hace un siglo, mientras se come un pescado fresquísimo frente a ese mismo océano, ancho y sereno, desde el que una vez les disparaban obuses con mala puntería.