lunes, 30 de diciembre de 2013

Mantel de navidad




Una de las cosas más tristes a las que la desaparición de los seres queridos te enfrenta es a recoger la vida material que dejan, los objetos personales –sus trajes, sus perfumes, aquel cuadro que compró en un viaje porque le hizo ilusión, el último libro que leía, con su marcador en la página 100… En fin, todo lo que se va acumulando en una casa y que arropa a las personas.

lunes, 23 de diciembre de 2013

¿Cómo que no has estado en Granada?




Si volviera a nacer, me pediría ser un viajero con muchos idiomas en la mochila. Me encantan los viajes. Son, para mí, un paréntesis en la vida diaria, un permiso para asomarte a otras formas de caminar por el mundo, una gozada. Y no crean que esto es una apreciación universal. Mi marido, sin ir más lejos, cuando vamos a subir al avión, mientras que yo llevo puesta la sonrisa de expectación y de “¡Ya estamos en danza otra vez!”, suspira por su casita y dice resignado: “¡Que necesidad!”.

Así y todo, aunque no hemos cruzado el charco (todo se andará), me lo he llevado por Europa hasta las islas de Arán por el oeste y a la lejana Estambul por el este. Hemos recorrido las 8 islas y todas las regiones de España. Pero no había ido a Granada. Mis hijos, mis hermanos, mis amigos, mis alumnos, ¡hasta mi marido!, todos han estado en Granada y me miraban con ojos como platos: “¿Cómo que no has estado en Granada?”.

¿Quién no conoce Granada? Agustín Lara volvió su cantar gitano para ella. Washington Irving, en sus “Leyendas de la Alhambra”, habló de ejércitos moros dormidos bajo tierra esperando una hipotética reconquista, de princesas agarenas que se escaparon, enamoradas, con caballeros cristianos, de tesoros escondidos y hallados por un jardinero de la Alhambra. Manuel Machado la vio como “ese agua oculta que llora” y Lorca me descubrió los dos ríos de Granada que “bajan de la nieve al trigo”. Y todo el mundo conoce los versos del poeta mexicano Francisco de Icaza:
“Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada”.

Y, por fin, esta semana pasada he estado en Granada.

Y he descubierto la Granada mora: el Castillo Rojo –que eso es lo que significa “Alhambra”-, ese libro abierto en sus paredes en las que se repite el lema de los nazaríes, “El único victorioso es Alá”; los materiales -cerámica, estuco, mármol blanco de Macael, madera y agua- de sus salas y jardines; la sala en la que Boabdil invitó, encerró y mandó decapitar a los 36 caballeros abencerrajes, sabedor de que uno de ellos era el amante de su favorita; las callejuelas del Albaycín; las tiendecitas y teterías de la Alcaicería y la Calderería; la Puerta Elvira; la llamada del muecín, que oí dos veces a la caída de la tarde; una cena en un carmen viendo la Alhambra iluminada…

Y la Granada cristiana. No sólo las iglesias, la Catedral, la Capilla Real, la Cartuja, tan magníficas que no sabes describirlas, sino también un coro y su orquesta cantando el “Adeste fideles” en Las Angustias, o el Colegio de las Niñas Nobles o el pionono ¿Quién le iba a decir al Papa Pío IX que lo recordarían, más que por lo que pudo hacer en su papado, por un dulce inventado por un pastelero granadino? Que, por cierto, dejó, al morir, su receta secreta a su enfermero, cambiándole la vida.

Y la Granada gitana, que se asoma en la señora mayor con pantuflas –podría ser mi abuela-, que toca las castañuelas acompañando a su nieto en el Mirador de San Nicolás; en el cante flamenco; en el particular modo de vida del Sacromonte.

Pero, sobre todo, la Granada viva. La Torre de la Vela, donde las chicas solteras van a tocar la campana el 2 de enero, aniversario de la toma de la ciudad; la luz de estos días navideños; el fondo de la nieve en el Mulhacén; el rumor del agua, la música de la ciudad; los mercados multicolores; las tapas que te sirven gratuitamente con cada vinito; las calles y plazas llenas de gente: Recogidas, Puerta Real, Gran Vía, Bibrambla, el Paseo de los Tristes donde se despedía a los entierros (y, paradójicamente, tan alegre) o la calle de La Colcha (“Eres más delicado que la calle de La Colcha”, dicen los granadinos, recordando que los callaos que la tapizan y adornan se levantaban por menos de nada).

He podido después de tanto tiempo atisbar algo de lo que es Granada, lo suficiente para que me queden ganas de volver. Y también lo suficiente como para que, cada vez que me encuentre con alguien que no la conozca, lo mire con asombro y suficiencia y pueda decirle: “Pero ¿cómo es posible que no hayas estado en Granada?”

(Para Ana, mi amiga granadina, que me enseñó Granada como nadie)





















lunes, 9 de diciembre de 2013

Que decidan las margaritas




Esta es la frase de esta semana en el Cartel de la Autopista. Para los que no lo sepan, tenemos en la isla un poeta, Anoniman,  que cada semana desde hace años se toma la molestia de poner un pensamiento en un cartel, que hace sonreír y pensar a los que pasan (“En tu espejo soy guap@”, “Apagar el móvil eleva la mirada”, “La locura lo cura”, “Menos guasap y + venaverme”, “Dormir no me quita el sueño”…) Los habituales que van desde el Norte a Santa Cruz ya llevan de antemano la sonrisa puesta y la expectación en los ojos.

martes, 3 de diciembre de 2013

Dar gracias




Nos han invitado un amigo americano y su mujer este domingo a una comida de  Acción de Gracias que llevan celebrando hace más de 20 años en Tegueste, en la preciosa casa de Juan y Carmen, unos amigos comunes, y a la que yo he acudido por primera vez con la curiosidad de una neófita.

Por supuesto, allí estaba todo lo típico de la celebración norteamericana: el pavo, las frutas del relleno, la salsa de arándanos, la tarta de calabaza… Pero también estaban las risas y la complicidad de los que se conocen desde hace tiempo, un curioso y divertido concurso-test, con premio incluido, a los invitados para ver cuánto sabían del evento y las palabras del anfitrión recordando aquel hecho lejano, cuando los peregrinos del Mayflower y los indios se reunieron para compartir una primera comida, allá por 1621, celebrando que las cosechas estaban salvadas y que estaban vivos.

Los americanos, tan amantes de las tradiciones y tan exagerados, han magnificado el hecho de tal manera que son capaces de atravesar medio mundo para estar junto a la familia ese Día, el ultimo jueves de noviembre (son como los palmeros con la Bajada de la Virgen). Tengo una amiga, ahora en Michigan, que en la semana pasada ya ha asistido a cuatro comidas de Acción de Gracias y que dice que por el momento no le nombren más al pavo, por favor.

Pero los seres humanos, desde siempre, se han reunido para agradecer el fin de las cosechas, el fin de una sequía, de una inundación o de cualquier catástrofe que los amenace. Y es que la gratitud va más allá de dar las gracias como nos enseñaron nuestros padres cuando éramos pequeños –“Niña, ¿qué se le dice a Doña Francisca, que te ha dado ese regalo tan bonito?” “Gracias, Doña Francisca… (por este engendro horroroso de jarrón tornasolado que a ver para qué lo quiere una niña de 10 años)”-. La gratitud es un reconocimiento de nuestra indefensión y dependencia de los demás. Y es también un acto de aprecio a lo que los otros –o Dios, o los santos, o la Divina Providencia, o la vida, según las creencias- han hecho por nosotros. Y de esos actos de agradecimiento han salido fiestas, con sus correspondientes flecos económicos, cuyos orígenes religiosos se pierden con el tiempo, procesiones, romerías, celebraciones y hasta iglesias levantadas en honor de santos y vírgenes que han protegido al indefenso.

Aunque, aquí entre nosotros, yo estoy más de acuerdo con otro americano, Benjamín Franklin, que, una vez que se salvó por los pelos de un naufragio, escribió a su mujer diciéndole: “Acaso debería aprovechar esta ocasión para prometer construir una capilla a algún santo; pero si tuviese que prometer algo sería construir un faro”. A Dios rogando y con el mazo dando.

De todas formas, hay que dar las gracias, como en ese maravilloso “Gracias a la vida” de Violeta Parra. Gracias por la vida “que me ha dado tanto”, por estar aquí compartiendo este, a pesar de todo, hermoso mundo, y por que cualquier pretexto, aunque sea "peregrino" –cumplir años, reponerte de una enfermedad, jubilarte, que la vendimia haya producido un buen vino, o el recuerdo de una comida lejana ocurrida en otro continente siglos atrás-, sirva para celebrar la amistad y la pura alegría de vivir.

(Foto, con adorno otoñal, del pavo y su relleno)



lunes, 25 de noviembre de 2013

El encantador de serpientes




Una vez me contaron que un encantador de serpientes en la India hacía subir al son de su flauta una cuerda por el aire y que, cuando estaba erguida, un niño trepaba por ella hasta arriba. Pero alguien sacó una foto de la escena y en ella se veían cuerda y niño en el suelo y la gente, embobada, mirando hacia lo alto. Eso es lo que significa “encantar”, hechizar con cantos de tal manera que te olvidas del mundo que te rodea.

lunes, 18 de noviembre de 2013

La Fuga de San Diego y la magdalena




Hace casi un siglo, en 1919, en la mañana del 13 de noviembre, los alumnos del Instituto de Canarias, acaso futuros bisabuelos de los que yo tuve allí mismo 70 años más tarde, se fugaron de clase. Lo hicieron, enfadados, ante la negativa de un profesor nuevo, Don Diego Ximénez de Cisneros, de dejarlos asistir a una romería, que existía por aquel entonces, a San Diego del Monte. Lo que ellos no sabían era que, con ese gesto, inauguraban un sano hábito –“Día de San Diego, fuga general, las buenas costumbres hay que respetar”, pintaban en las paredes- que se fue contagiando a la Universidad, a la Escuela Normal, a los demás institutos de la isla y, después, a toda Canarias, hasta hoy en que se fugan ese día incluso los de la ESO. Así nacen las tradiciones.

lunes, 11 de noviembre de 2013

El Tour Moore y los cubiletes




Anda por las redes una “propuesta” de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía de darle a cada niño 3 cubiletes para conocer su nivel de comprensión. Uno, rojo, que pondrían sobre su pupitre si no se enteran de nada; otro, verde, si lo cogen todo a la primera; y uno, amarillo para los que lo capten a medias. El resultado del experimento en una clase es el siguiente:
-         Maehtro, ¿er cubilete amarillo pa qué eh?
-         Maehtro, er Yozua ma quitao loh cubileteh.
-         Maehtro, la Yeni eh una empollona, que ziempre tiene er cubilete verde.
-         Maehtro, me zan perdío loh cubileteh, ¿puedo ir ar zervicio?
-         Maehtro, zi zaco er cubilete verde, ¿maprueba?
-         Maehtro, mira cómo toco la batería con loh cubileteh.
-         Maehtro, er Crihtian ma escupío en er cubilete.
-         Maehtro, yo lo primero lo he entendío, pero aluego no… ¿qué cubilete pongo?
-         Maehtro, zi traemoh loh cubileteh, ¿hay que traé también er libro?
-         Maehtro, yo er cubilete roho no lo pongo, que me disen zurnormá.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Tinieblas




Otoño llega con su acompañamiento de hojas arrastradas por la lluvia, de noches tempranas y de fiestas oscuras. Halloween, Todos los Santos y finados se rodean de misterio y llamadas a las puertas del Otro Mundo, haciéndome remontar a noches en las que se apagaban las luces de la casa, y se encendían, flotando en cuencos llenos de aceite, lamparillas (“palomitas” las llamábamos, o acaso “mariposas”) por cada miembro que hubiera muerto de la familia.

martes, 29 de octubre de 2013

La vida normal





Mis consuegros, cuando ya eran abuelos, se liaron la manta a la cabeza, vendieron su piso del centro de Santa Cruz y se fueron a vivir a una finca en las montañas de Anaga. Este domingo los cazadores de la zona nos han invitado, a ellos y a nosotros, a una parranda para celebrar el fin de la temporada de caza.

La cosa fue en un pajero perfectamente equipado para eventos de este tipo: suelo de tierra y palmas por encima por si al cielo le diera por abrirse en estos comienzos del otoño. Y, dentro, grandes mesas y fogones donde comer y cocinar un montón de viandas: carnes, garbanzas, paellas enormes de perdices y conejos, tartas descomunales… Un vinito de la tierra colándose por los gaznates y luego una guitarra, un acordeón y una sandunga –ese palo que arranca música a una lata de aceite y a unas chapas-  y muchas voces para celebrar la amistad y la afición compartida. Y, por un lado, una chica se lanzaba a cantar con voz clara lo de:
“A los hombres los comparo
con los gatos mamelones
que teniendo carne en casa
salen a cazar ratones”
Y más allá otro cantaba, inventándose letras para la ocasión:
“Tengo la garganta ronca
y ya sé por qué será:
perdices que no cazamos
me dan ganas de llorar”.
No conocía a nadie de las casi 30 personas que había allí pero nos invitaron, generosos, a compartir su comida y su bebida, a cantar juntos el “yo no me caso, compadre querido” y a participar en un momento especialmente grato de su vida normal.

La vida normal. Hace poco leí una entrevista a Malala Yousafzai, la niña a la que los talibanes, robándole la infancia, tirotearon por defender la educación igualitaria. Malala ha vivido una vida atroz, entre el hambre y el desprecio a los derechos humanos. Pero a ella le gustaba ver los DVD de Betty la Fea, “pensar en otro mundo donde el mayor problema era la moda, quién viste qué ropa, qué sandalias, qué color de lápiz de labios usa tal chica…”.

La vida normal. Agatha Christie se casó con un arqueólogo, Max Mallowan, que sacó a la luz la antigua ciudad de Nimrud, la capital militar de Asiria. Pero, mientras que todo el mundo se extasía cuando en unas ruinas arqueológicas aparecen coronas, copas de oro, un sepulcro real…, para Agatha el verdadero interés es la respuesta a la pregunta “ven y dime cómo vivías”, respuesta que te llega desde el fondo de la tierra excavada: “estos eran nuestros pucheros”, “con estas agujas de hueso cosíamos nuestras ropas”, “en este pequeño pote están los cosméticos”, “este era nuestro cuarto de baño”, “aquí, en esta vasija, están los pendientes de oro de la dote de mi hija”…

Cuando echamos una mirada a los periódicos -espionajes digitales entre dirigentes, países en guerra, diásporas, viceministerios de la Suprema Felicidad Social…- , parece que hablan de otro tipo de vida, no de esta en la que uno se levanta por la mañana, se desayuna, se busca la vida, ama, sufre o ríe, va a la compra, habla con los demás y celebra lo que hay que celebrar, aunque sea en un chamizo de los montes de Anaga.

La vida normal. No hay persona en el mundo que no aspire simplemente a esto. Incluso cuando, como ayer,  haya en ella cortes de luz durante todo el día y me haya impedido, como todos los lunes, hablar con ustedes de la vida normal.




(Las fotos son de los Montes de Anaga desde la finca de mis consuegros y la sandunga, instrumento típico donde los haya. No ha entrado en la Filarmónica por un fisco)


lunes, 21 de octubre de 2013

A jecho




“A jecho” es una expresión canaria que quiere decir algo así como “sin hacer distingos, a lo que te toque”.

lunes, 14 de octubre de 2013

Canción de cuna




“Adiós, mundo cruel” cantaba Enrique Guzmán allá por los días de nuestra juventud. Y a pesar de la alegría con la que lo secundábamos y de la melodía pegadiza, es una verdad como un templo que éste es un mundo cruel. Vivimos protegidos en la isla amable de lo cotidiano, pero ahí fuera convivimos con los crímenes inexplicables, con las extorsiones al Grupo Delorean en México (esas 30 horas de pavor), con los niños robados en la cuna, con la violencia en países (Egipto, Siria, Somalia…) hechos para vivir en paz bajo el sol.

lunes, 7 de octubre de 2013

El Palo




En La Graciosa, en la Caleta del Sebo, hay un banco llamado por todos El Palo, donde se han sentado desde siempre los viejos y no tan viejos, tocados con su sombrero graciosero, a ver pasar el mundo y a hablar sobre él.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Las bicicletas no son para el verano



Sí, sí, ya sé que las bicicletas son ya la imagen del siglo XXI, que nos sumergen en los territorios inexplorados de las ciudades que no recorreríamos con los pestilentes coches. Ya sé que desde hace 150 años (Ernest y Pierre Michaux hicieron las primeras en 1860) es el medio de transporte más ecológico, sano y sostenible.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Esto es amor




Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Historias de Los Sauces: la historia de la Miss




El Charco Azul, en Los Sauces, es de los que crean adicciones inquebrantables. Podrán hacerles playas al lado, en Puerto Espíndola, podrán montar piscinas naturales y más grandes en La Fajana, pero los que se han criado bañándose en sus aguas, claras y frías, entre espumas de olas retumbantes, le permanecerán fieles por siempre jamás. Y es que este rincón, a ratos apacible, a ratos sacudido por ese mar del norte que te limpia hasta el aliento, tiene una cualidad especial: es pequeño, hecho al tamaño de un pueblo y sus habitantes.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Las papas escarrapuchadas




Me lo contó mi padre que, de chico, con 10 años, acompañó una vez a mi abuelo a Garafía desde Los Sauces. Mi abuelo, además de poeta, era carpintero y contratista de obras y, cuando le salía un trabajo en algún pueblo de La Palma o en otra isla, él, que tenía el alma nómada, allá que se iba, muchas veces arrastrando a familia y enseres. Esta vez, sin embargo, la cosa era más sencilla aunque el destino fuera Garafía.

lunes, 2 de septiembre de 2013

lunes, 26 de agosto de 2013

Si madrita lo supiera...




En Adeje, años 50. A un indiano le robaron unas joyas y la Guardia Civil detuvo a dos hermanos gomeros, de aquellos temporeros que se contrataban para la zafra de las fincas de tomates del sur de la isla. Dos niñas, entonces de 6 y 7 años, los vieron llegar al cuartelillo que estaba frente a la casa de su abuelo, en la que veraneaban. Y durante días estuvieron escuchando el “hábil interrogatorio” al que los sometieron.

lunes, 19 de agosto de 2013

Mis rivales




Resulta sumamente curioso que yo, que no soy especialmente amante de los animales, tenga mi casa que parece el arca de Noé. Entiéndaseme. Me gusta ver llegar de los viajes, planeando como flechas hacia el tablero, a cualquiera de las 160 innominadas palomas mensajeras de mi marido; le hago religiosamente la comida todos los días a nuestro perro Rebo (llamado así porque se lo regalaron a mi hermana, no lo quiso y nos vino a nosotros “de rebote”); e incluso he mantenido una educada conversación con una de las 5 gallinas ponedoras (Clara, Yema, Cascarilla, Matilda y Carlota) que mis hijos le han regalado a mi marido por su cumpleaños. Bueno, una conversación con una gallina no trata evidentemente sobre el materialismo dialéctico. Se limitó por su parte a un “¿Cloc?” y por la mía a un “¿Qué haces tú aquí en el patio? ¡A la huerta!”, pero fue una conversación al fin y al cabo.

lunes, 12 de agosto de 2013

Historias de Los Sauces: la historia del maestro Ambrosio




Todos los de mi generación oíamos, siempre que encontráramos la frecuencia, perdida a menudo entre interferencias, Radio Pirenaica. Fue la más famosa de las emisoras clandestinas que, de 1941 a 1977 y desde lugares tan lejanos como Moscú y Bucarest, nos contaba, salvando la censura franquista, lo que realmente pasaba en el mundo y en España. La dirigía el Partido Comunista pero se nutría, sobre todo, de los miles de cartas que los oyentes mandaban.

lunes, 29 de julio de 2013

La Cruz de la Trompetona




Estaba el otro día engalanándome para ir a una cena –ya saben, que si un collar por aquí, que si un anillo por allá, que si zarcillos, que si dos o tres pulseras…- cuando oí desde los celajes la voz de mi madre: “No te pases, que a ver si vas a parecer la Cruz de la Trompetona”.

lunes, 22 de julio de 2013

De paseo con las musas




Una de las consecuencias lógicas y previsibles del “gen coleccionista” es la existencia de los museos. Si no hubiera habido personas a las que les dio por llenar su casa de cuadros, minerales, mariposas con alfiler atravesado, vasijas de barro o esculturas, la mitad de los museos no habría existido y eso es algo que nos habríamos perdido.

Sin ir más lejos, mi antiguo Instituto, el IES Canarias Cabrera Pinto, tiene un museo formado por todas las colecciones que sesudos profesores o sus descendientes fueron donando cuando ya no podían ni caminar por los pasillos de su casa sin que se encontraran un avestruz disecado, un suponer. Y esta semana pasada, que me fui con mis amigas del colegio a hacer eso tan recomendable que es hacer turismo en tu propia tierra, fuimos a ver el Museo del Hombre en Santa Cruz, en el que también hay momias, cacharros, collares, piedras de molino… que muchos caminantes fueron encontrando en las cuevas y barrancos de nuestra isla, y que, ante el dilema que les planteó el cónyuge (¡O tus cachivaches o yo!), optaron por hacer una generosa donación al Museo. Lo cual fue una suerte, si lo piensan, porque gracias a eso descubrimos cómo vivían y cómo morían nuestros ancestros.

Los Museos deben su nombre a las Musas, aquellas señoras de la antigüedad griega con nombres sonoros y musicales: Talía la festiva, Euterpe la muy placentera, Calliope la de bella voz, Clío la que ofrece gloria, Erato la amorosa, Polimnia la de muchos himnos, Melpómene la melodiosa, Terpsícore la que deleita en la danza y Urania la celestial.

De la mano de ellas, los museos del mundo nos muestran las cosas preciosas que los artistas han hecho bajo su inspiración: Nefertiti y su cuello grácil en Berlín, la noche estrellada de Van Gogh en Ámsterdam, le Moulin de la Galette de Renoir y la Victoria de Samotracia en París, el rapto de Proserpina de Bernini en Roma, la Venus de Willendorf en Viena, las pinturas de Picasso y Miró en Barcelona, el encanto de la joven de la perla de Vermeer en La Haya

Hace poco mis nietos han visitado por primera vez el Museo del Prado. Sería mucho pedir que se extasiasen ante “El jardín de las Delicias” de El Bosco, como hice yo cuando fui a estudiar a Madrid. Pero les pregunté “¿Qué fue lo que más te gustó?” y el Terro (8 años), sin dudarlo, dijo:
- “El lavatorio de pies”.
- ¿”El  lavatorio de pies”? ¿Y quién lo pintó?
- Tintoretto –ni se lo pensó.
- ¿Y por qué te gustó?
- Porque está en 3D, está chulísimo.
- ¿Y alguna más?
- ¡Las Meninas de Velázquez! Y, cuando salimos, me compré un clic de Durero en el que él está pintando su autorretrato.

Susanita (9 años, casi 10), que está más en los mundos de Yupi pero a la que le gusta mucho pintar, a mi pregunta contestó que le había gustado mucho uno de una chica  con fondo azul y suelo de madera, tan real –me dijo- que parecía una foto. “Ah, y uno de la familia de un rey. Era de Goya. Vimos un montón de cuadros de Goya. Y a la salida me compré una pluma de ave que escribe de verdad”.

Yo no sé ustedes, pero a mí que mis nietos, a una edad en que yo no había visto un museo ni por el forro, me nombren a Tintoretto, a Velázquez, a Durero y a Goya como si los conocieran de toda la vida, qué quieren que les diga, me emociona  Y, en estos tiempos que corren de maquinitas y comecocos, me llena con la esperanza de que tal vez podamos –si nos dejan, si lo cuidamos, si valoramos la sensibilidad y el saber mirar…- ir hacia delante y llegar a un lugar donde nos bendigan las Musas.

(En la imagen, "Musas bailando con Apolo" de Baldasarre Peruzzi, de la escuela de Rafael)


lunes, 15 de julio de 2013

La gota de agua que horada la piedra




Ahora que el pobre Nelson Mandela está agonizando y todos los periodistas ha tiempo que tienen preparadas sus necrológicas, que ya es ser cenizos, he leído en el periódico un elogio- por lo menos, en vida- que de él hace Mario Vargas Llosa. Vargas Llosa califica a Mandela, en sus esfuerzos por convencer a la minoría blanca de Sudáfrica de que estaban equivocados, como “la gota de agua que horada la piedra”. Lentamente, despacio pero sin pausa, Mandela, durante años, fue abriéndose puertas, derribando torres de desconfianza y temor, rompiendo prejuicios, imponiendo su tesis de que la lucha pacífica sería la vía más eficaz para romper el apartheid.

lunes, 8 de julio de 2013

Pues ya usted ve...




Mi amiga Conchi es la amiga más antigua que tengo, la que venía a mis cumpleaños desde antes de empezar el colegio y una de las pocas que guarda memoria de los merengues de mi abuela. Por eso de tener 6 meses más que yo y nacer en distinto año, le tocó un curso superior al mío, pero eso no fue obstáculo para seguir juntas yendo y viniendo en el camino desde el colegio a casa, mientras me contaba con pelos y señales (siempre fue una excelente narradora) la última película, novela o cuento que había visto o leído.

lunes, 1 de julio de 2013

Esa mala costumbre de fisgonear




Los que disfrutábamos de las novelas de John Le Carré y de las películas de James Bond pensábamos que, con el final de la guerra fría, aquellas aventuras de espías sofisticados y llenos de artilugios para fisgonear al otro habían pasado a la historia. Y mira por dónde ahora están más que nunca en el “candelabro”, que diría la Mazagatos. Que si Método 3; que si se espían entre los del mismo partido; que si, en la cumbre del G-20, el Gobierno inglés, tan hospitalario él, al mismo tiempo que ofrecía banquetes a sus invitados, se empapaba en secreto de sus comunicaciones, así fuera una llamada a la tintorería; que si Snowden, que si Assange, que si Google y Facebook están al servicio de la Agencia Nacional de Seguridad americana… (¡Cielos! ¿Estarán leyendo esto? ¡Qué emoción!).

lunes, 24 de junio de 2013

La estiradera




Los niños de ahora no saben hacer una estiradera, estiladera, tiradera, tirachinas o como se diga. No tienen las ganas, ni la paciencia, ni la ilusión para ello. Pero hace falta tener al menos alma de niño, pensó Antonio, para a sus 65 años ponerse a hacer una. Y que no es fácil ¿eh?

lunes, 17 de junio de 2013

Una simple tarjetita



Todos alguna vez en la vida nos hemos hecho la pregunta “¿Qué hubiera pasado si…?”. Si aquella vez hubiera elegido diferente, si hubiera dicho sí en lugar de no, si no hubiera estado precisamente en aquel lugar y en aquel momento… La vida se nos plantea como uno de esos tableros que de niños nos ponían: ¿Cuál es el camino que debe seguir el oso para llegar a su madriguera?  Y, entre todas las posibilidades, unas no conducían a nada y otras conducían a sitios no deseados.

lunes, 10 de junio de 2013

Fantasmas de La Laguna




Hay un cuento de Valle Inclán titulado “El miedo” en el que el narrador, un Granadero del Rey, habla de la única vez en que sintió “ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo”. Estaba solo en una capilla húmeda, tenebrosa y resonante esperando a que viniera el Prior de Brandeso a confesarlo cuando oye, en el silencio del lugar, dentro de un sepulcro, el entrechocar de los huesos del esqueleto enterrado y “el hueco y medroso rodar de la calavera sobre su almohada de piedra”.

lunes, 3 de junio de 2013

Historias de Los Sauces: la historia de Gabriela




Gabriela se acuerda del día en que, siendo niña, el tío Eusebio, un hombre serio y autoritario, al que ella tenía un pánico enorme, la mandó a buscar agua a la fuente de Marta y para ello le dio un cesto. Gabriela recuerda su desconcierto ¿Un cesto? Es imposible llenar un cesto de agua ¿Será una broma? Pero el tío Eusebio nunca bromeaba y su mirada, impaciente y fija en ella, lo demostraba. Temblando cogió el cesto y vio que estaba tapizado de hojas de col.  Ni una sola gota de agua se derramó cuando volvía, de prisa y casi saltando, por el camino bordeado de ñameras. Entonces comprendió que hay cosas que a primera vista parecen imposibles y que no lo son.

lunes, 27 de mayo de 2013

Gente de paz




Yo nací y crecí en un mundo de puertas abiertas. En los pueblos de mis veranos infantiles e incluso en la casa de mis abuelos en La Laguna la puerta de la casa siempre estaba abierta. Si la casa era de confianza, entrabas como quien pisa terreno comunitario y acogedor. Si no, uno se acercaba al zaguán y gritaba, por ejemplo: “¡Agustiiiina!”, y allá en el fondo, entre ruidos de cacharros de cocina, se oía la voz de la tal Agustina: “¿Quién eeees?”.Entonces uno decía: “¡Paz!” y entraba. A mí siempre ese “paz” me intrigó de chica hasta que descubrí que lo que realmente queríamos decir con ese salvoconducto era “Somos gente de paz”.

lunes, 20 de mayo de 2013

Lo que las piedras cuentan




En mi jubilación me estoy dedicando a la investigación, tal que si fuera una Madame Curie en sus años mozos. Como lo oyen. Y a la investigación por Internet nada menos, que ya hasta manejo Google  como si fuera la minipimer (vale, es un farol, pero casi). Estoy metida en Facebook en un grupo, divertido y adictivo, llamado “Lo Que Las Piedras Cuentan” (LQLPC). Lo dirigen dos sabios, Melchor y Agustín –los “Olímpicos” o “Los Que Vigilan Las Piedras”- que han establecido unas normas generales, las “Normas del Conejo Frito y las Cuartas de Vino” (porque es generalmente en comidas ante estas viandas cuando se les ocurren las mejores y, a veces, más maquiavélicas ideas).

lunes, 13 de mayo de 2013

El día del eclipse




Yo, después, he visto muchos eclipses parciales de sol y de luna pero no me olvidaré nunca de que el primero que vi, el 2 de octubre de 1959 a las 11 horas y 42 minutos de la mañana, fue un eclipse total de sol, un espectáculo único que aquí, en Canarias, no se volverá a ver hasta el año 2187.

lunes, 6 de mayo de 2013

Guantanamera canaria




¿Recuerdan la estupenda “Guantanamera” de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, una película cubana que no gustó nada a Fidel por lo que tenía de crítica a su sociedad? Va de un peculiar cortejo fúnebre desde Guantánamo a La Habana para ir a enterrar a la difunta Yayita, una comitiva delirante que sigue el ahorrativo plan estatal de traslado de difuntos y que pasa tantas vicisitudes que al final no se sabe ni dónde está el cadáver.

lunes, 29 de abril de 2013

¿Quién nos ha robado el mar?




Pasas por la vida a veces tan despistado que no caes en la cuenta, hasta que ya es tarde, de que te han quitado algo.

lunes, 22 de abril de 2013

Cambio de chip




La última película de dibujos animados que vi acompañando a mis nietos –ya saben, esa excusa estupenda que tengo para, en vez de ir en plan intelectual a una de arte y ensayo, pasármelo pipa en el cine- fue “Los Croods”. Va de una familia de trogloditas que corre, brinca y casi vuela, en una aventura trepidante y divertida, sin darse un respiro, de un peligro a otro, de un terremoto a una erupción volcánica o de insectos y plantas carnívoros a enormes fieras que, a veces, no lo son tanto. Pero lo mejor son los temas que trata: la sobreprotección de los hijos, la rebeldía adolescente, el poder de la inteligencia y, sobre todo, el cambio de chip, personificado en el padre, que cambia su manera de ver la vida para que, aunque se cometan errores, se intente vivir y no sólo sobrevivir.

lunes, 15 de abril de 2013

Justin Bieber




Aullidos desgarradores, gritos lastimeros, desesperación… ¿Una catástrofe nuclear? ¿El caos? ¿Un cólico nefrítico? ¡No! ¡El último concierto de Justin Bieber! Oigo por la radio a un padre que estuvo 7 horas chupando cola para comprar una entrada a su hija mientras ella estaba en el colegio, que eso es amor paterno y lo demás es bobería; oigo a quien se ha pasado una semana, día y noche, esperando a ver al ídolo; hay un chico que, entre jipidos, clama: “¡Lo amo, lo amo, lo amo!”; unas chicas hablan ufanas de que han conseguido arrancarle (no sé si con las uñas o con los dientes) un trozo de camisa que tratan como si fuera el Santo Grial; hay quienes se han tatuado el sagrado nombre en las manos y chicas que, llorando a lágrima viva, gritan: “¡Es lo más grande! ¡Buaaaa! ¡Es la leche! ¡Me enamora! ¡Buaaaa!...”, todo sobre un telón de fondo dantesco en el que se alternan berridos, desmayos y crujir de dientes.

lunes, 8 de abril de 2013

Los invisibles




Hace poco, la noche del 30 al 31 de marzo, la noche del cambio de hora, de madrugada mientras dormía, alguien me cambió la hora de mi móvil. Sí, es verdad que, al día siguiente, yo tuve que cambiar la de mi reloj de pulsera y la del reloj de la cocina, pero en la de mi móvil ya habían intervenido ¡los invisibles!

lunes, 1 de abril de 2013

Tradiciones canarias de Semana Santa




Un amigo sevillano me decía hace poco que aquí en Canarias no tenemos tradición de Semana Santa, que lo de las cofradías no levanta pasiones, que no entendemos el sexappeal capuchino y que nada de nada de saeta al cantar al Cristo de los Faroles.

lunes, 25 de marzo de 2013

Tocar madera




Con esta llevo ya 238 entradas al blog. Como me dice mi amiga Milo, mira que te enrollas. Estábamos el otro día las dos en un guachinche comiéndonos un conejo frito y, señalándome una silla, me dijo: “Es que serías capaz hasta de hablar de la formica”.

lunes, 18 de marzo de 2013

Humo negro, humo blanco







Hace poco, en una charla con los amigos, hablando del racismo, una de mis amigas  me preguntó que cuántos amigos de otras razas tenía yo. Aunque me he pasado toda la vida –en mis clases de ética y de filosofía, en la educación de mis hijos, en mi trato con los demás- defendiendo que las características externas no son lo importante en las personas y que, aunque hayas nacido y te hayas criado en medio de la selva tropical, son más las cosas que nos unen que las que nos diferencian, no me había parado nunca a pensar en esa pregunta (yo misma me considera producto del cruce de muchas razas), y me vi después repasando mi vida y haciendo un ejercicio de análisis para separar, por sus características étnicas, a los amigos que he tenido.

martes, 12 de marzo de 2013

Descubrimientos y despedidas





El filósofo Manuel Cruz decía en un artículo hace unos días que la vida transcurre entre dos franjas de experiencias. Una es la infancia y la primera juventud, que es el momento de descubrir cosas, cuando somos conscientes de que es la primera vez que hacemos algo: “este fue mi primer examen de matemáticas”, “es la primera vez que me enamoro”, “nunca había probado este plato”, “no sabía que hubiese una música tan bonita”…

lunes, 4 de marzo de 2013

Las Misses que conocí







Sí, sí, ya sé que por ahí hay un montón de escritos sobre “Los prohombres que conocí” o “Los escritores que conocí”, e incluso sobre “Los criminales que conocí”. Pero qué quieren que les diga, una no alcanza tales dotes intelectuales en estos momentos y de vez en cuando afloran, cual semilla, las lecciones del “Hola” y nos acordamos de esas veces (pocas, es verdad) en las que nos hemos codeado con la fama. Que en mi caso fue con tres Misses.

lunes, 25 de febrero de 2013

Historias de Los Sauces: la historia del Pupa y el Moya




Me la contó Francisco, al que conocí en mis veranos adolescentes en Los Sauces. Entonces él era un niño de 7 años, espigado y de grandes ojos oscuros, que parecía estar en todas partes a la vez. Cómo casi 50 años después nos conocimos y nos re-conocimos en aguas de La Graciosa forma parte de otra historia.

lunes, 18 de febrero de 2013

Oh, l'amour, l'amour...




Esto de que febrero sea el mes de los enamorados y de que, por todas partes, veamos anuncios de corazoncitos y lemas como que “el amor está en el aire” en la publicidad de una agencia de viajes, hace que la cosa vaya calando entre todos. Hasta en la clase de mi nieto, de 7 años, han hecho un concurso de declaraciones de amor que el muy camelador ganó con unos versos que dicen: “Yo soy un barquito en medio del mar y tú eres la estrella que me va a guiar”. Así que ahora, qué remedio, me veo yo hoy escribiendo sobre el Amor, eso que dicen que mueve el mundo.
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