lunes, 27 de agosto de 2018

10 años de blog: ¡Y van 500!




Hoy escribo mi post nº 500, después de 10 años desde que empecé el blog. Y parece que, cuando una llega a estas alturas, es obligado hacer un parón y decir algo parecido a de dónde vengo y a dónde voy. ¡10 años ya! Suena como un momento importante. Pitágoras decía que el 10 era el número perfecto (porque era la suma del 1+2+3+4, no se crean que por otra cosa). 10 son los mandamientos y todos los decálogos que se han hecho después; 10, los dedos de la mano, que nos enseñaron a contar y sentaron las bases de las matemáticas; 10, los años que hace que me jubilé, la década prodigiosa que me dio ocasión para un día sentarme y empezar a escribir uno, dos, tres... hasta 500 escritos. Aquí estoy, como decía José Hierro, "así, incansablemente, hila que te hila".

¿Por qué escribo? ¿Por qué hay tanta gente que cuenta su vida alegremente sin cortarse un pelo en blogs, diarios, memorias y autobiografías? Agatha Christie se pasó 15 años, de los 60 a los 75, escribiendo la suya -"Autobiografía"-, una delicia de libro, una de mis obras preferidas del género biográfico. Nos dice: "Me parece que la vida se divide en tres partes: el presente absorbente, por lo general feliz, y que vuela con velocidad fatal; el futuro oscuro e incierto, para el que se pueden planear muchas cosas, cuanto más extrañas mejor; no se realizarán, pero resulta divertido;  en tercer lugar, el pasado, los recuerdos y realidades que son la base del presente, evocados de pronto por un olor, la forma de una colina, una canción antigua o cualquier trivialidad que nos hace decir: "Recuerdo que..." con un placer peculiar bastante inexplicable". Así que a lo mejor se remueven recuerdos y se comparten por lo que ella dice, por ese "placer peculiar bastante inexplicable". Desde siempre a la humanidad le ha gustado contar sus cuitas y avatares, desde todos los abuelos Cebolleta que en el mundo han sido, ellos y sus batallitas, hasta esta humilde bloguera que muy pocas semanas ha dejado de escribir.

Hoy, pues, que es un momento de parada y fonda, reflexiono sobre lo hecho y, para celebrar los 10 años, busco, como quien espiga, 10 curiosidades del blog:

1. La portada actual del Blog de una jubilada es la quinta que tiene y me encanta. La estrené el 25 de marzo de 2015 en un post que titulé "Las viejas majaderas". Fue un regalo que me hizo mi hija en un cumpleaños y es un diseño de Virginia Manzano, una estupenda ilustradora a la que siempre agradeceré que me haya puesto un tipito que no tengo desde hace 20 años. Ahí están mis libros, mis cacerolas para hacer comidas con los amigos, mi lechuza filosófica y hasta la paloma de mi palomero particular, posada sobre la "J" de "jubilada". Es genial.

2. Fue un atrevimiento por mi parte liarme la manta a la cabeza y meterme en esto de las redes sin tener ni pajolera idea de informática. Tampoco es que ahora tenga mucha, pero le debo bastante a aquellos que me resolvieron dudas e iluminaron la senda de la perfección. Gracias, Melchor y Mingo, y sobre todo, Ana (mi hija), que han tenido siempre paciencia y resignación. Tengan fe: 10 años más y seré Mark Zuckerberg. Por lo pronto, ya hasta le he escrito una carta ("Querido Mark Suckerberg", 4-10-2011)

3. 500 posts dan para hablar de todo. Mi amiga Milo me dijo una vez que puedo escribir de cualquier cosa, y, señalándome una silla de formica -estábamos en un guachinche mandándonos, como es preceptivo, un buen conejo en salmorejo-, me dijo: "¡Hasta serías capaz de escribir sobre la formica!". Y de formica hablé en el post del 25 de marzo de 2013, "Tocar madera", igual que he hablado de papas, de momias, de los tuppers, del día del eclipse, de las cosas que tenemos en los bolsillos, de historias de Los Sauces y de todo lo divino y humano. No sé de dónde saco tanto rollo.

4. Hasta me atreví a hacer una poesía, pequeña, eso sí, una estrofa de 4 versos, que no aspira a pasar a formar parte de las "Mil mejores poesías de la lengua castellana", pero que por mí no quede. Lo hice en el post "Espacios de pachorra" el 1 de diciembre de 2009. Ahí va:
"Y a mí, en este momento que vivo sosegada,
me gustaría ver la calma de otros tiempos:
dibujar en las nubes, captar una mirada,
recuperar espacios, tomar el pulso al viento".
A fray Luis de León seguro que le hubiera gustado.

5. Una sorpresa en los primeros posts que hice, "Cuando la tuna te dé serenatas", el 4 de noviembre de 2008. Hablé de un primer amor al que no veía desde hacía más de 40 años y, casualidades de la vida, él lo leyó. Yo contaba que él me había pedido que le bordara una cinta para su capa de tuno y que yo (que no sé coser sino botones y menos sé bordar) le pedí a un primo que me la dibujara. Con toda la razón del mundo me contestó: "Caí en la cuenta de que entre aquellas cintas que guardé con tanto cariño, no estaba el trocito de corazón de mi amiga sino el de ¡¡su primo!! ¡Qué desilusión!". ¿Ven lo que pasa por contarlo todo?

6. Todavía no me persiguen para firmar autógrafos ni me han pedido que ponga mis huellas en el Paseo de la Fama de Hollywood, pero me han entrevistado en la radio y en la tele, y he participado en estudios de la Universidad de Barcelona sobre blogueros mayores y como jurado en un concurso en Madrid patrocinado por Philips sobre "Mayores activos e independientes". En este último lo pasé estupendo y conté la experiencia en "Soy una anciana", el 17 de diciembre de 2012.

7. Arturo Maccanti dijo: "Una mano que escribe / construye un laberinto / para los otros siempre". Y eso es lo mejor del Blog, los otros. Gracias al blog, he tenido y tengo un montón de amigos virtuales, algunos de los cuales he conocido y se han convertido en reales: Mónica, Loque, Pilar, Rosa María, Agroteide, Dorotea, Carmen Paz, Antonio... se han vuelto nombres familiares con los que he compartido ideas y experiencias. Que alguien de Argentina o Venezuela comente algo sobre la marcha llena de asombro a alguien que, como yo, vivió a base de cartas de pascuas a ramos. Hasta los rusos han participado en el blog: lo conté en "Desde Rusia con amor" el 1 de agosto de 2016.

8. Y gracias al blog, he seguido en contacto con amigos y alumnos que de otro modo tal vez hubiera perdido por esos distintos caminos que toma la vida. De ellos he hablado en muchísimos escritos -por ejemplo en "Los amigos que nunca existieron" el 24 de noviembre de 2009- y algunos, como Cehachebé, me han acompañado, compartiendo el post y poniendo sus "me gusta", desde el mismo principio. Benditos sean.

9. Woody Allen y una de sus salidas: "He hecho un curso de lectura rápida y he leído "Guerra y paz" en veinte minutos. Habla de Rusia". Siempre les digo a todos los que me han pedido que les mande el post cada semana que no es obligatorio leerlo, faltaría más. Pero si le echan una mirada por encima verán que, entre todo la variedad de la que hablo, hay un tema común de fondo: la alegría de vivir. la buena vida. Todos pasamos por momentos amargos (en estos 10 años, la pérdida de uno de mis primos preferidos fue el momento peor), pero el hecho de vivir es grandioso. De ello hablé el 28 de agosto de 2017, en un post que titulé precisamente "La buena vida".

10. Así que al final, de esto va la cosa: de meter la mano en el baúl de los recuerdos, de escarbar aquí y allí, elegir un puñado de ellos y compartirlo con ustedes. Y de disfrutar haciéndolo. Si Dios no lo remedia, aquí me tendrán 10 años más. Gracias infinitas por estar ahí.


lunes, 20 de agosto de 2018

Una carta para Julia




Ustedes dirán, con toda la razón del mundo, que soy una abuela chocha y que me estoy poniendo pesada con mis nietas y que venga ya. Pero el caso es que mis dos nietas, Eva y Julia, nacieron con 10 años de diferencia en la misma semana de agosto. Así que unos días después de los 15 años de Eva, de los que les hablé la semana pasada, han venido los 5 de Julia.

Pero no se apuren. Si les hablo de ella, no es para que la feliciten ni nada por el estilo. Ella, al contrario que Eva, no se entera de mucho y acepta el mundo tal como viene. No, lo que quería contarles más bien es la tesitura ante la que los niños nos ponen a veces.

Julia lleva una eternidad hablando de su cumpleaños, como si fuera la celebración de un Jubileo Real. "¿Sabes, Aba -así me llama-, cuánto falta para mi cumpleaños en agosto?". Y ponía dos, o tres, o cuatro dedos, según los meses que faltaban. Y cuando le pregunté que qué quería que le regalara, en lugar de lo normal, una muñeca, un cuento o un traje de Rapunzel, va y me dice que quiere que le escriba ¡una carta!. Nada menos que una carta. Los niños siempre me sorprenden.

¿Y ahora qué hago? Igual conserva mi carta toda la vida y la rememora cuando tenga mi edad como "aquella vez que Aba me escribió una carta". Tal vez hasta la encuaderne, como esas flores prensadas de los cuadros antiguos. ¡Qué responsabilidad! ¿Y qué le digo? ¿Debería decirle lo mucho que me gusta su entusiasmo por todo y su risa y lo brillantes que tiene los ojos? ¿O debería darle sabios consejos, tipo San Pablo a los corintios? ¿O me pongo filosófica? Bueno, pienso, tampoco va  a ser la Carta Magna... Así que me armo de valor y empiezo:

Querida Julia: 
Hoy que cumples 5 preciosos años, me gustaría tener la pluma y la facilidad de palabra de los poetas para decirte lo mucho que te quiero. Es más, ya puestos, lo que más me gustaría es copiarlos directamente.
De Pablo Neruda, te traería un poema que siempre que lo leo me recuerda a ti:
"Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos 
y tu boca que tiene la sonrisa del agua..."
De Emeterio Gutiérrez Albelo copiaría los versos que escribió a su hija Carmen Paz cuando ella le hizo una petición parecida a la tuya:
"Tú, que aún tienes la suerte de jugar con muñecas
y hasta ignoras el ogro que tus pasos vigila,
tú, la reina de un breve paraíso de hojaldre,
donde vuelan las hadas, donde ríen las niñas...".
De José Agustín Goytisolo, transcribiría sus "Palabras para Julia", otra niña con tu mismo nombre, a la que le augura que:
"La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor..."
E, igual que yo te digo ahora a ti, también el poeta recomienda:
"Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti 
como ahora pienso...".
Las palabras de los poetas saben llegar al corazón de las gentes y manifestar lo que ven en él. Pero luego he pensado que, después de todo, tú no sabes todavía leer ni escribir sino unas pocas palabras que son importantes para ti ahora: Mamá, Papá, Aba, Toto, Julia... Y que las "cartas" que tú me escribes son muy simples, pero muy expresivas: un corazón rojo con mi nombre y el tuyo o dos figuras de la mano que somos tu abuelo y yo... Por eso te dejo aquí los nombres de los poetas para cuando descubras que la poesía es la manera más directa de hablar de alma a alma. Y hoy solo te mando una carta a la altura de tus ciento y poco centímetros, una carta que entiendas bien y te guste. Esta es mi carta, mi pequeña Julia, mi niña morena y ágil que "eres la delirante juventud de la abeja, la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga".
Con mis deseos de que siempre tengas los ojos brillantes y la risa fácil.







lunes, 13 de agosto de 2018

15 años tiene mi amor


Autorretrato de mi nieta Eva, hecho en el avión. 


A principios de los años 60, cuando una tenía 15 años, esa era una de las canciones que todos sabíamos, cantábamos y bailábamos a ritmo de rock. "15 años tiene mi amoooorrr, le gusta tanto bailar el rooooock...", berreábamos haciendo los coros a Manolo y a Ramón, nuestro Dúo Dinámico, que la habían estrenado en la película "Botón de ancla". Me encantaba. Y sin embargo, no nos identificábamos mucho con ella ¿Nosotras, dulces y tiernas como una flor? ¿Nosotras, chiquillas divinas y colosales? De eso nada, monada, diríamos.

Tampoco es que yo sepa mucho de aquella quinceañera que me contempla desde el fondo de mis recuerdos. Sí, tenía mis amigas (muchas lo siguen siendo); sí, empezaba a estudiar el bachillerato superior (pero ¿sabía lo que quería ser, a qué dedicar mi vida?); sí, me gustaban unos cuantos chicos (mi amiga Cae y yo teníamos grabadas en su escritorio unas cuantas iniciales, tipo la tía Bamba de Les Luthiers); sí, leía un montón (como ahora)... Pero ¿qué pensaba de la vida y del futuro, qué ideas tenía, qué deseaba? ¿Qué era lo que más me gustaba? ¿Tenía ideas claras sobre algo? ¿Me consideraba ya una persona adulta?

En la cultura americana, desde Estados Unidos hasta Chile y Argentina, los 15 años de una chica se valoran como el paso de niña a mujer y se les hace un fiestón por todo lo alto, como si fuera una especie de rito de iniciación. Las quinceañeras se engalanan, a golpe de lentejuelas y pedrerías, con trajes vaporosos color pastel y tiaras en la cabeza, como si fueran princesas. Y, si pueden, no se escatima en gestos (ni en gastos): una llegada en helicóptero o en limusina blanca, una guardia de honor con espadas en alto recibiéndola, un "book" de fotos que recoja su vida hasta allí, una corte de chicos con esmóquines de colores, un trono envuelto en tul, arcos de flores, un gran banquete, bailes... Una parafernalia excesiva, algo entre la 1ª comunión y la boda, una celebración que enriquece a todos los que se dedican al negocio de la organización de estos eventos y endeuda sin necesidad a los padres. El momento culminante parece ser cuando el padre de la homenajeada le cambia las zapatillas deportivas que ella lleva por zapatos de tacón ¡Tachán, por arte de birlibirloque, he allí una niña, y ahora, he aquí una mujer!

Hoy mi nieta mayor, Eva, cumple los 15 y sé que le daría un patatús de pensar en presentarse vestida de tules y abalorios en una fiesta de esas. No le gusta el Dúo Dinámico (¿El Dúo, qué?), sino Gorillaz y AC/DC. Ha visto muchísimo más mundo del que yo conocía a su edad, sabe lo que quiere hacer en el futuro, domina las redes y el inglés, no le importa aparecer con los labios pintados de verde y las uñas, una de cada color, y ha pedido por su cumple que le hagan dos agujeros más en las orejas, cosa que a mí en aquel entonces no se me hubiera ocurrido ni por asomo ¿Tenemos algo en común, ella, mi yo de entonces y todas las que celebran este año sus 15 años?

Creo que sí. Todas llegamos a un momento en el que, sin ser conscientes de ello, hay ante nosotros muchos caminos que elegir, puertas abiertas que, como en un cuento de Las Mil y una noches, nos pueden conducir a un destino o a otro. En nuestra mente y en nuestra voluntad está el saber elegir bien. Después vendrán los yoes ex-futuros de los que hablaba Unamuno, los que pudimos ser y no fuimos. Pero en ese momento glorioso de los 15 años el mundo y sus posibilidades están abiertos ante  ti y puedes ser cualquier cosa.

Felicidades, mi amor.

lunes, 6 de agosto de 2018

La campana del quinto pino


La campana de Las Vegas

Aunque parezca mentira, hay sitios en la isla que mucha gente de aquí no conoce, sitios fuera de las rutas habituales en los que habita poca gente y se respira silencio y aire puro. El sábado pasado fui a una boda a uno de esos lugares. Está en el sur, cerca de la cumbre, y se llama Las Vegas. Allí hay un puñado de casitas, huertas cercadas por piedras blancas del sur y una ermita con una campana que "sube", amarrada desde hace 2 siglos a un pino que hace de torre. Y la historia de este lugar está unida a la ermita, a la campana que cada vez está más alta, a una danza de varas que no se baila en ningún otro sitio de las islas y a un hombre, venido de fuera, que una vez eligió quedarse a vivir aquí.

¿Por qué vivimos donde vivimos? La mayoría nunca elige sino que se queda allí donde están sus raíces. Hay otros que desgraciadamente lo hacen impulsados por las miserias y la necesidad, buscando un mejor lugar en el que vivir. Y luego están aquellos a los que es la casualidad la que los conduce a un destino que nunca soñaron.

Uno de estos últimos fue Agustín Guimerá i Ramón, un comerciante de El Vendrell (Tarragona) que llegó a Tenerife con su barco en el año 1824. El barco hacía aguas y estaba tan descuajeringado que optó por venderlo con su carga y por quedarse a vivir aquí. Y como era espabilado, pronto prosperó, se trajo a dos sobrinos a trabajar con él, hizo negocios, participó en política... y se compró, aprovechando la desamortización de los bienes eclesiásticos, el terreno de Las Vegas, que entonces pertenecía a las monjas agustinas.

¿Qué lo impulsó a vivir allí? El sitio está en el quinto pino y a él se llegaría entonces tras horas de camino por senderos de cabras. Pero tal vez fueran las vistas hacia el mar infinito o el aire limpio o la paz del lugar. El caso es que de esa decisión quedó una casa que todavía existe (la Casa de los Guimerá), una larga familia (todos los Guimerá de las islas descienden de él, incluido el dramaturgo Ángel Guimerá), una danza que deriva del Baile de Valencianos de El Vendrell y que se baila en las fiestas de Santa Ana en julio, y la campana del barco encallado que él trajo y colgó del pino junto a la ermita y que, desde entonces, anuncia buenas nuevas y convoca en los actos festivos.

Este sitio, escondido en medio de los montes del sur, es el que también eligieron para casarse Alberto y Carmen, los novios de la boda a la que fui el sábado ¿Por qué lo hicieron? No tenían lazos con el lugar (él es de Alicante y ella, de La Laguna); todavía hoy sigue estando en el quinto pino, subiendo y subiendo, más arriba de Chimiche; la carretera es estrecha y en mal estado y los coches que bajan se paran para dejar pasar a los que suben... Alberto me dijo con guasa que eligieron el sitio porque era el más lejano. Pero Carmen me dijo que fue porque los enamoró: las casas son pulcras y cuidadas; la vegetación de pinos, higueras, tabaibas, jaras, tajinastes y escobones son un marco perfecto para ellas; la montaña Guajara se cierne en lo alto y un cielo azul y limpio hace compañía a ese silencio que solo se da en lugares especiales.

Y acertaron. Después de la boda en la ermita, la celebración fue en un viñedo cercano al que fuimos caminando entre las viñas, altas y alineadas como soldados amables. Nos sentamos al anochecer en mesas al aire libre bajo farolillos de colores, tal como si estuviéramos en la Toscana. Y entonces entendí la decisión del comerciante que eligió aquí su hogar, y la de mis novios de casarse en un lugar tan bello. Una noche estrellada, un pueblo sereno, una brisa perfumada por los pinos bajando desde las laderas del Teide y una campana que les anuncia momentos felices son elementos suficientes para elegir este lugar. Aunque esté en el quinto pino.


El pueblito de Las Vegas desde la Ermita

La novia llegando a la Ermita. Sobre ella el pino de la campana




(Los datos históricos sobre Las Vegas están tomados del artículo de Melchor Padilla, "La campana de Las Vegas", en Lo que las piedras cuentan)

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