lunes, 29 de mayo de 2017

Ser fan de "Les Luthiers"




Ser fan de "Les Luthiers" imprime carácter, como dicen que les pasa a los curas. Igual que el que es cura lo es para toda la vida así cuelgue los hábitos, los fans de "Les Luthiers" lo son también para siempre, desde aquel lejano día que oyeron El rey enamorado o La bella y graciosa moza marchóse a lavar la ropa, la mojó en el arroyuelo y cantando la lavó, la frotó sobre una piedra, la tendió de un abedul. Desde ese sublime instante se quedaron prendados de una forma de hacer música, fresca, a veces un poco gamberra, pero siempre divertida, elegante y original.

Los fans de "Les Luthiers" seguimos sus giras ("Todo Por Que Rías", "Bromato de Armonio", "Unen Canto con Humor", "Chist", "Lutherapia" "Hacen Muchas Gracias De nada", "Grandes Hitos", "Show Gran Reserva"...) y no nos perdemos ni un concierto aunque ese día nos toque operarnos del riñón. Lo primero es lo primero.

Los fans de "Les Luthiers" desde hace años, cada vez que vienen, en las largas colas para entrar a verlos, hacemos amistades eternas con otros fans, con los que comentamos aquellos golpes de los que nos acordamos: Puse pie en tierra de incas, o sea, hice hincapié... (jajaja), "...una vieja leyendo ebria... ¡Ah, no! Una vieja leyenda hebrea..." (jajaja), Cualquier tiempo pasado... fue anterior (jajaja), Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: tire y empuje (jajaja... y así sucesivamente).

Los fans de "Les Luthiers" nos conocemos todos los instrumentos que han construido: el Latín o violín de lata hecho sobre una lata de jamón; la Mandocleta, una bicicleta unida a una mandolina; el Nomeolbidet, híbrido de bidet y organistrum; la Guitarra Dulce, construida con dos latas de dulce de batata; el Narguilófono, flauta dulce más narguile (¡echaba humo y todo!); las Tablas de Lavar, forradas en hojalata a las que se le añadían platillo, caja china, cencerro, bocina...; el Bolarmonio, con un teclado de 18 pelotas de voley; el Shoephone para imitar los pasos de El asesino misterioso...

Los fans de "Les Luthiers" sabemos y cantamos a coro, como está mandado, sus mejores canciones: "Añoralgia" (Esta zamba canto a mi pueblo distante, cálido pueblito de nuestro interior, tierra ardiente que inspira mi amor, gredosa, reseca, de sol calcinante; recordando esa tierra quemante, resuena mi grito: ¡Qué calor!); "Perdónala" (No quisiera con Esther seguir viviendo...); "La payada de la vaca" ( Nómbreme usted el animal que no es toro ni cebú, que pa ayudar la salud y pa que a usted la aproveche, le da la carne y la leche en generosa actitud. Tiene cola y cuatro patas y cuando muge hace muuuuuu); "El teléfono del amor" (Alló, Silvia ¿dormías? Es que te aaaamoooooo...); "El explicado" y tantas otras. También se nos da muy bien "El vals del segundo".

Los fans de "Les Luthiers" compartimos todas las historias del célebre e inexistente compositor, autor al parecer de muchas obras de "Les Luthiers",  Johann Sebastian Mastropiero, desde aquella vez que estudiaba en la biblioteca los "volúmenes" de la Marquesa de Quintanilla, o cuando frecuentaba a la Duquesa de Lowrich fingiendo ardorosa pasión para a la vez cortejar a su hija y a su nieta; o aquella otra vez que, al escribir sus Memorias, las plagió enteramente de Günther Frager (el título de las Memorias es "Mi nombre es Mastropiero, como que me llamo Günther"). Sabemos incluso la influencia de la semiología estructuralista musicológica en las obras de Mastropiero.

Les Luthiers eran un grupo de amigos que estudiaban para otra cosa (Química, Medicina, Derecho, Ingeniería...), pero que se lo pasaban pipa cantando en un coro e inventando locos instrumentos. De ahí, una cosa llevó a la otra y no han parado desde hace 50 años, siendo una mezcla de humoristas, músicos, mimos, actores y amigos. "Quedamos nosotros y los Rolling Stones, pero nosotros sin agregados químicos", dicen. Algunos de sus fans tenemos su misma edad y los hemos seguido desde que en el 74 vinieron por primera vez a España (¡conocimos a Carlos López Puccio cuando aún no tenía canas!). Cuando hace 2 años murió Daniel Rabinovich, nuestro Neneco, lo sentimos como si fuera un miembro de nuestra familia.

Este año "Les Luthiers" han ganado el premio Princesa de Asturias de Comunicaciones y Humanidades ¿Quién mejor que ellos, que sobre ganar han dicho "Lo importante no es ganar sino hacer perder al otro"; sobre Comunicaciones, "Dime con quién andas y te diré si voy contigo" y "De cada 10 personas que ven la televisión, 5... son la mitad"; y sobre Humanidades, "Errar es humano pero echarle la culpa al otro es más humano todavía"? Se lo merecen bien merecido y, si no le dan también el Premio Nobel de Literatura, es porque los suecos son muy suyos y no se enteran mucho de los juegos de palabras y de la riqueza del idioma español.

Los fans de Les Luthiers sabemos que ellos, Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y los dos nuevos, Horacio Turano y Martín O'Connor, recibirán con dignidad ese honor ¿Qué nos queda a nosotros? Alegrarnos, brindar con ellos (alzando también una copa al cielo para decir "¡Qué bueno, Daniel!"), y darles las gracias por tanto rato bueno que nos han hecho pasar. Esto es todo.

(Recomiendo dos vídeos de Les Luthiers. Uno, "Dilema de amor", por la cercanía con la filosofía. Ah, si lo hubiera visto en aquellos días en que daba clase, mis alumnos no se habrían librado de un "análisis epistemológico". El otro, "Añoralgias", porque es uno de los que más cantamos cuando nos reunimos los amigos)








lunes, 22 de mayo de 2017

Sí, quiero






Yo nací en una generación en la que los momentos íntimos eran eso, íntimos, y en la que dichas intimidades no se pregonaban a diestra y siniestra. Nosotros, como en la canción de Armando Manzanero "Somos novios", procurábamos "el momento más oscuro para hablarnos, para darnos el más dulce de los besos...". Pero no hablo sólo de besos y demás arrumacos, sino que a la hora de decidir casarnos, de decirnos un "te quiero", de esos momentos tiernos que sólo pertenecen a dos personas, era imprescindible la soledad.

lunes, 15 de mayo de 2017

Presumir en los semáforos




Uno de mis parientes se ha comprado hace pocos días un descapotable. Era de segunda mano y estaba a buen precio pero realmente no lo necesitaba porque tanto su mujer como él tienen su coche para ir al trabajo. Además es de 2 plazas, así que es muy poco práctico y no sirve ni para ir a llevar a los niños al colegio. Pero parece que un instinto primario, una compulsión genética lo llevaron a un deseo repentino y urgente de posesión y, para convencer a su mujer, después de hablarle de todas las bondades del coche que se le ocurrieron, le dio la puntilla rematando: "Y ¿te has fijado en la matrícula? ¡Es la fecha de mi cumpleaños! ¡Es una señal!". Y, como ante las señales no hay nada qué hacer, se lo compró.

¿Por qué fascinan tanto los descapotables y los coches de lujo? James Bond no sería James Bond sin un Aston Martin  que llevarse a las manos. Y Julia Roberts casi babea en "Pretty Woman", no cuando ve a Richard Gere, sino cuando ve el Lotus Sprit que éste conducía (y, por cierto, las ventas del modelo se triplicaron los dos años siguientes después del estreno de la película). Mi amigo Manolo, que es un apasionado de ellos y que, como buen padre de 3 hijos, no se puede permitir esos caprichos (aunque afirma que tarde o temprano se lo comprará), cuando le preguntamos: "Pero ¿tú para qué quieres un cochazo así?", nos contesta: "Para presumir en los semáforos".

Algún secreto encanto tendrán. Uno de mis primos, al que de vez en cuando un amigo le prestaba un descapotable, me confesaba que nunca había ligado tanto como cuando iba al volante de él  ¿Será que esos coches son afrodisíacos? Yo, que no distingo un Peugeot de un Alfa Romeo y que conduzco (porque no me queda más remedio) un coche de hace 20 años, no les encuentro el atractivo por ninguna parte. A unos ojos claros y francos, sí; a una sonrisa en la que poder confiar, también; a unas manos seguras, de dedos que no sólo saben acariciar sino también tocar las cuerdas de una guitarra y arreglar rotos y descosidos, no te digo que no. Pero ¿a un chasis con 4 ruedas, un motor y un volante?

Además que la chifladura por los coches se extiende más allá de los descapotables. Dos de mis amigos los coleccionan como quien colecciona llaveros. Los compran desvencijados y luego se pasan semanas arreglándolos con mimo, comprándoles pijaditas para ponerlos más guapos, limpiándolos hasta que se puede ver uno reflejado en la capota  o incluso en el motor... Y luego ¿qué hacen con ellos? Pues los pasean despacito -poniendo nerviosos a los de detrás- los sábados por la mañana por las carreteras de la isla. Y no muy lejos, no sea que al objeto de deseo le dé por enfurruñarse y pararse allá por las estepas.

¿Qué tendrán? Entiendo que Agatha Christie se gastara el primer dinero que ganó con sus libros en comprarse un coche. Yo misma, la primera vez que cogí sola mi escarabajo, fui cantando a grito pelado por esa carretera de Las Canteras para abajo, tanta era la sensación de libertad e independencia que me proporcionó. Agradezco que existan los coches, pero ¿entregarles el corazón?

Son objetos que se devalúan nada más comprarlos. Son ruidosos y perturban el silencio. Huelen mal. Son caprichosos, se averían en los sitios y momentos más inoportunos. Son majaderos, hay que estar pendientes de ellos, darles su aceite y su gasolina, hincharles las ruedas, llevarlos a la ITV, hacerles revisiones (el mecánico del mío lo conoce tanto que ya es casi de la familia). Son gastones: que si impuestos, que si repuestos, que si carburantes. Son incomprensibles, llenos de trócolas, cárter, culatas, árboles de leva... que vete tú a saber qué es eso. Y son despeinones, sobre todo si son descapotables.

No tienen nada de romántico o poético, no se pueden comparar a los anteriores medios de locomoción, a los caballos o a los carruajes. Ni siquiera a los trenes, que tienen su encanto ¿Ustedes han visto alguna poesía dedicada a un coche? Además ¡es una máquina! Por mucho amor que tú le tengas, desengáñate, nunca te corresponderá, ni te va a comprender, ni te traerá agüitas a la cama cuando estés malo.

Entonces ¿por qué esa adoración? ¿Por presumir en los semáforos? No sé ustedes, pero yo me quedo pensando en que algo raro debe decir esto sobre el ser humano.

lunes, 8 de mayo de 2017

Nosotros, los de entonces




Esta semana mi primo Néstor ha creado un grupo de wasap, conmigo y mis hermanos, los 4 niños que crecimos juntos en la calle del Pilar y de San Miguel en Santa Cruz. Es un chat para la nostalgia y le puso por nombre "Nosotros". Ya mi hermano mandó una foto de unos niños jugando al fútbol en una calle sin coches -"Esto era vida", dice-; mi hermana, una foto de Marisol en "Ha llegado un ángel" -"Aquella época..."-; y yo subí las tres primeras fotos en las que se nos ve juntos a los 4, para que eligieran el icono del grupo. Optaron por la que pongo al inicio hoy, hecha en la primera comunión de mi primo, todos serios y vestidos de domingo, yo con gorro de casquete y todo. Hasta mi hermano, que tenía ahí 6 años, posa con corbata, como un señor.

lunes, 1 de mayo de 2017

Historias de Los Sauces: la historia de Frasquín


Antiguo edificio de Correos en Los Sauces

En aquellos tiempos en los que las cartas eran el principal medio de comunicación entre las personas y eran esperadas con toda la ilusión del mundo, el cartero de un pueblo formaba parte de las fuerzas vivas, junto con el maestro, el alcalde, el cura, el boticario y los cuatro o cinco ricachones que se reunían por las tardes en el Casino a jugar al dominó y a hablar de sus cosas.

google-site-verification: google27490d9e5d7a33cd.html