martes, 21 de septiembre de 2010

Mis tres Jane favoritas II: Jane la de Tarzán





De mis tres Jane preferidas, Jane, la de Tarzán, es la única irreal pues nace de la imaginación de Edgar Rice Burroughs a la sombra del increíble Tarzán. Y digo increíble porque nadie se lo cree.

Por lo menos yo no me creo a un Tarzán que está como un tren. Se le describe con “figura erguida y perfecta, musculosa como pudiera ser la de los antiguos gladiadores romanos y, no obstante, con las suaves y sinuosas curvas de un dios griego…”. Y Jane, nada más verlo, “admiró la gracia majestuosa de sus andares, la elegante simetría de su figura magnífica y el equilibrio de su espléndida cabeza sobre los anchos hombros”.

O sea, que pasando su infancia y juventud con una alimentación de lo más insana, sin yogures, ni actimeles, y quedándose sin cuero cabelludo a cada rato por las peleas con los gorilas y demás bichos de la selva (una de las veces la piel le cuelga sobre un ojo), en lugar de ser un alfeñique lleno de cicatrices, es un dios griego. Anda ya.

No me creo tampoco a un Tarzán que, tras encontrar la cabaña donde sus padres perdieron la vida y curiosear en los libros, aprendiera a escribir y a leer ¡solo! ¡sin saber inglés! lo cual le sirve para poner este tipo de carteles en la puerta: “Esta es la casa de Tarzán, el que ha matado fieras y muchos hombres negros. No se os ocurra estropear las cosas de Tarzán. Tarzán vigila.” (y ¡ojo! no pone “vigila” con “b”, “ocurra” con “h” ni “hombres” con “v”).

No me creo a un Tarzán que se come crudas y sin empacho a sus víctimas, sean monos o no, pero que, cuando mata al primer negro, no se lo come porque “el sello de su cuna aristocrática, el producto de muchas generaciones de educación refinada” no podía ser erradicado así como así por una crianza y formación en un ambiente salvaje.

No me creo que en un par de meses Tarzán aprenda perfectamente francés e inglés. Nada de “Yo Tarzán, tú Jane”. En la novela original es un hacha para los idiomas y dice cosas como “Mais, oui” y se le declara a Jane de esta guisa que ya quisiéramos las civilizadas: “He venido a través de los siglos, desde un pasado nebuloso y remoto, desde la caverna del hombre primitivo, con objeto de reclamarte para mí. Por ti me he convertido en hombre civilizado. Por ti he cruzado océanos y continentes. Por ti llegaré a ser lo que quieras que sea. Puedo hacerte feliz, Jane, en el mundo y en la vida que mejor conoces y quieres. ¿Te casarás conmigo?”.

Y no me creo a un Tarzán que, cuando va a buscar a Jane (que se ha ido a Baltimore, dejándole antes el recadito de que, si la quiere ir a buscar, allí estará), llega a su casa conduciendo su propio coche, que ya es suerte aprobar en un par de días y a la primera el carnet de conducir. Y además, para llevarse unas calabazas tremendas porque Jane, que se ha quedado prendada de él en cuanto lo vio saltando de liana en liana con su taparrabos último modelo, va y se compromete con otro, la muy pánfila.

¿Por qué, entonces, Jane, la de Tarzán, es una de mis favoritas?

Porque en el imaginario de mi generación Jane, la de Tarzán, no es esa jovencita mojigata e indecisa de las novelas, a la que hay que estar salvando todo el rato de gorilas que la raptan, de leones que se meten por su ventana, de incendios y catástrofes varias, e incluso de pretendientes indeseables. No, afortunadamente esta vez, y al contrario de lo que siempre pasa, Jane, la de Tarzán, tuvo para nosotros el dulce semblante de Maureen O’Sullivan, la compañera de Johnny Weissmuller en las películas que iluminaron nuestra infancia.

La Jane de las películas no es una tonta damisela en apuros, sino una mujer real de carne y hueso que tiene a Tarzán, a Chita y, si la dejan, a toda la selva, comiendo de su mano. Serena, fuerte y contentísima de su lugar en el mundo, Jane es el eje familiar y, a la vez, el nexo que une a Tarzán con el resto de la civilización. Y el grito de Tarzán, descrito como “alarido que ponía los pelos de punta y helaba la sangre” y que, cuando lo oye la Jane de las novelas dice: “¿Qué fue ese ruido tan espantoso?”, es para la Jane cinematográfica la llamada del hogar.

Mientras la Jane de las novelas se casa, faltaría más, y vive en su mansión londinense como Lady Greystoke, la Jane de las películas vive alegremente en pecado, se supone, en la casa del árbol que todos quisimos de niños (con su sistema de agua, ascensor y ventilador) y protagoniza una escena tan bella y libre como la que hoy les brindo y que, por supuesto, fue censurada.

Aunque, pensándolo bien, también las películas de Tarzán y Jane son increíbles, con una selva con todos los animales a su disposición y donde no hay mosquitos ni paludismos, como si fuera el lugar ideal para unas vacaciones al aire libre.

Pero para eso, para inventar cosas increíbles y hacernos disfrutar con ellas, están precisamente los libros y las películas. 


28 comentarios:

  1. Antes de nada, navegador aparte, felicidades por el salto cualitativo de tu post al incluir el video. De tu Jane cinematográfica, si bien yo soy de versiones posteriores, lo más que me llamaba la atención era pensar en el pedazo de callo que debía tener en los pies, ¿te imaginas esos ñoños?. Nada de paludismos, pero tampoco de tétanos o hepatitis. Es de suponer que sanidad exterior le haya dado las instrucciones necesarias para combatir todas las enfermedades tropicales posibles. Yo me quedo con las versiones cinematográficas, no pude jamás con la literatura de Tarzán, y mira que en la Sonora siempre había ejemplares a montones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El desnudo censurado (con efecto pecera, si te fijas bien) fue un hallazgo de mi amigo Melchor, que es un excelente Buscador. Así que las felicidades por ese salto (de Jane al agua y de mi post a las alturas multimedia) son compartidas.

      No te perdiste mucho con no haber leído los tropecientos libros de Tarzán ("el indómito", "el terrible", "el invencible", "el magnífico"...) Yo sólo leí los tres primeros, "Tarzán de los monos", "El regreso de Tarzán" (en el que se casa con Jane) y "Las fieras de Tarzán", en el que ya tienen un niño. Y todos son más de lo mismo.

      Y tienes razón con lo de los callos. Recuerda cómo tenían las plantas de los pies (ñoños) las personas que en los pueblos de nuestra niñez iban descalzos a todas partes menos a la iglesia.

      Un abrazo y sigo navegando.

      Eliminar
  2. ¡Jopeta, Jane ;D! No hace falta darle lustro a tu tocaya poniendo a la altura del betún a Tarzán...vale que sea inverosímil que tenga una salud de hierro sin vacunas, sin una correcta alimentación, don de lenguas, etc...pero ¿qué daño hace imaginarnos a ese dios griego, musculoso y habilidoso?.
    Lo que sí duele a la inteligencia es la arrogancia dell determinismo genético como precursor de valores morales.

    Delicioso, como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, si a mí el increíble Tarzán me cae muy bien... De hecho, no me importaría nada hacer un viajito, aunque sea del Imserso, con él de guía por la selva. Si te fijas, la que no me gusta es la Jane de las novelas, que es una simplona y una interesada y que, para mí, que acepta a Tarzán en cuanto sabe que es Lord Greystoke y que está forrado.

      Y sí, los libros del burro de Burroughs (perdón por el chiste malo, pero es imposible no caer en él) son racistas y deterministas. "Por las venas (de Tarzán) circulaba la sangre de lo más excelso de una raza de formidables guerreros", nos dice y se queda tan pancho. Es un autor de finales del siglo XIX y principios del XX (¡estuvo en el 7º de caballería del lejano oeste!), que supongo influido por el etnocentrismo imperante de la época: nosotros, los blancos, somos el no va más y a los demás pueblos, que los zurzan.

      Eliminar
  3. ¡Delicioso Jane! No sé qué me gusta más si los post o los comentarios..Del etnocentrismo colonial al relativismo cultural...ñam, ñam ¡qué rico!

    Creo que, efectivamente, mi Jane favorita no es la de Tarzán ;)

    ResponderEliminar
  4. Yo, como el primo de Tona, Jane, prefiero el Tarzán del cine al de los libros. Sólo leí el primero de la serie, pero mis debilidades son Tarzán Weissmüller y Jane O´Sullivan. Para mí, son los dos personajes, por excelencia, de los muchos que encarnaron a los dos héroes ficticios.
    Desde que lo vi por primera vez, y ya ha llovido bastante, Johnny Weissmüller me prendó por su enorme elegancia tanto al andar como al nadar. Después supe que había sido uno de los mejores nadadores internacionales de los años 20. Batió 67 récords mundiales y ganó cinco medallas de oro y una de bronce, en las Olimpiadas. Además, es una figura deportiva histórica, porque fue el primero, en el mundo, que nadó los 100 metros libres por debajo del minuto,
    Creo, como debió ocurrirles a los "ojeadores" de la Metro Golding Mayer, que es el que se ajusta, casi al cien por cien, al Tarzán descrito por Rice Burroughs y por eso le ficharon, durante doce años, para hacer del Tarzán más popular. Después, vendrían los Lex Barker (primer marido que fue, de Tita Cervera, la baronesa Thyssen), Gordon Scott, Ron Ely y otros muchos, con más pena que gloria, pero ninguno como el Weissmüller. Todos, muy atractivos también, pero, ninguno, como Johnny. Aún hoy, sigo siendo fiel al gran nadador metido a actor.
    Está claro, querida Jane, que tú escribes sobre tus Jane favoritas y que yo tendría que hacerlo sobre mis Johnnys preferidos. Sobre el primero, abusando de tu espacio, ya lo hice. Enhorabuena por el tema. Acierto pleno, una vez más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como es patente en los tres minutos de la escena del baño, ver nadar a Johnny Weissmüller es siempre una gozada. A lo mejor no es tan guapo (tan dios griego)como Lex Barker, por ejemplo, pero no cabe duda de que es el Tarzán más célebre y, además, el que mejor bordó el famoso grito (dijo que se inspiró en los cantantes tiroleses).

      ¿Y si en la serie de los Johnnys, ponemos como favorito a Johnny Walker?

      Eliminar
  5. Pues, mira, no se me había ocurrido. Lo que pasa es que, ese Johnny tan elegante, con sombrero de copa, chaqueta roja con faldones y altas botas negras, me está prohibido por prescripción facultativa. Y, claro, la salud es lo primero. He aquí, amiga, por qué no puedo tenerlo entre mis favoritos, a pesar de tu recomendación.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oye, oye, que tenerlo entre los favoritos no implica bebérselo. Tampoco podemos catar al Weissmüller y aquí nos ves poniéndolo por las nubes... :-D

      Eliminar
  6. "el sello de su cuna aristocrática, el producto de muchas generaciones de educación refinada”

    Lo del sistema de castas (que no tiene otro nombre) que tenían en GB era genial, aunque a un caballero le abandonaran en la selva siendo un crío, aprendería solo varios idiomas, modales y hasta a caminar erguido, y no como los simios que le han creiado caminan.

    Lo de conducir, directamente es genial, y lo de que escriba sin faltas de ortografía ¿qué método de aprendizaje utilizó? porque a más de un ingeniero le vendría bien.

    Hace poco vi "Tarzán de los monos" y no sé... la recordaba bastante mejor.

    Eso sí, ella me encantó, lo primero que hace al llegar a África, además de cambiarse de ropa delante de su padre(!), es apuntarse a una expedición, después de demostrar que sabe disparar perfectamente.

    Realmente sin Jane (que es la auténtica protagonista), la película sería infumable, por lo menos cuando ella aparece, ocurre algo más que ver a unos animales corriendo a cámara rápida.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Y qué me dices del método de aprendizaje de idiomas que ya lo quisiera la BBC? Porque el Tarzán de Burroughs al final habla inglés, francés, alemán, árabe, swahili y los rugidos con los gorilas (será "el gorilés").

      Yo no veo las películas hace mucho tiempo y supongo que han envejecido bastante, aunque no la idea, ya ves el éxito de la versión de dibujos animados. Creo que nos gustaban porque alimentaban la idea del buen salvaje y del paraíso en la tierra, alejados de la caduca civilización. Y a propósito, otra diferencia con las novelas: Tarzán, cuando vive lejos de África ¡fuma! ¡y bebe ajenjo!.

      Eliminar
  7. Vale, el autor era americano, pero vamos... que me ratifico porque el fondo del asunto es el mismo, aunque Camino (que sí, que esta vez sí) lo haya explicado mejor diciendo

    "Lo que sí duele a la inteligencia es la arrogancia del determinismo genético como precursor de valores morales."

    Y Jane "influido por el etnocentrismo imperante de la época"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al sistema de castas claro que le podemos poner otro nombre (¿gilipollez humana?). El problema, más que esa prepotencia y elitismo blanco de los principios del siglo pasado, es que siga existiendo un siglo más tarde, con todo lo que ha llovido ¿A santo de qué una persona o un pueblo puede sentirse superior a otro?

      Eliminar
  8. No creo que hoy en día un pueblo se sienta superior a otro...lo que yo creo que impera es la percepción de que un sistema económico sea mejor que otro, independientemente de etnias (a pesar de Sarkozy).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé, Camino, pero a mí me parece que hay pueblos que viven de espaldas a los demás, ignorándolos completamente, convencidos de ser los salvadores y el ombligo del mundo y que miran al resto con cierta prepotencia.

      Aunque, como soy una optimista, creo que es verdad que en nuestro siglo ha predominado más un relativismo cultural (que también tiene sus peligros) que el etnocentrismo del XIX, y que va calando lo que la ciencia dice: no existen las razas (y menos superiores) y todos somos seres humanos con el mismo ADN (muy parecido por cierto al de los chimpancés).

      Eliminar
  9. Sí, vale, sí, preciosa la escena, pero ella va con un traje de raso por la selva sin ropa interior, que digo yo que qué práctico. Y, como siempre, a Tarzán, que sí que debería sin ropa interior, no se le ve ni la puntita. Si es que....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El modelito de raso, tienes razón, no es el más apropiado para una selva calurosa aunque sí no llevar nada debajo. Y también sería normal que él brincara por los árboles en cueros pero en el libro dice que él estaba preocupadísimo porque "carecía de prendas de vestir para anunciar a todos los habitantes de la jungla que él era un hombre y no un mono". Así que se cargó a un guerrero negro que pasaba por allí, "le quitó las armas y los adornos y -¡ah, qué alegría más inmensa!- un precioso taparrabos de ante (¿de ante?), que inmediatamente transfirió a su persona". Un Tarzán sin taparrabos es como un jardín sin flores.

      De todas formas, Tarzán, igual que Mowgly, son, por lo que se sabe, seres imposibles. Hasta ahora, ninguno de los niños ferinos encontrados ha podido llegar a ser una adulto normal. Todos han tenido una capacidad muy limitada de lenguaje y de relación con los demás. No te digo nada de llegar a dominar idiomas, saber jugar al ajedrez (que también lo hace Tarzán), conducir o administrar una fortuna.

      Eliminar
  10. Ahora si va despuntando la Jane que me gusta leer. La crítica, la contestataria, la llana, la honesta, la que no acepta medias tintas, la que agarra al toro por los cachos. Estimada Jane, lamentablemente, en el mundo siempre han existido y existirán oprimidos y opresores. Del absolutismo y el despotismo sugen las tiranías. Por estos lados abundan los ejemplos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy una optimista, como dije a Camino más abajo, y, mirando la historia de la humanidad, pienso que algo se ha avanzado (aunque, desgraciadamente también en capacidad de matar). No vivimos como en la Edad Media, existen unos Derechos Humanos que muchos países respetan, hay más países democráticos y la gente está mucho más educada que hace un siglo... Un mundo sin dictadores ni tiranos es, lo sé, una utopía pero los ideales utópicos, creo yo, funcionan como metas, tal vez inalcanzables, pero que impulsan a ir consiguiendo cada vez más. Y mucha gente ya sabe que hay que apostar por la decencia y la honestidad.

      Eliminar
  11. En realidad, mi Jane favorita es "Jane the Black" Si, mujer, la de Alcalá.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para los que no lo sepan, este visitante se refiere a "Juana la Negra", uno de los restaurantes más típicos y conocidos de Alcalá, en el sur de la isla, especializado en buenos pescados.

      No tienes mal gusto. La verdad es que a mí también me gusta ir de vez en cuando y comerme una viejita guisada con papas arrugadas. Riquísima.

      Eliminar
  12. Ah bueno, sí de gustos por las Jane se trata debo decir que tuve una novia colombiana - en mis lejanos años mozos - cartagenera para más señas, que estaba más buena que comer con las manos. En realidad se llamaba Juana pero se cambió el nombre y nunca supe la razón. Muy de vez en cuando acompaño al Señor Jhonny en sus correrías. Mejor si es con su ropaje de 18 años. Nada mal.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y no le cantaste aquello de "Cartagenera morena, bañada con luz de luna..."?

      En mi vida también hubo por lo menos dos Juan (por otra parte, uno de mis nombres preferidos) y a uno de ellos en el Instituto lo llamábamos Johnny. Yo creo que eso era anglofilia adolescente, una de las tantas bobadas por las que nos daba en esa época.

      Eliminar
  13. pues yo me los leí todos jefa. y hasta aprendí a hacer una llave nelson, por si me encontraba algún león despistado.
    lo cierto es que salvé el aburrimiento veraniego de unos padres sobreprotectores a base de los tarzanes y guillermitos; de los deliciosos poirot y srta marple, de los cazadores solitarios y las manadas de búfalos de zane grey; luego pasé a corretear con perry mason y a cultivar orquídeas negras con nero wolfe...

    luego me hice "progre" y leía cosas "profundas".
    a tí te agradezco haberme presentado al durrell de la risa y la inocencia.
    bueno, no divago más por hoy. ya sabes que te quiero.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tu educación bibliográfica y la mía se parecieron mucho.

      A ti te agradezco haberme presentado a Doris Lessing y a Fred Vargas.

      Ya sabes que también te quiero.

      Eliminar
  14. Me gustó la danza en el agua;dos buenos nadadores.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leí en el Blog "Ovejas eléctricas" un dato curioso: "la Jane subacuática tiene el pecho bastante más pequeño que el de la otra Jane. Esto se debe a que se utilizó una doble de Maureen O'Sullivan: la nadadora olímpica Josephine McKim. Y el motivo no fue que O'Sullivan no se atreviese con el desnudo (prueba de ello es el atrevido atuendo de pieles que lució durante toda la película) sino que se creyó que resultaría más espectacular de cara a la audiencia ver a dos nadadores olímpicos bajo el agua". Así que sí, Araceli: eran dos muy buenos, buenísimos nadadores-

      Eliminar

google-site-verification: google27490d9e5d7a33cd.html