El Castaño de las Siete Pernadas |
Hace unos 3 años, en un post que escribí dedicado a los castaños (lo titulé "Toma castaña"), dije esto:
"Hubo un tiempo en que bosques como éste poblaron la isla. Hubo un tiempo de árboles gigantescos, viejos habitantes de las cumbres del norte, como aquel Castaño de las Siete Pernadas de Aguamansa, del que habla Leoncio Rodríguez en "Los árboles históricos y tradicionales de Canarias". Un árbol con fama de llevar ventura a los que enamoraban bajo sus ramas, y tan grande que se podía subir cómodamente una mesa para sentarse a comer en lo alto.
No sé si ahora existirá este castaño o los castañeros de mi infancia, pero lo dudo...".
Y mira por dónde, hace unos días se me quitaron todas las dudas. Nos invitaron al grupo "Lo que las piedras cuentan" (del que ya les he hablado aquí y aquí) a un desayuno y a un paseo posterior por una finca en Aguamansa, y resulta que el Castaño de las Siete Pernadas ¡existe! Allí estaba, con tres pernadas menos, eso sí, pero en pie desafiando todavía a los siglos. Andrés, uno de los dueños de la finca, nos contó que una noche tranquila, sin tormenta ni viento, lo despertó un estruendo terrible, como si el mundo se viniera abajo. Se levantó enseguida y lo encontró así, partido por la mitad "¿Y qué crees que le pasó?" "Vejez, supongo". Pero viejo y todo (se le calculan más de 500 años), sigue siendo impresionante. Dulce María Loynaz, que también visitó la finca en 1951, habla asombrada de él en su libro "Un verano en Tenerife": "El enorme tronco ha tomado un aspecto rugoso, coriáceo, animal casi. El árbol parece más bien un gigantesco paquidermo coronado de ramas milagrosamente verdes.". Todavía hay un hueco (tapado) en su base en donde está guardada la mesa que a veces se subía a sus ramas y que fue testigo de tantas meriendas felices. Nosotros , 20 personas cogidas de la mano, lo rodeamos y abrazamos porque, según dicen, estos seres centenarios saben transmitir buenas energías.
La finca es enorme (48 hectáreas) y preciosa. En los altos del valle de La Orotava y al pie de los acantilados de Los Órganos, ya muy cerca de la cumbre, está llena de árboles excepcionales: castaños enormes, sí, pero también pinos altísimos y manzanos, perales y otros árboles frutales cargados, en este noviembre, de frutos. Y todo el paseo que hicimos hasta el Castaño, y después, más arriba, hasta la Fuente de los 50 Chorros, estuvo acompañado del olor del orégano que tapizaba el suelo de las veredas y rincones.
El olor del orégano, humilde y familiar, nos llevaba a hablar de mojos, salmorejos, licores de hierbas, cazuelas y de tanto plato nuestro que lo lleva como ingrediente. Yo recordaba, riendo, aquella vez que, caminando entre matas de orégano por los montes de Anaga, mi hermana exclamó: "¡Qué olor a pizza!". Esther rememoraba las procesiones de antes en su Guía natal cuando los Descansos -altares que se ponían en las casas para que la imagen los visitara- estaban unidos por pasillos perfumados hechos de orégano y poleo. Todos, mientras cogíamos un ramito o una planta viva para transplantar, caminábamos con calma, fijándonos en hiedras y flores, o en el tronco hueco de otro castaño herido por un rayo o en las gallinas que andaban a sus anchas por todas partes. El aire era limpio a esas alturas y la casa, con un balcón dirigido al valle desde el que, antaño, el padre de los actuales dueños trabajaba (¡qué gozada!), descansaba bajo el sol, sabiéndose vivida y amada...
Qué bueno es que todavía existan sitios así, tan bellos, en los que sumergirte y gozar en un día de otoño. Qué gusto andar entre árboles que ya estaban aquí cuando se fundó La Habana, árboles ajenos a las minúsculas vicisitudes y preocupaciones que ocupan nuestros días. Qué placer darnos cuenta de que los grandes árboles y las pequeñas plantas del orégano conviven y nos muestran lo que verdaderamente importa: existir dando cada uno lo mejor de sí mismo. Y qué contenta me puso que el castaño que creí perdido y destruido, todavía exista... Un día perfecto.
Gracias mi niña, todo lo bueno para ti y los tuyos
ResponderEliminarGracias, Carmelita. Deseemos, sí, que vengan días buenos en los que no pase nada sino este disfrute de la naturaleza.
EliminarUn abrazo.
¡ Qué olor a pizza! Magnífico, como siempre! Gracias, Isabel.
ResponderEliminarMe hizo mucha gracia el comentario de mi hermana porque los paseos por la naturaleza nos suelen poner líricos. A ella en ese momento, no. Hasta hambre le entró :-D
EliminarGracias a ti, Claudia.
Hay en la revista Rincones del Atlántico un interesante articulo dedicado al castaño de las Siete Pernadas. le reenvío el tuyo a mi buen amigo y editor de la Revista Daniel Galván.
ResponderEliminarcomo siempre muy bueno y emotivo´
saludos alvaro fajardo (alfa)
Muchísimas gracias, Álvaro. Es de esos árboles, como tu drago, que milagrosamente siguen en pie con dignidad.
EliminarTambién se habla de él, según nos contaron los dueños, en el libro "Castañeros de Canarias" de Tomás Méndez Pérez:
"En esta fecunda tierra, hace 500 años, las rudas manos de un colono sembraban un castaño, sin imaginarse que con el tiempo llegaría a convertirse en un monumental árbol de majestuosa corpulencia, cuyas ramas se extendieron en siete gajos que darían lugar a su nombre de Castaño de las Siete Pernadas, sus tentados en un grueso tronco de más de doce metros de circunferencia...".
Juan del Castillo en "Esencias de La Orotava" dice: "En el castaño se ahorcaban reos en la época de los primitivos pobladores de la isla, y más tarde, era frecuentado por los muchachos del Valle, ya que, según tradición, bajo sus ramas encontraban feliz augurio los devaneos amorosos".
Ya ves, la muerte y la vida...
Buenos días Jane: por desgracia sólo puedo añadir añoranza a mí escrito. ?Por qué talaron los tilos de mi calle?, y ? aquél chopo enorme?. Ahora hay casas de seis pisos.
ResponderEliminarUn saludo muy cariñoso.
A mí me pasa lo mismo con los grandes laureles y el tamarindo del patio de mi colegio. Formaban parte de nuestra vida y los creíamos eternos, y sin embargo, cayeron con muchas cosas más. También hay ahí bloques de edificios.
EliminarPor eso, fue un placer saber que el castaño todavía existe y que hay sitios donde miman y valoran a los árboles.
Un abrazo, Rosa María.
Con restos de castaños seculares se pueden hacer esculturas originales que algunos llaman object truové, ready made, o found art que en español se traduce como arte encontrado.
ResponderEliminarCon una rama de sabina mi tío Aldo Pérez Duque, que era un magnífico escultor, me hizo una escultura que semeja un ave a punto de alzar el vuelo. Lo curioso es que respetaba muchísimo las líneas de la rama. Mi tío ya no está pero su "object trouvé" reposa en mi salón y me gusta cada vez que lo miro.
EliminarOhhhh que bonito Isabel, muchas gracias por compartirlo, se lo haré llegar a Andrés, que por el entorno donde vive, ni internet ..., le encantará
ResponderEliminarMuchas gracias, Alicia. Por no extenderme mucho no mencioné todo lo que ese día nos dieron ustedes: la oportunidad de visitar un lugar único, ese desayuno tan bueno con el sol amagando por salir entre nubes, los retos de encontrar las postales antiguas escondidas, las explicaciones sobre la casa, la familia y la finca, la lección de apicultura que nos dio Andrés, el placer de caminar entre árboles centenarios... Como dijo Melchor en el almuerzo, hacen honor al nombre de Anfitrión. Vinimos todos encantados.
EliminarUn abrazo para los tres y dile a Andrés que ha elegido una forma de vida que muchos envidian.
Magnífico tu relato de tan bonita excursión.
ResponderEliminarSupongo que fué un día inolvidable para todos los que allí acudieron, como siempre me ha encantado.
Un abrazo Isabel.
Sí que lo fue, Carmen Paz. A los de fuera les suele extrañar que no conozcamos la isla como la palma de la mano pero ¡hay tantos sitios increíbles que no conocemos! Iris, nuestra organizadora, lo sabe y siempre nos sorprende. Un día, como dices, para guardar en la memoria, igual que guardamos el olor del orégano.
EliminarIsabel: me encantan y emocionan tus escritos, pero éste especialmente. Gracias
ResponderEliminarComo buena bióloga, hubieras disfrutado un montón, Águeda. Juancho, que fue también (de él es la mano que sostiene en la foto el ramito de orégano), se lo pasó pipa. Y fue también un lujo tenerlo al lado porque nos iba señalando los pinos que eran canarios y los que no, o los nombres de algunas plantas que veíamos.
EliminarPor cierto en el libro que cité en otro comentario más arriba ("Castañeros de Canarias" de Tomás Méndez Pérez) dice que el genoma del Castaño de las Siete Pernadas "es muy particular al no tener relación de parentesco con los otros especímenes de su especie, de su entorno".
Un abrazo y muchas gracias por tus palabras.
Sí que me hubiese gustado ir. Me imagino la estampa de todos abrazando el castaño y me hubiese encantado participar. Me recuerda a un vídeo que le ponía a mis alumnos en donde aparecía el árbol mas grueso del mundo. Abrazotes
EliminarFue divertido. Nos hicieron hasta un vídeo. De todas formas, me da que el castaño pasaba un poco de nosotros, miserables seres que solo viven poco. Pero no nos desanimamos y, hala, a abrazar, que no se diga...
EliminarPreciosa narración de un día inolvidable , acompañados por unos excelentes anfitriones que nos abrieron su casa y finca para que disfrutáramos del día. Espero que nos vuelvas a deleitar en un paseo en primavera, cuando la flor de mundo, hortensias y flores de sus manzanos, estén en su apogeo y junto al olor del orégano, vengamos embriagado de su perfumen. Gracias por dejarnos participar de tus maravillosos escritos. Un abrazo muy grande.
ResponderEliminarAy, Esther, disfruté un montón hablando contigo y conociéndote al fin después de tanto tiempo. Gracias por contarme lo de los caminos de orégano. Me puedo imaginar el aroma, nada que ver con las alfombras de flores con las que los sustituyeron después.
EliminarMi madre tenía en la azotea cajones de hierbas aromáticas que perfumaban el aire cada vez que subíamos a tender la ropa. Hoy todavía, cada vez que tiendo, me viene sobre todo a la memoria el olor del cilantro. Benditas hierbas.
Un abrazo grande y otra vez, muchas gracias.
Solo una aclaración sin importancia, era poleo y no tomillo, pero es igual, si hubiese habido en cantidad, seguro que lo hubiesen puesto . El poleo, se iba a buscar el día antes a los Montes de Chio y se picaba
EliminarEstuve a punto de mandarte un mensaje para preguntarte porque no estaba segura. Pero no pasa nada, se cambia y se acabó 😉
EliminarNo hace falta, Isabel, por favor. No lo toques.
EliminarYa lo cambié. En estos tiempos en que por menos de nada se cambia la historia, mejor ser rigurosos hasta en lo mínimo :-D Imagínate que alguien haga una tesis sobre las costumbres de Guía de Isora y la gente se vuelva loca a ver en qué sitio crecía tomillo.
EliminarUn beso y mil gracias.
Ya sabía yo que de esa preciosa excursión saldría un campestre post!!
ResponderEliminar¡Cómo me conoces, Milo...!
EliminarBonito...
ResponderEliminarTambién lo eran las fotos maravillosas que hiciste tú...
EliminarGracias, Carlos.
Muy bonito, Isabel.
ResponderEliminarLa verdad es que todo se confabuló para que también fuera un día bonito: el día entreverado de nubes y sol con una temperatura agradable, los magníficos anfitriones, la buena compañía y el paisaje incomparable lleno de sorpresas. No se podía pedir más.
EliminarGracias, Tere.
¡Magnífico relato! Ya nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminar¡Ojalá fuera un relato y ojalá fuera magnífico, sagerá! Los que son magníficos son los componentes de este grupo al que me honro en pertenecer.
EliminarBesotes.
Hola Isa
ResponderEliminarVoy peor que otras veces (?) con la cosa del tiempo. O contra el tiempo.
Solo que sepas que lo leí y me gustó mucho. Bueno lo de las energías positivas, no. Toni seguro que te dice lo mismo que yo sobre eso de las trasmisiones de energías positivas (o negativas). Pero la belleza del bosque y el agradecimiento por conservarlo, está relatado con tu divino teclado (lease pluma). Pero échale un tiento, cuando te quede un rato, a quien conserve algún tabailal o algún cardonal o algún escobonal. Mas modestos pero también tan maravillosos, llenos de vida y sugerentes. Y tan canarios.Y los arrasan sin piedad y sin esconderse.
Besos
Jajajaja, como le dije a Águeda más arriba, me da que ni energías ni nada, el castaño pasando de nosotros. Una vez un médico homeópata nos dijo que pusiéramos la cama orientada según no sé qué energías subterráneas. A Toni casi le da un síncope, él que en su especialidad tuvo que estudiar tanta Geofísica. Pero los seres humanos somos tan desvalidos que nos inventamos mitos y en todas partes buscamos ayuda.
EliminarEs verdad que los tabaibales, cardonales y escobonales son preciosos. Dan nombre a localidades (algunas muy feas) en donde antes reinaron como dueños absolutos. Sí que es una pena.
Un besote y gracias. Y a relajarse y disfrutar del tiempo.
Gracias Isabel! A ver la próxima! Me hubiese encantado.Un lugar mágico,viendo las imágenes!��
ResponderEliminarPues algo de mágico sí tenía. Había algunos pinos que lucían unas barbas verde pálido que en algunos sitios del norte de España dicen que son las cabelleras de las rusialkas, las hadas del árbol. Imagina que nos hubiera dado por fantasear. El lugar se presta, la verdad.
EliminarA la próxima no te podemos poner falta como ahora.
Dos veces que he escrito y ahora veo que no sé donde se fue..A la tercera entonces..pues eso,que es una fantástica descripción de un estupendo día y lugar,con una excelente compañía que invita a cerrar los ojos y sentir como si se estuviera allí.Gracias por tan bello relato. :*
ResponderEliminarA mí a cada rato me desaparecen cosas del móvil o del ordenador. Cuando les pregunto a los expertos me dicen que "estarán en la nube". Allí se encontrarán con los comentarios tuyos anteriores. A ver si un día nos paseamos por la nube esa y empezamos a recuperar fotos, escritos, comentarios...
EliminarYa te lo dije en su momento, pero te lo repito. Eres una estupenda organizadora ¡Hasta mapas nos mandaste! Y el sitio de la comida, estupendo. Y bien alegamos... Brindemos por que ocasiones como esta se repitan.
Un abrazo grande.
Un tronco precioso el de ese castaño. Con una base tan anciana es normal que quebrara un poco su perímetro; aun así, no deja de ser una joya de la naturaleza y un tesoro a proteger, porque abrazarlo es tarea imposible, ja ja ja.
ResponderEliminarA abrazarlo nos aplicamos los 20 y pico que fuimos. Imagina cuando estaba el tronco original, se hubieran necesitado 40.
EliminarSiempre fue un sitio especial. En un artículo sobre castaños que me envía Álvaro Fajardo publicado en la revista Rincones del Atlántico, dice que en estos llanos hubo un "bailadero", un lugar a donde iban los guanches en época de sequía para bailar y hacer balar a las cabras pidiendo al cielo que lloviera. Todavía hoy se nota el respeto.
Lo que dices, una joya a proteger. Ojalá dure otros 500 años más.
un beso, Cande.
Gracias Isa, me llenó.
ResponderEliminarEl paseo y el relato
Muchas gracias, Ignacio.
EliminarY la comidita también, que estaba bastante aparente :-D
¡Y una envidia que me entró a mi!
ResponderEliminarEl olor a orégano llegó hasta Icod...
Te echamos de menos, Elvira. Y no me extraña lo del olor. Cuando hago conejo en salmorejo el olor se extiende y eso que son un par de cucharadas. Imagínate veredas llenas...
EliminarUn besote.
Como siempre,encantador momento de leerte!
ResponderEliminarGracias, Begoña, tú sí que eres encantadora.
EliminarBesos.
Esta entrada me recordó a un pequeño terreno cerca de la casa de mis abuelos lleno de castaños. Justo por estas fechas mis primos y yo recogíamos las castañas que luego mi tía cocía o asaba en la cocina de leña. Los talaron todos y levantaron una casa de las feas. Alrededor, solo barro, ni un jardín bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué rabia ¿verdad? Pero por lo menos ese recuerdo y el sabor y el olor de las castañas asadas -uno de los más placenteros- nadie te lo podrá quitar.
EliminarEl día de Aguamansa las cogíamos del suelo, todavía en los erizos y nos las comíamos tal cual.
Un abrazo, Dorotea.
Hola Jane. A pesar de los humanos todavía quedan "bosques" por donde caminar y sentirse lejos, muy lejos del ruido y los problemas.
ResponderEliminarEste verano estuve en La Palma e hice dos "escapadas a bosques". El primero cerca de la Cueva de la Zarza y el segundo a Los Tilos Altos.A pesar de que había mucha gente caminando había ratos en que no oías nada y "se escuchaba el silencio".Hacía mucho tiempo que no lo escuchaba......
Lo malo de caminar y coger una rama de orégano es que si te pilla el Seprona, multa que te pego!!!!!!!.Un beso Jane.Juan
Ay, Juan, y yo que me acuerdo de venir de ese Teide con un gran ramo de retama blanca para luego ponerlo en un jarrón en casa. Ahora me "enretamarían"...
EliminarY qué maravilla escuchar el silencio en un bosque. Cuando era pequeña me acuerdo de que ese era el consejo que el padre de Sissi, en la película, le daba, antes de que se casara con el emperador y se metiera en follones políticos: "Cuando te agobies, sube a los bosques y oye el silencio de la naturaleza". Aunque quedan pocos por estos lares, todavía en alguno se puede escuchar. Qué buenas esas escapadas...
Un beso, Juan.
......y qué chachi nos lo pasamos!.-����������������������������Tú siempre certera y removedora!.-����������������������������
ResponderEliminarHay que remover recuerdos, Marilí, para revivir y mantenerlos en la recámara de la memoria. Y es verdad ¡qué chachi nos lo pasamos!.
EliminarUn beso.
Buenos recuerdos. Un día maravilloso y muy buenos anfitriones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es de esos días que uno recuerda bien por lo especial que fue. A ver si Iris se anima ahora a organizar algo parecido.
EliminarOtro abrazo para ti.
Mucho cariño querida prima siempre con temas interesantes
ResponderEliminarGracias, Mizar. Este es un lugar único y con historia. Fue hace 4 años cuando fuimos pero como si hubiera sido ayer.
EliminarFue un gran día !!!
ResponderEliminarEn la mejor compañía !!!!
Es verdad, Ignacio, los lugares se disfrutan más cuando la compañía es la adecuada. Y allí estábamos adecuadísimos.
Eliminar¡Qué estupendo, qué envidia!
ResponderEliminarEse día te echamos de menos, Elvira. Tienes que apuntarte a la próxima.
EliminarSí, señores, fantástico día, en un lugar mágico y en la mejor compañía.
ResponderEliminarTenía algo de mágico ¿verdad? Como un sitio fuera del tiempo. Me encantó.
EliminarQué ratito más bueno! Y como siempre, un magnífico relato. Gracias
ResponderEliminarEs verdad, de esos ratitos para guardar y no olvidar. Hay que repetir. 🥰
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