lunes, 16 de abril de 2018

Se atormenta una vecina




Imitando al Anoniman que pone carteles geniales en la Autopista y que hace un tiempo puso este que hoy le he cogido prestado para mi título -"Se atormenta una vecina"-, hoy quiero que hablemos precisamente de vecindades que son un tormento. Y es que de esas las hay de varios tipos.

Está el vecino flamenco, que es el que, viviendo en el piso de encima, taconea todo el día, él, su familia y hasta el gato, al ritmo de soleares y bulerías; está el nómada, al que le da (preferiblemente por las noches), por trasladar muebles de una habitación a otra; el vecino melómano admite variantes, desde el que aporrea el piano a la fan de Mari Trini (ésta me tocó a mí una vez); el vecino plasta es el que te cuenta vida, milagros, enfermedades suyas y de toda su parentela. Tuve una vez uno al que llamábamos El Ohmio porque, si nos descuidábamos y nos cogía en el ascensor, nos endilgaba un curso de electricidad en lo que subíamos 5 pisos; también el vecino investigador, del que hay abundantes ejemplos en la literatura y el cine: James Stewart en "La ventana indiscreta", las amigas de la señorita Marple en las novelas de Agatha Christie, que hasta llevan prismáticos "para ver pájaros", dicen, o las que aparecen en la siempre inquietante Patricia Highsmith... Aunque la realidad supera a la ficción.

Y luego hay otro tipo de vecindades tormentosas: cuando te toca al lado de tu casa una circunstancia desagradable. Por ejemplo, los carnavales, que no te dejan dormir en una semana. O lo que se cuenta en "El adivino" de Astérix y Obélix, en el que el protagonista vive al lado de una fábrica de curtidos en Roma, que debe ser lo más apestoso del mundo. O también lo que le pasaba a mi amiga Cae, que vivía al lado de la Refinería, mañana, tarde y noche con el chacachaca de los motores y el humo de las chimeneas.

Y últimamente, que estoy yendo a recoger una vez por semana a mis nietos al colegio, se me ponen los pelos como escarpias cuando veo el caos en que se convierten las calles vecinas a esas horas. Hay coches hasta en tercera fila, aparcados en garajes y en pasos de peatones, que muchas veces no hay por dónde pasar, y personas que quieren salir de sus casas y no pueden, tocando la pita desesperadas. Parece una película de Buñuel.

¿Comprenden por qué vivo en donde vivo, a pesar de que solo pasan por aquí cinco guaguas al día? Cuando me despierto, oigo el piar de un pájaro en el naranjo, el arrullo de las palomas en el palomar y el viento en los árboles de la huerta.

34 comentarios:

  1. Buenos días Jane: este tema tiene una "gran ventaja", puede acrecentar en grado sumo la virtud de la paciencia.
    Y yo me pregunto, ?se molestarian si les regalo un paquete de redondelitos
    de fieltro para las sillas?.
    Un abrazo
    .

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    1. Jajajajaja Seguro que no, si les dices que es estupendo para no rayar el suelo o algo así, como quien les está haciendo un favor.
      A todo se le puede encontrar ventajas: acrecentar la paciencia, como dices, pero también la tolerancia, la santidad, la sordera...
      Un abrazo, Rosa María.

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  2. María Teresa Martín Martín16 de abril de 2018, 10:20

    Ingenioso el juego de palabras...

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    1. Este es de hace un tiempo y cada vez que se avecina una tormenta me acuerdo de la frase. Me cae muy bien el Anoniman de la autopista (me identifico con él), cada semana imaginando una frase que arranque una sonrisa o una reflexión al sufrido conductor que cada mañana va por esa carretera atestada de coches hacia el trabajo. El último que puso (cuando yo pasé la semana pasada) era "Cede el paso a la hormiga"(que creo que es una frase de Lao-Tse).

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  3. ¡Qué buena la frase del cartel!
    Para vecinos tormentosos aquellos que han obligado a los atormentados a marcharse de su casa. Sólo conozco uno, pero supongo que habrá muchos más. En este país los malos están protegidos...

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    1. Pues parece que sí porque ayer mismo me contaron de uno que, a la vuelta de las vacaciones, encontró su casa "okupada" y le costó dios y ayuda poder echarlos de allí. Y yo también conozco algún caso de esos en que la vida se les hace tan insoportable que se ven obligados a mudarse de casa, que ya es tormento. Los demás, a adaptarse, qué remedio.
      Cuando yo le decía a mi amiga Cae que cómo soportaba lo de la Refinería me decía que ni se daba cuenta. Tan adaptables somos...

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  4. Begoña Pérez Fernández16 de abril de 2018, 10:37

    Lo has clavado, Isa! Y qué suerte sólo tener por vecinos a los pájaros!!!

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    1. Bueno, también tengo vecinos (a mi hermana entre ellos) pero están lo suficientemente alejados para poder oír a la naturaleza también y sobre todo por las mañanas, cuando ésta despierta al mismo tiempo que nosotros. No podemos vivir en una isla desierta (y menos aquí), y a veces oímos el coche del ayuntamiento que pasa por la carretera anunciando una fiesta o una muerte, los aviones cuando hay tiempo sur, la música cuando hay un tenderete en una casa, a mi perro cuando alguien se acerca... Pero sí, sobre todo a los pájaros y es verdad que es una suerte.

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  5. Yo me decido por una situación intermedia, en lo que se refiere a donde vivir, Isa: ni en el campo total que se hace duro el transporte, no al lado de un colegio, que se hace insoportable el griterío y los embotellamientos de horas punta que describes.
    Besos

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    1. Yo soy muy adaptable, Ana. Toda la vida viví en pisos y no tuve ningún problema gordo con los vecinos (a pesar de Mari Trini y de "El Ohmio"). Si nos vinimos aquí, a este sitio por donde pasan 5 guaguas al día, es por las palomas. Y es verdad que es un tostón lo de llevar a los niños al colegio, pero te adaptas y los vecinos ayudan turnándonos para hacerlo. Porque hay vecinos tormentosos, pero también los hay como para ponerlos en un altar. Y gracias al cielo, he tenido más de esos últimos.
      Besos.

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  6. Vivo en una calle tranquila cerca de un colegio pero no hay líos de coches y oigo a los pájaros de la zona en pleno Santa Cruz .Y los vecinos que he tenido a lo largo de mi vida,en diferentes,casas han sido excelentes.¡He tenido mucha suerte!

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    1. Hoy hablé de vecinos tormentosos pero lo normal son buenos vecinos. Yo, como tú, he tenido mucha suerte, gente estupenda con la que puedes contar e incluso que se convierta en amigo. Sobre todo cuando viví en la calle San Miguel (éramos 4 familias vecinas) tanto los padres como nosotros, los niños, nos llevábamos estupendamente y lo recuerdo con nostalgia. Y aquí en el campo también.
      Lo mejor todavía es tu situación, oír a los pájaros en Santa Cruz sin tráfico ni ruidos. Eso sí es una maravilla. Enhorabuena.

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  7. He tenido diferentes vecinas , debido a los continuos traslados de mi marido ). Ahora ya he fijado mis raíces en un lugar en que soy feliz, si no fuera por los perritos de los vecinos. Uno, ladra cuando le place si ve pasar al gato que va en busca de su media naranja o si algo sospechoso aparece por los alrededores. Otro (parece un mulo, más que un perro) , te despierta con sus aullidos bien temprano pidiendo el desayuno. Me gustan los animales pero también descansar como Dios manda. Eso no lo entienden las vecinas. Viví anteriormente, en un edificio y la vecina de arriba( musulmana), cada vez que tenía el Ramadán, se paseaba por la casa en tacones haciendo la comida y fregando y allí voy yo, a hablar educadamente con ella: señora, abajo hay personas de otras creencias religiosas. Otro, le daba por echar fuera de su piso a la mujer y ponerse a cantar. Llegó tel momento en que dije, se acabó y compré un chalet, rodeado de jardín. Hoy intercambio experiencias de botánica con una vecina, la otra no sabe ni papa de español: buenos días, buenos días y tan felices y contentos. Tengo piscina para los mirlos y los únicos que se pelean , son los pájaros con ellos porque no les dejan acercarse a bañarse.

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    1. Jajaja, todo paraíso tiene su serpiente, dicen. Un lugar perfecto no existe, ni para los supermegamillonarios. El caso es que estamos obligados a vivir entre humanos y esa convivencia siempre tiene algún roce. O en tu caso, algún perro. Te entiendo porque el mío (también casi un mulo), en cuanto nos oye cerrar una ventana a la caída de la tarde, ya empieza a pedirnos la cena. No queda más remedio a los demás que adaptarse. Y a nosotros bajarle rápidamente la cena al señorito.
      Lo que sí estaba interesante eran los vecinos anteriores, sobre todo el que echaba a su mujer y se ponía a cantar. Con semejante personaje no hacía falta ni mirar los seriales de la tele :-D

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  8. Carmen Paz Gutiérrez Arienza16 de abril de 2018, 21:51

    Magnífico como siempre Isabel.

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    1. Muchas gracias, Carmen Paz. Creo que hasta ahora (en 482 post desde que empecé a escribir este blog) no había hablado sino de los buenos vecinos que he tenido y no había nombrado a los vecinos plasta, que haberlos haylos. Hoy les ha llegado la hora.
      Un beso.

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    2. Carmen Paz Gutiérrez Arienza16 de abril de 2018, 22:11

      "Haberlos haylos" solo que yo he tenido mucha suerte y los que tengo son todos muy buenos, viven y dejan vivir (gracias a Dios).
      Un beso Isabel.

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    3. Ahí está el truco precisamente. Me acuerdo que cuando mi hija se casó (hace 16 años), después del banquete, se vino la mayoría de jóvenes a seguir la juerga en nuestra casa y en la de mi hermana (están juntas). Eran las 3 de la mañana y le habíamos pedido antes permiso a los vecinos, que por aquel entonces no conocíamos bien. Siempre me acordaré que la contestación del vecino fue: "¡Mientras no duren una semana...!". Por supuesto, le dijimos que se uniera a la juerga.

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  9. Yo vivo en un sitio por donde no pasa ni UNA guagua, querida. Y me puedo quejar sólo de El Cartero, ( eterno enemigo de los perros), la basura y poco más. No podría vivir en una ciudad muy populosa.Es que no sólo vivo en un pueblo tranquilo, vivo en un barrio muy tranqulo.Para mo esto es parte de mi calidad de vida. Un beso Isabel.

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    1. Sí, cuando nos mudamos al campo lo pensamos mucho. Suponía tener que
      desplazarnos para llegar al trabajo y depender del coche para todo. Tengo unos primos que no lo soportaron y volvieron muy pronto a la ciudad. Decían que necesitaban tener cerca un supermercado, la farmacia, los colegios, los trabajos... Y es verdad que es un handicap.
      Pero el tema de la calidad de vida nos conquistó. Hoy mis dos hijos tienen claro qué tipo de vivienda quieren y los dos han optado por esa calidad de vida de la que disfrutaron cuando pequeños. No nos hemos arrepentido nunca.
      Un beso, Elvira, y sigue disfrutando.

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  10. Yo, por fortuna, tengo la suerte de vivir en un edificio con 13 vecinos más, y sus correspondientes familias, pero apenas les oigo o les veo, porque todos procuramos molestar lo menos posible al que queda enfrente, encima o debajo.
    Donde ese respeto falla es en las zonas comunes de la urbanización, sobre todo, a la hora de sacar las mascotas a pasear y cuyos dueños, amparados en el anonimato, dejan el rastro de sus desagradables "recuerdos", para que los recoja el encargado de la limpieza o los pise alguno de los transeúntes. Pero ese ya sabemos que es un mal endémico, que va más allá del entorno más cercano y que dice mucho de la "educación" de los que lo practican.
    Por lo demás, puedo decir que vivo en un rincón tranquilo, con mucha actividad durante el día, pero que a partir de las 6 de la tarde se convierte en un plácido lugar en el que se puede leer, oír música, contemplar el mar o descansar sin sobresaltos de ningún tipo.
    Por lo que tú cuentas, Jane, y por lo que comentan algunos de tus seguidores, me considero una privilegiada y, desde luego, nada atormentada por la vecindad. Espero seguir así por mucho tiempo, porque no me veo soportando taconeos a todas horas, ni arrastres nocturnos de muebles, ni músicas machaconas...

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    1. Sí que eres una privilegiada porque con tanta gente es raro que alguno no te salga rana. Y si encima tienes cerca a quien pedirle un par de zanahorias para el potaje y con quien alegar un ratito aunque sea del tiempo, entonces sí que ya estás bien servida.
      Lo de los perros, a juzgar por lo que veo por la calle, como no se pongan en serio con las multas, va para largo.
      Sigue disfrutando de tu piso, mi amiga. Me consta que desde él se ven unos amaneceres increíbles ¿Qué más se puede pedir?
      Un abrazo.

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  11. Agueda Caballero Ruano17 de abril de 2018, 15:26

    Isabel: genial, como siempre.: tengo una amiga qua vive al lado de un cole, los molestos no son los niños sino las mamas que, dejando sus hijos en clase se quedan horas charlando por fuera (mi amiga vive en una casa terrera y su dormitorio da a la calle: ¡a quien se le ocurre poner el dormitorio ahí ����). Le he dicho que lo que debe hacer es incorporarse a la conversación. Besotes Isabel

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    1. Jajaja, me recordaste a unos primos míos que tuvieron 11 hijos. Él me decía, para justificarse, que es que su dormitorio daba a la calle y que, cuando pasaba el camión de la basura, se despertaban y se desvelaban y que una cosa llevaba a la otra :-D Cuando cambiaron la habitación para detrás ya la cosa paró.
      Tienes razón, a quién se le ocurre. La ubicación del dormitorio es fundamental. Y también tu consejo: si no puedes con el enemigo, únete a él.
      Un beso, Águeda, y muchas gracias.

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  12. Y te has quedado corta, Jane :D
    La mía es de las plastas, variante victimista, que convierte las noticias buenas en malas para seguir sufriendo y dando pena. Hace tiempo que la evito porque si me convierte en su psiquiatra, la que necesitaré uno seré yo.
    Un abrazo.

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    1. Pobre, lo siento mucho. Otra clase más de vecinos para la lista, la vecina víctima a la que parecen acechar todos los males. Qué horror. Hay mucha gente que no solo se quiere ahorrar psiquiatra, sino pediatra, traumatólogo, abogado... (por lo menos eso cuentan también muchos amigos).
      Juye, juye, como dicen los magos aquí.
      Otro abrazo para ti.

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  13. Alejandrina Padrón19 de abril de 2018, 17:12

    Ahora, yo como tu, tengo la suerte de que me despierten los mirlos y los canarios. En los veinte años que viví en Las Palmas tuve vecinos de diferentes pelajes. Desde la que le molestaba que mi hijo fumara en mi propia casa (ella vivía en un 2º y nosotros en un 5º) hasta el que debía varios años de la cuota de la comunidad y se quejaba de que en cada reunión se lo recordábamos. Pasando por, esto no es broma,que la vecina del ático, un aciago día en el que se le obstruyó el desagüe de su terraza tuvo la feliz idea de perforar el suelo con un taladro y casi nos ahogamos en casa, con el agravante de que aguacero caía encima de la biblioteca donde tenía mis tesoros...

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    1. Quien ha pasado por tanta prueba a la paciencia y al buen humor es quien valora más la tranquilidad y la paz de la que disfrutas ahora. Yo solo tuve un vecino que yo recuerde bastante mal encarado al que le molestaba todo: que camináramos, que riéramos, que pusiéramos la radio, que mi padre fumara... Era un personaje muy conocido de Santa Cruz (tiene hasta calle con su nombre) y afortunadamente se mudó pronto (y años después se murió). El siguiente en venir, un abogado y su familia, encantadores y enseguida, amigos.
      Mi vecino el famoso era muy borde pero nunca nos inundó la casa :-D

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  14. ¡Ay, qué bueno despertar con el arrullo de los pajaritos! A mí me despierta el sonido de las pelotas de tenis en el Pabellón, cuando los más madrugadores están en clase. Mi segunda alarma es el timbre del cambio de hora del Colegio Chapatal, que algún fin de semana se lo dejan conectado a mi pesar. Por último, el teléfono fijo y dos ring, es la vecina de arriba y su clave para tomar juntas nuestro primer café del día con nuestro cóctel de pastillas. La verdad que antes sí escuchaba hablar por los respiraderos de los baños al señor de al lado, un profesor de secundaria muy estresado, pero desde que se jubiló y su hija se independizó, solo se oye de vez en cuando su simpático perrito que avisa que alguien que no es de la planta anda cerca, así que debo agradecer la seguridad que me ofrece.
    Qué distinta es la ciudad de tu hermosa y sosegada guarida, suerte que tengo de poder gozarla cada vez que inventas algo. GRACIAS.

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    1. Yo viví 8 años cerca de mi Instituto, así que sé muy bien cómo suena el timbre y no me gustaba nada de nada.
      No soy partidaria de perros dentro de un piso. Conozco una comunidad en la que los han permitido y ahora están rabiando porque un señor tiene 5 perros que desde las 6 de la mañana salen ladrando por todas las escaleras, imagínate. Y a pesar de las denuncias, por ahora no han conseguido nada.
      Otra cosa son los pajaritos, eso sí. Menos escandalosos por lo menos.
      Esperemos que por muchos años podamos gozar de reuniones en casa. Sabes que siempre son placenteras y que no hay problemas de reírnos muy alto.
      Un abrazo.

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  15. No es anónimo. Le conozco.Es un magnifico escultor que hemos invitado, hace unos años, a exponer en Ycod.

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    1. Ya lo sé, Álvaro, pero él ha querido que se le conozca por su alias, "Anoniman". Desde que en diciembre de 2007 puso: "No te gastes más pasta", ha animado, hecho sonreír y reflexionar a miles de personas. Su página es www.anoniman.es y también frasesanonimas.blogspot.com.es.
      Me encanta. Hoy mismo que pasé por el km. 32 de la Autopista del Norte su frase era "RECONOCE TU HERROR". Es genial.

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  16. Por qué vivo en donde vivo... Todos no tienen tu suerte. En mi caso tengo un vecino al que tu definiste como investigador, que nos obliga a bajar los estores todas las noches para que no sepa qué cenamos.
    Te faltaron algunos prototipos de vecino/a del pasado que añado aquí y que los recuerdo de mi niñez en La Palma. Estos son: el rendija que es capaz de escalar paredes y balcones para saber cuándo te acuestas y qué es lo que haces en la cama, y la bordadora que sentada en el poyete de su ventana te veía pasar a través del postigo de celosía y confirmaba (si era de su interés) lo que llevabas a tu casa o si estrenabas ropa cuando salías. Ésta última la descubrías cuando pasados unos metros de su ventana te girabas de repente y veías el postigo abatido hacia fuera y la cabeza con el cuello muy estirado. Era objeto de debate en el interior de dicha ventana las faldas aquellas que se usaron muy estrechas por los años 60 y que marcaban los bordes de las bragas en los culos respingones de las colegas.

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    1. Bueno, Enrique, el "rendija" y la "bordadora" son variantes del investigador. Tal vez solo quieran hacer una tesis doctoral sobre tu vida, así que déjalos, qué más te da...
      Yo los he conocido también. Lo de volver la cabeza de repente y ver unos cuantos postigos levantados con la cabeza alongada, es una imagen que no se me borrará en la vida.

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