Elijo el título para este escrito de hoy por una frase que le leí a Manuel Vicent en estos días: "Hay que dejar que agosto discurra suavemente sobre el sombrero de paja". No se me ocurre mejor imagen para el verano. Agosto es como la crema bronceadora que tan alegremente nos gastamos este mes: fluye con generosidad sobre la piel preservándonos de quemaduras de todo tipo y de malos rollos.
Agosto es que venga a verme mi nieto después de un mes haciendo voluntariado en Ecuador y que me traiga de regalo unos zarcillos hechos con semillas de tagua, el marfil vegetal (no me los quito de encima). Es que, durante una comida en el porche, me cuente cosas de un país que nunca visitaré, como que la línea del ecuador la marca el monumento "Mitad del Mundo", que es el más visitado, pero que con los avances del GPS se determinó que estaba 240 m. más al norte y que hay un tercer ecuador, Catequilla, que los indios señalan como el más preciso. Me habla del volcán de Pichincha y de la ciudad, a casi 3000 m de altura, en la que vivió. Agosto es imaginar desde mi casa tierras, gentes, costumbres, objetos que están al otro lado del mundo, en mi terra incognita.
Agosto es celebrar el cumpleaños de mi marido con una parranda de guitarras que le hace feliz. Es reunirnos dos días toda la familia a la orilla del mar en la casa del sur a disfrutar de la charla y la buena compañía. Es el desayuno largo en la terraza mirando el mar y probando la tarta de manzana que ha hecho mi hija para la ocasión. Es el baño en aguas transparentes por la mañana como si estuviéramos en un cuadro de Sorolla. Es la siesta perezosa y la conversación después de la cena bajo una luna llena que parece escucharnos y promete frescor.
Agosto es leer por placer, cuando apetece: en la siesta posdesayuno, en la siesta oficial, a la caída de la tarde o en la cama, antes de dormir. Esta semana terminé la trilogía de la Saga de los Longevos, tan imaginativa, de Eva Gª Sáenz de Urturi y me leí también un libro delicioso de Joel Dicker (al que conocí una vez en la Feria del Libro de Madrid): La muy catastrófica visita al zoo.
El embrujo de un agosto cambió la vida de muchos en el Sueño de una noche de verano. Dejémonos llevar por ese embrujo y, cuando la luz se filtre por las fibras del sombrero con el que nos resguardamos del sol, disfrutemos del instante e imaginemos todos los mundos posibles e imposibles. Esa es la esencia del verano, la conciencia de estar vivos y de no necesitar nada más.
Qué maravilla Isa !! 😍😍Felicidades para Tony , que sean muchos esos buenos ratos y parrandas 🤩🤩
ResponderEliminarA mi me encanta el verano aunque estemos con este calor 🔥
El verano es una estación estupenda. Te permite desconectar de lo rutinario y de las redes y los medios de comunicación que a veces nos hacen hervir la sangre. Es celebrar la vida sencilla, sin grandes expectativas, descansar, dormir más, no volverse uno loco, recuperar la serenidad y la alegría. Así que, Nina, te deseo un verano feliz con todo lo que conlleva: baños en el mar, mesas al aire libre, cielos estrellados y el disfrute al alcance de la mano.
EliminarAy Isa! Sí, agosto es un mes de recuerdos de playa, de bocadillo a la orilla del mar,de sombrillas, de siesta en la arena cálida, de cenas a las "tantas ",de envites...de familia!.Pero cada vez se nos está calentando más! , las ausencias ...y hasta las "señas " del envite las estamos olvidando. A pesar de todo, "viva agosto! Gracias Isa.
ResponderEliminarTienes razón, pese a todo, a estos calores (benditos abanicos), a las ausencias que se hacen notar, a la memoria que va fallando... ¡viva agosto! Nos merecemos agarrar la dicha allí donde se encuentre. Gracias a ti por estar aquí.
EliminarPero que requetebién escribes y describes. Es un placer leer como disfrutas de los placeres de esa vida que llevas tan bien, y que te mereces.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ani. Sabes que siempre veo el vaso medio lleno y no medio vacío. Estar atentos a las cosas buenas que la vida nos puede ofrecer es una buena manera de no hundirnos ante los males y calamidades que también están ahí. Incluso nos ayuda a enfrentarlos con más entereza.
EliminarUn abrazo.
Eso sí es un mes de agosto. El mes de las deshoras, de las sorpresas, de las largas siestas, de lo improvisado. Cómo me gusta este mes y como me gustó tu escrito !!! Besos y muchas felicidades a Tony...
ResponderEliminarEl mes también de las cholas en la arena, de gozar de esos atardeceres de Bajamar (rayo verde incluido de vez en cuando) que tú y yo conocemos tan bien, de ver las lágrimas de San Lorenzo en noches estrelladas, de las largas sobremesas... También me encanta agosto.
EliminarUn abrazo y gracias.
Buena visión de agosto, la tuya, Jane, aunque a mí me gustaban más los que no eran tan calurosos como el de este año. Quizá porque ahora resisto menos las temperaturas altas, pero se compensa con la ausencia de horarios y obligaciones varias. También me gusta el poco tráfico en calles y carreteras y la temperatura fresca del mar...
ResponderEliminarEn resumen, mis agostos no tienen nietos viajeros ni marido cumpleañero, pero también los disfruto a mi manera.
Ay, sí, Chari, en este mes puedo tener aparcamiento fácil en Tegueste, cosa que el resto del año cuesta un poco. Esa es una ventaja para muchos, ciudades más vacías y tráfico más fluido. Excepto los fines de semana viniendo del sur y algunos días llegando a Las Teresitas.
EliminarAh, y para el disfrute no es condición lo de nietos y marido :-D
Hola,querida prima, qué bonito todo lo qué escribes, ese nieto qué va a no sé cuántos kilómetros de voluntariado, aplausos por él; la niña que pinta como nadie; tu hija que escribe que me encanta, y tú qué eres él no va más y el cumpleaños de Tony. Por muchos más y qué todos los veamos 😘😘😘😘❤️❤️❤️❤️
ResponderEliminarPues sí, mi querida Meca, orgullosa estoy yo también de hijos y nietos, faltaría más, jajaja. Brindemos por ellos y por seguir compartiendo batallitas. Ya brindaremos por todo ello.
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