Hace poco oí en la radio a una escritora que había visto escrita en una pared
esta frase, “Lluevo”, así en primera persona. A ella le parecía la esencia del
microcuento, pero para mí es la perfecta metáfora de mi condición de llorona.
Yo soy la lectora y espectadora que todo artista busca. La que no se pone a
criticar sin más que si esa película abusa de planos cortos o largos, o que si
tal novela ha empleado una estructura postmoderna. No, yo, mientras no sean
malas (que ahí sí que me fijo), me sumerjo en las historias que me están
contando y río y sufro y me emociono y, por lo tanto, lloro. O lluevo.
A mí me ha encontrado mi marido con los ojos hinchados después de leer una
novela histórica y, cuando me pregunta, le respondo, hipando: “¡Es que se ha
muerto María Antonieta!”. Yo lluevo religiosamente todas las Navidades (estas
fechas especialmente lloronas) con “¡Qué bello es vivir!”, a pesar de que la he
visto 100 veces. Lluevo cuando escucho coros de villancicos o himnos militares o
coplas desgarradoras. Hasta lluevo con el anuncio del turrón (“Vuelve, a casa
vueeeelve, por Navidad”) y con el sonsonete de los niños de San Ildefonso el 22
de diciembre por la mañana porque es el mismo con el que me despertaba de
pequeña en mi casa ese día en el que empezaba, a todos los efectos, la Navidad.
Lo último por lo que he llorado en ese plan es por un e-mail emocionante que
me han mandado. Ha tenido más de un millón de visitas en youtube, por lo que
supongo que todo el mundo lo ha visto. Es una boda en
Triana en la que, en un momento de la ceremonia, la novia se vuelve al novio
y, de sopetón, por sorpresa y por bulerías, le canta una canción de amor. Llora
el novio, el cura, los asistentes (se oye sorber a más de uno) y los que lo
vemos a través de Internet. Vamos, que menos mal que yo no estaba presente y
emperifollada en la boda porque se me hubiera corrido el rímel, seguro, y
fíjense qué papelón.
Claro que después pienso que si yo, un suponer, cuando me estaba casando,
después de oír eso de que lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, me
viro al futuro compañero de mi vida y le lanzo a grito pelado, con el buen
oído que me caracteriza, algo como lo de “que se me paren los pulsos si te
dejo de quereeeer…”, los que hubieran llorado o llovido, pero de risa, hubieran
sido los asistentes, empezando por el flamante novio.
Y es que, al revés de lo que dice el dicho, del llanto a la risa no hay más
que un paso.
(Hace 4 años)
ResponderEliminarEntonces tu eres como mi madre, que llora hasta con Dumbo...yo lloro con el telediario.
Saludos!
Sí, con Dumbo, Bambi, la araña Carlota... El telediario ya son lloros mayores. Y a veces también te dan ganas de reír.
ResponderEliminar¡Olé tu gracia, querida Jane!. Yo lluevo mucho, pero muy en solitario. Siempre me ha dado apuro que me vieran llover. Creo que, a partir de este post tuyo, me acordaré de ti cuando llueva y seguro que pasaré del llanto a la risa. Enhorabuena.
ResponderEliminarYo he llorado tanto que hasta he perdido el pudor.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, me alegro de ayudarte a ver la poca distancia entre llanto y risa.
(Hace 4 años)
ResponderEliminar¡Qué entrada más graciosa!
Y me identifico, yo lluevo cada vez más, según pasn los años "se me ha aflojado el muelle".
¿Y sabes lo que me provoca más borrascas? Los cachorros, si en una peli aparece un perrito o gatito (aunque no le pase nada malo), se empieza a nublar el cielo....
Cuando llegues a mi edad, el muelle, de tan flojo, desaparece. Pero el llanto como la risa tiene un efecto terapeútico. Te quedas tan a gusto después de una panzada de llorar... El único problema es salir de un cine a las 12 de la noche con gafas negras y la nariz como un pimiento morrón. Pero en fin...
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarBueno, yo he descubierto que lluevo con los villancicos tambien...habrase visto, qué mema!!
Más mema es, como yo, llorar por los himnos militares. Debe ser porque, según me han dicho, mi padre me dormía con el "Soy valiente y leal legionario..."
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarEstá muy bien, pero que muy bien, reivindicar el derecho a llover, sobre todo en estas épocas de sequía. Nos vendría a todos fenomenal llover más a menudo. Me gusta mucho tu blog.
Y si la lluvia va acompañada de rayos y truenos, mejor.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Colorín. Eres bienvenido.
Muy bueno!!
ResponderEliminarTenías claro lo de llover de verdad después de cantar, pero de tan claro, no salió.
Pues yo con Heidi: Abueliiitooo!!!
Y ¿qué me dices de Marco y su madre y el "No te vayas, mamá"?
ResponderEliminarYo también lluevo con mucha facilidad. Algunas películas despiertan mi vena sentimental casi desde el minuto uno, por ejemplo Mujercitas en cualquiera de sus versiones. Creo que como ya me la sé de memoria, apenas empieza se me aguan los ojos porque anticipo todo lo que va a pasar: cuando llega la madre y los regalos esperan por ella bajo el árbol de navidad... cuando Jo se corta el pelo para venderlo... cuando Beth enferma y... hip... no puedo contarlo...
ResponderEliminarMis hijos lo tienen tan asumido que me pasan la caja de pañuelos en cuanto me oyen, y a veces antes.
¿Verdad que después se queda una más ancha que larga? Es una terapia estupenda.
Ay, Alicia, y leerla es todavía peor. Recuerdo perfectamente la primera vez que leí "Mujercitas" y lo que lloré por la muerte de Beth. Para mí era como mi hermana pequeña. Pero lo mismo me pasó con la hija de "Lo que el viento se llevó", con las tragedias de "Guerra y paz" o con "Cumbres borrascosas". Qué panzada de llover...
ResponderEliminarYo también lluevo a menudo, y por las mismas cosas que tú, Isabel
ResponderEliminarPues llorar juntos es todavía mejor. A ver cuando nos juntamos a ver un dramón...
ResponderEliminarCuando "se llueve" por esas bonitas y nobles causas,amiga Isabel Duque Fernández, se entiende.Nos de devuelve la esperanza y la alegría por las Causas Humanas.ENHORABUENA.Lo contrario y cotidiano en estos tiempos,es Llorar de Impotencia,de Rabia y de Desesperación, por las múltiples y incesantes Injusticias que vemos a diario.Buena tarde y felices fiestas a todos-as.Cs
ResponderEliminarLo malo, Francisco, es que los que lloramos, a veces, lo hacemos por algo tan irreal como la muerte de la madre de Bambi. Ni nobles causas, ni nada.
ResponderEliminarAunque es verdad que muchas otras veces, al ver el telediario también se me saltan las lágrimas. sobre todo cuando salen niños.
Nada, que el que le puso a este mundo el nombre de "valle de lágrimas" tenía más razón que un zajorino, que decía mi abuela.
Y qué bien se queda uno cuando escampa...
ResponderEliminarEso sí, Elena, duerme uno de un tirón.
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