lunes, 30 de abril de 2018

Bodas pasadas por agua




No sé por qué la gente que se casa se empeña, además, en que ese día tiene que brillar el sol. Para ello hacen rogativas y novenas, le rezan a San Antonio -que creo que, aparte de encontrar objetos perdidos, también intercede en todo lo relativo a novios y casorios- , y hacen otros intentos curiosos de atraer el buen tiempo, como dibujar el día anterior una cruz con sal o tres soles a cual más grande en un patio, o clavar cuchillos en las macetas, o dormir la novia con unas tijeras debajo de la almohada... Por ahora, lo más efectivo y popular es llevar a las monjas clarisas una docena de huevos que se supone que ellas ofrecen a su vez a Santa Clara (que debe estar tupida a merengues).

Esta semana pasada he ido de boda. Se casaban Jacobo y Sara, a la que conozco casi desde que nació, y toooooda la semana llovió en La Laguna, descrita como ya saben por Rafael Arozarena como "Laguna -madera y losa, romanceras de la lluvia-, la de las torres envueltas en cortinajes de brumas". No sé si Sara usó algunas de las estratagemas que nombré antes, pero lo cierto es que, hiciera lo que hiciera, tuvo éxito porque ese día, viernes, se levantó el cielo despejado y yo que, visto el panorama del jueves anterior, pensaba ir con chanclas, manta esperancera y paraguas, pude lucir palmito con una chaqueta ligera y zapatos descubiertos.

Pero, si hubiera llovido ¿qué más daba? Yo le hubiera dicho a Sara lo de "boda lluviosa, novia dichosa" o "novia mojada, novia afortunada". O que hay un proverbio hindú que dice que el nudo que se moja es más difícil de desatar. O mejor todavía, le hubiera contado lo que les pasó a unos amigos míos que se casaron en Oviedo en Santa María del Naranco. Allí es peor que en La Laguna y ese día -era un 14 de abril- llovió a mares. Cuando salieron de la iglesia y los novios se hacían las típicas fotos, los invitados corrieron desalados hacia los coches y hacia la fiesta que era unos 30 km. más allá. Lo malo es que también se fue con más invitados el coche de los novios y allí se quedaron solos, bajo el aguacero, los novios y el fotógrafo. Para cuando alguien se dio cuenta de que en el banquete faltaban los protagonistas, había transcurrido un rato larguísimo en el que se calaron hasta los huesos, a pesar de que el novio abrigaba a su flamante esposa, vestida con traje vaporoso, con su chaqueta.

Para demostrar que el tiempo es lo de menos y que no influye para nada, mis amigos mojados en los campos de Asturias acaban de cumplir 45 años de casados y, para celebrarlo, nos reunimos con ellos a cenar y a brindar por esos amores cómplices que duran toda una vida. A mí me pidieron que les hiciera un poema y les escribí un romance en el que, entre otras cosas contaba su boda pasada por agua:

"Era un día tormentoso,
la lluvia estaba cayendo
y, sin embargo, para ellos
el sol brillaba contento
pues él la miraba a ella
con pasión, con embeleso
y ella lo miraba a él
como si fuera un portento.
Oh, tan enfrascados estaban
con arrumacos y besos
que todos de allí se fueron
al festín y al picoteo
y ellos mojados quedaron
bajo la lluvia y el viento
¿Qué importa a un enamorado
las inclemencias del tiempo?

En la boda de este viernes pasado, por el contrario, hubo sol y una brisita suave bajando de San Roque que desmentía la mala fama lagunera. Pero eso sí, el elemento acuático estuvo presente porque se celebró en la calle del Agua, en el Gran Hotel Laguna y, por lo menos en mi caso -que ya saben mi condición llorona- hubo lágrimas de emoción cuando oí a los novios darse un "sí, quiero" tan entusiasta y grande como la torre de la catedral. Y la bebida y los brindis por su felicidad futura fueron tan abundantes que alguien habló más bien de boda pasada por vino.

Pero a fin de cuentas, Sara y Jacobo, vuelvo a decir: ¿qué importa a un enamorado las inclemencias del tiempo? Sean felices.


18 comentarios:

  1. Carmen María Duque Hernández30 de abril de 2018, 10:44

    ¡Gracias! Me alegra un montón ver qué estás bien, qué bien escribes

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    1. Gracias a ti, Carmelita. Aquí, entre bodas, nietos y diligencias varias, por lo menos sabemos que estamos vivos y coleando.
      Un abrazo muy grande.

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  2. Qué casualidad, Jane! Hoy, precisamente, 30 de abril, hace siete años que se casó mi hija Carlota. Era sábado y diluvió. Nevó en el Teide. Desde el día siguiente el tiempo fue espléndido.
    La boda se deslució un poquito a la hora del aperitivo, pero por lo demás resultó muy bien
    Todo el mundo sacó a colación los dichos y refranes que mencionas menos el hindú, que me parece genial. Nadie hizo ninguno de los trucos para remediarlo :(

    La boda se celebró en El Puerto de la Cruz, y como la mayoría de los invitados venían de fuera, se quedaron allí unos días.
    Carlota, con su espíritu positivo, le sacó la parte buena a lo sucedido. "así mis amigos pueden disfrutar de un baño en piscina o playa, mientras contemplan el cielo limpio y azul y el Teide nevado"

    Se van a París a celebrar el aniversario ;))

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    1. Algo así le pasó a mi hija pero al revés. La mayoría de los amigos venían de fuera y algunos no habían estado nunca en Canarias. Era finales de octubre y esperábamos buen tiempo y a lo mejor alguna lluvia despistada. Fue el día con más calor del año, todavía hay gente que la recuerda por eso y ya han pasado 16 años. Y eso que la fiesta fue en Bajamar, al lado del mar pero ni por esas. En cambio, en mi caso (que también fue a finales de octubre) hubo frío (aunque no lluvia).
      Pero en estos casos hay que hacer como Carlota, disfrutar de lo que hay, de la fiesta, de la compañía de los amigos y de la familia y de los días de antes y después de la boda, que son también muy divertidos.
      Dale mi enhorabuena a tu hija y yerno y que lo pasen muy bien en París (¡qué buen lugar para una celebración así!)

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  3. Isa, gracias por servirnos en bandeja tu comentario de esta semana, como siempre asombra todo lo que puedes hablar sobre cualquier cosa, de la que el resto solo seríamos capaces de comentar una sola frase... realmente eres genial.

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    1. La vida es muy rica en experiencias y seguro que, si nos ponemos, siempre hay tema para escribir ¿O no nos ves que cada vez que nos reunimos no paramos de alegar?
      Muchísimas gracias por tus palabras. Tú que me quieres.
      Un abrazo muy grande.

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  4. Hola Jane. Hace muchos años (35 años más o menos), se casaron dos amigos el día 28 de Diciembre (¿Santos Inocentes?). Ese día diluvió, tronó y hasta el viento sopló con mucha fuerza. La calle por donde vivía la novia estaba al lado de la iglesia, era un "río",y tuvo que esperar un rato y cuando aflojó un poco, corrió hacia la iglesia.
    Algunos de los invitados venían de Garafía y no pudieron llegar: El agua que corría por el Barranco del Chincho invadió la carretera y era peligroso atravesarla. En fin, un desastre meteorológico pero se pudo celebrar la boda. Y luego a comer, a beber y ellos siguen juntos. Cada vez que lo recordamos, nos reímos..."Lo que el Amor une que no lo separe el mal tiempo".Un beso Jane. JUan

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    1. También tengo unos amigos que se casaron un 28 de diciembre y lloviendo, fíjate qué casualidad. Y también hace miles de años (tienen ya nietos). Es decir, que de desastres meteorológicos pueden surgir matrimonios felices. Así que hay que decir que se dejen de llevar huevos a las clarisas (¿Quién sería el primero o la primera a la que se le ocurrió tal desatino?) y a celebrar las bodas como es debido, comiendo a dos carrillos, bebiendo ídem, departiendo con amigos, sacándonos tropecientas fotos, haciendo el mínimo caso del mal tiempo y luego a recordarlo al cabo de los años, como lo divertido que fue. Como hacen tus amigos y los míos de Oviedo. Me gusta tu refrán.
      Un beso, Juan.

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  5. Sean con lluvia o con sol radiante, las bodas...me encantan. Un abrazo.

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    1. Y a mí, Úrsula. Son días especiales en que todo el mundo se pone guapo, en que los sentimientos y las emociones están a punto de caramelo, en que ves a dos personas que se dicen que se quieren delante de todo el mundo, en que hay risas y parabienes... En un mundo en que ves peleas y malas caras en las Noticias, ¿qué mejor acontecimiento que ese? Yo tengo ya dos bodas más en perspectiva y estoy deseando que lleguen.
      Un abrazo también.

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  6. Candelaria Rojas1 de mayo de 2018, 13:01

    Pues sí, cuando hay amor, ni el frío ni el calor le roban protagonismo.
    Como yo soy lagunera, pues me tuve que casar en el Cristo y cuando iba el coche saliendo de Santa Cruz, por la autopista estaba lloviendo y no creo que yo tuviera cabeza para rogar a nadie con plegarias, porque me encontraba en trance con un ataque nervioso de risas... Lo cierto es que una vez llegamos a la Ciudad del Adelantado, no hubo que utilizar paraguas. No me mojé pero fui afortunada y cada 20 de abril me siento dichosa de haber encontrado un compañero de vida muy grande, no sólo en apariencia.

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    1. Nadie olvida el día de su boda. La mía fue en Santa Cruz, en la iglesia de mi barrio, y allí estaba todo el mundo que me conocía. Pero no recuerdo estar nerviosa, aunque sí las risas y la alegría y lo guapo que estaba mi novio. Luego el convite sí fue en La Laguna pero tampoco nos llovió. Y dentro de poco tiempo, si llegamos, tanto tú como yo ¡a celebrar las bodas de oro! Pero esa es otra historia.

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  7. Carmen Paz Gutiérrez Arienza2 de mayo de 2018, 9:31

    Estoy contigo Isabel, "boda mojada, novia afortunada".
    Muy bonita la anécdota de tus amigos de Oviedo.
    Un beso Isabel.

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    1. Lo bonito, Carmen Paz, es también cómo te la cuentan ellos, muertos de risa, como algo que ni siquiera en esos momentos los molestó sino que más bien los divirtió. El sentido del humor común, el saber sacarle chispa a una situación que a otro puede parecerle chunga, es también una buena base para un matrimonio.
      Gracias por la foto. El hotel es precioso.
      Un beso.

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  8. Pues resulta que la boda que más recuerdo, aparte de la mía, fue la que se celebró tal día como el 28 de diciembre de 1962, día de los Santos Inocentes, en Santa Cruz de La Palma. Era un día de perros, con un tiempo horroroso, sur puro con viento y agua, las ramas de los laureles de indias aparecían a cientos de metros de distancia y las tapas de los bidones de las azoteas se desplazaban como platillos volantes. La boda era por la tarde noche y había apagón general. La iglesia que acogió a los novios (Filiberto y Toña, hoy los dos en el cielo), fue la Parroquia de El Salvador, que estaba espléndida a la luz de las velas. Todavía me emociono al recordar al grupo de amigos que en el coro de la iglesia tocaron y cantaron maravillosamente durante la ceremonia. Después la comitiva fue andando cuesta arriba bajo el temporal hasta la casa de los padres de la novia en la calle Drago del barrio de San Sebastián para comer y beber también bajo la luz de las velas. Fue el día en que estrené por primera vez pantalones bajos. Preciosa la boda.
    Hubo otra boda también celebrada el día de Los Inocentes, en la que nosotros contribuimos siendo los padrinos. Fue en la Ermita del Carmen dentro del barranco de su mismo nombre. También tengo un gratísimo recuerdo por su originalidad y por casarse mis dos grandes amigos Felipe y Nieves Teresa. Esa vez el tiempo estaba bueno.

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    1. ¿Y qué tiene el Día de los Inocentes de especial para celebrar una boda? Fíjate que yo viví una ese día, Juan Pérez más arriba habla de otra celebrada, supongo, en Los Sauces, y tú hablas de dos. No sé, tendré que indagar en eso. Tal vez dentro de poco aparezca un post titulado "Los inocentes se casan" o algo así :-D
      Lo original de la tuya fue el hacerlo a la luz de las velas ¡Qué romántico! E inolvidable, desde luego. Espero que haya sido realidad lo de "novia mojada, novia afortunada".

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  9. Mari Carmen González Zamorano4 de mayo de 2018, 20:20

    Es una gozada tener el privilegio de poder leerte. Ni nuestros jóvenes Reyes se libraron de un buen chaparrón en su boda. Yo me casé en junio y no tuve problema y creo que en nuestra época no recuerdo que se usara lo de los huevos a las Clarisas ni las demás cosas, pero sí los he llevado por hijos de amigas y sobrinas.
    Mi hermana Sole te lee todas las semanas.
    Un beso, te quiero y admiro.

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    1. Tampoco en Santa Cruz, por lo menos, se conocía esa costumbre de llevar huevos a las clarisas. Y sin embargo, dicen que es una costumbre ancestral, de varios siglos, muy popular en determinados sitios de la península. Fíjate que una vez en Santiago de Compostela un alcalde recién nombrado no quiso mandar los huevos para que no lloviera en las fiestas del apostol, considerándolo una superstición, y ese año llovió como nunca, desluciendo todas las fiestas. La gente se enfadó muchísimo con el alcalde echándole toda la culpa.
      No me había acordado del chaparrón en la boda de los Reyes. Y otras parejas famosas también han pasado por lo mismo (en la boda de Andrea Casiraghi con Tatiana Santo Domingo hasta les nevó). Ni la fama ni el dinero ni el poder pueden hacer nada con el tiempo que te toca. Agua y ajo, como dicen.
      Muchas gracias por tus palabras, tan cariñosas.
      Un abrazo muy grande para ti y también para Sole.

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