lunes, 21 de mayo de 2018

Autocuernos




Hace poco en uno de esos buenos ratos en que nos reunimos unos cuantos amigos con guitarras, timples y toda la pesca y nos ponemos a cantar como si nos fuera la vida en ello, apareció en el repertorio una canción de Cecilia, "El ramito de violetas", que hacía tiempo que no cantábamos. Supongo que la recuerdan. Cuenta la historia de una chica "que era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio" (¿¿eeeh??) y que cada 9 de noviembre "como siempre, sin tarjeta, le mandaban un ramito de violetas", por lo que ella se ponía tan contenta. En la segunda parte de la canción me entero (no me acordaba) de que era el marido el que le mandaba las violetas: "Él es su amante, su amor secreto, y ella que no sabe nada, mira a su marido y luego calla". Cielos, un autocuernos, que me deja preguntándome perpleja: Pero ¿por qué? ¿Por qué, en lugar de darle el ramo de violetas tranquilamente y sumar puntos, se lo envía a escondidas? ¿Por qué quiere que lo sigan mirando como a un demonio? ¿Qué puede ganar con eso?

Y el caso es que el hecho me sonaba conocido y le estuve dando vueltas hasta que hice un descubrimiento sensacional que les brindo por si quieren hacer una tesis sobre el tema: ¡Cecilia había leído a P.G. Wodehouse y le copió la historia! Vean, si no, las pruebas.

P.G. Wodehouse, uno de los mejores humoristas británicos (1881-1975), tiene una novela, "Dieciocho hoyos", que reúne historias muy divertidas sobre el mundo del golf narradas por el Socio Veterano de un club de golf. Una de ellas nos cuenta la historia de William Bates y Jane Packard, una pareja que el Socio Veterano considera perfecta porque tienen el mismo handicap de golf. Pero la verdad es que son muy distintos. Jane es romántica y sensible y de él, en cambio, se dice que "no era  uno de esos impetuosos enamorados actuales. En los asuntos del corazón, se movía con cierta lentitud y cautela, como si fuera un camión, artefacto al que se parecía mucho, tanto física como espiritualmente.". Cuando al fin se casan un siete de septiembre, el Socio Veterano le aconseja al chico que no se olvide de los detalles, como es el felicitarla en el aniversario de bodas y cosas así, que el romanticismo de muchas esposas hace que le den importancia a cosas que a él pueden parecerle triviales. William Bates le responde que no se preocupe, que ha ideado un sistema para no olvidarse: "Ya he encargado a un floricultor que cada año envíe a Jane un ramo de violetas. He pagado cinco años por adelantado. Por consiguiente, ya ve usted si puedo estar seguro del porvenir. Aunque yo me olvide del día, las violetas vendrán a recordármelo.". Lo que ocurre es que, como le importan un pepino esas cosas, se olvida del aniversario y de las violetas. Y ella, cuando las recibe, disgustada porque el marido no ha dicho ni mu, piensa que son de un exnovio que tuvo, las pone en agua y las contempla con ojos humedecidos. Y "mira a su marido y luego calla".

¡Ahí lo tienen, el paralelismo entre Cecilia y P.G Wodehouse! El marido torpón y la esposa romántica, las violetas (no un ramo de anturios o de geranios, no: un ramito de violetas), el día determinado del año para recibirlas, el que ella oculte la alegría, su silencio culpable, la creencia en un amor secreto que en realidad es el propio marido... Igualito, igualito ¡Un autocuernos! Solo que en el caso de P.G. Wodehouse es involuntario y en el de Cecilia, no.

Por si algo así trasciende a la vida real, habría que decir que un autocuernos es una majadería. Que el amor es muchas veces difícil de encontrar y, cuando esto sucede -"cuando este milagro realiza el prodigio de amarse" y "hay campanas de fiesta que cantan en el corazón"-, no es cuestión de hacerse el boicot a uno mismo no siendo sinceros. Ganas me dan de decirles -ya que estamos con canciones- el estribillo de aquella otra antigua de Luis Mariano y Gloria Lasso que decía: "Con el amor no se juega, ¡ay, canastos!, que es mejor".

20 comentarios:

  1. Lei sin gafas " Autocuentos" y al ver mi error he pensado ,solo les diferencia dos letras para eso del amor sean cuentos o cuernos

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    1. Jajajaja, dos letras pueden establecer muchas diferencias y, como dices, no es lo mismo "cuentos de amor" que "cuernos de amor". Aunque en muchos cuentos de amor también hay cuernos...
      Mejor, ponte las gafas :-D

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  2. Cada persona es un mundo, pero que bueno es comunicar.��

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    1. Y sobre todo en temas de amor, qué bueno ir con la verdad por delante, hablar sinceramente de todo y no complicarse la vida. Como decía Rabindranath Tagore, "este amor nuestro es sencillo como una canción".

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    1. Muchas gracias, Loly.
      Ya sabes, te cedo los derechos de la investigación sobre la copiona de Cecilia. Aunque, después de todo, si al rector de la Universidad Rey Juan Carlos que copió parte de su tesis doctoral no le pasó nada, copiar a Wodehouse a estas alturas tampoco será importante ;-D Los dos (Cecilia y Wodehouse) ya no están y seguro que esta similitud de historias se la tomarían con humor.

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  4. Hola Jane. a veces la vida es parecida a la canción de Cecilia: ¡Cuántas parejas funcionarían mejor si hiciesen algo parecido!. ¿Cuántas veces regalas unas flores, te miran con cara de: ¿Para qué?. Así que lo mejor es decir que te las regalas a tí mismo y quedas como un automántico, es decir, un autocuernos.
    Así que hay que seguirse regalando flores, bombones,etc.... No te los agradecerán pero al menos pasas un buen rato.Un beso Jane. Juan

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    1. ¿Seguro que si regalas flores, te preguntan el para qué? Yo sé que un amigo mío, cada vez que ve a alguien por la calle con un ramo de flores, le dice "¡¡Qué habrás hecho!!". Pero se supone que es broma. Las flores siempre gustan y se agradecen un montón, oye. Y si no, en maceta que duran más.
      Las violetas de la imagen de hoy son un regalo que me hicieron hace tiempo y mira qué bonitas están. Las tengo en la ventana y cada vez que las miro, me acuerdo de quien me las regaló.
      Un beso, Juan. Y no dejes de regalar. Incluso, también ¿por qué no? a nosotros mismos.

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  5. Carmen Paz Gutiérrez Arienza21 de mayo de 2018, 21:09

    Me ha encantado Isabel, si que tienen una similitud...
    También pienso yo: que con el amor no se juega.
    Te hice caso y visité El Palmetun, me pareció precioso.

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    1. Lo de la similitud me dejó pasmada porque son varias. Hasta si te fijas, no usa el siete de septiembre como fecha para el regalo, pero sí el nueve de noviembre, que tiene las mismas letras y empiezan igual día y mes. A lo mejor no copiaba (que está tan de moda) pero "se inspiraba" :-D
      El amor es la cosa más seria del mundo. Como decía Lope de Vega, "quien lo probó, lo sabe".
      Y ¿verdad que es una visita muy amena e interesante la del Palmetum? La foto es preciosa y seguro que hiciste muchas más. Me alegro.

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  6. ¡Jajajajajajaja! Nunca lo hubiese sospechado, ¡copiar a Mr. Whodeuse de esa manera tan descarada! Habrase visto... Ay, me ha hecho mucha gracia, ahora tendré que leer "Deciocho hoyos" sin falta. Aunque me sigue pareciendo espantosa esa canción de Cecilia ;-))) Besos.

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    1. A mí tampoco me gusta (y cuando la canta Manzanita, menos).
      "Dieciocho hoyos" (a veces traducido como "Dieciocho agujeros") lo he regalado muchas veces a forofos del golf. Es muy divertida porque pone al golf como el deporte más sublime de todos. Mira por ejemplo un párrafo en el que el Socio Veterano habla de por qué no aprueba al primer novio de Jane Packard (que no juega al golf): "No soy hombre de miras estrechas, y concedo que los que no son golfistas también tienen derecho a casarse; mas no los considero dignos de hacerlo con una muchacha que llegue a clasificarse en el Campeonato Femenino..."
      Besos.

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  7. Te diré que esa canción la escuchaba mucho mi madre y a mi me encantaba. Aunque me pasaba como a ti, no me encontraba el sentido al engaño ¿Por qué no se lo decía? Ambos hubieran sido más felices.
    Lo que no sabía es que le había copiado la historia a Wodehouse... Bueno quedó bien (aunque ya digo, absurdo). Gracias por el descubrimiento. ¡Besotes!

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    1. No tiene ningún sentido, Trescatorce ¿Qué ganaba con mandarle en secreto violetas a su mujer? ¿Que ella se ilusionara con otro? ¿Por qué y para qué? Un tonto bien tonto.
      Otra cosa es lo que hace Wodehouse. El hecho es el mismo pero se justifica por qué lo hace. Y, jejeje, vamos a decir que lo de que se copió es una hipótesis pendiente de confirmación. Pero que hay demasiadas coincidencias, querido Watson.
      Un abrazo.

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  8. Pues en ambos casos pobres mujeres.
    Yo prefiero que no me regalen nada y que sean sinceros. Ya lo invitaré yo a una tapa de calamares, en el caso de que conserve mejor memoria.
    Me da tristeza que en las dos historias ellas albergaran con ilusión un romántico secreto, estando detrás un canalla y un olvidadizo muy falso.

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    1. ¿De verdad los ves así, Cande? En la canción de Cecilia dice de él: "Tenía el hombre un poco de mal genio y ella se quejaba de que nunca fue tierno". Pero el hecho de mandarle el ramito y pensar que ella "es feliz así de cualquier modo", implica una cierta ternura, un deseo de verla feliz. No lo veo como un canalla, pero lo que pienso es que sí es torpe y no conoce a las mujeres que, como dices, prefieren otra cosa.
      El pobre William del cuento de Wodehouse quiere mucho a su mujer pero no le da importancia a los detalles "románticos". Como sabe que ella sí, encarga las flores pero luego se olvida. Olvidadizo, sí. Falso, no. De hecho, cuando al 5º año recibe la nota del floricultor de si quiere renovar el pedido, recuerda todo y va pitado a decírselo a ella (que se ha separado de él). La escena es así:
      - ¡William! ¿Eras tú quien me enviaba las violetas?
      - Claro ¿Quién creías que era?
      De todas formas tienes razón, con el amor no valen mentiras ni boberías.

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  9. Mari Carmen González Zamorano23 de mayo de 2018, 17:03

    Me encanta esa canción.
    Nino nunca fue detallista en cuestión de regalos, le pedía ayuda a la hija. A mí eso no me hacía ilusión. Pero en el día a día tenía veinte mil detalles no materiales que me hacían una vida muy satisfactoria. Solo un día de las madres nos compró a mi nuera y a mí una orquídea, no me podía creer que lo hubiera hecho él solo. Pero tampoco me mandó violetas en silencio. No me importaba, lo quería igual.

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    1. Yo soy muy regalona porque mi madre lo era ¡La importancia de la educación...! Pero aquellos que no lo vivieron en su niñez rara vez lo son. Lo que pasa es que, como dices, el regalo puede ser de diferentes tipos, y no es necesario que sea una fecha señalada para que alguien que te quiere te haga un regalo. El que esté pendiente de ti, el que te lleve a algún sitio porque sabe que no te gusta conducir o el que te haga el desayuno todos los días, como me hace mi marido, es un regalazo que no se paga con nada.
      Un abrazo, Mari Carmen.

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  10. ¡No lo sabía! De hecho, siempre me pareció una canción terrible con esa mujer viviendo en ese matrimonio lleno de maltrato.

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    1. Bueno, no nombra el maltrato realmente, solo que tenía mal genio y no era tierno. Pero luego, va y se pone a escribirle versos ("cartas llenas de poesía"), le manda flores por primavera y luego el 9 de noviembre el dichoso ramito de violetas. Un poco incoherente y contradictorio el tal marido. No sé como no se da cuenta del camino que los haría más felices a los dos.

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