Ustedes me tienen que reconocer que estos tiempos prenavideños son un disparate. Un rebujato de coches casi parados en colas interminables, calles llenas de ruido y furia, gente, gente y gente con cara de mal humor... Oh, ayer se me ocurrió ir a un supermercado y, sin querer, rocé en el brazo a una chica joven. Le pedí disculpas con la mejor de mis sonrisas y, no solo no me contestó, sino que me miró con una cara de odio, como si fuera Voldemort a punto de mandarme la maldición Avada Kedavra. Eso no es normal, y menos cuando por los altavoces sonaba a todo meter el Alegría, alegría, alegría.
En momentos como este es cuando lo que me pide el cuerpo es estar disfrutando de la paz y el silencio de mi casa. Y el universo parece conspirar para ello, como si el mismo ET, el extraterrestre, estuviera ahora invocando melancólico lo de "Teléfono, mi casaaa". La casa como lugar de sosiego. La casa en silencio propiciando la meditación, la lectura, el pensamiento. La casa en que duermes, ríes, proyectas, escribes, sueñas, eres tú misma. La habitación propia que pedían Virginia Woolf y Agatha Christie. A esta última, en uno de sus viajes arqueológicos a Oriente Medio con su marido, le hicieron un cuarto de adobe pequeño y cuadrado y le colocaron en la puerta una placa en escritura cuneiforme en donde ponía Beit Agatha, la casa de Agatha. Allí restauraba figuritas de marfil y fue donde empezó a escribir su deliciosa "Autobiografía". Jane Austen, celebrada ahora bastante por el 250 aniversario de su nacimiento, ambienta sus novelas en las casas desde las que las mujeres mueven el mundo. Escribe: "No hay nada como quedarse en casa para disfrutar de la verdadera comodidad". Hay novelas, como "La mansión embrujada"de Mary Stewart, en la que la casa, Thornyhold, es la protagonista. Y mi hija Ana, en uno de los poemas por los que ganó en el año 94 el Premio Félix Francisco Casanova empezaba diciendo: "Esta es mi casa, / donde trabajo, /vacilo, / siento incompletas la noche / y la mañana. / Donde descanso, / donde respiro, / donde resuelvo penumbras."
Las mujeres, que han reinado toda la vida en la casa, lo han tenido siempre claro y han reivindicado su valor. Pero estos días es la primera vez que leo que un hombre, un filósofo, Byung-Chul Han, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, defiende, frente al ruido diario, el regreso al hogar como acto de subversión. Dice que "quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia". El hogar es el refugio, donde el silencio es el único lugar en que todavía puedes escucharte, donde, alejados del bullicio exterior, puedes existir sin que nadie te esté evaluando ni exigiendo nada. La casa como " bastión de libertad, donde vivir sin testigos, sin mercado ni presiones". Volver a la casa se convertiría en la nueva revolución: no gritar, sino callar; no correr, sino detenerse; no exponerse, sino resguardarse.
Ya era hora de que un filósofo cayera en ello. Es verdad que Kant fue bastante casero y nunca salió de su Koegnisberg natal. Pero no se atrevió a contar lo bien que le vino a su creatividad estar en casita. Las mujeres lo han dicho siempre, pero los hombres callaron.
Así que ahora, que es tiempo de formular deseos, quiero para todos que disfruten de su casa, que se acurruquen en estas tardes frías con mantita, té y libros (si es posible, ante un buen fuego) y que se aprovechen del silencio y el calor del hogar para pensar y gozar.
Yo estoy ya como la viejita del cuento que, moribunda, le dice al cura que la está consolando con las delicias del cielo: "Ay, sí, padre, pero como en la casita de una...".

Bravo por tu entrada. Bravo.
ResponderEliminarA mí también me encanta estar en mi casa, pero la Navidad viene aunque no se le llame.
Feliz Navidad :))
Gracias, Manuela, es el sentimiento que he tenido estos días, el deseo de no meterme en las aglomeraciones y sí, en el sosiego de la casa. Incluso en Navidad se puede conseguir tranquilidad y paz.
EliminarFeliz Navidad para ti también.
Hola Jane. Son tiempos difíciles para la empatía y el respeto los demás, aunque sea por Navidad. la gente va de prisa , sin mirar a quien molesta . Y no hablemos de los "odiadores " que descargan su mala leche y sus complejos a diestro y siniestro. No hay más que ver lo que le dicen a gente como el humorista Morgan (Canarias 7) o al presentador de TVE , Marc Giró. No entiendo que haya tanta gente derramando tanta bilis...A mi me gusta la Navidad y estar en casa tranquilo, aunque también me gusta compartir una comida con mi familia. Así que Feliz Navidad para tí Jane y para tu gente querida. Un beso Jane. Juan
ResponderEliminarYo tampoco lo entiendo, Juan. Y como encima vayan conduciendo, se explayan en insultos. No me he enterado de lo que le dicen al genial Morgan ni a Marc Giró, pero meterse con los humoristas gratuitamente, que son personas que nos hacen el mundo un poquito mejor, es de pecado mortal (hoy mismo me mandaron un chiste de Morgan en el que su personaje Carmelo dice todo contento: "¡Chínchate, Hacienda! ¡No me tocó na!")
EliminarA mí me gusta la Navidad, estar en casa tranquila y compartir comidas con la familia. No son incompatibles. :-D
Feliz Navidad, Juan. Un beso.
Tu texto es un deleite, una reivindicación brillante del hogar como refugio y resistencia ante el caos prenavideño. Me encanta cómo tejes la crítica social con referencias literarias y cinematográficas, y especialmente cómo reivindicas la tradición femenina de valorar el espacio doméstico. Gracias.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, yo donde más a gusto estoy es en mi casita, Felices Fiestas para ti y toda tu Familia 🥂🎄❤️
ResponderEliminarComo la casita de uno no hay nada. Feliz Navidad, querida Isa .
ResponderEliminarRecién desperté y me saltó tu blog, son 6 am aquí.