lunes, 1 de abril de 2019

Voldemort




La historia del pensamiento está llena de seres humanos con cerebros de primera calidad que han expuesto ideas brillantes y teorías revolucionarias. Pero entre todos ellos, los más geniales son aquellos cuyas ideas no se quedaron encerradas en los libros de una biblioteca ni en tertulias de intelectuales, sino que, atrevidas, saltaron muros y llegaron a las calles y las gentes las adoptaron como propias, como si siempre hubieran estado ahí.

Fue genial Platón al hablar de las Grandes Ideas porque su eco se puede encontrar cuando el padre de un amigo mío le decía a su hijo (que le preguntaba el porqué de una prohibición): "¡Porque lo digo yo, que soy la Verdad, la Justicia y la Razón!".

Fue genial Aristóteles cuando habló de que la virtud está en el término medio. Como dice el pueblo, "ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre".

Fue genial Descartes al defender que el espíritu es superior a la materia, igual que en "La Bella y la bestia" se dice que la belleza está en el interior.

Fue genial Marx en su defensa de la igualdad. Mi hermana y yo, cuando clamábamos por que mi hermano hiciera también su cama lo mismo que la hacíamos nosotras, éramos de un rojo bolchevique marxista que asustaba.

Y seguimos a los geniales Darwin, Freud o Einstein cuando decimos en nuestro día a día que "la cosa parece que evoluciona", "lo hice inconscientemente" o "todo es relativo".

Por eso digo -aunque mis colegas me excomulguen- que J.K. Rowling, la creadora de la saga de Harry Potter, también pertenece a ese grupo de cabezas geniales: ella dio nombre a algo tan humano como el miedo a lo desconocido y lo llamó Voldemort. Voldemort es el malo remalo en los libros de Harry Potter, alguien tan temido que nadie se atreve a llamarlo por su nombre. Es El-que-no-debe-ser-nombrado. En el primer capítulo del primer libro, cuando todo el mundo cree que Voldemort ha muerto por fin, dicen: "¡Quien-usted-sabe finalmente se ha ido!". Me recuerdan a mi abuela que nunca nombraba la tuberculosis, el mal de su tiempo, sino que decía: "Murió de una mala enfermedad" (como si hubiera alguna buena). O a una parienta que tiene tanto miedo a la muerte  que ni nombra a mi madre sino como "la-que-tú-sabes" (Es como aquel que contaba que siempre pensó de chico que su abuela se llamaba Paz-descanse). Y ahora la influencia de Rowling hace que, cuando no queremos nombrar algo o a alguien que nos incomoda o que tememos, ya lo llamemos Voldemort.

Claro que Rowling, tan sabia, alerta frente a ello y nos presenta a dos personajes que sí lo nombran: el propio Harry y Dumbledore, el director de Hogwarts. Este desde el principio dice: "Estoy seguro de que una persona tan sensata como usted puede llamarlo por su nombre ¿verdad? Toda esa tontería de Quien-usted-sabe... Durante once años intenté persuadir a la gente para que lo llamara por su verdadero nombre, Voldemort. Todo se volverá muy confuso si seguimos diciendo "Quien-usted-sabe". Nunca he encontrado ningún motivo para temer pronunciar el nombre de Voldemort". Los personajes de las novelas, excepto esos dos, siguen sin embargo con "el-que-te-dije", "quien-tú-sabes" y cosas así. Es muy difícil desterrar los temores.

Si lo pensamos, llamándolo Voldemort  tampoco estamos nombrando a lo que tememos, pero es un primer paso frente al miedo. Y es increíblemente más estiloso llamarlo así que "eso", "aquello" o "una cosa mala". Rowling y las personas geniales sabían de qué hablaban.


20 comentarios:

  1. Lo de "tenía una cosa mala" para nombrar el cáncer, en mi casa, es un ejemplo claro de lo que cuentas. Mi madre no quería ni mencionarlo. Finalmente, murió de otra cosa, pero se llevó toda su vida diciendo "veremos si no tengo una cosa mala"... Mucho más estiloso, sí. Hasta mola llamarlo Voldemort ^___^ ¡Un artículo estupendo!

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    1. Tengo una amiga que lo llama así. Y tal vez eso la ha ayudado a ser valiente como una jabata frente al cáncer, le ha ayudado a relativizar y a no hacer un mundo. Puede decir con toda tranquilidad: "Voldemort por ahora controlado" y cosas así. Más estiloso, sí, y con más sentido del humor.
      Gracias, Enrique. Un abrazo.

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  2. En el caso de Voldemort, llamarle por su nombre incluso podría hacer que perdiera algo de poder sobre los demás. Al llamarle "el que no debe ser nombrado" y otras cosas, lo estaban endiosando y él se lo creía. El otro día vi un documental sobre las dos Irlandas y descubrí que a los años de conflicto les llamaban (y les llaman) The Troubles. Pero no por evitar el nombre se va a solucionar nada. Terrible y triste.

    Un beso, Jane, ya me he puesto a divagar.

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    1. Me encanta divagar. A veces entre amigos empezamos hablando de una cosa y terminamos con otra distinta y a lo mejor más interesante, así que bienvenido sea.
      El lenguaje puede disfrazar la verdad o puede clarificar. Llamar al conflicto o guerra entre las dos Irlandas con todo el coste de vidas The Troubles, Los Problemas, es tal vez quedarse corto pero es verdad que había problemas y bien gordos ¿Una manera familiar de llamarlo para no pensar que era una verdadera guerra? El lenguaje es un arma también.
      Un beso, Dorotea.

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  3. Me ha encantado el escrito de hoy, Isa. Tengo que decir que casi siempre te leo, pero, la mayoria de las veces , debido a esta vida mía que ya no me da para más, ni tiempo de comentar tengo... Hoy aprovecho para hacerlo. Es muy frecuente echar mano de eufemismos para nombrar ciertas cosas que no queremos, bien por superstición, por trágicas, por miedo, incluso... "tiene algo malo", "murió de algo malo"... Pero yo creo que es conveniente llamar a las cosas por su nombre, es una manera de empezar a desmitificarlas ... Un abrazo.

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    1. Te entiendo con lo de la vida ajetreada que tenemos las jubiladas. Hoy mismo le decía a mi marido que tengo unas ganas tremendas de tener un día en que no haga absolutamente nada. A ver si hay suerte y pesco alguno.
      Estoy de acuerdo contigo. Llamar a las cosas por su nombre es enfrentarse uno a los miedos y es el primer paso para vencerlo. Y mira que estamos en los tiempos del lenguaje políticamente correcto y los eufemismos abundan por todos lados: para sustituir lo ofensivo o malsonante, para manipular o, como en este caso, para disfrazar los temores.
      Creo que ya es hora de llamar a las cosas como son, o por lo menos, de no complicarnos tanto la vida.
      Un abrazo y muchas gracias.

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  4. Hola Jane.El miedo es muy mal consejero, hace mucho daño, nos paraliza y sobre todo nos hace ser infelices o al menos no nos deja serlo. Cuando era pequeño no se podía hablar de ciertas cosas , ni de ciertos personajes. Si te atrevías a preguntar, te daban un manotazo, o te pellizcaban para que te callasen.Sólo se oía el silencio y se respiraba miedo. Un beso Jane. Juan.
    PD. Mañana en La 2 dan un largometraje-documental sobre el miedo: El Silencio de los Otros.

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    1. No me lo perderé, Juan.
      Para ser un poco abogado del diablo, también pienso que el miedo puede ser un mecanismo de defensa que nos prepara para la huida (ante el ataque de un león, por ejemplo).
      Pero aparte de eso, es un lastre, tienes razón. No se puede vivir con miedo. Tú y yo vivimos de pequeños en un país en el que no se podía hablar de ciertas cosas y menos delante de algunas personas. Me congratulo de que mis hijos hayan vivido otra realidad diferente y de que sigamos luchando por una España en el que no se tenga miedo de hablar o de pensar diferente.
      Un abrazo, Juan.

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  5. No me canso de decirlo:qué bien escribes!!!. Me ha encantado. Y tienes razón. Parece que tenemos miedo a llamar a las enfermedades por su verdadero nombre. Preferimos utilizar eufemismos como, tiene algo malo, está tocado del hígado, le dio un yeyo...

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    1. Muchas veces llamarlo por otro nombre más que miedo es ignorancia: le dio un yeyo, un patatús, una jiribilla... Siempre me acuerdo de cuando mi hija empezó medicina. Auscultando a un paciente le dijo a su profesor: "Tiene un rescaldito". El profe se subía por las paredes: "¡Febrícula, señorita, nada de rescalditos!" :-D
      Muchas gracias, Ani. Un abrazo grande.

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  6. De nuevo Isa,me has hecho pensar...Cuántas cosas habremos heredado de los grandes y habremos alimentado con su uso,como si fueran nuestras.
    "Llora como un niño,lo que no has sabido defender como un hombre " ,sentenciaba mi padre a mis hermanos cuando no se portaban bien,y él nos decía que la tomó prestada del diálogo madre-hijo en la pérdida del reino de Granada.
    De mi madre recuerdo otras de Ghandi o M.Luther King,en sus actos conciliadores,pero claro,ésas no daban tanto miedo,como la que mi padre sostenía con esa autoridad. Aunque también era de él,EL MIEDO NO EXISTE.

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    1. El caso es que sí existe y es tan, tan humano. Yo pienso que las personas valientes lo son porque, aunque saben lo que es el miedo, saben enfrentarse a él. El cuento de "Juan sin miedo" es el de un niño que no lo conoce y marcha por el mundo buscándolo porque sin él piensa que le falta algo. Otra versión es la de "Astérix y los normandos", en la que estos, guerreros sanguinarios que siembran el terror, quieren conocer el miedo "que da alas". Al final el druida Panorámix dice: "No se puede ser valiente sin conocer el miedo ¡El verdadero valor consiste en saber dominar el miedo!".
      Los grandes pensadores nos muestran el camino.
      Un abrazo, Cande, y gracias.

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  7. Mari Carmen González Zamorano2 de abril de 2019, 22:02

    Eres un libro abierto. Me encanto tú escrito. El miedo.???????

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    1. El miedo es tan humano y omnipresente que si me pongo a hacer una lista de las cosas a lo que los humanos tienen miedo, no acabo. A bichos, al avión, a la muerte, a los fantasmas, al mar... Conozco a una que le tiene miedo a la lluvia y los días lluviosos no sale de su casa, imagínate. Así somos.
      Gracias, Mari Carmen.

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  8. Violeta Vara León4 de abril de 2019, 22:10

    Me encantó, Isa.

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  9. Hola Isa.

    Me has hecho recordar mi infancia, cuando había mucho respeto o pudor hacia la vida privada de las personas y de las familias. Si te enterabas de algo que ocurría casi no se hablaba de ello, y si se hacía era con pocas palabras y en voz baja.

    En cuanto a las enfermedades recuerdo lo que siempre escuchaba de alguna persona que estaba enferma. No se decía que enfermedad tenía sino que se utilizaba el término “padece”.

    Fulanita padece.

    Un beso

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    1. Pues Pili, me has hecho pensar. Tal vez muchas cosas no se nombraban por pudor o respeto y no por miedo. Recuerdo perfectamente oír decir eso de que Fulanita padece. Qué cosas. Gracias por recordarme también aquello.
      Un beso.

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  10. Como siempre, isa, me requetencanta leerte. Pero ¿No es también el innombrable, el diablo? Cuando yo era chica, sólo ver un grabado en un libro o nombrarlo era empezar un cosquilleo en el estómago. Pánico le tenía ...No he leído Harry Potter ni he visto sus películas. Pero ese Valdemort me suena a Satanás ( el innonmbrable ), lo del cáncer es lo mismo, hija. La gente teme las palabras. .
    Hay bastante de superstición en el asunto.

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    1. Sí, el miedo tiene muchos nombres: Voldemort, el diablo, el señor Oscuro de Tolkien... Hay una película, "La aldea" en la que los aldeanos viven aterrorizados por otros seres a los que llaman "los innombrables". El hombre disfraza su miedo (yo a las cucarachas las llamo "guachinangas") y tal vez lo que habría que hacer sería dejarnos de tanta bobería y enfrentarnos a él. Gracias, Elvira.

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