lunes, 12 de agosto de 2019

Dos adolescentes en verano




El abuelo, verano de 1959

Entonces tenía 13 años y vivía en Vistabella. El mismo día en que terminaban las clases me iba yo solo a casa de mis abuelos en El Tanque. Tardaba 5 o 6 horas en llegar. Cogía la guagua de Buenavista y me bajaba en Ycod, donde esperaba a la guagua que hacía el último trayecto de Ycod a Guía de Isora. Sobre la 7 de la tarde me bajaba en la Cruz Grande  en El Tanque y mis abuelos, aunque no sabían que yo llegaría ese día (no había teléfonos. Tampoco mis padres sabían si había llegado o no), me recibían como al Santo Advenimiento. Me querían mucho y me asignaban la habitación donde nací, separada de la casa y con ventanas sobre las higueras del arrife y con la vista del verde del monte y de los Pinos de la Fuente a lo lejos. Para mí eran veranos largos y gloriosos.
Ayudaba a mi abuelo en todo, en llevar abonos a las huertas conduciendo la yegua, en ordeñar las vacas, en moler en la era el trigo secado en los mollos -yo, sentado sobre el trillo- y en aventarlo después, en la vendimia cargando las raposas repletas de uvas... Cazaba mirlos para que no se comieran las uvas, escondido entre las vides con escopeta de balines. Luego mi abuela los desplumaba y los freía de merienda y mi abuelo sacaba vino de su barriquita especial y nos ponía un vaso a cada uno. Pero lo que más me gustaba era cazar canarios y guardarlos en una jaula grande que yo había hecho con cañas. Antes, preparaba las trampas, un falsete también de cañas y un cedazo puesto boca abajo con un palito que lo levantaba y que llevaba atada una cuerda fina que llegaba hasta mi escondite. Machacaba luego ramas secas de flor de col y las ponía como reclamo en la higuera del arrife con montocitos de colinos en torno y dentro de las trampas.  Después solo quedaba estar en silencio, tirar del cordón cuando el canario entrara en la trampa y guardarlo en la jaula. Cuando a los dos meses volvía a casa (otra vez en guagua) llevaba, en una caja con agujeritos, a veces hasta 30 canarios, que me apresuraba a vender en un puesto de aves vivas en la Recova. Me pagaban, creo, por cada canario hasta 2 pesetas. Un dineral.
Fui, muy, muy feliz en mi adolescencia.


El nieto, verano de 2019, 60 años después

En verano me despierto a las 11 y, por las mañanas, estoy un rato wasapeando con el móvil y, si tengo wifi, juego a la play. A lo más que juego es al Fortnite que consiste sobre todo en matar e impedir que maten a tu personaje. Pero no hay sangre, no te creas. Si te matan solo desapareces y se acaba la partida para ti. El juego es online con 100 personas de todo el mundo jugando a la vez. A ver cómo te lo explico. Las 100 personas van en un autobús volador y saltan en paracaídas a una isla, en donde no solo te tienes que enfrentar a los demás jugadores sino también a una tormenta que te va cercando y haciendo más pequeños los lugares seguros. Para enfrentarte a eso puedes conseguir armas, botiquines, escudos, vehículos, materiales (piedra, madera y metal) que sirven para construir estructuras defensivas... También antes de la partida hay una sala de espera donde hay tiendas (que cambian a cada rato) y donde venden, por ejemplo, cambios estéticos de personajes. Los personajes valen desde 800 a 2000 paVos (esa es la moneda), que equivalen a unos 20 euros en dinero real. Si tienes 1000 seguidores como mínimo en una red social puedes hacerte un código y, cada vez que alguno de tus seguidores compra algo con tu código, el 5% es para ti. Así que también puedes ganar jugando. En la sala de espera hay un espacio para torneos entre gente que sabe jugar muy bien. Hace poco un chico ganó en uno de esos torneos 3.000.000 de dólares. Al Fortnite juegan millones de personas en todo el mundo. ¿Que si no prefiero ir a la playa? Alguna vez sí, pero date cuenta de que normalmente juego con mis amigos y estamos todo el rato hablando y divirtiéndonos.


Dos adolescencias, dos modos de vivirlas, dos veranos distintos, dos formas de ser feliz ¿Qué opinas?

39 comentarios:

  1. Carmen María Duque Hernández12 de agosto de 2019, 10:30

    ¡Genial!

    ResponderEliminar
  2. Bonitos relatos y reales como la vida misma. La del abuelo me trae recuerdos de cuando iba a Tejina a casa de mis tíos a pasar las fiestas. El trayecto era más corto y entre mis actividades estaban ayudar a mi tía a hacer el pan y rosquetes en un horno de leña....en mi memoria queda el olor del horno y del tueste del café que cosechaban en la huerta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los olores avivan los recuerdos. De mis veranos adolescentes en La Palma y en los Realejos están el olor de las plataneras y el de la tierra húmeda después de esos chubascos suavitos que mojan sin empapar. Todos conservamos veranos que nos mandan una postal.

      Eliminar
  3. Completamente diferentes. Hay gente que conozco que critica ferozmente la segunda manera de vivir. A mí me parece que cada uno tiene que pasar su tiempo libre como quiera o pueda. Yo suelo hacer una mezcla entre las dos, las ventajas de que mis padres vivan en el campo y tengan internet. Y ni siquiera soy adolescente, así que supongo que hay cosas que trascienden la edad. :)
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Dorotea, hay cosas que seguimos haciendo siempre porque tienen que ver con nuestros gustos y aficiones. Los baños de mar, por ejemplo, o una partida a las cartas con los amigos, igual que aquellos torneos eternos de mi hermana y yo jugando en el zaguan, tan fresco y agradable, de mis tíos en Los Realejos.
      Besos.

      Eliminar
  4. Esperanza Gonzanova12 de agosto de 2019, 16:05

    Isa, el veraneo del 2019, me parece un horror. Incentivar a los críos a las apuestas, no me parece adecuado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esperanza, le he pedido a mi nieto que responda a tu crítica. Me dice que no hay apuestas de ningún tipo, que es un juego como cualquier otro pero online y con mucha más imaginación que, por ejemplo, el ajedrez, un juego que también consiste en "matar" y capturar al adversario.

      Eliminar
  5. Madre mía!! Qué contraste!!!
    Lo he leído con mi hijo Miguel (16 años). Le he preguntado que qué verano le parece más apetecible, y se ha limitado a sonreírme y decir “el Fornite mola” ��
    Cómo estamos cambiando!!


    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo de que el Fortnite mola es una opinión unánimamente compartida por millones de personas (adolescentes o no). Habrá que buscar el porqué.
      Y es verdad que la cosa ha cambiado mucho desde que internet nos abrió las puertas a otra manera de pensar y de actuar. Pero tal vez podamos ver semejanzas entre el chico de 13 años en el año 59 y el del 2019: el sentido lúdico, la competitividad, el asombro ante un mundo que están empezando a conocer, incluso la imitación del mundo adulto.

      Eliminar
  6. Hola, Isa, me ha encantado tu post. ¡Qué diferencia tan grande! Hay una generación intermedia entre el abuelo y el nieto y es la de los padres de este. Yo recuerdo ir, como el abuelo, un mes a La Matanza porque mi madre era de allí, pero a mí no me gustaba mucho porque yo soy más urbanita. Pero mis hijos eran de la generación de jugar en la calle. Ya se ha perdido lo del barrio. Mi hijo dice que él recuerda lo feliz que era cuando se quedaba en casa de la abuela, todo el día jugando en la calle con el montón de niños que vivía cerca, muchos de los cuales siguen siendo amigos suyos.
    Y luego está la generación de mi nieto que es igual al tuyo. Lo he tenido 15 días conmigo y no quiere ni salir, sino metido aquí en casa con el Fortnite desde que se levanta. El Fortnite tiene a todos los niños enloquecidos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo con que nuestra adolescencia (no solo la de nuestros hijos) se pasaba gran parte de ella en la calle. Hasta que nuestras madres nos llamaban a cenar, nosotros jugábamos al brilé, al escondito, a la soga, a la Torre en guardia... o a contarnos batallitas. Esa y el mar fue mi adolescencia, no la de mis hijos porque nosotros la vivimos en el campo.
      La de mis nietos es esta otra de los juegos en Internet. Yo le encontraría al juego aspectos positivos si no fuera tan adictivo, aunque mi nieto dice que no es culpa del juego sino del jugador. Pero no es normal pasarse horas y horas jugando a lo mismo un día tras otro. No te da opciones para conocer y vivir otras experiencias, teniendo en cuenta que solo se es joven una vez. Creo que el truco está en jugar en la justa medida.

      Eliminar
  7. Respuestas
    1. Pues habría mucho que comentar, Milo, porque no sabemos qué adultos se esconden detrás de estos adolescentes de ahora. Igual se están preparando para un mundo más cruel que el que tenemos.
      Lo que sí es cierto es que la empresa que mueve estos juegos se está haciendo de oro. Mueven más de 3000 millones de dólares

      Eliminar
    2. Sí , pero se escapa a mi preparación. No domino las redes y lo único que puedo hacer es evitar que los niños estén pegados a las tablets, entretenerlos con otras actividades. y darles algún que otro consejo de abuela!!! ����

      Eliminar
    3. ¡Qué sabia eres, mi amiga! Ese es nuestro papel, ayudarles en el camino y transmitirles parte de lo que sabemos que es bueno para ellos. Y sabemos que no son buenas las adicciones.

      Eliminar
  8. ¿Y los dos se llaman Antonio?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, Juancho. Con el permiso de Machín, Antonio no hay más que uno en esta casa.

      Eliminar
  9. Hola Isa
    Tremendo, eh?. Me quedo impactada. Por los dos. Yo opino que ambos están encajados en la época que les toca ser adolescentes, claro. Los dos me parecen singulares; van a por todas en juegos que no deben o no debían ser nada corrientes; al menos al nivel de ellos. No creo que la mayoría de sus colegas del colegio hagan o hicieran lo que ellos. Lo de Tony, lo encuentro más difícil. Eso si que me queda claro. Lo de vuestro nieto, por supuesto, me siento también incapaz, pero tiendo a pensar que los juegos de "ordenador", el mundo digital, es más sencillo y previsible. Lo de los canarios ... tremendo. Benditas palomas. Ha relajado mucho.
    Supongo que dentro de otros 60 años, las diferencias serán mucho mayores, muchísimo mayores. Por dios, cómo serán?. Lástima perdérselo.
    Besos
    Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo del futuro también lo he pensado, Ana ¿Cómo serán nuestros tataranietos dentro de 60 años, en qué entretendrán sus ocios para esa época? ¿Leerán? ¿Existirán libros o tele o internet? ¿Se les ocurrirá cazar animales o recoger líquenes?
      Lástima que no podamos estar las dos sentadas en una nube cotilleando sobre ellos.
      Lo que sí está claro es que tu adolescencia y la mía no fue como la de estos dos. Pero tuvo también su aquel ¿no?

      Eliminar
  10. Marilu Díaz Estrada12 de agosto de 2019, 17:33

    De mis veranos, no disfrutaba mucho ya que me enviaban al pueblo de mi madre y soy más de ciudad, no estuve de de acuerdo estar lejos de mis padres. Pero le di a mis hijos Lo que me falto a mi. Siempre playa y naturaleza, tiempo para esquiar en el agua, estar entre amigos en el Club, hacer de todo patinar, bisicleta y vinieron Buenos tiempos y nos dedicamos a viajar. Todo terminó pero lo vivido esta en sus memorias. Las de mis nietos me da lástima cuando me dicen que no quieren salir sólo pendiente de sus juegos, se les invita a pasar unos días en la playa y llevan su cargamento de aparatos.....Me pregunto ? Cómo será las vacaciones de mis bisnietos. ?��

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ojalá, Marilu, que sean vacaciones elegidas por ellos mismos, sin presión de padres pero también sin presión de los medios, de los amigos, de la publicidad o de internet. A lo mejor no lo entendemos nosotros, que tenemos otras opciones, pero ellos a lo mejor están disfrutando (como disfrutan ahora nuestros nietos con el cargamento de aparatos).

      Eliminar
  11. ¡Hola! Precioso el relato de esta semana.La del abuelo(����) me trae recuerdos...además como nos lo relató comiendo en La Punta...
    La del nieto...para mi, chino ���� pero ES LA REALIDAD QUE ESTAMOS VIVIENDO. Me quedo con la primera.������
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. También para mí es chino lo del nieto. A lo más que llegué fue a la brisca y a la ronda con piedras.
      Y tampoco te creas, lo del abuelo tampoco es mi idea de un verano ideal en la adolescencia. Tal vez la nuestra en aquellos veranos de Bajamar (baños, excursiones, verbenas...) es más deseable.
      Besos.

      Eliminar
  12. Ya te dije, Jane, que me había sorprendido mucho la diferencia abismal entre las dos adolescencias que describes en tu post de hoy. Para mí, el cambio es vertiginoso. Entre una y otra, sólo ha transcurrido algo más de medio siglo, lo cual demuestra lo rápido que se vive en estos tiempos.
    La mía fue una adolescencia urbanita, pero más próxima a la que tú cuentas del abuelo que a la del nieto. Además de los juegos en la calle, delante de mi casa y con los amigos vecinos, también la vivía, en los veranos, en casa de mis abuelos maternos, que tenían una huerta en La Laguna y a la que me encantaba ir, para ver y ayudar a mi abuelo, cuando andaba con las gallinas, o para jugar a los boliches con mi hermano y mis primos o para treparme al enorme nogal que había en medio de esa huerta. También a mí, como a ti, me gusta mucho el mar y entonces, prácticamente, iba a diario, entre el Balneario, cuando estaba en Santa Cruz, y Bajamar, cuando mis abuelos pasaban el mes de agosto en una casita alquilada allí. Otro de mis entretenimientos preferidos era la lectura de todo lo que cayera en mis manos. Creo que nunca he llegado a leer tanto como en mi época adolescente.
    Yo, como tu amiga Ana y tú misma, me pregunto cómo será dentro de unos años, pero no tantos como otros 60. Mi curiosidad me lleva a intentar saber cómo será la de mis dos sobrinos nietos más pequeños, con 4 años, uno, y con una semana de nacida, la otra. A lo mejor, tengo la fortuna de llegar a verlas, si la salud me acompaña y todavía ando por aquí.
    Me gustaría presenciarlas, para poder seguir comprobando si la velocidad que los avances, en todos los aspectos de la actividad humana, se siguen imprimiendo en nuestras vidas y las de nuestros descendientes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A lo mejor no hay tantas diferencias. Hoy mismo en que hablé con mi nieto, me sigue pareciendo sorprendente y cautivador la vehemencia en esa edad, la creatividad, el querer comerse el mundo, la búsqueda de la independencia. Es el momento en que el cerebro comienza a reorganizarse, la antesala del ser adulto. Tal vez las dos experiencias son buenas para eso (por lo menos para el abuelo han sido cruciales). Sea como sea en el futuro, biológicamente va a ser igual para todos: un cambio de actitud y de personalidad, presente también en el reino animal.

      Eliminar
  13. precioso relato
    lastima que no pusieras Ycod en vez de Icod que era la grafía antigua que estamos intentando recuperar por bien de la toponimia tradicional, La bucólica vista de Casa de ElTanque me gusta. Ha quedado muy bien. Miguel and company han hecho un buen trabajo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a tus buenos oficios, Alfa. Nunca te agradeceré lo bastante las buenas recomendaciones y consejos. Ya la estrenaremos con unos buenos vasos de vino.
      En cuanto a lo de Ycod, no te preocupes. Las reglas ortográficas de 68 años (los que llevo leyendo desde los 3) son muy fuertes, pero, por un amigo y por una buena razón, se cambia un Icod por un Ycod. Hecho.

      Eliminar
  14. Me ha parecido estar leyendo El Camino de Delibes...Delicioso el relato del abuelo que,como Daniel el Mochuelo, rememora con precisión y ternura los felices momentos vividos en su aldea. Me han encantado esos términos casi perdidos : "arrife", "mollos", "raposas"...que trasmiten tanto; nada qué ver con los"Fornite", "paVos",
    "play", "wifi"que pululan por el relato del nieto. Me estaré haciendo mayor...

    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Elena. Dudé si transcribir el relato de cada uno tal cual me lo contaban, con las palabras que para ellos pueden tener más sentido que para nosotros. Pero esas palabras forman parte de su realidad, en el caso del nieto, y de sus recuerdos en el del abuelo. Son el entramado que los sustenta y sin ellas lo que no tendría sentido es la adolescencia vivida.
      Yo también me estoy haciendo mayor...
      Otro beso enorme para ti.

      Eliminar
  15. Mari Carmen González Zamorano13 de agosto de 2019, 22:57

    Qué bonito relato el de tu niñez. Yo nunca viví eso porqué como sabes me crié en Santa Cruz. Creo que por eso me gustan tanto las películas donde hay naturaleza.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es para nada un relato sobre mi niñez, Mari Carmen. Es la transcripción de dos adolescencias en nada parecidas a la mía. Durante las vacaciones sí que me iba al campo, pero de tareas agrícolas nada de nada. Y con respecto a la otra adolescencia, la del nieto, como le dije más arriba a Lali, es chino para mí. En lo que aprendería a jugar, se caducarían las reglas del juego.

      Eliminar
  16. Me gustan los dos adolescentes. Cada uno en su verano y su época.
    El primero bien atrevido,antes lo éramos más, también con nuestros hijos, hijas.
    Recuerdo enviar a mi hija a la Calle del Castillo, a comprar a las Tres Muñecas una sedalina y te aseguro que no me inquietaba,si tardaba porque era una excursión...A la Palma sola algún verano, cuando era mayorcita para disfrutar de la familia y de las verbenas. A las Dominicas en un taxi, cuando estaba en párvulos etc...
    Eran otros tiempos y vivíamos más tranquilos. Las malas noticias eran muy lejos.
    Hoy en día estos nietos han nacido,con los ordenadores, los móviles, los drones y los coches eléctricos...A qué van a jugar entonces. Pues claro que algún día se puede jugar a las cartas en familia, pero ellos viven otro momento y debemos reconocer que es especialmente revolucionario. Son otras formas de relacionarse,pero la comunicación no muere,simplemente es diferente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, no nos preocupaba tanto lo que pudiera pasarnos. Yo iba al colegio sola desde los 7 u 8 años y a mis nietos con 15 y 13 los van a buscar. A mis hijos los dejaba ir al monte cercano a casa a merendar y se pasaban la tarde allí tan panchos.
      Tienes razón con el momento revolucionario que están viviendo. Mi nieto ahora con 14 años es el que más sabe de ordenadores y de técnicas de toda la familia. Me asombra además que aprenda jugando. Y al mismo tiempo, como en todo juego, se divierte y socializa con sus amigos. La comunicación, como dices, sigue existiendo.

      Eliminar
  17. Hola Isa, es la primera vez que comento algo en tu blog y me dirijo a ti, llevo años leyéndote, nos une un compañero de tu marido, José Luís Delgado y la publicación del siguiente enlace relacionado con la paloma mensajera, decir pues que soy colombófilo como tu marido:
    https://jubiladajane.blogspot.com/search?q=cuadro+de+paloma
    Y desde entonces leo casi todo lo que escribes, es curioso en mí, ya que, contrario a ti y por desgracia soy muy poco dado a la lectura, dicho sea de paso me encantas como relatas las cosas en tu blog. Y ahora respondiendo al tema, para mí es difícil juzgar la adolescencia de tu nieto como poco procedente y decir que las adolescencia de antes eran mejores que las de ahora es algo de que tengo mis duda, tengo 54 años yo en mi caso recuerdo etapas de mi adolescencia que fueron bastante estériles donde existían lo que llamábamos salas de vicios (antiguas salas de recreativos), donde gastábamos dinero y buena parte de nuestro tiempo en jugar con las máquinas Flipper y más tarde fue a la de marcianitos, también recuerdo muchas partidas a futbolín, al chapolín, no eran sólo salas de recreativo, también eran salas de encuentro para el grupo de amigos y de hacer amigos donde lo pasábamos bien y nos reíamos entre amigos, ahí había que añadir el comienzo a coquetear con el vicio tonto del cigarro (en mi caso gracias a Dios pude dejarlo hace bastante tiempo) y peor aún con los porros que luego llegarían a algunos amigos a probar otras sustancia más peligrosas, tuve amigos y conocidos que murieron a causa de las drogas bien directamente por ellas o indirectamente en accidente de tráfico (las clásicas salidas de marcha) y de otros que arruinaron su vida personalmente y en algunos casos no sólo la de ellos sino de sus padres o parejas, esto existió y no fue algo excepcional sino que era algo común en aquella época, se luchó contra ello y se pudo erradicar no del todo, pero sí en bastante medida. Pienso como Candelaria Rojas cuando dice “Son otras formas de relacionarse, pero la comunicación no muere, simplemente es diferente.” y también creo lo que tu comentas “Creo que el truco está en jugar en la justa medida”, aunque creo a mi entender que esto se aprende después. Ahora si me das a escoger yo me identifico con la primera adolescencia, la tuya, yo recuerdo de pequeño me fui con mis tíos a la Matanza, en una casa de campo de veraneo lo pasé genial con mis primos y los amigos nuevos que hicimos en la Matanza, cuando regresé a mi casa me traje una Kíkara (una gallina) que le compré a una campesina del lugar, está claro que somos más de campo que de la nueva civilización.
    P.D.: perdón por extenderme tanto, ¡es la primera vez!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encantada de encontrarte por aquí, J.J., y de que sea por mediación de José Luis, una persona estupenda que también fue compañero mío en el Instituto. Si te fijas, en "Mis etiquetas" hay una dedicada a las palomas ("Paloma, palomita, palomera"). Tantos años conviviendo con un palomero, algo se me tenía que pegar. Es una afición preciosa.
      De lo que cuentas que viviste en tu adolescencia, es verdad que es una época en la que, si no tienes las cosas claras, eres más influenciable. La personalidad no está formada y las decisiones muchas veces se toman sin pensar, solo porque los demás lo hacen. Muchas veces he preguntado a amigos que fuman por qué empezaron a hacerlo y las respuestas van desde "porque mis amigos lo hacían" a "para sentirme mayor". Y lo de las drogas, otro tanto. Yo también he lamentado en alumnos y conocidos la ruina que eso supone para una vida. Cada vez que, en filosofía, daba el tema de la libertad, mi objetivo era el que fueran conscientes de no dejar que nada te dominara y te coartara el ser libre.
      Realmente la primera adolescencia de la que hablo es la del abuelo (mi marido), que nació en un pueblo y nunca ha olvidado sus raíces. La mía fue más urbanita, en Santa Cruz, aunque es cierto que, como tú, los veranos los pasaba en el campo. Y también me lo pasaba estupendo, tengo unos recuerdos buenísimos.
      Me encanta que te hayas extendido y espero que entres al blog más veces a alegar un rato. Ese es el sentido que tiene, una charla entre amigos en los que hablemos de lo divino y lo humano.
      Un abrazo.

      Eliminar
  18. Mercedes Fernaud Vela25 de agosto de 2023, 18:31

    yyy que bonito. Lo que se pierden estos chicos. En fin sin comentarios. Yo también soy abuela. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por opinar. Cada uno pierde algo y también gana algo.
      De abuela a abuela, también una añora aquella adolescencia nuestra perdida en el recuerdo.

      Eliminar
  19. Querida amiga ¿En verdad crees que cada generación ELIJE su presente en la niñez y juventud? A la mía nos la impusieron

    ResponderEliminar

google-site-verification: google27490d9e5d7a33cd.html