En el álbum familiar me he quedado contemplando esta foto que hoy les pongo al inicio. Está fechada el 16 de junio de 1962, hace 54 años, y en ella estamos mis compañeras de clase y yo en el Parque. No llevamos uniforme pero sí algún libro en la mano. Y lo que más me llama la atención es lo serias que estamos (¡qué cara de trastornadas!, dijo mi amiga Nievitas cuando la vio). Y eso que no nos dolía, como ahora, alguna parte del cuerpo y no nos sentábamos y levantábamos en un ¡ay! Todas veíamos perfectamente sin necesidad de gafas de cerca, conservábamos todos los dientes y no teníamos ni canas, ni arrugas ni michelines ¡Por Dios, teníamos 14 años! ¿Cómo no estallábamos en alborozadas carcajadas, bailando hasta una conga, celebrando ese momento gozoso de nuestra vida?
La razón es que veníamos de examinarnos de la reválida de 4º, de pasar ese miedo que Goscinny supo definir tan bien en "Asterix y los normandos": "Sólo de pensar en ello, me tiemblan las rodillas, me castañetean los dientes, sudores fríos cubren mi frente y se me hace un nudo en el estómago". Sólo que él con ese ello se refería a lo que sentían los normandos ante los cantos del bardo de la tribu, Asuranceturix; y para nosotras ese ello abarcaba los padecimientos de días anteriores, en los que estudiábamos como locas mucho y dormíamos poco, y el encuentro, en las aulas extrañas del Instituto, con aquellos profesores de chaqueta y corbata que parecían próceres de la patria subidos en el pedestal de la sabiduría (8 años más tarde serían colegas míos y ya no me parecerían tan imponentes, pero eso , en ese momento, yo no lo sabía).
Un examen, ya de por sí, es una prueba aterradora que todos odiamos. Un examen de reválida, en el que tenías que embutirte entre pecho y espalda los conocimientos reunidos durante 4 años, lo era mucho más. Y sobre todo porque estaba adobado, además, con bulos e historias de gente que nunca había aprobado y que siempre sería señalada como "el que no aprobó la reválida de 4º", con leyendas urbanas sobre lo que les hacían a los que pescaban copiando y con los temores de quedarte en blanco y no recordar nada de nada.
De nuestra reválida, aunque no me acuerdo de lo que nos preguntaron, sí se me han quedado en la memoria curiosamente dos momentos de duda. Uno fue en el examen de francés, en el que la traducción empezaba con algo así como "Huían como el viento los días de mis vacaciones de Pàques" ¿Qué sería ese Pàques? Para nosotros, que nunca llamábamos "vacaciones de Pascua" a las de Semana Santa, era un término desconocido. Como estaba con mayúscula lo dejé así, como si fuera el nombre de un lugar estupendo en el que el autor del texto se lo había pasado pipa en las vacaciones.
El otro momento de duda fue en el examen de latín, en el que nos pusieron en números romanos la cifra CCCC ¿Cuatro ces? Siempre nos habían dicho que sólo se podían poner tres letras: CCC, trescientos. Y que 400 se ponía CD ¿Qué hacer? Igual podría ser hasta una errata. Venciendo el temor de que me miraran severamente y me mandaran a callar, levanté temblando la mano y uno de aquellos terribles profesores vino a mi lado. Le comenté mi duda y me dijo que algunos autores lo ponían así, que pusiera 400 tranquilamente. Entonces, tapó una C con el dedo y me dijo: "Es que así, CCC, igual se confundían ustedes y traducían "Compañía Cervecera Canaria"", y me sonrió. Fue tal el alivio que sentí que, a partir de ese momento, todo fue más fácil ¡Eran humanos! ¡Y tenían sentido del humor! ¡Y a lo mejor a ellos tampoco les parecía bien esa tortura china a la que nos estaban sometiendo!
Quizás por eso, en la foto, a pesar de la seriedad, en mi cara (soy la que se apoya en la farola) aparece un atisbo -muy tímido, eso sí- de sonrisa.
Me uno a tu horror. Lo pasaba fatal.
ResponderEliminarLo terrible es que aquellos que también debieron pasarlo fatal (no me explico que alguien pueda divertirse con eso) lo quieren volver a imponer a nuestros infantes ¿Serán sádicos? ¿O querrán vengarse de lo que ellos pasaron?
Eliminar¿Sabe, Doña Isabel, que era usted una bachillera de muy buen ver?
ResponderEliminarAy, Javier, si a los 14 años una no está de muy buen ver, ya me dirás pa cuándo lo dejamos. Y lo mejor es lo que digo, nada de dolores, nada de presbicia, nada de jamacucos. Como rosas perfumadas maringá.
EliminarMe han dicho que don Joaquin Artiles con sus gafas negras de concha está en el cielo examinando a los que quieren entrar...
ResponderEliminar¡Don Joaquín Artiles! ¡Allí, imponente, con su sotana negra hasta los pies y sus gafas oscuras! Si lo llega a ver Chris Columbus, el director de Harry Potter, lo elige para el personaje de Voldemort en lugar de a Ralph Fiennes ¡Qué miedo nos daba!
EliminarTodavía , me dan nervios con solo oír ese nombre...jajaja
EliminarY es muy triste que alguien pase a la posteridad por el terror que producía. ¡Ni que hubiera sido Jack el Destripador!
EliminarEl examen te debió salir bien pues estás sonriendo unbbbb
ResponderEliminarJajaja, ya explico en este post de hoy por qué se me ve un principio de sonrisa. Pero es una sonrisa a lo Mona Lisa, un que si sí, que si no.
EliminarY sí, el examen me salió bien. Y por eso tú y yo estuvimos en el lado contrario muchos años más tarde haciendo sufrir a los pobres muchachos (aunque éramos más presentables que Don Joaquín Artiles).
Un beso.
¡Qué guapa Isa!!!!!
ResponderEliminarGracias, Juancho. A esa edad todos éramos guapos. Y pipiolos. Y no sabíamos qué nos depararía la vida (suspiros) :-D
EliminarGuapísima Isabel! Te he reconocido al instante. Siempre guapa, por dentro y por fuera.
ResponderEliminarGracias, América, tú que me ves con buenos ojos. Un beso.
EliminarIsabel, estás igual!!!
ResponderEliminarCreo, Rebeca, que lo único que tengo igual es el carnet de identidad. Ah, no, que entonces no lo teníamos hasta los 18 años ¿O eran los 21? Ya ni la memoria...
EliminarQué guapa, Isabel!
ResponderEliminarCierto que eres la única que medio sonríe. Esos exámenes son criminales.
Me encanta la ropa sesentera :)
Besos
Sí que lo son, Celia, más que poner exámenes parece como si los perpetraran ¡El sistema al paredón!
EliminarA mí también me gustaba, nos veíamos superguapas. Y no te pierdas los peinados, tres por lo menos iban bien cardadas, tal como era la moda entonces.
¡Qué tiempos!
Besos.
¡Estás igual! Besos
ResponderEliminar¿Tú crees, Santi? 20 y pico kilos y 54 años nos separan ¡Demasiado para pretender la igualdad! Y ni siquiera la igualdad interior ¡Demasiada vida entre esa niña y esta jubilada!
EliminarJeje, algo tienes en esencia porque se te reconoce hasta en una miniatura. Es plantar la foto delante y la mirada desviarse hacia esa cara semi egipcia. XD
EliminarSí, algo hay, jeje, por Osiris.
EliminarQué dolor de barriga cuando íbamos llegando a La Laguna las que veníamos de La Guancha en un " coche pirata" y muertas de sueño pues nos habíamos dado el madrugón para llegar a tiempo del primer examen de la mañana. Qué tiempos aquellos. Un abrazo Isabel.
ResponderEliminarOtro contra más a los exámenes, Sole. Por lo menos a aquellos que venían desde los pueblos deberían haberles puesto uno o dos puntos más, por esfuerzo añadido. No estaban en las mismas condiciones que los que vivíamos al lado del instituto. Seguro que ante un juez (que hubiera hecho alguna vez la reválida) lo ganaban.
EliminarUn abrazo, Sole.
Todas nuestras fatigas se veían recompensadas , cuando acabados los exámenes, alquilábamos una bicicleta y nos íbamos a disfrutar por el Paseo Largo con sus preciosas palmeras. Toda una aventura.
EliminarAh, eso sí, está prohibido tener fatigas si después no hay una buena recompensa. Yo recuerdo siempre, cuando terminaba los exámenes de filosofía en Madrid, coger la guagua hasta la Gran Vía y comprarme una novela de Agatha Christie en la Casa del Libro, que luego me leía esa misma tarde.
EliminarLo de pasear en bicicleta por el Camino Largo (¿lo siguen haciendo los chicos y chicas de ahora?) era también un digno colofón.
Ahora que se están examinando los actuales sufridores, es un buen momento para recordar aquellas reválidas. El jefe del tribunal era aquel oscuro sacerdote, de similares gafas, que se apellidaba ARTILES, venía de Gran Canaria y causaba pavor. Sí, han pasado 50 años y no se me va del coco. Claro que, pasamos las dos, estudiamos carreras los que pusimos empeño y ...algunos seguimos por aquí. ¡Jo, qué recuerdo!
ResponderEliminarJajaja, ya Enrique Dávara más arriba lo recordó al tal Artiles. Ni el coco nos asustaba tanto.
EliminarA mí esto de los exámenes, cuando son así tan grandes y en los que te juegas tanto, me recuerda una carrera de obstáculos cada vez más altos. Cierto es que pasamos la reválida de 4º, después la de 6º, después la de Selectividad, después la carrera, después en mi caso dos oposiciones... Pero cada vez que pienso que algo parecido a eso les espera a mis nietos me entra una compasión infinita. Y me avergüenza que en 50 y pico años no hayamos conseguido hacer un sistema eficaz para evaluar el aprendizaje que no sea tan traumático. En fin...
Bien Isabel, a ti se te ve muy relajada después del examen. En otro orden de cosas, creo que las evaluaciones periódicas son positivas y mejor que los examinadores sean de lugares recónditos, donde a la mano negra le cueste llegar. Esfuerzo, comprensión, memoria, imaginación....y mucha educación, mucha. Un abrazo.
EliminarMi amiga Chari y yo hemos estado discutiendo si la foto fue antes o después del examen y yo defiendo que fue después precisamente por ese aire de relax y de "que sea lo que Dios quiera" (y porque pienso que antes no estaríamos para hacernos fotos con el nervio en el cuerpo).
EliminarYo pienso que mejor que los profesores, que están en contacto todo el año con el alumno, no hay nadie para saber lo que vale. Las evaluaciones exteriores (y ahora en la futura selectividad quieren que examinen los profesores de universidad a los alumnos de bachillerato) a mí me parece injustas y sin sentido. Pero por supuesto, estoy de acuerdo contigo en que esos valores que citas -el esfuerzo, la comprensión, la memoria, la imaginación...- son importantes.
Un abrazo.
Se ve que cogí otro plan... la reválida la hice acabado COU para sacar el título de Bachillerato Superior... en mi plan... en 4º ya no la había... Saqué bien y aprobados justitos... Y fui p'allá sin estudiar... sólo a por el título... Que se extrapapeló en alguna mudanza...
ResponderEliminarEs lo que tiene ser joven, Gladys. Y fíjate, cuando tú hiciste el bachillerato ya sólo estaba la selectividad. No sé por qué demonios esta nueva ley de Educación ha resucitado las reválidas, que estaban muertas y bien muertas. Y ahora mira lo que hay: "La reválida es el cambio más importante en la LOMCE y consiste en pruebas de evaluación final al terminar las distintas etapas, es decir, una vez terminado el curso y los distintos trimestres, habrá un examen final para permitir el acceso al siguiente ciclo. En secundaria la reválida se aplica en 4º de la ESO y posteriormente en 2º de Bachillerato.".
EliminarPero claro ¿qué se puede esperar de una ley que se ha puesto sin consultar a nadie a golpe de mayoría absoluta?
Una pregunta... la calificación que da quien de verdad imparte las clases... la evaluación continua... las programaciones y los itinerarios los van a convertir en atracciones en un parque allá por aquellas valencias? Es p'a matarlos o no?
EliminarGladys, toda mi vida profesional luché por que fuera tan importante o más la evaluación continua que el examen. No puedes jugarte a lo mejor todo tu futuro profesional a un examen de un día. Y reitero lo que le dije antes a Antonio: nadie como el profesor que está a diario con el alumno para saber lo que sabe y lo que no, y qué capacidades tiene para una cosa o la otra.
EliminarSí, es pa matarlos.
Antes que existiera nuestro plan de estudios ya existía el examen de grado en "séptimo curso" (finalización de los estudios, como hoy), lo que recuerdo de mis hermanos mayores. Lo cambiaron a nuestro plan para no hacer tan duro dicho examen. Al finalizar la reválida de 4º podías estudiar un gran número de carreras de grado medio: ingenierías técnicas, aparejadores, profesorado mercantil, náutica, maestro...ahí estaba el quid de la cuestión: dar salidas intermedias a los estudiantes. Pero no, ahora todos estudian licenciaturas -lo que veo muy bien- pero no se conciencian de que lo más probable es que no puedan trabajar en la profesión. Bueno, vamos a dejar el tema.
EliminarSí, Antonio, mi madre misma hizo el examen de 7º (otro horror como los nuestros). Realmente el tema no es las distintas salidas a los estudios (grado medio o superior), que en eso creo que todo el mundo está de acuerdo, sino si las reválidas (exámenes pantagruélicos en las que entran las materias de varios años) son instrumentos válidos para dar el visto bueno a los alumnos ¿No podría haber otro sistema en el que la evaluación continua tuviera el principal papel?
EliminarEso es lo que siempre he opinado! ... Como siempre... "Magnifique, chèrie... magnifique
EliminarCelebro coincidir contigo. Un beso y gracias.
Eliminar¿No podría haber otro sistema en el que la evaluación continua tuviera el principal papel? - Acaso todos los profesores tendrían la misma capacidad para enseñar, todos serían iguales a la hora de la exigencia, no se correría el riesgo del amiguismo profesor-alumno, profesor-padre de alumno, etc... en detrimento de los que no gocen de estos mimos. ¿Cuándo fue que perdimos la confianza en las personas? Hoy es un buen día para eso de la confianza en los que tienen en sus manos alguna responsabilidad, ¡debate a la vista!. Buenas noches.
EliminarLos fallos de los profesores, que al fin y al cabo son humanos, no los arregla el cargar a los alumnos con exámenes de reválida o de selectividad, sino con una buena preparación, una buena selección y una buena inspección educativa ¿Por qué iban a ser mejores, profesores que son extraños, no sólo al alumnado, sino incluso al propio sistema (como es el caso de los profesores de universidad examinando a alumnos de instituto)?
EliminarYo, que he conocido a tantos y tan buenos profesores, no he perdido la confianza en ellos.
Jajajaja, a mí qué quieres que te diga... salvo que estás muy guapa en la foto. Yo soy de selectividad, pero creo que estas pruebas entran todas en el mismo saco y producen vértigo a quien las padece, sean del año que sean y se llamen como quieran llamarlas. La mía no la recuerdo, es curioso, pero sí que recuerdo el examen de conducir que fue por las mismas fechas. Será por la sensación de independencia que me provocaba sólo pensarlo, qué tiempos aquellos. Muchos besosss
ResponderEliminarEs verdad, Flor. Mi madre, que hizo el examen de 7º de bachillerato, un examen en el que se condensaban los 7 años del bachillerato de entonces, me lo contaba con la misma sensación de "la maldición ha caído sobre mí" que nos pasaba a nosotros.
EliminarOtra cosa fue el examen de conducir que yo hice más tarde, a los 23 años. Ese sí que tiene más sentido. Lo aprobé a la primera de chiripa (porque no era ni soy experta conductora) y recuerdo bajar cantando en mi coche a grito pelado por la carretera de Las Canteras la primera vez que cogí el coche sola.
Muchos besos (y gracias por el piropo)
¡Ay Dios mío!! Qué asustadas y nerviosas estábamos en esos días, lo recuerdo perfectamente, tal como lo cuentas.Un abrazo
ResponderEliminarEran días oscuros a pesar de que era junio. Menos mal que luego, en las vacaciones, se nos olvidaba todo. Bendita juventud.
EliminarUn abrazo, Úrsula.
Hola Isa: Hemos leído tus recuerdos de agonía con los exámenes de Revalida. Por ahí pasamos todos. Viéndolo desde la lejanía que ahora ocupa, tenía sus pros y contras , pros pues creo que el nivel cultural y conocimiento era mejor que el actual sistema, (o sistemas pues han habido varios), lo que pasa que posteriormente no hemos sabido ó los dirigentes que lo han hecho, (Políticos), con esos planes y sus cambios, confeccionar un plan de estudios de buen nivel y duradero en los diferentes planes sucesivos.
ResponderEliminarContras, pues sí, lo de los NERVIOS Y TIRITERAS, fueron terribles por mucho temple que tuvieras.
En cuanto a la foto, sin ofender a ninguna, eras la más mona. Hasta de pequeña, "Donde hubo siempre queda", Jaaa, jaaa.
Un abrazo.
No sé si el nivel cultural nuestro era mejor que el de ahora. En muchos aspectos, los alumnos de ahora tienen un acceso a la información que ya hubiéramos querido nosotros. Pero la verdad es que urge un gran acuerdo sobre la enseñanza, en el que todos los que la forman estén implicados. Y es un disparate que cada vez que hay gobierno nuevo haya un nuevo plan de estudios. Al final, son los alumnos los que sufren las consecuencias.
EliminarGracias por el piropo, jajaja. Y que no los oigan mis compañeras.
Un abrazo.
Ay que risa!! me ha encantado la historia de las CCCC y los comentarios sobre la seriedad.
ResponderEliminarBesos.
A mí lo que me asombra es que se me haya quedado en la memoria eso y no, por ejemplo, qué notas saqué o qué me preguntaron. Qué rara y selectiva es la memoria...
EliminarUn besote.
Pues ese de negro, que para mi ni fue señor Artiles ni don Joaquín, me estropeó las vacaciones en el verano de 1962. Jamás antes y después me suspendieron en bachillerato, incluyendo la reválida de 6º y preuniversitario. Pero en esa reválida de 4º, cuando ya había terminado el examen de matemáticas y me disponía a levantarme para entregarlo en la mesa porque resolví todo antes de acabar la hora, tiró de mi por el hombro el compañero que se encontraba justo detrás para preguntarme algo que no sabía y en ese momento se oyó al fondo: "esos dos a la calle". No sirvió de nada mis plegarias y súplicas alegando que había acabado, tampoco sirvió que algunos profesores (incluso Don Jorge Coderch como director del Instituto) salieran en mi defensa aduciéndole al cura de las gafas que yo era un buen alumno, ni que el compañero se echase toda la culpa de la expulsión. No me perdonó. No quiso bajarse del burro. Tuve que joderme todo el verano para examinarme en septiembre, que por supuesto aprobé con nota. El muy cabrón se acordaba de mi, vino a saludarme y dijo sonoramente: para que no cometa el mismo error se va a sentar usted separado del resto" Y así lo hizo. ¿Miedo?, ninguno, más bien orgullo. ¿Odio?, si. Nunca le perdoné. Desearle lo que se dice desearle salud, me parece que nunca tuve la ocasión.
ResponderEliminarDe verdad, Enrique, que no comprendo que nadie quiera perdurar en la memoria de generaciones de estudiantes con los epítetos con los que tú, justificadamente, lo calificas. Una persona tan injusta no debería estar ejerciendo el cargo de inspector jefe. Ni por supuesto tampoco debería ser sacerdote. Muchas historias parecidas a la tuya supimos por aquel entonces. Nadie lo apreciaba y nunca oí nada bueno de él ¿Qué consiguió en la vida?
EliminarHola Jane.Yo sufrí "tres reválidas": La de 6º de Bachillerato (fue suave), la de 4º de bachillerato en la que los nervios, la "meadilla" y los dolores de estómago hicieron mella; y la de ingreso: Tenía 10 años recién cumplidos, llegué a aquel Instituto de Santo Domingo donde te iban llamando por tu nombre, subías la escalera como si fueras al matadero, te esperaban unos adultos muy serios,un dictado en el que sólo podías tener dos faltas, un montón de divisiones por tres cifras......Un horror pedagógico.
ResponderEliminarEse día sólo había alguien que lo pasó peor que yo: Había una niña rubia con su vestido rojo esperando a que la llamaran. Cuando dijeron su nombre: Mª del Auxilio Socorro,el griterío fue ensordecedor. La niña se puso más roja que su vestido y tuvo que subir las escaleras. Hay padres que con el nombre de sus hijos se equivocan, no saben el daño que pueden hacer. Un beso Jane. Juan
Es verdad, Juan, me había olvidado del ingreso. Pero más bien porque no lo vivíamos como una reválida. Nosotras lo hicimos en el colegio, con profesores que venían del instituto a examinarnos, con lo cual no había tanto estrés. Pero sí con esas premisas: no podías tener faltas de ortografía, tenías que saber sumar, restar, multiplicar y dividir y supongo que también nos preguntaban cosas de cultura general. Yo repetí ingreso porque lo empecé con 8 años y no me dejaron examinarme por la edad.
EliminarY qué risa la pobre niña. Muy típico de los palmeros. Mi abuela se llamaba Marina Horacia ¿y cómo la llamaban? Horacia, por supuesto, que Marina era muy bonito.
Un beso, Juan.
En una de tus respuestas hablas de la memoria selectiva que tenemos. ¡Cuanta razón tienes! ¿Sabes lo que se me quedó para siempre en el ingreso al Instituto?. Yo no había cumplido los diez años. En el examen oral y después de hacer los ejercicios matemáticos y el dictado, me preguntó Don Juan Fierro (apodado Nojá y gran profesor de Latín e Historia del Arte), si sabía en qué consistían los Ojos del Guadiana. Yo no supe contestarle y me hizo otra pregunta que si respondí y que no recuerdo. Él mismo, con su sabiduría didáctica, me explicó el significado de tales Ojos. Nunca me olvidaré. Ahora que lo pienso, eramos una enciclopedia ¡con nueve años!.
ResponderEliminar¿Pues sabes lo que yo recuerdo del examen de ingreso (aparte de que me examinó Carmen Rosa García Montelongo, de la que años después fui compañera y amiga)? En el dictado, que trataba de muelles y barcos, había una frase que hablaba de una "fragancia a brea". Yo no sabía lo que era brea (si me hubieran dicho "piche"...) y pensé ponerlo junto, "abrea", como si fuera "ácida". Y después de pensarlo un rato lo separé. Gracias a eso no tuve ninguna falta.
EliminarY sí éramos una enciclopedia. De hecho mi libro de ingreso fue la primera enciclopedia que tuve y que tengo todavía. Y me sigue admirando todo lo que sabíamos.
Qué recuerdos. Caras de trastornadas; tú, Dulce y Cae sonriendo; las demás, qué serias. Me acuerdo del examen de latín en el que me ayudó Dulce, estoy buscando las notas para mandártelas. Estuve soñando pesadillas con el examen durante muchos años.
ResponderEliminarLa blusa que llevo puesta era de tira bordada y me la hizo mi madre para el examen.
Era muy típico que nos hicieran ropa para los eventos. Mi madre también me hacía la ropa (yo no salí a ella).
EliminarCuando veo la foto pienso en lo que ha sido de nosotras, las que estamos ahí, después. Entonces no sabíamos nada de nuestra futura vida, ni si tendríamos hijos o nos casaríamos o terminaríamos trabajando o no. No nos planteábamos nada. Lo que sí es curioso es que, cuando casi nadie hacía el bachillerato superior (recordarás que, de las 40 y pico que había en 4º, sólo 12 seguimos), todas las que estamos en esa foto (menos una) seguimos juntas 2 años más. Y todas seguimos siendo amigas y wasapeando diariamente 54 años después ¡Quién nos lo iba a decir!
Yo de ese examen recuerdo que me escabullía como otras para el final de la clase y el profe enchaquetado muy en su papel de autoridad me puso en primera fila. Detrás había otra del cole pero me vi sola, inmensamente pequeña y temblando de miedo. Me costó un rato concentrarme y empezar. Por eso me parecen las reválidas tan jóvenes una aberración.
ResponderEliminarEso lo hicimos todos cuando fuimos profes, jajaja. Tú seguramente también. En cuanto veías a alguno con disimulo ponerse en el último banco, inmediatamente lo ascendías a la primera fila.
EliminarLos exámenes de todas maneras acrecientan esa sensación de soledad: Sola ante el peligro, como en aquella película del oeste. Tú, el tribunal examinador y tu memoria haciendo de nexo para evitar males mayores. Una aberración, sí.
Estoy de acuerdo contigo. Son casi "contra natura".
EliminarAdemás me parecen una muestra de desconfianza hacia la competencia y responsabilidad de los profesores que preparan a esos niños.
En nuestra profesión, como en todas, hay buenos, regulares y malos profesionales, pero es muy injusto y poco acertado, desde mi punto de vista, poner en tela de juicio el trabajo de todos, a través de unos alumnos que han de sufrir unas pruebas, a cara o cruz, para demostrar la "sospechosa" capacitación de sus profesores.
Como si no hubiera pocas formas de controlarnos y no supiéramos todos de qué pie cojea el colega...
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Chari. Ayer le comentaba eso mismo a Antonio Francisco en uno de los comentarios.
EliminarA la tensión de un examen, al cansancio de días anteriores, a la memorización de tochos, a los nervios ante pruebas prácticas que, por mucho que sepas, te pueden salir mal... hay que sumar que todo eso lo haces en un ambiente extraño, juzgado por profesores que no te conocen y que no saben lo que eres capaz de hacer en condiciones normales.
Lo que muchos no saben es que, afortunadamente, malos profesores hay pocos. Eso sí, se hacen notar.
Las tacitas de tila que nos preparaban las abuelas. :)
ResponderEliminarA mí de pasote!
EliminarMe encantaba el pasote!! Pero para estos exámenes era la tila.
EliminarLitros y litros preparaba mi abuela. No te quitaban la jiribilla del estómago pero te tranquilizaban por lo menos para pensar en algo constructivo :-D
EliminarMe encantó....pero mas es ver la foto. Solo recuerdo los nombre de tres. Estas igual de guapa, que años tan hermosos que vivimos en el cole. Cuando vi la foto me sonreí y me dio felicidad....tantos años y gracias a éste medio nos hemos podido reencontrar. Un beso.
ResponderEliminarSupongo, Marilu, que recuerdas sobre todo a las internas. Sí que fueron unos años preciosos, tan pocos realmente en nuestras vidas (yo estuve 10 años) y qué largos nos parecen. Fueron decisivos para ser lo que somos ahora.
EliminarY tienes razón, internet ha transformado nuestras vidas. Todavía me maravillo de poder hablar diariamente desde el otro lado del mundo como si estuviéramos todas a la vuelta de la esquina. El mejor invento del mundo.
Un beso, Marilu.
Yo no estoy en la foto porque me acompañó mi novio. (Mira que tamaño para un novio). De la revalida de Cuarto, casi no me acuerdo. Me acuerdo de la de sexto. Como olvidar la patada que sentí en mi trasero propinada por la compañera que tenia detrás. Estaba ella muy apurada con el exámen de latin. Yo llevaba un vestido rosa pálido. Cuando me levanté tenia una huella negra como de una coz , a la altura donde la espalda pierde su honesto nombre. La mancha no salía. Tuve que llevar el vestido a la tintorería. Recuerdo que en historia del arte nos toco Juan Herrera. Yo me explaye con El Escorial. Pedí folios y folios. Tantos que el cuidador me dijo que me limitara a la pregunta. Pero yo seguí. Qué bien lo pasé ese verano sabiéndome con mi título de Bachiller Superior.
ResponderEliminar¡Qué risa, Ani! Me acuerdo de la patada y de lo que vacilamos a cuenta de ello. De lo que no me acuerdo en absoluto es de que nos haya salido Juan de Herrera. ¡Qué memoria, mi niña!
EliminarY tienes razón, lo mejor de un examen es el tiempo posterior, cuando ya te puedes levantar a la hora que quieras, y no tienes esa losa colgando sobre el ánimo ¡Vivan las vacaciones!
No me extraña que tuvierais caras raras después de pasar esa experiencia XD Por suerte, "sólo" pasé la selectividad. Lo curioso es que en aquel momento fue bastante terrible, pero si hago balance ahora, después de unos cuantos años, no fue ni por asomo lo peor de mi experiencia académica.
ResponderEliminarTienes razón, Dorotea. Después de todo, pruebas como esta te preparan para otras experiencias en las que tienes que echar mano de tu memoria, serenidad e inteligencia. Y claro que hay cosas peores. Sobre todo un profesor inepto, un profesor cruel, un profesor injusto... En resumen, un mal profesor.
EliminarTodos conocemos a algunos de esos. Afortunadamente, por lo menos en mi experiencia académico, fueron los menos y tuve la suerte de contar con buenísimos profesores a los que les debo todo lo que fui después como profesional y, en muchos casos, como persona.
Justo a eso me refería. Empecé a recordar los malos momentos pasados después, en la uni, por culpa de malísimos profesores, y la selectividad fue un camino de rosas comparado con los tiempos de los 4,98.
EliminarBSS
Más que me refería... en eso estaba pensando :)
Eliminar¿4,98 y no es un aprobado? ¡Qué rigidez! ¿Cómo se puede evaluar eso? Mi sistema era 50% la nota de clase y 50% la nota del examen. Y a todos aquellos que asistían a clase y no habían suspendido ninguna evaluación, un punto más final. Creo que lo merecían.
EliminarCada día ponía una pregunta que se podía trabajar en casa también y que valía igual que la del examen. Lo bueno era que casi nadie suspendía, que a la hora del examen ya se tenía el tema bastante estudiado y que había motivación para trabajar en clase. Lo malo es que me pegaba un curro corrigiendo que no veas. Pero me mereció la pena.
EliminarQué va, suspenso y a septiembre, después de haber asistido a clase y haber entregado todos los trabajos. Tuve dos o tres de esos :S Luego tuve otros muy buenos para compensar.
EliminarPues siento que te haya tocado alguien que de pedagogía no tenía ni idea. No sólo porque es humanamente imposible captar la diferencia entre 4.98 y un 5, sino también por no valorar el trabajo de clase que es el fundamental.
EliminarY me alegro por los buenos profesores que te compensaron el sinsabor.
Yo mirando. ¿Te das cuenta que de las ocho catorceañeras de la foto, cinco se habían puesto laca en el pelo? ¡Toma ya! Y después dicen que no me fijo.
ResponderEliminarSólo tres, Enrique. Las demás vamos con el pelo tal cual.
Eliminar¿Y quién dice que no te fijas? ¡Eres palmero!
Jamás en mi vida suspendí nada en mis dos carreras universitarias y sin embargo las dos reválidas las suspendí para septiembre. Que les den!!! He sido una gran estudiante
ResponderEliminarDi que sí, Carmen, eso es lo que digo: que un solo examen no es una demostración definitiva de sabiduría. Y ya ves, otra vez empecinados en poner las reválidas ¡Mis pobres nietitos!
EliminarMe encanto tu recuerdo, por cierto eres la mas guapa.
ResponderEliminarSin lugar a dudas.
EliminarGracias, Loly y Ramón. Pero en ese tiempo, todas con 14 y 15 años estábamos de muy buen ver. Lo que pasa es que acabábamos de salir de un round muy duro para nosotras (por cierto, aprobamos todas las que están ahí) y, como dice una de ellas, teníamos cara de transtornadas. :-D
Eliminar����se te reconoce a la perfección, y si no m'equivoco a Charo también..... Q guapas, serias y todo.
ResponderEliminarSí, Chari y yo hemos estado juntas desde los 10 años. Somos como familia ya. :-D
EliminarYo me examiné en el 72 y lo recuerdo con terror
ResponderEliminarTe entiendo. Yo alguna vez sueños con los exámenes, imagínate.
EliminarAunque me parece recordar que la mia era la reválida de 6 que no era obligatoria pero que mis padres me obligaron a presentarme Curiosamente recuerdo el terror previo pero nada del día del examen en si
EliminarNosotras estudiamos con el plan de 1957 y teníamos dos reválidas: una, en 4° de Bachillerato, obligatoria, para los que quisiéramos hacer el Bachillerato superior, y otra en el 6° curso, para obtener el título de bachiller superior y poder acceder al Preuniversitario, requisito ineludible para iniciar la mayoría de estudios universitarios.
EliminarYa te contesta Charo, José María. Yo no sabía que hubo una reválida no obligatoria. Si la mía no hubiera sido obligatoria, a buenas horas me presento. 😃
EliminarGracias, Chari, por responder. Tampoco me acordaba de que nuestro plan era el del 57. Muchas cosas borré de la memoria 😜
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