lunes, 6 de abril de 2020

Mundo inhóspito


La solitaria carretera de mi pueblo sin coches ni gente

Ayer salí al mundo exterior. No, no se horroricen ni se echen las manos a la cabeza. Era una necesidad y hasta la Gestapo (mi hermana y mi hija) me dio permiso. Además, lo tenía todo preparado desde el día anterior: la mascarilla, la ropa de camuflaje, los guantes, las gafas negras... Tentada estuve de pedirle prestado a mi hermana un salacot que se puso cuando hace 20 años fue a Kenia, pero me contuve. Tampoco hay que pasarse (y seguro que ya se le perdió en algún carnaval).

Y ¡qué emoción! Después de casi un mes en la seguridad del hogar, dulce hogar, iba a arrostrar los peligros del mundo inhóspito. Me sentí como Shackleton cuando puso en el periódico aquel anuncio para ir a la Antártida: "Se buscan hombres para un viaje peligroso. Frío extremo. No es seguro volver con vida". Solo que yo iba sola e indefensa. Pero, eso sí, con la resolución de los valientes.


Atrás quedaba el hogar y su economía de subsistencia. Mientras cogía mi coche (el Pocholo, ya saben, el Polo con las letras CHL), recordé los últimos días cuando se acabó el pan y yo, por no salir a buscarlo, hice, igual que si estuviéramos en "La casa de la pradera", tres panes como tres soles. Claro que los hice con una harina que guardaba para hacer churros, pero lo primero es lo primero y, además, me saliern buenísimos, como los panes de antes, tan contundentes que casi no pude terminar el medio pan con jamón, tomate y lechuga que me mandé en la cena. Y también, cuando se acabaron los postres, antes que lanzarme a la vorágine del mundo, me lancé mejor a hacer polos, como los que les hacía a mis hijos de chicos, con leche, leche condensada y limón. Estos son tiempos de soluciones drásticas ¿Que no hay postres? Pues toma polos.

Sí, hasta este momento me había resistido a dejar la zona de confort. Pero ahora no era el tiempo de recordar el pasado ni las delicias del hogar (las caminatas de las mañanas, los tropecientos wasaps de los amigos, el aperitivo en el balcón, las noches viendo una película de risa...). No, ahora necesitaba el coraje de tantos que, antes que yo, se internaron en lo desconocido, sin saber qué iban a encontrar y sin más compañía que su voluntad y su determinación. Mi abuelo el poeta, que vivió durante 2 guerras mundiales y una guerra civil y supo de hecatombes, vino en mi ayuda con sus poemas, muchos aguerridos y animosos. Me acordé de uno que me gusta mucho y que empieza así:
Como el Teide soy altivo, 
como el Teide llevo fuego en mis entrañas...
¡No me asustan las horribles tempestades
ni mi frente se doblega bajo el yugo de otra raza!
Y con el poema en la mente, allí estaba yo: la casa atrás, el mundo delante, lleno de amenazas e inseguridad.


Mentiría si dijera que no me sobrecogió el silencio que encontré. La atmósfera limpia, ausencia de ruidos de motores o de charlas, las calles sin un alma en mi pueblo ¡un domingo de Ramos por la mañana! Una amiga muy viajada me contó una vez que llegó a un lugar de Alaska en medio de una nevada y en la plaza del pueblo se encontró a un oso polar. Yo me encuentro en ese momento un oso polar en medio de la carretera de Tegueste y hasta lo saludo con cariño y todo. Aunque había un sol radiante, parecía un mundo raro y distinto, donde todos se hubieran ido dejándolo frío y sin vida.

Pero como en toda incursión hay que tener un objetivo claro. Lo tenía Aníbal cuando cruzó los Alpes sobre elefantes, lo tenía Julio César cuando dijo lo de "Alea iacta est", lo tenía Frodo cuando iba a tirar el anillo en el Monte del Destino y Tintín cuando se internó en el Tibet a buscar a su amigo Tchang. Y lo tenía yo que iba a la gasolinera a buscar los periódicos que tenía reservados desde hacía casi un mes. Cuando llegué, les di un toque de teléfono y uno de los chicos, superamable, me los trajo al coche y me los metió en el maletero, sin que yo tuviera siquiera que bajarme. Y luego me fui como alma que lleva el diablo y me apresuré, sobrecogida ante aquella desolación, a volver a la seguridad de la casa, cual paloma mensajera que regresa al nido.

Y hasta dentro de un mes porque se me está acabando el vermut. Y ajenjo, que creo que es lo que lleva, no tengo.



Mis tres panes de subsistencia


25 comentarios:

  1. Hola Jane. ¡Tiempos raros y difíciles para mucha gente!. Yo saco un perro a la calle todos los días y oigo pájaros!!!! en la ciudad. El perro que siempre está oliendo el suelo y tira de mí, ahora mira hacia todos los lados como si hubiese algo raro y quiere volver a casa, y eso no lo había hecho nunca....Son tiempos difíciles para mucha gente porque no hay se ve el final del túnel, y no hay dinero para comer en muchas casas...Hace un par de días una emisora de radio invitó a los profesores a que llamasen para saber que estaban haciendo para sus alumnos y habló una directora de un pueblo de Málaga: Las actividades que estaban haciendo era recoger comida para llevar a las familias de sus alumnos, repartiendo por las casas....Otro mundo. Un beso Jane. Juan.
    PD. Saldremos de esta, muy lentamente pero saldremos. A mi me toca hoy hacer lasaña

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    1. Sí que son tiempos difíciles y oscuros. Necesitamos una cierta higiene mental si no queremos estar todo el día con un ataque de ansiedad va, ataque de ansiedad viene. Yo por lo pronto no estoy todo el día pegada a la radio ni a la tele. Ver un ratito el telediario de las 8 y santas pascuas. Lecturas divertidas o entretenidas. Películas que no nos cuenten el Apocalipsis. Wasaps entre gente que quiero y que sé que no me va a estar mandando bulos ni conspiraciones tipo "la culpa es de los chinos" (o de Trump, o de las farmacéuticas, o de las hermandades de Semana Santa...). Noticias esperanzadoras, como la que cuentas, y que demuestra que hay gente muy buena en el mundo. Todo eso sí me hace ver una luz al final del tunel.
      Así que ánimo, Juan, que igual que hemos salido de otras, saldremos de esta, y a lo mejor más filósofos y fortalecidos. Yo hice hoy solomillo de cerdo con manzanas y cebollas.
      Un beso.

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  2. Rosa Henríquez Fernández6 de abril de 2020, 13:06

    Isabel, me ha encantado tu historia, con qué emoción describes todo. ��

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    1. Gracias, Rosa, pero es que no es para menos la emoción. La misma que tenía Julio Verne cuando viajó al centro de la Tierra, seguro :-D O la de H. G. Wells cuando escribió "La máquina del tiempo". 😜

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  3. No vuelvas a salir hasta dentro de un mes!!! sobre todo porque lo has pasado fatal y luego nos asustas al Lunes siguiente.
    Gracias Isa guapa, por estar ahí y siempre tan divertida.
    Besos a Toni
    también de Serra
    Ana

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    1. Jajaja, la verdad es que fue una salida de morondanga, apenas 20 minutos en lo que voy y vengo del pueblo. Ni siquiera vi un coche de la policía que me detuviera y me esposara y me llevara a comisaría, lo que hubiera añadido un poco de suspense a mi relato (más si cabe). Y fui tan protegida y tan disfrazada que no creo que el virus se atreviera ni a acercarse.
      Muchos besos para ti y para el Serra y a tomarnos la vida con humor.

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  4. Digamos que la Gestapo no te dio permiso, la Gestapo no entiende que sigas pagando periódicos en papel habiendo periódicos digitales (y menos que salgas a eso), pero como siempre lo que diga la Gestapo te la refanflifla.

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    1. Jajajaja, qué va, no hubiera salido si no hubiera tenido un permiso previo. La próxima vez te lo haré firmar. Y a la de al lado, no te digo, que esta mañana, cuando nos trajeron la compra me hizo salir hasta con pañuelo a la cabeza, que parecía una fundamentalista.
      Y ya sabes que donde esté el papel, que se quite lo digital.
      :-D

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  5. No saliste por hambre y sed, que lo entendería. ¿Pero salir por periódicos viejos? ¿No tenías papel higiénico? Explícamelo.

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    1. Jajajaja, me recordaste a un tío mío que, cuando yo era chica, en aquellos años de la posguerra, ponía en el baño, en lugar de papel higiénico, papel de periódico, pero todo recortado en cuadrados casi perfectos (que ahora que lo pienso le debía dar un trabajo enorme).
      Te lo explico. Como Kavafis cuando dijo aquello de "Cuando te encuentres de camino a Ítaca, desea que sea largo el camino", porque lo importante es salir (con una meta, eso sí, para no marear la perdiz), también yo emprendí un camino con un destino (quien dice "Ítaca" dice "la gasolinera de Tegueste").
      Además, me gusta leer periódicos, que no solo traen noticias, sino también artículos de opinión interesantes, comentarios de libros, de viajes o de música, sudokus y crucigramas... Y me gusta leerlos en papel, una manía de las tantas que acumulamos con la edad.
      Y otra razón: estoy suscrita ¿Por qué no cogerlos si ya están hasta pagados? Y de paso echo una visión al mundo exterior. Es la única vez que he salido desde el 13 de marzo (cumpleaños mío incluido).
      ¿Lo entiendes ahora?

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    2. Juancho Aguiar Clavijo6 de abril de 2020, 17:39

      Perdóname Isabel. Me olvidé de felicitarte por tu cumpleaños. !Y menudo trabajo tú explicación!

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    3. Pues yo hubiera jurado que sí que me habías felicitado, no te tenía en la lista de los repudiados por no haberlo hecho . ;-D
      A mí, cuando me piden explicaciones, las doy, faltaría más. Otra cosa, no, pero rollo...
      Un abrazo, mi querido Juancho.

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  6. Olga Catalina Ramos6 de abril de 2020, 16:00

    Lo leí y nada más terminar, se lo fui a leer a mi madre. ¡Qué realidad más bien contada! Buscarle la contra a la vida, eso sí que es vivir. Después de echarse unas risas, dijo mi madre: Sentido del humor no le falta. Y es verdad, en estos momentos el humor ayuda muuucho. Gracias

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    1. Y que nunca nos falte, Olga. Y es que el humor es una cosa muy seria. Siempre me han gustado aquellas personas que en momentos terribles saben echar mano al sentido del humor y recobrar una dignidad que nos hace humanos. Como le pasó a Bob Hope en su lecho de muerte cuando, rodeado de sus hijos, uno de ellos le preguntó si quería que lo enterraran o lo incineraran. Bob Hope se quedó callado y luego, entreabriendo los ojos, dijo. "Sorprendedme".
      El humor ayuda mucho.

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  7. Que bueno, no paro de reir , un abrazo y gracias por el buen rato y las risas.

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    1. Gracias a ti, Loly, yo me reí escribiéndolo e imaginándome en medio de un paisaje desolado sin la presencia humana, en lugar de cruzar un pueblo precioso que este año se va a quedar sin Romería (pero no sin ganas de juerga después).
      Un abrazo grande.

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  8. Clara Delgado Martín6 de abril de 2020, 23:42

    Me gusto tu arrojo y valentía para dejar, como bien has dicho, tu zona de confort y lanzarte por esas carreteras de tu pueblo y como siempre Isa un placer leerte, otras no tenemos ni esa oportunidad, a la ventita de al lado y gracias.... besos.

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    1. Pues fuera de bromas, el arrojo y la valentía los tenemos todos los españoles que, con un gran sentido de la responsabilidad, en lugar de irnos a la playa que es lo que nos pide el cuerpo, hemos seguido a la razón y nos hemos metido en casa como si estuviéramos de ejercicios espirituales. Y si se nos ocurre sacar la patita como en el cuento, lo hacemos de tal manera que no contagiemos a nadie. Yo ni siquiera tuve que desinfectar los zapatos porque no pisé ni el asfalto. Y la ropa que llevaba a la lavadora se fue.
      A cuidarnos que es lo que toca. Ahí es donde está el valor hoy.
      Un abrazo grande, Clari.

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  9. Cuántos recursos tenemos cuando surge una emergencia. Si se acaba la mantequilla, pues pongo unas gotitas de aceite. Se terminan los postres y surge una tarta de manzana. Se agota el papel higiénico, no importa, siempre habrá servilletas..
    Pero que me dices de tu vida, ésa que no tiene duplicado. Yo también leo la prensa con retraso y también me la reservan en el kiosco de casa. Créeme que la disfruto mucho más, es igual que cuando me compro un paquete de pipas familiar tras un periodo castigada.
    Hay que ser así, misión veloz y de fuerza mayor, enhorabuena agente Jane.

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    1. Jajaja, pues sí, Cande, en estos días nos sentimos dueños de un cierto número de recursos con los que tendremos que lidiar. Ahora mismo acabo de terminar un pan de nueces (te lo mando al chat) que normalmente lleva pasas y, cuando las fui a buscar, ya no había (mi marido siente afición por ellas jeje). Pan de nueces y pasas sin pasas (nueces sí), pero seguro que está riquísimo.
      Seguiremos en Misión Posible.
      Un abrazo, Cande.

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  10. La Cándidaeréndira7 de abril de 2020, 18:13

    Querida Jane:
    Me sorprendió que en el viaje a "tu Itaca", no te encontraras ni con el Oso Polar de tu amiga, "ni a Lestrigones y Cíclopes, ni al fiero Poseidón..."
    Itaca, te ha dado un viaje hermoso, más corto que el de Ulises (¡menos mal!), de tu casa a la gasolinera...
    "No fuiste a comprar a ningún mercado fenicio, nácares, madreperlas, ámbares y voluptuosos perfumes... ", sólo periódicos y olor a gasolina, pero valió la pena el paseíto. ¡Cómo te puede la imaginación, Amiga, y más en estos tiempos!
    Me encantó el escrito (y me gusta mucho Cavafis)

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    1. Y afortunadamente sí, el viaje esta vez fue corto. Tuve a la gasolinera en mi mente porque llegar allí era mi destino. Y sí que me apresuré. Mejor que durara poco y que atracara, 20 minutos más vieja, en mi casa, enriquecida de cuanto gané en el camino.
      Jajaja, Kavafis es grande, a mí también me encanta. En más de un viaje en el que el camino se ha hecho tanto o más agradable que la ciudad de destino lo he recordado.
      ¡La imaginación al poder! En estos tiempos es casi tan importante como el conocimiento.
      Un abrazo, amiga.


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  11. Estimada Jane ¿qué tal? Espero que pueda leer este comentario. Me llamo Yeray y trabajo como redactor para varios programa de la Televisión Canaria. Tras leer el contenido de su blog me gustaría contactar con usted. Le facilito mi teléfono por si me puede contactar vía WhatsApp o facilitarme un contacto. 671315953 Espero hablar pronto con usted.

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  12. Ay querida Jane, se nos ha parado la vida y me atrevería a decir que hasta el tiempo se ha detenido para todo el mundo.
    También yo, las pocas veces que me he visto obligada a salir por razones de subsistencia básica lo he hecho con muchas reservas, pertrechada de arriba a abajo, como las circunstancias lo requieren, y con la incertidumbre constante de si volveré a mi casa con la misma salud que salí de ella. De momento y como decía mi querido amigo y compañero Arístides, sigo escapando.
    Pero estoy comprobando que, cada vez más, me está costando abandonar el nido y me empieza a preocupar que, en sustitución del coronavirus, esté contrayendo una especie de síndrome de Estocolmo y que el día feliz en que nos permitan ir retomando nuestras vidas, fuera del hogar, dulce hogar, yo me niegue a abandonarlo y prefiera continuar mi particular y libremente decidido confinamiento II.
    Muchas gracias, querida amiga, por tu gracejo y sentido del humor, quitando hierro a este "arresto domiciliario" y a ver si logras quitárselo a mi más que probable "síndrome del nido abandonado".

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    1. De eso nada, monada. Nada más levantarnos este arresto domiciliario, tú me vas a hacer un bizcocho de los tuyos y pertrechado ahora con él te presentas al fiestón que cada año hacemos en mi casa las amigas. De quedarte en casa y de síndrome de Estocolmo, nada de nada, faltaría más.
      Además le tienes que dar paseos al cochazo que tienes, que se debe estar aburriendo cantidad. Y también tienes que mover el esqueleto en tus clases de pilates y natación.
      No tienes escapatoria. Jejeje.

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