lunes, 4 de octubre de 2021

Tiempo de comer

Momento en que se dijo que hay tiempo de comer

De todas las anécdotas que nos ha regalado este volcán que nos tiene en un sinvivir (incluyendo la de la locutora que tuvo a bien informar a toda España, a micrófono abierto, que ella se iba a mear), mi favorita es la del hombre que el primer día, en el momento en que la tierra retumbó y se abrió la puerta del infierno, dijo con toda la tranquilidad y pachorra del mundo: "Hay tiempo de comer... Hay tiempo de comer sin problemas".

Me lo puedo imaginar perfectamente. Se encuentra ante lo que Kant llamaba lo sublime, algo que asombra y al mismo tiempo produce temor, como los volcanes desencadenando todo su poder de destrucción; se da cuenta de que lo que ve es peligroso y de que el miedo lo puede empujar a salir por patas lo más pronto posible; pero opta por lo urgente, lo necesario, que es comer: una actitud práctica, sabia y yo diría que hasta filosófica. No como los estoicos, que proclamaban: "Si el mundo se derrumbara a mi alrededor, sus ruinas me encontrarían impávido". No, nuestro hombre no esperaría a eso. Él es más bien de los que siguen la cita latina "Primum vivere deinde philosophari": primero, vivir (con todo lo que eso conlleva, empezando por las necesidades básicas como comer y otras, como la de la locutora) y después ya la mente está preparada para otras actividades más filosóficas: sacar conclusiones, razonar, no perder la calma...

Imagínense a este hombre. Sabe que hay tiempo para hacer lo necesario. Saca mantel, platos, cubiertos, vasos. Corta un poco de pan. Destapa la cazuela de cherne que hoy por la mañana había preparado. Con el caldo hace un escaldón de gofio. Y luego se sienta serenamente a comer, mientras bebe un vaso de vino de Fuencaliente y un trozo de queso ahumado de Garafía. Mira de reojo la humareda del volcán pero sabe que hay tiempo de comer.

A mí este hombre en esta situación me recuerda un pasaje de La Iliada de Homero. Todos los de mi generación que hicimos el Preuniversitario de Letras tradujimos y leímos La Iliada. Era lo que tocaba. Todos cantamos con la diosa la cólera del Pélida Aquiles que salió de Troya, y recorrimos el vinoso mar y lloramos con la muerte de Héctor y vimos desfilar a los héroes griegos y a los dioses que apoyaban a unos o a otros, como si fueran hinchas de un equipo de fútbol. Este pasaje que digo es cuando Príamo, el viejo rey de Troya, va a pedirle a su enemigo Aquiles que le devuelva el cadáver de su hijo Héctor. Aquiles accede y, después le pide que coma con él. Para convencerlo, le cuenta la historia de Niobe ("la de hermosas trenzas") que se burló de la diosa Latona  ("la de hermosas mejillas") porque tenía solo dos hijos frente a los catorce de ella. Pero estos dos hijos eran nada menos que Apolo y Artemisa y, con sus flechas, mataron a 12 de los de Niobe (ya saben lo vengativos y brutos que eran los dioses griegos). Y Niobe lloró y lloró pero al final comprendió que también tenía que sentarse a comer. Hay prioridades que no se pueden dejar de lado por mucho que uno tenga el alma compungida.

Y perdónenme, pero no puedo evitar acordarme de otro caso de prioridades, esta vez de un chiste pícaro de Verdaguer, un cómico argentino que oíamos en los años 60 por la radio. Hablaba de una pareja que fue de luna de miel a un hotel y no salieron de la habitación en tres días. Al cabo de ellos, bajaron al comedor y se sentaron a la mesa. El camarero le preguntó a ella: "¿Qué desea la señora?", y ella dice, tímida: "Mi marido sabe". Y el marido salta: "Sí, querida, pero también hay que comer".

Lo dicho, saber valorar las prioridades. Como Niobe y el recién casado, este es el ejemplo que nos da este señor palmero, al que le deseo de todo corazón que, después de comer tranquilamente, se haya puesto a salvo y contemple desde muy lejos el horror y el poder de la naturaleza.


10 comentarios:

  1. Carmen María Duque Hernández4 de octubre de 2021, 15:13

    Muchas gracias, mi niña, salud y besitos para todos

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    1. Gracias a ti, Carmelita. Ya sabes muy bien cómo son los palmeros, tal como este señor: pachorrudos, tranquilos y sabiendo bien qué es lo que importa.
      Salud y más besitos.

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  2. Hola Jane. Yo también escuché el vídeo y reconozco que sonreí. Pensé:"Este hombre lo tiene claro". También es verdad que otros lo han puesto a caer de un burro....pero ya se sabe que en los tiempos que corren, hay mucho tertuliano-opinador suelto.
    Muchas veces deberíamos seguir su ejemplo, aunque sea difícil. Un beso Jane. Juan

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    1. A mí me tienen últimamente un poco descolocada los juicios sobre todo lo que pasa. Tanto critican por un lado como por otro. Leí que no querían que fuera nadie a ver el volcán para no entorpecer las labores de rescate y aviso a la población. Después oí que "oye ¿y por qué no van a ver ese espectáculo grandioso y así ayudan a La Palma, que el turismo es riqueza y blablabla?". Los mismos que critican que no les dan dinero, critican, cuando les dan, que los 200 y pico millones son una birria. A este señor lo alaban y también, como dices, lo ponen a caer de un burro. Yo pienso que es criticar por criticar, que no se diga. Y además, hoy todo el mundo es vulcanólogo, igual que antes eran epidemiólogos. Todos saben de todo. Qué cosas ¿eh?
      Un beso, Juan.

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  3. Charo Borges Velázquez7 de octubre de 2021, 16:13

    Es conocida por muchos la pachorra canaria y este buen palmero hizo alarde de la suya, cuando fue capaz de sobreponerse al miedo y al horror de saber que la tierra se abría, de par en par y expulsaba todo lo que le sobra bajo lo que llamamos tierra firme.
    Qué maravilla, Jane, conseguir ese grado de pachorra y serenidad y no dejar de comer, porque las entrañas de la tierra se enfurezcan...

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    1. Está mucho en el carácter palmero, Chari. El tomarse las cosas con calma y filosofía. Si no se puede hacer algo, pues no se hace y ya está. Y si hay un problema, vamos paso a paso a resolverlo. Que lo urgente no te impida ocuparte de lo importante, como decía Mafalda.
      Te cuento un caso. Mi padre y mi tío Pepe una vez tenían que hacer diligencias en Santa Cruz de La Palma. Estaban en Los Sauces y antes se tardaba un buen rato en llegar a "la ciudad", como dicen allí. Llegaron y empezaron a buscar sitio dónde aparcar. No lo encontraron y con la misma se volvieron a Los Sauces tan tranquilos. Así son los palmeros.

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  4. Primero hay que comer y demás recados fisiológicos, porque vacíos de estómago y llena la vejiga no llegaríamos muy lejos.
    Además de la parsimonia de éste simpático palmero, estaba sobre la mesa su sabiduría y seguro también su experiencia. A saber si podía predecir lo que iba a suceder y quería disfrutar de su hogar y los suyos un poquito más de tiempo, por si fuera la última vez. En cualquier caso admiro su templanza y eso que yo no me quedo atrás, jajaja.

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    1. Tienes razón, Cande. Eres de las personas más tranquilas y serenas que conozco. Y por algo a todas esas necesidades fisiológicas se las denomina "primarias". Estas son las necesarias para sobrevivir: comer, respirar, dormir, beber, cubrirse... Las secundarias son las que mejoran la calidad de vida de las personas: tener seguridad, comunicarse con los demás, disfrutar con un hobby...
      El señor palmero lo tenía claro.
      Un beso, Cande, y gracias.

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  5. Hay que comer para calmar la ansiedad. Y con los ánimos calmados, ya se puede pensar y escapar. :D

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    1. Eso mismo querían decir los latinos con lo de "primero vivir, después filosofar". Aunque hay gente que tiene la calma de nacimiento en los genes.
      Hoy una amiga me contó que con el Teneguía su padre estaba recogiendo uvas al lado de donde explotó. La madre le dijo que corriera y él dijo "¿Y las uvas? Ya que las cogí no me voy sin ellas" y siguió recogiéndolas con toda la pachorra palmera. :-D

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