Esta semana he terminado el árbol de Navidad y el nacimiento, que no se diga que me coge el toro. Y después de terminar, derrengada de subir y bajar escaleras para poner las bolas y de recrear en lo imposible el pueblo de Belén, me quedé sentada en el sillón contemplando mi obra (y mandándosela por wasap a familiares y a amigos, qué menos). Entonces me puse a pensar en Belén, un pueblo (supongo que ya una ciudad hecha y derecha) en el 5º pino, que casi nadie conoce pero de la que todo el mundo ha oído hablar. Y no solo hablar, sino que reproducimos en nuestras casas con una increíble falta de precisión.
Dicen que fue San Francisco de Asís el primero que reprodujo en una cueva italiana, con asno y buey incluidos, el portal de Belén allá por el siglo XIII. Pero después la gente se entusiasmó con el tema, los ricos empezaron a inventarse un belén con personajes elegantes (no hay más que ver los belenes napolitanos del siglo XVIII) y los pobres, culo veo culo quiero, también se afanaron con entusiasmo a hacer el suyo.
Y ¡cómo nos gustaban los nacimientos a los niños! A los de mi generación nos llevaban a ver el que hacían en San Juan de Dios y todos coincidimos cuando hablamos de él en que sobre todo nos asombraba el momento mágico en que se ponía el sol poco a poco y se encendían las ventanas de las casitas. No me extraña la fascinación que se nos ha quedado por los belenes. Yo tengo unos 10 pequeños repartidos por la casa estos días (En la imagen uno de ellos, con bandeja marroquí detrás dándole un brillor y pastorcitos peruanos a los lados). Pero eso no es nada comparado con la mujer de un amigo mío que llegó a coleccionar 450 belenes, a cual más bonito. Empezó con dos mejicanos que le regalaron y ahí se le despertó el gusanillo que le llevó a buscar por todo el mundo. Llegó a escribir a dos embajadores de dos países de los que no tenía ningún ejemplar y uno de ellos le envió uno. Ha hecho exposiciones con éxito con el rótulo de "Belenes del mundo", pero ahora están en cajas guardados, sin nadie que los disfrute. ¿Para cuándo un Museo de la Navidad que reúna semejantes tesoros?
Muchos, antes que con el árbol de Navidad, hemos crecido con el nacimiento. Y mi madre, que era una novelera para estas cosas, primero nos llevaba al monte de Las Mercedes a coger musgo y después nos animaba a hacerlo entre todos y nos dejaba jugar con las figuras, acercándolas o alejándolas del portal, poniendo a hablar a unas con otras o llevándolas hasta una casa que había más allá del puente que cruzaba un río hecho de platina.
Así que ahora todos los de mi familia, seamos creyentes o no, hacemos el nacimiento todos los años, igual que compramos lotería de Navidad aunque estemos seguros de que nunca tocará. Lo hacemos por tradición, en recuerdo de aquellos años felices. Mi nacimiento, además, es muy sui generis, para andar por casa, nada que ver con los lujosos. El suelo es de agujas de abeto secas, de los árboles de años anteriores, y el techo del Portal es de hojitas de romero. Otra cosa no, pero bien perfumado sí que está. Y es muy cosmopolita. Están los personajes de siempre: la que lava la ropa en el lago (un espejo venido a más), el cagoncete escondido en una cueva, los pastores... Pero también está David el Gnomo con dos amigos, una figurita peruana tocando el sikus, una parejita de magos canarios dándose un beso, dos ovejas también muy cariñosas, una rana verde tomando el sol sobre la torre del Castillo de Herodes... Los Reyes Magos están en sus camellos sobre la repisa de la chimenea y solo bajan y se van acercando al Portal después de Navidad.
Hay muchas formas de vivir la Navidad. Los hay que quieren que pase rápido y están los que disfrutamos con ella, como si un poco del placer infantil permaneciera con nosotros. Pero si en algo estamos de acuerdo es en que es la fiesta más universal de todas y que incorpora mitos de todo el mundo, desde el Papá Noel del anuncio de la Coca-Cola de los años treinta hasta el árbol de Navidad, Dickens y sus fantasmas o la bruja que reparte regalos en Italia. Y, por supuesto el nacimiento que, aunque no se sepa a ciencia cierta que Jesús nació en invierno ni siquiera si fue en Belén, ni si hubo allí de verdad ángeles, pastores, mula y buey o Reyes Magos, lo asumimos como verdad incuestionable y lo celebramos y cantamos en todas las lenguas: "A Belén, pastores; a Belén, chiquitos, que ha nacido el rey de los angelitos...".
Mi duquesa, comparto tu afición por los Belenes. Deseo q lo disfrutes con la familia y amigos. Un abrazo.
ResponderEliminarPor lo pronto disfruto sobre todo cuando veo las caras de los nietitos y que, como yo hacía, se arrodillan enfrente y empiezan a mover a los personajes.
EliminarUn abrazo, mi realeza.
Feliz navidad, Isa familia y todo el grupo ,mucha salud ,paz y prosperidad Dios los bendiga mucho un abrazo desde la distancia .
ResponderEliminarGracias, María Antonia, que tengas también las tres cosas, salud, paz y prosperidad (aunque la canción pedía salud, dinero y amor). Un abrazo.
EliminarGracias,Isabel
ResponderEliminarEn este mes toca evocar cómo pasabamos la Navidad en cada familia , nuestras propias emociones...
Como dice la canción🎼 ...recuerdame... q recordar es volver a vivir...
Q disfrutes mucho!!
Un abrazo
Creo que el recuerdo y la nostalgia forma parte también de lo que es la Navidad. En este mes murieron mi madre y mi padre y, a pesar de eso, celebramos una Navidad después rcordando todo lo que habíamos pasado juntos en navidades pasadas.
EliminarQue esta que viene sea buena para ti. Un abrazo.
Hola Isa, cada lunes es un regalo que siempre sorprendey toca emociones, muchísimas gracias.
ResponderEliminarDisfruta como tan bien sabes hacer y trasmitir, besos.
Gracias a ti, que cada lunes lees y compartes conmigo recuerdos, sentimientos, hechos pasados o reflexiones. Es un privilegio que estemos aquí hablando un ratito.
EliminarBesos.
Hola Isa tu relato de hoy me ha hecho recordar efectivamente esas Navidades en familia... Hacer esos belenes interminables, teníamos la suerte de tener una habitación libre para poder hacerlo... Cuando nos faltaba algún personaje del Belén hacíamos un sorteo entre los cinco hermanos a ver a quien le tocaba ir a comprar a MORALES en la calle San Agustín... Qué tiempos aquellos😉🤣🤣
ResponderEliminarCuando nos reunimos los amigos y sale este tema, me encanta cuando cada uno cuenta sus recuerdos de navidades pasadas. Me gustan mucho los tuyos porque me lo imagino, una casa llena de niños, un belén grande en una habitación solo para él (¡Qué suerte!), ese sorteo a ver quién iba a Morales y el resultado final a gusto de todos. Lo que nadie te puede quitar es el recuerdo de ese tiempo feliz.
EliminarUn abrazo, Queti, y que tu Navidad sea tan buena como la de antes (o más).
En la colección de belenes de Mercedes los hay de más de sesenta países repartidos por los cinco continentes y de todo tipo de materiales, barro, porcelana, miga de pan, papel, tela, piedra,madera, metal, Cristal, plata…Cuando llegaba la Navidad mi casa se ponía patas arriba, desaparecían libros, fotos, adornos varios, de las estanterías que se llenaban de belenes. Mi casa era un puro belén con mil expresiones, Era bonito y alegre, aunque a veces a mi me resultaba desesperante , sobre todo cuando necesitaba algo, iba a buscarlo a su sitio, y no estaba, pero había un belén. Además, por si fuera poca la locura navideño-belenistica, con mi nieto y yerno hacíamos un Belén grande, de tres o cuatro metros cuadrados con montañas, ríos, lagos. pastores, animales y, cómo no, el Nacimiento. Y además, el árbol que no podía faltar . Hoy las cosas han vuelto a una cierta normalidad. (?). Saco dos o tres ejemplares de la colección que distribuyo por el salón y montamos el árbol. Aunque era una auténtica locura echo de menos aquella época y la presencia revolucionada de Mercedes.
ResponderEliminarAquellos tiempos en que éramos tan felices y apenas nos dábamos cuenta... El recuerdo te hace valorar más los buenos momentos. Destacan la belleza, la alegría, las risas, ... y reduces a minucias el trajín o el desespero por no encontrar algo. Es bueno que atesores esas vivencias.
EliminarMe asombra la capacidad de Mercedes para hacerse con una colección preciosa, la ilusión y la curiosidad que la llevaron a buscar e investigar y la enorme satisfacción que tendría al conseguir un belén. Pero también me fascinan quienes hacen en sus casas, como ustedes, un nacimiento grande, como es debido, con agua en los ríos y fuentes en lugar de platina, con aspas de molino que se mueven, con tiendecitas con mercancía pequeñita... Esos belenes caseros son también una obra de arte y te doy la enhorabuena por haber sido capaz de hacerlos y por haber contagiado el entusiasmo a tu nieto y yerno.
Que lo que hagas este año refleje un poquito todo lo que fue aquello.
De los recuerdos que citas me sumo al belén de San Juan de Dios y a su magia del anochecer con el juego de luces que tanto me sorprendía. Vivir es acumular recuerdos y saberlos transmitir con la escritura, como tú lo haces, un regalo que nos haces cada lunes. Gracias magister
ResponderEliminarGracias, mi querido alumno y amigo. Y es verdad que aquel belén era especial. Después he visto muchos, aquí el del Cabildo, el del Parlamento, algunos en La Laguna... y fuera también, preciosos, de esos napolitanos que nombré con personajes principescos. Pero aqueltal vez por ser el primero que veíamos tan grande y tan bien hecho, nos despertaba la imaginación, nos asombraba y nos hacía salir de allí con una sonrisa en los labios. No nos cansábamos de mirarlo.
EliminarYo no he empezado pues tengo obras y falta pintar techos..
ResponderEliminarPero la tradicion del belen la tenemos siempre con ilusion. De todos destaca el palmero negro como lava de unos artesanos de alla.. y otro hecho por mi en manualidades y hasta otro en goma eva.. Que no se pierdan las costumbres..!!!!!!!
Carmita, a mí que solo sé coser botones, me admira que encima sepas hacer belenes.
EliminarDeseo que salgas pronto del trajín de las obras (la maldición del gomero) y decores tu casa con belenes originales.
Un abrazo grande.
¡Hola Jane! Antes que nada quería decirte que tu post semanal cumple con los requisitos que según tú misma (lo comparto) hacen la vida amable e interesante: lo repetido y lo inesperado. :)
ResponderEliminarEn cuanto al tema de los nacimientos, me has tocado la fibra más sensible de la Navidad. Con decirte que si yo supiera escribir como tú, habría dicho las mismas cosas.
En mi barrio, que en aquellos tiempos era campo, hacíamos uno al aire libre. Una pasada. Horas contemplándolo...
Tengo un montón de anécdotas familiares al respecto, pero este es tu post, no el mio y se haría muy largo. Lo hablaremos cuando nos veamos.
Esperaré con ilusión la sorpresa dentro de la rutina del próximo lunes
Isa, me has hecho recordar aquellos Belenes de San Juan de Dios, maravillosos,y los más humildes que se paseaban por mi casa cuando mi hijo era pequeño.
ResponderEliminarGracias por trasladarnos a esos años.
Feliz Navidad.
Hacer el Belén en mi casa, cuando éramos niños, era toda una liturgia. Dedicábamos casi la mitad de nuestro salón, para hacerlo. Primero, fueron mis padres los que lo hacían y luego fui yo quien mantuvo aquel ritual. El árbol entró unos cuantos años más tarde, pero con menos ganas que el Belén.
ResponderEliminarHoy, con más tiempo y menos fuerzas, sólo pongo el misterio en algún rincón destacado, de mi piso. También tengo una pequeña colección de otros lugares del mundo y los voy cambiando cada año.
El resto de la decoración navideña es muy sencillo, solo unas pocas bolas brillantes diseminadas por los jarros y macetas del piso.
Son pequeños detalles que le dan otro aire a la vivienda, para celebrar estas fiestas que tantos recuerdos nos traen...