¿Conocen esa canción que empieza diciendo: "Me gusta el olor que tiene la mañana, me gusta el primer traguito de cafééé..." y que el estribillo canta: "¡Ay, qué bonita es esta vidaaaa...!"? Bueno, pues si esta vida es bonita, lo tengo comprobado, lo es gracias a dos factores superimportantes: lo repetido y lo inesperado. Si se fijan en el día a día, los dos elementos se entremezclan para hacernos la existencia un poco más segura y más emocionante.
Lo repetido lo vemos en ese olor que tiene la mañana cada día y que nos hace respirar hondo cuando entran los primeros rayos de sol por la ventana; en el desayuno que es igual todos los días de Dios ¿Qué diríamos si cada día comiéramos, por ejemplo, lentejas al mediodía: "¿¿¿Otra vez lentejas???" Y sin embargo repetimos desayuno (yo un té verde, una tostada de pan integral con queso y un jugo de naranja), incluso cuando salimos de viaje y tenemos en el Hotel un bufé de exquisiteces a nuestra disposición. Y repetimos rituales, ahora el de Navidad. Yo ya estoy montando el árbol y el nacimiento, comprando turrones y lotería del 22, haciendo un calendario de adviento para mi marido y para mí, aunque los niños ya no estén y yendo a comidas de Navidad con amigos. Igualito que los años anteriores.
Lo inesperado surge ¿cuándo? Cuando menos te lo esperas, naturalmente. Que de repente te llame una amiga un viernes en que no sales y te ofrezca ir a oír a un grupo que toca música de los Beatles en Bajamar mientras te tomas un gin-tonic. O que tu hija gane un premio a la escritora más emprendedora y te veas orgullosa, cual madre de la Pantoja. O que ella te traiga de Londres y mi nieto de Laponia, bolitas de Navidad (en las imágenes)...
Me cuenta mi amiga Tamara que una vez en Nueva York cogió un taxi y cuando habló en español con la amiga que la acompañaba, el taxista se viró un poco y les preguntó: "¿De dónde son ustedes?". "De Canarias", contestaron. Y el taxista, con alegría desbordante, dijo: "¡¡¡Yo soy gomero!!!". Se puso tan contento que hasta las invitó a comer y todo, cosa que ellas declinaron porque se iban al día siguiente. También me contó que otra vez, al llegar a Nueva York, la policía de aduanas parece que encontró sospechosa la bolsa de gofio de "La Molineta" de La Laguna que ella le llevaba a su hermano y se la confiscó (¿pensarían que era marihuana de gofio?).Pero pronto se consoló porque luego fue a Broadway y debajo de un puente hay un mercadillo y se encontró ¿saben qué? ¡A un gomero que vende productos canarios: gofio, mojo picón y de cilantro, quesos de todas las islas...!
Eso es lo que hace chispeante la vida. Lo repetido te da seguridad, comodidad, confianza y esperanza en el futuro. Te ancla a la vida, como ese primer traguito de café de todas las mañanas. Pero lo inesperado nos muestra el lado mágico, nos hace reír y llorar, nos sorprende y nos remueve como a niños en noches de reyes. Así que hoy, que empieza diciembre, un mes impredecible, les deseo que abran la mente para repetir rituales, sí, pero también para encontrar "gomeros en Nueva York".
Qué bueno Isa! Últimamente me agobiaba más lo rutinario; llega a cansar. Pero...en un momento dado encontré una "gomera en Tegueste"
ResponderEliminarY me siento muy a gusto con esa
sorpresa inesperada. Gracias por compartir tantas risas en pilates presintiendo una linda amistad.
Sí que ha sido una sorpresa encontrar tan buen rollo con las amigas de pilates. Cuando menos te lo esperas, surgen amistades y complicidades. Estar abiertas a lo que surja creo que es un punto a favor de la buena vida. A seguir así.
EliminarUn abrazo.
Gracias Isa por hacerme revivir una experiencia que viví con mi prima hace ya unos años en N Y.
ResponderEliminarY luego la otra con mi hermano (qepd).
Me ha encantado tu forma de narrarlo y no es menos que tu niña sea una gran heredera de ti.
Gracias de nuevo.
Me encantó, Tamara, cuando me contaste tus aventuras de gomeros en Nueva York. Bien nos reímos. Nos hace pensar en como estar en un país extraño nos une más a lo nuestro. Si hubieras podido ir a la casa del taxista, igual te invitaba a un puchero canario.
EliminarGracias por dejarme compartirlo con los amigos que alegamos en este blog sobre lo divino y lo humano.
Un abrazo.
Pues si Isa, lo inesperado rompe la rutina, nos traslada sobrevolando lo cotidiano y en el mejor de los casos nos hace soñar. Que tengas un feliz Diciembre. Floren
ResponderEliminarFeliz diciembre para ti también, Floren. Tú y yo sabemos que cada día está lleno de instantes de luz. Un abrazo.
EliminarYo tengo una amiga Gomera desde hace por lo menos 65años! No nos vemos casi nunca! Pero tenemos el contacto telefónico que nos mantiene unidas y sentimos el cariño de siempre! Cuesta creerlo !pero lo más grave...es que vive en Sta Cruz! Vivan los Gomeros!! Perdóname Isa! Por este comentario!
ResponderEliminarNada que perdonar. Yo también tengo amigos gomeros de hace muchos años y, aunque a veces pase tiempo sin vernos, el vínculo no se pierde. Cuando nos vemos es como si no hubiera pasado el tiempo y la confianza es la misma.
EliminarEse es el secreto de las buenas amistades.
Es cierto que nos cansamos de la rutina, pero es necesaria y la echamos de menos cuando nos vamos de aventuras por ahí. ¿No crees posible, Jane, que los aduaneros pudieron quedarse con el gofio después? :D
ResponderEliminarUn abrazo.
Estoy completamente segura de que se hicieron un buen escaldón de gofio. Todavía me sigue dando rabia que me quitaran cuando volvía de Sicilia dos botes de pesto siciliano que le traía a mis hijos. Seguro que esa misma noche se lo comieron ellos. Brrrrrrr.
EliminarNecesitamos las dos cosas, la rutina para centrarnos y la aventura para emocionarnos.
Otro abrazo para ti.
La misma que desayuna todos los días lo mismo eres tú.
ResponderEliminarTe sorprendería la cantidad de gente que no varía en el desayuno. Es verdad que siempre hay cambios. Yo a veces tomo otra clase de té, o el queso es de oveja curado y a veces blanco fresco, o el jugo lo tomo de parchita como la semana pasada... pero en el fondo sigue siendo lo mismo: té, pan con queso y jugo. ¿Por qué hacemos eso? Así somos los humanos, rutinarios para algunas cosas y atrevidos para otras. :-))
EliminarPues, sí, Jane, tienes razón. Solemos ser muy rutinarios, pero también celebramos que alguna vez esas rutinas se alteren y no tienen por qué ser con grandes acontecimientos, como el del taxista gomero en medio de una urbe como Nueva York.
ResponderEliminarA mí me encanta romperla con encuentros inesperados con familiares, amigos, compañeros o antiguos alumnos a los que no veo desde hace 20, 30 y hasta 50 años.
Otra ruptura feliz también la vivo, cuando intento ordenar y organizar papeles y fotos y aparecen algunos que ya daba por perdidos.
Todos, auténticos acontecimientos inesperados...
Tienes razón, encontrar lo inesperado cuando ordenas es como encontrar un tesoro. Como conté en el post anterior al encontrar 3 páginas escritas por mi padre sobre su infancia o la llave que creías perdida... Incluso las reuniones de todos los años, como la próxima nuestra de Navidad, pueden traer sorpresas. En el fondo, la vida consiste en eso.
EliminarNo en Ny. Algo diferente, en palacio Pitti de Florencia nos oyeron hablar y dice un señor: "Oye, ¿cómo quedo el tenerife?" !!!
ResponderEliminar¡Qué bueno, Carmita! A mi hermana le pasó algo parecido en Noruega. Estaban ella y sus amigos discutiendo qué comer en un restaurante cuando al rato el camarero los interrumpió diciendo: "Pues conejo en salmorejo no tenemos".
EliminarEn todas partes surge un canario.
Auténtico, Jane. Las rutinas diarias son algo imprescindible y te hacen pensar que esto no se va a acabar ;)
ResponderEliminarPero lo inesperado ¡qué maravilla! Todavía quedan cosas por experimentar: "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" Me vino de repente y es de otra canción.
Lo del gomero, genial
Besos
Eso es lo bueno nuestro, que todavía, pese a los años, estamos convencidas de que siempre hay margen para la sorpresa. Incluso una vez leí que si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día. Noveleras que somos.
EliminarUn beso.
Lo repetido que bien sienta,el área de confort que nos refugia bajo su ala de domingos con churros o ver a la doctora de cabecera titular que te recibe en persona con una sonrisa...
ResponderEliminarLo inesperado puede ser sorprendente mejor, que quién la sustituya en sus ausencias, sea diez veces más competente que ella y se convierta su repetición, en tu mayor deseo.
Es bueno valorar las dos cosas. Así te vemos siempre desde niña con esa placidez y paz interior. A seguir por ese buen camino, Cande.
EliminarUn beso.
Tu “rollito” de hoy me ha recordado un antiguo chiste en el qué se cuenta que un Gomero, va a Nueva York, al Carnegie Hall,para asistir a un concierto de piano. Al final del concierto entre los aplausos del público, el gomero grita ¡¡Bravo gomero Bravo!!. El pianista. que efectivamente era gomero pidió que lo llamaran y lo trajeran a su camerino. Una vez allí le preguntó que cómo había sabido que él también era Gomero y la respuesta fue: “Muy fácil porque solo un gomero a la hora de sentarse acerca el piano a la banqueta, en vez de acercar la banqueta al piano”
ResponderEliminar¡Pobres gomeros y sus chistes! Hay otro que dice que todos los gomeros son listos porque cuando nacen los lanzan a la pared y se salvan los que ponen las manos. También otro dice que los gomeros siembran cebollas en las carreteras porque es bueno para la circulación.
EliminarY la verdad es que yo, que he ido muchas veces a La Gomera (mucho tiempo como tribunal de selectividad dos veces al año), nunca vi cebollas sembradas y sí unos paisajes de ensueño y una gente generosa y hospitalaria. Es una isla preciosa.