lunes, 21 de julio de 2025

Una escapadita


Consejo que nadie me ha pedido pero que doy graciosamente: de vez en cuando hay que darse una escapadita. Una escapadita para tomarle el pulso a la vida por si la rutina de esta nos lo hubiera escondido. Una escapadita, no un viaje de varios días o semanas en el que vamos pasando de sitio en sitio y de hotel en hotel, cargando maletas y majaderías. No, tiene que ser una escapadita y, como tal, con unas cuantas condiciones.

Primero, tiene que ser corta y en un solo lugar. La mía de estos días fue de domingo a jueves y en Granada tierra soñada, una ciudad preciosa, hecha de de agua y luz. Desde el mismo aeropuerto, que lleva el nombre de Lorca, Granada es poesía. Da la razón al poema de Francisco de Icaza que aparece por todos lados: "Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada".

Segundo, tenemos que contar con una buena base de operaciones. Vale un buen hotel, pero lo ideal es buscar una casa bonita y cómoda. Nosotros nos quedamos en el Albaicín, en una casa de tres pisos con jardín y piscina, con vistas a la Alhambra. Y silencio. Las tardes en la casa con baño, descanso, juegos al rummy con los niños, música en la guitarra, lectura..., lejos del ruido y las gentes, aligeran el alma. Fue un disfrute del que no nos cansamos: ver cómo el amanecer aviva el rojo de esos muros legendarios ("La Roja" es lo que significa Alhambra), oír en el silencio el toque de una campana lejana y asistir, mientras cenamos, a lo que Ganivet decía: "Sale la luna y os besa con su rayo de luz blanca". La Alhambra iluminada, mientras la música de un concierto allí cruza el Darro para llegar a esta casa del Albaicín, es un espectáculo difícil de olvidar.

En tercer lugar, esta escapadita tiene que llevarte a conocer gente que te cuente historias. Desde el taxista que nos lleva y nos avisa: "El que es de Graná y no tiene mala follá, ni es granaíno ni es na", hasta Miguel, que nos cuenta sus escaladas en Sierra Nevada o aquella vez que se trajo una rosa del desierto del Sahara, o cuando encontró, al reformar su casa, empotrado en un muro, un cilindro de cobre que contenía monedas, un periódico de 1928 y un manuscrito con la historia de la casa. O Soledad, que nos hizo un tour interesante por la ciudad, descubriéndonos cosas que nunca supimos o que tal vez habíamos olvidado...

Cuarto, por supuesto hay que darse una vueltita por la ciudad, pero sin tomarse muy en serio el papel de turista. Salir por las mañanas, que están más fresquitas, no hacer colas y no pretender conocerlo todo. Solo pasear tranquilamente por Bib-rambla (La "Puerta del Arenal" en la que en el Arco de las Orejas se exhibían las orejas cortadas a los ladrones), visitar la Catedral, tan bella y luminosa, la más blanca que conozco, o la Madraza, donde el Cardenal Cisneros hizo ese horror de quemar todos los libros de la Biblioteca, o caminar con calma por los jardines de la Alhambra oyendo el agua correr...

En quinto lugar, comer bien, informarse, reservar, aprovechar las especialidades: el chuletón de "Negro carbón", los croquetones de Los Manueles, las migas y el sorbete de arrayán del Parador, los churros del desayuno en el "Alhambra"... Y beber agua de manantial en las fuentes que encontramos a cada paso porque allí el agua viene, pura, de las nieves de las montañas.

Y sexto, gozar de los extras que toda escapadita que se precie debe tener. Como comprar caprichos que nos la recuerden, como un pin para la nevera con forma de ventana mora o un sombrero de ala ancha que no me quité de la cabeza. O como asistir a los gritos que una chica morena y guapa, muy enfadada, lanzaba a un teléfono en un idioma desconocido. Oyéndola, (tenía que sonar justo así), no pude evitar acordarme de la madre de Boabdil peleando al hijo por haber perdido Granada. O el mejor extra, contactar con una amiga querida, Ana la granaína, que es un encanto de persona: nos trajo piononos, los dulces típicos, nos reservó entradas para un concierto de guitarra, nos recomendó hasta un sitio para comer caracoles, nos atendió como a reyes. Y también nos contó historias, como la de la heladería "Los italianos", la de los helados maravillosos, con el tío Hugo y las sobrinas venidas de Italia.

Pero ¿saben qué? Que no hagan mucho caso a estas condiciones mías que me han hecho disfrutar de estos días. Porque las condiciones son lo de menos, ya que cada uno se busca en el ancho mundo su viajito ideal. Lo que verdaderamente importa es escaparse y traer un buen recuerdo para atesorar en momentos bajos o cuando, por otros lugares, se despierte el recuerdo, por ejemplo, cuando oigo el rumor del agua y pienso: "Yo esto lo viví también en Granada". Lo que importa de verdad es la escapadita. Gócenla.

(Para Dani, Myriam, Julia y Álvaro, que nos acompañaron y disfrutaron de esta escapadita)





18 comentarios:

  1. Rosaura Díaz Pérez21 de julio de 2025, 17:38

    Una preciosa reflexión sobre tu viaje a Granada, querida Isabel. Yo también sentí esa magia que describes, llena de música y poesía, cuando la visité. La Alhambra me impresionó mucho. 💕

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    1. Es imposible ir a Granada y no sentir la magia de una ciudad tan llena de vida. Es la tercera vez que voy y cuanto más la conozco, más me gusta.
      Un abrazo y gracias, Rosaura.

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  2. Qué gusto esa escapada y con la mejor compañía!!!

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    1. Es verdad, Milo, la buena compañía en un viaje hace mucho. Los niños estaban privados con las historias de la Alhambra y la Catedral les encantó. En sus extras, compraron un libro de la historia de España y patos para su colección. Fue un viaje descansado y entretenido ¿Qué más se puede pedir?

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  3. Charo Borges Velázquez21 de julio de 2025, 17:40

    Oxigenarse, de vez en cuando, con esas escapadas es ganar en calidad de vida, Jane. Y hacerla a Granada, seguramente ensancha el espíritu y aviva la mirada. A ver si un día de estos hago yo una, pero un poco más cerca. Por ejemplo, a nuestra octava isla, que aún no la conozco y no me gustaría irme de este mundo sin haberla visitado alguna vez...

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    1. Una escapadita no depende de la distancia sino de un cambio pequeño en el día a día. La Graciosa está ahí mismo y tiene tanta personalidad que justifica la escapadita. Anímate.
      De esta mía me he traído miles de imágenes: el granado del jardín, una vidriera al fondo de un pasillo con el lema "Lux aqua omnis lux", un suelo de barro con pequeños mosaicos antiguos azules (y la omnipresente granada dibujada en ellos), música en las calles... Una gozada.

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  4. Bonita y bien contada escapadita, si señor!!!
    Besos

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    1. Tú, que has hecho muchas, sabes que siempre se quedan muchas cosas que contar, pero el ánimo permanece y el recuerdo hace sonreír una vez llegados a casa.
      Besos y gracias, Arista.

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  5. Hola Isa espero que hayáis descansado.
    Las temperaturas han bajado, son mucho más llevaderas
    Gracias por el enlace y los piropos. Una descripción fantástica de la escapada. Las fotos muy bonitas

    Ayer paseando por la Alhambra, pensaba como ha influido el turismo en los granadinos concretamente en el recinto Alhambreño.

    En mi niñez, cuando comenzaba el calor estival antes de bajar a Motril, paseamos las tardes en el bosque de la Alhambra.
    Una vez cruzábamos la puerta de la Granadas mi madre nos daba libertad para jugar y corretear, entre la fuente del Tomate y la del Pimiento, era pues un lugar de recreo y esparcimiento. Al anochecer mi padre nos recogía y subíamos a las Mimbres, el restaurante que hay cerca de las taquillas de la Alhambra, entonces era terraza de verano para cenar al fresco, solo encontrabas oriundos, lo contrario de hoy.

    Con mucha frecuencia, domingos y festivos los pasabamos en los palacios. Antes la primera parada en la puerta de la Justicia mi padre nos contara una y otra vez el significado que generación tras generación,la mano y la llave tiene para los granadinos.
    La mañana completa nos permitia visitar gran parte de las estancias , muchas de ellas actualmente cerradas al público.
    Bajo la supervisión de mis padres, si bien siempre nos recordaban que estábamos en un monumento incomparable, a cuidar , nunca se nos ocurrió hacer nada indebido , nos permitían recorrerla libremente a nuestro antojo, pasamos del patio de la Alberca, al de los Leones, volvíamos a la Alberca para ver los pececillos, entrabamos en el salón de Embajadores para sentamos en el balcón ver el Darro, el Albaicín o admirar el techo, ... Nos encantaban llegar a los baños para que nos contaran la historia de los músicos ciegos o la aprensión en la fuente con la mancha de "sangre" por la decapitación de los Abencerrajes ( decía que por las noches aún se escuchaban las almas en pena ) ; la delicia de sentarte en el patio de Lindaraja; lo divertido de la sala de los secretos en Carlos V, el vaso de agua fresquita del aljibe que da nombre a la plaza ......
    El mirador romántico del Generalife- actualmente cerrada al público- o sus jardines fueron mi lugar favorito de lectura, el mismo que acostumbraba Federico García Lorca... Fuimos muy afortunados. Ahora que los demás la disfruten aunque no sea igual

    Un fuerte abrazo

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    1. Ana, me ha encantado lo que cuentas y me ha acercado más a esa Granada real que captamos por debajo de todo el boom turístico. En "Los Mimbres" me tomé esta vez un vermut cuando el paseo por los jardines alhambreños fue suficiente y apetecía un lugar fresquito, y te "veo" con tus padres allí en esas cenas al fresco.
      Tu compañía fue uno de los grandes regalos de este miniviaje. No sabes cuánto te lo agradecemos.
      Un abrazo muy grande.

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  6. Precioso relato hermana ! Qué bien escribes . Yo hubiese dicho : ¡¡me fui a Granada , me encantó y lo pasé pipa . Fin del relato!! Enhorabuena.

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    1. Jajajaja, es que, como dice mi marido, yo tengo mucho rollo. Me pasa contigo lo mismo y tus pinturas. Yo voy a pintar el mar y hago unas olitas como si fueran piquitos azules y ya está. Tú sabes sacar la belleza desde las profundidades marinas.
      Un abrazo grande y gracias.

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  7. Hola Jane. Hace muchos años (allá por los principios de los 90) fui a Granada. Hice el recorrido típico: La Alhambra, el Albaicín, los Miradores, bajamos por la orilla del Darro ( o era el Genil ?), incluso subimos caminando desde el centro de la ciudad a la Cartuja en un día de sol y calor. Es uno de los mejores viajes que he hecho y me gustó todo. También tuvimos suerte porque no estaba masificado...Imagínate que fuimos a la Alhambra sin cita previa. Por cierto creo que en la Alhambra lo único que sobra es el Palacio de Carlos V(?) que está a la entrada ...no pega ni con cola. Pasear por las callejuelas llenas de tiendas de cuero me encantó...Espero que no hayan desembarcado las multinacionales y se hallan llenado de negocios que ves en todas partes (como en La Laguna donde desaparecen las tiendas de toda la vida para poner franquicias)...en fin .
    Gracias por lo que escribiste, me hizo recordar momentos felices.... Un beso Jane. Juan

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    1. Yo también me gocé esa visita a La Alhambra sin cita en tiempos lejanos. Esta vez la pedimos un mes y pico antes, qué remedio. Lo bueno fue que fuimos temprano y, aparte del fresquito, no había tanta gente como habíamos esperado. Y sí, en las calles ya se ven las mismas tiendas que se ven aquí, claro (Zara, Ale-Hop y su vaca...), pero también tiendas pequeñas y curiosas con alguna sorpresa. No todo está perdido.
      Un beso, Juan, y a volver alguna vez a recordar y revivir esos momentos felices.

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  8. María del Pilar Valenzuela García26 de julio de 2025, 19:19

    Las escapaditas son siempre maravillosas pero si es a Granada, entonces son sublimes.

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    1. ¡Cuánta razón tienes! Es una de las ciudades andaluzas que más me gustan (no conozco Jaén ni Almería), no solo por la inmensa riqueza cultural que tiene y por sus calles tan cuidadas, sino también por la gente y las costumbres. A pesar de lo que nos dijo el taxista, no vimos la "mala follá" por ningún sitio, todo lo contrario, amabilidad y simpatía por todos lados. Igual tuvimos suerte.

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  9. Hola, Isa, me ha encantado lo que has mandado, como siempre muy bonito, muy ameno y muy real. Yo también soy partidaria ya de los viajes cortos. esos viajes que te tienes que levantar a las 6 o 7 de la mañana para ir corriendo a desayunar, volver a la habitación, coger una guagua... esos rollos, yo prefiero más cortitos y a un sitio determinado, Madrid, o Sevilla, o Granada que también nos gusta mucho. Estar en ese sitio y si quieres salir un poco a las afueras, pues coges un tren o una guagua o lo que sea, pero ir a nuestro aire. ¿Que te apetece tomarte un vinito? Te lo tomas. Y no con las carreras de los viajes organizados. Así que me ha encantado y un abrazo fuerte. Sigue con el mismo ánimo, la misma inteligencia y el mismo cariño.
    Besitos para los dos.

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    1. Coincidimos totalmente. La mayoría de los viajes que hemos hecho han sido así, con amigos y a nuestro aire, pero las circunstancias muchas veces nos han llevado a los otros de madrugón y correcorre, y no compensan.
      Muchas gracias por los ánimos. Un abrazo muy grande.

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