Escrito hace 4 años pero como si fuera hoy. Delicias para la jubilación: largas y esforzadas caminatas por vericuetos perdidos, caminos intrincados y empinadas cuestas.
Siempre he sido muy pasiantina. La palabra no está en el “Tesoro
lexicográfico del español en Canarias” (aunque sí pasiar), pero mi
abuela me lo decía mucho. De pequeña recuerdo con placer ir de noche desde
Realejo Alto a la Cruz Santa a una celebración de Semana Santa con todas las
estrellas de abril sobre nuestras cabezas, mientras los mayores nos contaban,
supongo que para entretenernos el camino, historias de aparecidos y de las
apuestas que hacían los hombres para ver quién se atrevía a ir de noche al
cementerio. También de mayor me pateé las Siete Cañadas, subí dos veces al Teide
cuando no había teleférico y fui desde el Parador al Paisaje lunar de Vilaflor.
El problema es que, si una quiere dedicarse en su jubilación a este tema,
debe rodearse de gente que te comprenda, lo cual no es mi caso. Yo les hablo a
mis amigos de respirar aire puro, ver hermosos paisajes, pararse a comer algo…
Pero uno de ellos, reduciendo todo a lo esencial, me dijo que él por un pincho
de tortilla no se recorre seis kilómetros. Y en la ya nombrada caminata de las
Siete Cañadas –todo hay que decirlo, bajo un sol inclemente- algunos miembros
del grupo de caminantes a la media hora ya clamaban que a ellos les sobraban
seis. Y así no se puede.
Hace poquito fui a Las Médulas, en El Bierzo, un lugar
mágico y bellísimo que incita a recorrerlo bien recorrido por caminos bordeados
de cerezos e higueras. Pues bien, cuando en el puesto de información nos dijeron
que había varios recorridos, unos más largos que otros, todo mi grupo (creo que
yo también) dijimos a una: “¡El corto, el corto!.
También el ritmo es importante. Hay quien camina como si le fuera la vida en
ello y hay quien parece que no va a llegar nunca. Y claro, no te puedes juntar
con los primeros porque de repente te puedes ver sola en medio de la floresta
temiendo que aparezcan los lobos (también de pequeña pensé que los lobos vivían
en el Llano de los Viejos); ni con los segundos, por lo mismo. Claro que se me
puede decir que vaya sola. Pero eso, como hobby, es bastante aburrido. ¿Cómo
comentar luego las agujetas, las rozaduras, las quemadas de sol, la sed y otras
delicias?
Así que he decidido tacharlo y seguir el ejemplo de mi marido que,
cuando le dije de hacer, ahora que estamos jubilados, una caminata por El Cedro,
me dijo que él me esperaría comiéndose un pescadito en Valle Gran Rey.
En fin...
Comentarios
Por Justo (no
verificado) hace 4 años
Tienes razón en que el paraje de Las Médulas hay que
recorrerlo bien recorrido. Esconde numerosos rincones que pasan desapercibidos a
muchos visitantes que, después de haber recorrido cientos de Kms. en coche para
conocer Las Médulas solamente le dedican un pequeño paseo que le sirva de
justificación del viaje realizado. Para muestra de lo que muchos viajeros se
pierden te incluyó la dirección de mi web; y desde aquí te ánimo aquí que sigas
caminando y visitando tantos sitios maravillosos que existen en España. http://www.lagosumido.com/.
Saludos.
Por sagitta hace 4
años
¡Pobre Jane! Yo me ofrezco a hacer contigo una bajada por el barranco de
Masca.
Por Visitante (no verificado) hace 4 años
La cita del pincho de tortilla a fuer de apócrifa es inexacta. No se trataba
de seis kilómetros cualesquiera. Lo que se ofrecía era una bajada y posteror
subida a la playa de Almáciga, que es probable que tenga seis kilómetros pero
¡qué seis km.! A cambio el director de la excursión ofrecía comernos una
tortilla y entonces fue cuando pronuncié la histórica frase: "Yo por una
tortilla no voy a Almáciga" Quede reflejado así para enseñanza de futuras
generacione
Qué gran verdad lo de las velocidades de cada uno. Yo recuerdo que hace muchos años (cuando aún hacía esas cosas), me dijo una que íbamos a su ritmo (deprisa) "porque en la montaña se va a este paso".
ResponderEliminarToma ya, pues si en la montaña se va así, no hay más que hablar ¿no?
Sí, hay fundamentalistas de la montaña, de la playa, de la lectura, de la cocina... ¡Abajo el esto se hace así! Y arriba el seguir cada uno su propio ritmo y quehacer.
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