sábado, 9 de agosto de 2008

Las caminatas


Escrito hace 4 años pero como si fuera hoy. Delicias para la jubilación: largas y esforzadas caminatas por vericuetos perdidos, caminos intrincados y empinadas cuestas.

Siempre he sido muy pasiantina. La palabra no está en el “Tesoro lexicográfico del español en Canarias” (aunque sí pasiar), pero mi abuela me lo decía mucho. De pequeña recuerdo con placer ir de noche desde Realejo Alto a la Cruz Santa a una celebración de Semana Santa con todas las estrellas de abril sobre nuestras cabezas, mientras los mayores nos contaban, supongo que para entretenernos el camino, historias de aparecidos y de las apuestas que hacían los hombres para ver quién se atrevía a ir de noche al cementerio. También de mayor me pateé las Siete Cañadas, subí dos veces al Teide cuando no había teleférico y fui desde el Parador al Paisaje lunar de Vilaflor.
El problema es que, si una quiere dedicarse en su jubilación a este tema, debe rodearse de gente que te comprenda, lo cual no es mi caso. Yo les hablo a mis amigos de respirar aire puro, ver hermosos paisajes, pararse a comer algo… Pero uno de ellos, reduciendo todo a lo esencial, me dijo que él por un pincho de tortilla no se recorre seis kilómetros. Y en la ya nombrada caminata de las Siete Cañadas –todo hay que decirlo, bajo un sol inclemente- algunos miembros del grupo de caminantes a la media hora ya clamaban que a ellos les sobraban seis. Y así no se puede.
Hace poquito fui a Las Médulas, en El Bierzo, un lugar mágico y bellísimo que incita a recorrerlo bien recorrido por caminos bordeados de cerezos e higueras. Pues bien, cuando en el puesto de información nos dijeron que había varios recorridos, unos más largos que otros, todo mi grupo (creo que yo también) dijimos a una: “¡El corto, el corto!.
También el ritmo es importante. Hay quien camina como si le fuera la vida en ello y hay quien parece que no va a llegar nunca. Y claro, no te puedes juntar con los primeros porque de repente te puedes ver sola en medio de la floresta temiendo que aparezcan los lobos (también de pequeña pensé que los lobos vivían en el Llano de los Viejos); ni con los segundos, por lo mismo. Claro que se me puede decir que vaya sola. Pero eso, como hobby, es bastante aburrido. ¿Cómo comentar luego las agujetas, las rozaduras, las quemadas de sol, la sed y otras delicias?
Así que he decidido tacharlo y seguir el ejemplo de mi marido que, cuando le dije de hacer, ahora que estamos jubilados, una caminata por El Cedro, me dijo que él me esperaría comiéndose un pescadito en Valle Gran Rey.
En fin...

Comentarios

Tienes razón en que el paraje de Las Médulas hay que recorrerlo bien recorrido. Esconde numerosos rincones que pasan desapercibidos a muchos visitantes que, después de haber recorrido cientos de Kms. en coche para conocer Las Médulas solamente le dedican un pequeño paseo que le sirva de justificación del viaje realizado. Para muestra de lo que muchos viajeros se pierden te incluyó la dirección de mi web; y desde aquí te ánimo aquí que sigas caminando y visitando tantos sitios maravillosos que existen en España. http://www.lagosumido.com/. Saludos.

Imagen de sagitta
¡Pobre Jane! Yo me ofrezco a hacer contigo una bajada por el barranco de Masca.

La cita del pincho de tortilla a fuer de apócrifa es inexacta. No se trataba de seis kilómetros cualesquiera. Lo que se ofrecía era una bajada y posteror subida a la playa de Almáciga, que es probable que tenga seis kilómetros pero ¡qué seis km.! A cambio el director de la excursión ofrecía comernos una tortilla y entonces fue cuando pronuncié la histórica frase: "Yo por una tortilla no voy a Almáciga" Quede reflejado así para enseñanza de futuras generacione


2 comentarios:

  1. Qué gran verdad lo de las velocidades de cada uno. Yo recuerdo que hace muchos años (cuando aún hacía esas cosas), me dijo una que íbamos a su ritmo (deprisa) "porque en la montaña se va a este paso".

    Toma ya, pues si en la montaña se va así, no hay más que hablar ¿no?

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  2. Sí, hay fundamentalistas de la montaña, de la playa, de la lectura, de la cocina... ¡Abajo el esto se hace así! Y arriba el seguir cada uno su propio ritmo y quehacer.

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