Es difícil imaginar un mundo sin televisión. En la película “Regreso al
futuro”, cuando el protagonista viaja en el tiempo al año 1955, sus abuelos
acaban de estrenar su primera televisión. Nosotros tuvimos que esperar 6 años
más para tenerla.
Cuando mi amiga Úrsula se fue a Venezuela, en su primera carta no me habló de
las bellezas de Caracas (ni de la de los caraqueños, que en esa época era un
tema que nos interesaba mucho) sino de que ¡había visto la televisión!. Cuando,
por fin, tuvimos tele en Canarias, eran los años 60 y la fuimos a ver una noche
a casa de unos primos, los primeros de la familia en comprarla. Recuerdo muy
bien el día porque hasta nos hicimos una foto. En ella están tres primos, mis
dos abuelas, mis padres, mis dos hermanos y yo, cuatro amigos de mis primos y
dos vecinos, todos privados ante el magno acontecimiento. Debimos armar una
buena porque en la foto aparece la mesa con distintas viandas y bebidas, pero lo
que más recuerdo es que nos pasamos casi una hora contemplando embelesados la
carta de ajuste.
Luego pasó la época del blanco y negro y no nos perdíamos ni un solo
programa: “Bonanza” “Un millón para el mejor” “Reina por un día”, “Napoleón
Solo”, “Escala en Hi-Fi”, “Estudio 1”… siempre los mismos actores. A mi abuela
la tenían loca: “Pero, ¿éste no fue el que mataron el otro día?”. Era el
recibimiento en la intimidad del hogar de una serie de señores que, de pronto,
nos eran familiares. Incluso la abuela de una amiga no se iba nunca a acostar
sin esperar a darle las buenas noches educadamente al locutor que cerraba la
emisión.
Gracias a la tele vimos llegar al hombre a la luna, la muerte de Kennedy, la
coronación del Rey (yo la vi con el goteo puesto esperando para dar a luz a mi
hijo), el 23-F que sacudió nuestras esperanzas y el 11-S y el 11-M que nos
transformaron en vulnerables.
No, no concebimos ya un mundo sin televisión. Pero ahora, en esta dorada
jubilación, la veo de vez en cuando. Nunca por las mañanas ni en las comidas
pero sí hay tardes en que la abres, estiras las piernas y a lo que te echen:
“Viajar” (a ver a dónde vamos hoy), la cocina divertida de Jamie Oliver, el
rosco de “Pasapalabra”, alguna serie, como el humor gamberro de “Aída” o “Yo soy
Bea”, a la que me engancharon mis alumnas de hace tres años y que no veo la hora
de que termine, y, por supuesto, alguna película.
Pero, ¿tendrá razón El Roto que, en su viñeta del 1 de abril en El País, nos
dice que “si desconectásemos todas las televisiones, el mundo desaparecería”? ¿O
Manuel Vicent que unos días más tarde dice que “la televisión te agarra el alma
y te la saca”?
No lo sé, pero quedan muy lejos los fines de semana de cine obligatorio de mi
infancia, el NODO, las noticias oídas sólo en la radio o escuchar por las noches
en el transistor, acostada ya y a oscuras “El buen teatro en su hogar”. La radio
nos había encendido la imaginación pero la televisión nos abrió ventanas y
tendió puentes a este mundo inmenso. Bienvenida sea.
¿Y qué me dices del Virginiano, o Viaje al Fondo del Mar?. El submarino era el ¿Sibium?, no me perdía una, lo mismo atacaban un barco, que se enfrentaban a un monstruo marino de más de mil tentáculos. En todas las series acababan todos mojados porque se rompían tubos por todos lados y el agua anegaba todo sin que se hundieran nunca. El Virginiano, de negro todo él, era frío, calculador, nunca reía, pero en el fondo creo que era de los buenos pero con problemas psicológicamente traumatizantes. La carta de ajuste era en realidad fascinante, si te quedabas mirándola fijamente en algún momento los radios del anagrama se empezaban a mover. Lo mejor era lo de los partidos de futbol, los daban no con una "hora menos", sino 24 horas después, los lunes. Recortaba o apuntaba de las noticias de los periódicos, los minutos de los goles para estar delante de la tele cuando los metieran. Yo también fui de la época de Locomotoro y el Capitán Tam y sabía que era de noche cuando salía el "Vamos a la cama". ¿Y lo de ver Eurovisión al día siguiente sabiendo, como en el futbol, quién había ganado?...Genial.
ResponderEliminar¡Qué buenos eran, Tono! Yo, que soy mayor que tú, me acuerdo de también de "Vacaciones en el mar", con aquellos oficiales y el capitán todos guapos y peripuestos, que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ¿Y el "Superagente 086"? No me perdía una, el zapatófono era genial. Y no te hablo de "La casa de la pradera", con su dosis lacrimógena correspondiente... Fue una gozada tener de repente todo aquel mundo en casa. Y de desunir a la familia, nada, allí estábamos todos, reunidos ante aquel aparato mágico, comentando detalle por detalle en amor y compaña ¡Qué tiempos!
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarEl año pasado tuve la oportunidad de hablar con una persona que ha dedicado toda su vida a hacer televisión, no sólo en España, sino en el resto de Europa y Latinoamérica y me dijo una frase muy reveladora: "La televisión está agotada, las nuevas generaciones ni la olerán. Es un producto para viejos" [con todo respeto, pero eso fue exactamente lo que me dijo]. Y es que ahora veo a una jubilada ensalzar al icono de modernidad del siglo XX en pleno siglo XXI y confirmo lo que me habia dicho esta especialista.
La tele está muerta porque ya se habla de ella desde el recuerdo y la nostalgia. Y se habla de ella desde un blog colgado en la red. Esa red que me permite ver mis series preferidas cuando yo quiero y no cuando algún programador de TV diga, esa red que me deja ver las noticias casi cuando están ocurriendo sin necesidad de esperar al telediario de las 14:00h, esa red de la que soy un sujeto activo y no un mero espectador pasivo.
Por cierto, yo me enteré del 11-S y del 11-M por internet y no por la tele.
Aunque estoy de acuerdo contigo en la ventaja que Internet tiene en cuanto a la no pasividad del que lo usa, creo que la tele e internet son distintos soportes para los mismos temas, que son lo que realmente importa. Fue muchísima más la diferencia entre oír en la radio un partido de fútbol, por ejemplo, y verlo en televisión. Ahora lo podemos ver a la vez por tele o por internet. De todas formas hace 50 años también se dijo que la radio ya no tenía razón de ser y ahí la tenemos. Creo que ningún medio está agotado (ni siquiera el teatro que lleva tantos siglos a sus espaldas) mientras siga habiendo generaciones de personas imaginativas que lo gestionen y espectadores (viejos o no) que disfruten con ello. No creo mucho en los agoreros.
ResponderEliminarNo pero si a mi el tema del comienzo de la televisión me encanta. Aquellos "teleclubs" que yo nunca viví pero que me sorprendieron desde que tuve conocimiento de ellos en la Graciosa. O una anécdota que contaba mi padre de mi abuelo, que, ya bastante demente, se pegó el entierro de Franco de pié delante de la tele mirando muy atentamente "para salir por patas por si acaso el cabrón se levanta". Yo como soy más joven recuerdo usar la tele como medida de tiempo: "nos vemos en la plaza después de Los Diminutos" o recuerdo grabar algún programa en VHS porque no podía estar en casa a esa hora. Han sido todos momentos memorables que hoy nos permiten entender el pasado y, sobre todo, nos permiten entender hacia dónde vamos. Lo único que no comparto con Jane es su afirmación de que "no podemos concebir ya un mundo sin televisión" y yo creo que esa televisión que tanto nos apasiona recordar ya no es concebible y está muerta. Nos guste o no, internet terminará transformándola en otra cosa.
ResponderEliminarY con la radio era imposible acabar porque la radio tiene ventajas sobre la tele: tecnológicamente hacer una radio es muy sencillo y la posibilidad de construirlas pequeñas nos permite llevarlas puestas a todos lados. Ahora hasta los gadgets más modernos ( ipods, iphones y demás...) tienen radio pero no tele, creo que esto es significativo. Siento que creas que soy un agorero por mantenerme en la idea de que algunos medios se agotan si no cumplen las expectativas a largo plazo; la tele es uno de ellos. Es cuestión de tiempo.
Tal vez, sí, Couk. Pero igual que la tele de hoy es otra cosa respecto a la tele que conocimos en los 60, la tele del mañana también será otra cosa respecto a la de ahora. Que en ese cambio habrán influido Internet y todas las nuevas tecnologías, qué duda cabe. Pero hasta ahora, todos los medios se han adaptado a los cambios (cine, teatro, periódicos...) y creo que la tele hará lo mismo. Como dices, el tiempo lo dirá.
ResponderEliminarHay dos cosas que me gustaría comentar sobre las diferencias entre aquella primera televisión de los 60 y lo que se comenta de internet y tv en la actualidad. Para la gente nacida a partir de 1965 la televisión fue desde el principio de su vida un fenómeno cotidiano pero para nosotros, los que la vimos por primera vez con trece o catorce años, aquello era simplemente magia.
ResponderEliminarEn los comentarios anteriores han hablado de las series -qué bueno lo del Sibium que así nos sonaba entonces Seaview- pero ¿no recuerdan la primera publicidad? Eran unos cartones que pasaban a mano en un atril con anuncios impresos (memorable el de leche Lita)
Cuando apareció al principio, no todos teníamos tele y nos agrupábamos, como dice Jane, a ver series y partidos de fútbol en muy, pero que muy, diferido. Otra opción era agolparse en los escaparates de las tiendas que ponían a funcionar sus aparatos como forma de publicidad. Más de una noche pasé bajo la lluvia en la calle de la Carrera embobado delante del escaparate de Calipso viendo sólo las imágenes pues el cristal no dejaba pasar el sonido.
En fin, cosas de la puretez. Pero entre ese cierto onanismo digital que son las películas por internet y el poder ver una película de Bing Crosby y Bob Hope en el Asilo de Ancianos de La Laguna -las monjitas nos dejaban entrar a ver la tele porque alegrábamos a los viejitos- que quieren que les diga me quedo con aquella televisión.
Y tú como siempre Jane haciendo aflorar los recuerdos. Sigue así.
Gracias, Melchor. A mí lo que más me llama la atención de la tele es precisamente ese poder de convocatoria, el que mi hijo, por ejemplo, quede con los amigos para ver un partido de fútbol, el que a mi hermana y a mí nos guste reunirnos para ver juntas una película, o lo que hacíamos antes de ver un grupo de amigos los finales de Eurovisión o la Elección de la Reina del carnaval. Creo que eso le da puntos de ventaja a eso que llamas "onanismo digital".
ResponderEliminarHola! Soy un estudiante frances y estudio vuestro texto en curso. Trabajamos sobre el tema de las nuevas technologias. A traves de vuestro texto podemos ver mucho entusiasmo. La television fue un momento muy intenso cuando apareció. Sin embargo para nosotros , es muy original lo que usted dice en vuestro texto. La gente podía quedar mucho tiempo delante de la pantalla blanca y negra. Es un poco loco! Ahora eso sería inimaginable , la gente creeria que somos locos si effectivamente quedamos delante de la television pues el programa es acabado! Ademas nosotros somos nacidos con la television es por este razon que imaginar un mundo sin television pareciamos improbable! Lo siento por mis errores he intendo de no hay que hacerles! Gracias hasta luego! :)
ResponderEliminarGracias por pasar por aquí. No se preocupe por los errores, yo probablemente en francés habría hecho muchos más. Para los jóvenes (y para nosotros ahora) es absurdo, desde luego, ver una tele sin imágenes, sólo con la carta de ajuste, pero al principio todo el mundo se quedaba esperando por si la magia continuaba en cualquier momento. Con cualquier invento nuevo los humanos somos así de ingenuos, pero eso indica que nuestra capacidad de maravillarnos no se agota nunca.
ResponderEliminarYo nací con ella, así que para mí ya es parte fundamental de mi socialización. Como casi todo, es un arma de doble filo. Isa, es siempre un placer leerte. Has sido capaz de analizar la importancia que ha tenido la televisión sin incurrir en la ya típica demonización. Un abrazo.
ResponderEliminarToni, muy acertado lo de ver el doble filo de la tele, igual que el de tantas cosas: la ciencia misma lo es. Para ustedes, los que nacieron con ella, y para nosotros, los que la adoptamos rápidamente, es una parte indispensable del paisaje cotidiano del que no sabríamos prescindir. Me acuerdo de ver chabolas en el Barranco de Santos con su correspondiente antena de TV encima ¿Paradoja, incoherencia? Más bien, se ha convertido en una necesidad como otra cualquiera.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tus palabras.
Sin televisión es posible, pero ¿como sería sin internet?
ResponderEliminarManolo, cuando hace años mandaba como trabajo de fin de curso buscar una imagen que simbolizara el siglo XX con su correspondiente comentario filosófico, la mayoría de mis alumnos se decantaban por los ordenadores. Internet ha cambiado la forma de conocer del mundo actual: ni crisis ni narices pueden parar la incorporación de todo el mundo a Internet ¿Un mundo sin Internet? Se nos hace impensable, vivimos gracias a él en un mundo más diverso e intercomunicado y, hasta en los aviones se está estudiando la manera de ofrecer internet de pago durante los vuelos. Pero si el futuro es estar conectados las 24 horas del día, creo que tendríamos que caer en la cuenta de hasta qué punto perjudica esta vida virtual a nuestra vida real. Es decir, habría que empezar a vivir, al menos gran parte del día, sin Internet.
ResponderEliminarIsa, esas chabolas que recuerdas con antenas de televisión, aún las hay. No son tan visibles ya, porque las que quedan más ocultas sólo se vislumbran desde una vía del barrio de La Salud Alto, que da al barranco. Justo detrás del aparcamiento del que debiera haber sido, en su día, mercado municipal del barrio, y por debajo de una subestación de Unelco: http://imageshack.us/a/img716/4246/pa140005.jpg.
ResponderEliminarhttp://imageshack.us/a/img716/4246/pa140005.jpg
imageshack.us
Y otra foto, más cerca, en la que se advierten claramente las antenas: http://imageshack.us/a/img826/8830/pa140002m.jpg. Antenas, lógicamente, de plena actualidad.
ResponderEliminarhttp://imageshack.us/a/img826/8830/pa140002m.jpg
imageshack.us
Gracias, Chari, pensaba que ya no existían después de la remodelación del Barranco de Santos. Pero sé que, si están ahí, quien las habría descubierto serías tú. Lo dicho, no hay parto sin dolor, ni chabola sin televisor.
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