jueves, 7 de mayo de 2009

El mundo es un pañuelo






Este es el título de un libro de David Lodge que, aparte de dar una versión actual del mito del Rey Arturo (uno de mis preferidos), abunda en la idea de la aldea global.
Aquí, en Tenerife, no somos tan finos y decimos “¡Es que esto es un pueblo!” cuando, por ejemplo, alguien nos dice que su hermano es el íntimo amigo de los padres de la novia del hijo de tus íntimos amigos.
También se dice que se pueden relacionar dos personas, por ejemplo tú y George Clooney, con sólo seis enlaces. Tú conoces a fulanito, éste a menganito…, y, zas, el quinto conoce a George Clooney. Así que, si quieres conocer al susodicho, lo que tienes que hacer es ponerte a ello.
A pesar de todo esto, hay gente a la que has querido y que, aunque viven a pocos kilómetros o a veces en el mismo pueblo, no vuelves a ver nunca en la vida. Y preguntas en alguna ocasión por un amigo de la infancia (a uno de esos enlaces, por ejemplo) y nos dicen que se casó tres veces, que bebe mucho, que le va mal en la vida… y tú sigues viendo a un chiquillo con el pelo rubio de punta con el que jugabas en los veranos.
Pero, de vez en cuando, alguno reaparece y nos hace volver al pasado rejuveneciéndonos.
Hace un par de años fui a un médico y cuando, al final, me dio su nombre, el de un compañero de Preu con el que compartí risas y apuntes, lo llamé por su diminutivo -"¡Teo!"- y de repente nos vimos reconociéndonos en los ojos y en la sonrisa después de 43 años.
En la guagua hacia Stratford me encontré con una de mis amigas del colegio a la que aquí no había visto desde esos tiempos.
En el panteón de Agripa en Roma vino una alumna de años atrás saltando a darme un abrazo y a otra me la encontré de enfermera despertándome de una anestesia: “¡Profe! ¡Despierte! ¿Se acuerda de mí? ¡Soy María José!”.
Y luego están las casualidades de la vida: descubrir en un restaurante de Budapest que en todas las mesas se habla en español y que una de ellas está ocupada por tinerfeños del pueblo en que vivo; o que mi hermano en Madrid pregunte por una dirección a una chica entre todos los millones de ciudadanos y ésta le pregunte a su vez si es mi hermano, dejándolo estupefacto (¡Caray, pues qué famosa es mi hermana!)
Desde el metro de París vimos en el andén de enfrente a un compañero de trabajo cargado de máquinas de fotos. Él fue quien dibujó con los brazos un gran círculo y sacó del bolsillo un pañuelo: el mundo es un pañuelo. 

6 comentarios:

  1. Es verdad que el mundo es un pañuelo, sobretodo después de la globalización. En una de mis vacaciones viajamos a Noruega y en el fiordo más perdido del mundo, allá en el quinto pino, fuimos a un restaurante y el camarero, al oírnos hablar, se acercó sonriente y nos dijo (en perfecto chicharrero): "¡¡Aquí no hay conejo en salmorejo, pero la comida está muy rica!!".

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  2. Qué buen golpe. Uno de mis amigos (también canario) tuvo otro parecido en Escocia. Tuvo que ir a una boda allí y, claro, se vistió de escocés, con kilt y toda la pesca. Y, cuando iba hacia la iglesia, viene un grupo de canarias alborozadas diciendo "¡Un escocés! ¡Un escocés!" y le piden en inglés macarrónico que si se pueden hacer una foto con él. Por supuesto él les dice que yes, y como tardaban, que si me pongo aquí, que si me pongo allá, él va y dice: "¡Chacha! ¡Ándate que tengo que ir a una boda!". Las carcajadas ya te las puedes imaginar.

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  3. Ciudadanos del mundo somos, de todos y de ningún sitio en concreto. ¿Y si en realidad el mundo entero es un pueblo? jejeje... Ten buen fin de semana, "profe" TQM

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  4. Ya los filósofos griegos lo dijeron hace 20 y pico siglos: somos cosmopolitas, es decir, ciudadanos del mundo. Y nuestro amigo Kant proponía una ciudadanía mundial, un derecho cosmopolita, que permitiera visitar cualquier país sin problema. Sin embargo, cada vez se ve más "ombliguismo", y los de aquí se ven diferentes a los de allá y en lugar de derribar fronteras, tratan de imponer más muros ¿Quién entiende a los humanos?
    Un beso, Isa.

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  5. (Hace 4 años)
    ¡Me ha gustado muchísimo y me he sentido tan identificada...! Como todos, imagino, pero es que yo últimamente estoy obsesionada con el tema, ¡el mundo es un pañuelo y pasan cosas increíbles! Con mis amigos de Bruselas hemos decidido que, en vez de "de los seis grados de separación", la teoría que nombras debería llamarse "del grado y medio de separación"... ;-) Pongo como ejemplo el último de mis encuentros casuales (que, encima, te toca de cerca por ser del "insti"): el otro día estaba tomando una cerveza en la Plaza de Luxemburgo aquí en Bruselas y vino una chica a la que no conocía (ni siquiera me sonaba su cara), y me dijo: "¡¡tu madre me dio clase de Filosofía en COU!!" ;-)) ¡Muchos besos desde Bruselas!

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  6. Es que si te fijas, Carlota, a una media de 150 alumnos que hemos tenido tanto tu madre como yo durante 38 años salen 5700 alumnos repartidos por el mundo. Con alguno nos tenemos que encontrar ¿no? El último al que vi por ahí fue a uno actuando en una obra de teatro en Madrid. Se llama Alex, le di clase hace un montón de tiempo y resulta que ahora es hasta famoso porque fue protagonista de una serie de la tele (¿"Tierra de lobos" puede ser?) Lo dicho, el mundo es un pañuelo.

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