Se define la mitomanía como la tendencia a convertir a los personajes famosos en mitos e ídolos a los que adorar. Vamos, que te partes el culo por ir detrás de un famoso, pedirle autógrafos, retratarte ante su casa, comprar prendas con su cara o su nombre y seguir su estela por todos los medios. Algo que yo, que no soy nada mitómana, francamente, no comparto.
Ya puede caerse Madonna desde lo alto de sus tacones delante de mis narices que no pienso ni agacharme. Yo, la vista al frente como si conmigo no fuera. Hasta con Rajoy -al que me encontré de frente un día por la calle Herradores de La Laguna con las mangas de la camisa arremangadas, estilo casual look, y un grupo de acólitos detrás- hice como que no me sonaba de nada y seguí mi camino, impasible el ademán, imperturbable e impávida cual estoico. Ni fotos disimuladas con el móvil, ni selfies para decir en el guasap de los amigos "Aquí yo y detrás, Mariano" ni nada de nada. Y, desde luego, tampoco se me ocurre lo de ir al aeropuerto a recibir con pancartas y desmayos al cantante famoso de turno. O a denostarlo, como hicieron unos conocidos cuando vino Atahualpa Yupanqui, al que recibieron -enfadados por lo que cobraba por venir- con pitos y un cartel que decía: "Engrasaste la carreta con 200.000 pesetas".
Pero, ya tú ves, hay mitómanos y mitómanos. Y hay otro tipo de mitomanía que practico con entusiasmo: la visita emocionada a los sitios en los que vivieron los autores que amo, a las habitaciones donde escribieron obras que nos han enseñado a entender la vida y a descubrir la belleza, a los pueblos en los que nos parece oír todavía el eco de sus pisadas y de sus sueños.
Y por eso es por lo que estuve en la casa de Ana Frank en Amsterdam y vi la habitación en la que pasó encerrada los dos últimos años de su vida, y posé la mano, casi acariciándolo, sobre el armario que disimulaba la puerta escondida. Y al final, compré el Diario otra vez, aunque ya lo tenía en casa.
Y, por eso, paseé en Bath por las calles que recorrió Anne Elliot, la protagonista de "Persuasión" de Jane Austen, y no sólo estuve en la casa donde la escribió impregnándome de su atmósfera, sino que también me compré una pluma de madera con su plumín dorado (y una inscripción que dice "Our Jane"), imaginando que con una parecida el capitán Wentworth escribió a Anne una de las más bonitas cartas de amor de la literatura.
Y en un pueblito de Granada, Valderrubio, vi el piano que tocaba Lorca, y su escritorio, y, desde la ventana, el paisaje que veía y que acaso le inspiraba para decir cosas como: "Hay dulzura infantil / en la mañana quieta. / Los árboles extienden / sus brazos a la tierra.".
Y visité el pequeño cementerio y la iglesia de Stratford-upon-Avon que Shakespeare conoció en su niñez sin saber que en su mente se estaban gestando Otelo, Macbeth o Romeo y Julieta.
Y lloré ante la tumba de Machado en Colliure y su poema de "y cuando llegue el día del último viaje...". Pero también en Soria -"Campos de Castilla" en la mano- ante el olmo seco, el recodo por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, San Saturio y ante el Espino "el alto Espino" donde está la tumba de Leonor.
Y, además, por revivir sentimientos que nos han despertado las películas que hemos disfrutado, recorrí en Roma la Vía Margutta buscando la casa en la que vivió Gregory Peck en "Vacaciones en Roma", y me fui en Irlanda a Cong, que está en el quinto pino, en la bellísima región de Connemara, porque Cong es Innisfree, el pueblo de "El hombre tranquilo", con su puente, su río, su pub y sus calles.
Y me he retratado ante todas las casas en las que vivió Descartes, o Kafka, o Shelley.
Así que mi mitomanía va dirigida a quienes ya no están vivos sino en las obras que nos legaron. Aunque, ahora que lo pienso, también tengo que confesar que me retraté en el Lago Como ante la puerta de Villa Oleandra, la mansión de George Clooney. Pero prometo que, si a él, por un casual, se le hubiera ocurrido abrir la puerta en ese momento, por nada del mundo le hubiera pedido un autógrafo.
Si acaso, un nespresso, por favor.
(Las imágenes son ante la casa de Descartes en París, ante la de Jane Austen en Bath, la tumba de Machado en Colliure y el escritorio de García Lorca en Valderrubio)
ahhhh...qué delicioso último momento de debilidad!
ResponderEliminarabrazo
No seríamos humanos si no, Hestia. Y si con el nespresso, hubiera un bizcocho de nueces y unas pastitas, mejor que mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno, sobre todo el final, se vé que te gusta el café.
ResponderEliminarY aquí entre nosotros, George Clooney también. Pero no se lo digas a nadie, que luego me llaman mitómana en el primer sentido.
ResponderEliminarMuchas veces he pensado que no he tenido juventud, no fui fan de nadie, no he pedido ningún autógrafo, no forre carpetas con fotos de maromos de buen ver, ni hice cola para entrar a un concierto, nada, ahora sí, siempre me emocionó tocar la piedra de una catedral gótica y sentir el esfuerzo de tanta gente para levantar aquello, o disfrutar de la música clásica e imaginar como se gestó la pieza…
ResponderEliminarLo más curioso es que he tenido acceso a gente digamos "pública" y nunca me han impresionado…
Bss
Vir
Por cierto la iconografía de la cabecera del blog tiene que ver con ello?
ResponderEliminar....y yo también he visitado algunas de las casas que nombras en tu entrada..... y no me tengo por mitómana. .
ResponderEliminarCuando las he visitado me han aportado un sentimiento especial, ....han sido de personas de las que tengo que aprender mucho de su humanidad, de su fortaleza.....y de su buen hacer responsable...
Tienes ingenio contando las cosas.....felicidades....¡¡.Ah, estás muy guapa en las fotos.!!
Vir:
ResponderEliminarYo tampoco hice mucho de eso. Bueno, sí recuerdo que, a los 13 años, puse el nombre de Ricky Nelson en mi libro de latín, y después coleccioné los discos de Enrique Guzmán, el Dúo Dinámico y los Beatles, Pero siempre he pensado que estoy oyendo a personas que cantan muy bien, igual que otras resuelven bien problemas de matemáticas o saben hacer hermosos diseños (y no quiero señalar).
A la gente que es famosa por sus cualidades la admiro en sus obras pero siguen perteneciendo al género humano, y me parece disparatado mitificarla. Pero sigue siendo maravilloso y emocionante lo que dices: disfrutar de todo lo bello que las personas hacen, novelas, tratados de filosofía, teoremas, catedrales, música, cuadros, naves que llegan más allá del sistema solar, poemas, un plato de cocina o hacer un trabajo, sea cual sea, bien hecho.
Besos.
Estrellas de Lana:
ResponderEliminarCreo que eres la primera persona que me pregunta por mi cabecera (lógico, también). Cuando empecé con este blog en el 2012, después de cerca de 4 años con otro formato, el primer post se tituló "Me mudo de casa" y explicaba la cabecera de la siguiente manera:
"En la pared hay cuadros que evocan lo visto y lo soñado. Está el retrato de Jane Austen, la autora que tan amablemente desde los celajes me ha prestado su rostro y su nombre durante todo este tiempo. Está “El almuerzo de los remeros” de Renoir, trasunto de todas las veladas y saraos que, entre copas, cantos y buenas conversaciones, he compartido con los que quiero. “Los girasoles” de Van Gogh me recuerdan veranos dorados en la campiña francesa; y “Venecia” de Monet es un destino sólo entrevisto desde el aire, pero largamente imaginado y deseado. Y está uno de mis cuadros preferidos, “La noche estrellada” de Van Gogh, lluvia mágica de estrellas que parece caer sobre nosotros en la oscuridad.
En la repisa hay un reloj que marca las 10 y 10, una hora en la que las jubiladas podemos despertarnos sin remordimientos. Al lado hay una jarra de cerveza que habla de pequeños placeres. Y no pueden faltar libros en la habitación de alguien que se ha pasado la vida entre ellos. Incluso hay uno abierto en el que un marcapáginas de mi colección señala el instante suspendido de la historia.
Sí, también hay un violín colgado. Y no, no sé tocar el violín, ni la bandurria, ni la pandereta. No sé tocar nada ni sé cantar. Pero el violín reivindica la música, que da sentido y color a la vida. Por ella, canto todo lo que puedo. Y considero a Tagore mi héroe por decir: “El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen”.
Y hay también una ventana abierta al mundo y a todo lo que éste nos quiere mostrar."
El diseño me lo hizo Ana siguiendo mis instrucciones porque ya sabes que yo, para esto de Internet soy una matada. Así que sí, la iconografía de la cabecera tiene que ver con personas y obras que me gustan.
¡Ay Isa, ya somos dos amenazas sueltas!!.
ResponderEliminarHay muchas personas que no entienden que podamos tener un sentimiento cuando tocamos un libro antiguo, unas paredes o unas telas centenarias.
Estaba leyendo tus líneas y me estaba viendo reflejada.Cuando estuve en América del Sur(Santo Domingo) viendo La Casa de Colón, pero no de Cristóbal sino de su hermano o hijo Diego Colón. Yo también pasé las manos por la colcha de la cama con docel en la que dormía, los pectorales de cuero que se ponía para cuando había combates. Me imaginaba las situaciones y me transportaba a aquella época; en las iglesias que entré en México, tocaba todo lo que estaba a mi alcance, sobre todo los altares; cuando estuve en Roma. La historia de Roma está en la calle, puedes tocar todo lo que alcances con la mano y automáticamente te transportas a aquella época. Para mí es indescriptible lo que se siente cuando estás en esos sitios.
Yo pensaba que era la única persona que sentía todas esas sensaciones cuando ves o estás en algún sitio que conoces, que sabes que están ahí pero no has tenido oportunidad de verlo en persona, pero ya veo que no soy la única.
Gracias hacer partícipe tus sentimientos sobre tus conociemientos que no se pueden comparar con el Duo Dinámico(y era y soy fan de ellos), George Clooney y Belén Estéban y Cía.
Un beso.
Juany Naval.
Luisa:
ResponderEliminarHe leído muchas veces eso de que en las casas antiguas hay un aura especial, algo que nos transmite sentimientos ligados a los que vivieron en ella. Como hablé en "Fantasmas de La Laguna", no es algo que me convenza especialmente, pero es verdad que el ir a sitios que ya has vivido con la imaginación o que están unidos a personas a las que admiras te proporciona un sentimiento de afinidad y cercanía muy placentero.
Que sigamos disfrutando de viajes y visitas así.
Un abrazo.
PD: Y gracias por lo de guapa. A esta edad, se hace lo que se puede (como se ve en las fotos, la 1ª, en la puerta de la casa donde vivió Descartes, fue hace casi 20 años; la 2ª, con la efigie de Jane Austen, es actual, de hace 2 años)
Juany:
ResponderEliminar¡Sí! Hay ciudades que enamoran y que enseñan y hacen imaginar el pasado. Roma es un ejemplo claro, pero también Pompeya, o las bastides francesas de la guerra de los 100 años en las que, por poca imaginación que tengamos, vislumbramos otros modos de sentir y vivir. E incluso hay sitios sagrados, como Rocamadour o Santo Toribio de Liébana, en los que el rezo de siglos parece haberse posado en sus anchos muros.
Y qué suerte haber cruzado el charco, una de mis asignaturas pendientes. Sigue disfrutando de todo lo que puedas.
Un beso.
Debo ser, Jane, tan antimitómana, o más, que tú. Ni siquiera el mundo deportivo, al que me considero tan unida y afín, ha hecho de mí una seguidora fiel y acérrima de nadie. Disfruto el deporte y los deportistas, cuando les veo actuar y me parece que lo hacen con todo el esfuerzo y entrega de que son capaces. Independientemente de sus nombres, clasificaciones o historiales. Ni fotos, ni autógrafos, ni posters. Bueno, posters, sólo uno. El del genio de la natación de los años 70, Mark Spitz, que ganó siete medallas de oro en las Olimpiadas de Munich, en 1972. A mí, aquello me pudo y colgué, en la parte de atrás de la puerta de mi estudio, la imagen de aquel hermoso tritón devorando, con sus brazos-remos, los metros de una piscina.
ResponderEliminarEn cuanto a la costumbre de visitar los, que dicen, lugares donde escribieron, pintaron, durmieron o comieron determinados artistas y personajes de la historia y la cultura, recuerdo haber estado en la casa y taller de El Greco y de Sorolla y en la residencia de Chopin y George Sand, en la Valldemosa de Mallorca. Quizá, por ese punto de escepticismo que suele adornarme, nunca he llegado a creer, a pie juntillas, lo que nos cuentan sobre cada sitio. Siempre pongo en tela de juicio que aquello que estoy viendo yo, sea lo mismo que vieron y usaron sus habitantes.
La razón de mi desconfianza está basada, especialmente, en el paso del tiempo. Sobre todo, en aquellos por los que han transcurrido hasta siglos. La conservación del buen estado de los muebles, tejidos, instrumentos y utillaje, en general, no es cosa fácil y barata y, menos aún, cuando desfilan por esas casas y habitaciones miles y miles de visitantes, durante años y años. De ahí, que haya iniciado mi comentario diciéndote que soy el colmo de la antimitomanía, con perdón del palabro y de mi descreimiento.
Por lo demás, muy de acuerdo contigo y, como siempre, maravillada por lo bien que lo cuentas, querida amiga.
Hola Jane. No soy muy mitómano de personajes, ya que muchas veces cuando conoces la vida de algún escritor, artista o músico que te gusta, se te cae todo el equipo encima, así que mejor no mitificarlos. Sin embargo de algunos lugares si soy mitómano: Unos es una fuente que está junto a la Plaza que da acceso a la Galería de los Uffizzi en Florencia. la primera vez que la ví, tuve un dejá-vu, y no lograba reconocer porqué. Al rato lo recordé: Aparecía en la película:"Una habitación con vistas". No es una mala película, pero la fuente, el lugar, es maravilloso. Un beso Jane. Juan
ResponderEliminarMe encanta esta foto con la otra Jane. No solo estás más guapa que hace veinte años, sino que tu gesto es muy Jane, cariñoso y sincero pero sin perder la compostura. Con esa mano apoyada en su brazo parece que estás a punto de preguntarle: "Shall we take a turn in the garden, Miss Austen?" Quién las vería a las dos, alegando de lo humano y lo divino.
ResponderEliminar¡Tal vez esa afinidad y reverencia que sientes hacia estos autores, que te abrieron las puertas a mundos enteros, te haga comprender mejor el cariño y la gratitud con que te miramos los alumnos que tuvimos la gran suerte de tenerte como profe! Tú también nos regalaste un pasaporte y nos llevaste a visitar otros mundos del pensamiento.
Cehachebé:
ResponderEliminarJa, ja, me ha encantado tu debilidad por Mark Spitz.
Pienso que tienes razón en que muchos de los sitios que visitamos son más falsos que Judas. Me lo pareció la casa de El Greco, con tanto mueble castellano, aunque da el pego, la verdad. En cambio sí que me gustó muchísimo la casa de Sorolla, a la que he ido 2 o 3 veces porque en ella no sólo vemos sus cuadros sino también la luz que entraba por los ventanales, el pequeño jardín de inspiración andaluza, los cachivaches y útiles de pintura... Eso ya se puede cambiar menos. Por eso me fijo más en las habitaciones, en los ventanales, en los jardines... en elementos menos manejables. La última vez que estuve en Inglaterra para una boda me quedé en una de esas antiguas mansiones reconvertidas en hotel y había un cuadro enorme a la entrada de la casa 2 o 3 siglos antes. Estaba muy parecida a ahora en el exterior y los jardines. Los ingleses ponen mucho cuidado en eso.
Gracias, por tu comentario, tan atinado como siempre.
Juan:
ResponderEliminarTienes razón en que hay que separar al escritor del ser humano. A veces lees las vidas de autores que han escrito páginas sublimes (Tolstoi, por ejemplo) y te das cuenta de que, si lo conocieras personalmente, no sería santo de tu devoción. No, no hay que mitificarlos porque al fin y al cabo son solamente seres humanos. Y menos mal.
Y es verdad que hay lugares maravillosos en el mundo, no sólo por sus características estéticas sino también porque a ti te dicen algo, "te tocan el corazón". No conozco Florencia, pero estoy segura de que, si alguna vez voy, también va a ser de esos lugares.
Un beso, Juan.
Ese escritorio de valderubio tb lo toque yo....la generacion del 27 es algo que me fascinó cuando lo estudié.
ResponderEliminarCada uno es libre de emocionarse con el mito que mejor le venga y punto!!!
Si, a mí también me gusta ver esos lugares en donde alguien dejo su esencia o donde un personaje ficticio pareció vivir. Cuando estoy en ellos extiendo el brazo, alargo la mano y con un solo dedo, con uno solo, rozo la superficie de las paredes, de las escaleras, de los escritorios… y lo hago con un solo dedo porque parece como si ese algo me fuera a decir “eh tú ten cuidado” , quizás se pueda llamar respeto o no pero lo que si te puedo decir es que siempre, pero siempre, salgo con una sonrisa de oreja a oreja como si una hada madrina me hubiera convertido en la mujer más feliz del mundo, como si fuera la más especial por haber tenido el privilegio de poder estar ahí… es una sensación maravillosa que tan solo dura segundos, luego solo nos queda recrearnos en las fotos… o repetir ;)
ResponderEliminarAh, Alicia, me hubiera encantado dar ese paseíto por el jardín con Miss Austen. Lo primero que le preguntaría es cómo pensaba acabar "Sanditon", la obra que dejó a medias y con la que nos dejó intrigados a todos sus seguidores. Y después, sí, venga a alegar de lo divino y lo humano.
ResponderEliminarMe has emocionado con tus palabras. Cuando se tiene una profesión que te entusiasma y en la que, como en todas, puede haber momentos más difíciles, ver que has podido hacer mínimamente lo que querías, es reconfortante y gratificante. Y, como dije en el discurso de mi despedida, "ningún mal momento te puede quitar la gozada de descubrir en la clase una mirada de comprensión o de oír una pregunta o un comentario que te enseña cosas nuevas. He aprendido mucho de mis alumnos y les estoy infinitamente agradecida de lo que me han enseñado". Sobre todo si son curiosas e inteligentes como tú. Te agradezco de corazón tus palabras de ahora y tus preguntas de antes.
Un abrazo.
Madre del monillo:
ResponderEliminarSiempre me asombra esa reunión de grandes poetas en aquellos años, poetas tan excepcionales como Salinas, Cernuda, Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Rosa Chacel, Aleixandre... Supongo que habría circunstancias para que se diera esa eclosión de poesía, sensibilidad y belleza. Se les llama la "generación de la amistad", porque la mayoría eran amigos, se reunían, se leían poesías, se escribían, iban a los mismos sitios. A mí también me gustan y he pasado ratos memorables con sus poemas.
Soraya:
ResponderEliminarTal vez sea, Soraya, por la conexión que tenemos con ellos. Con el mismo Descartes, del que he explicado tantas veces su pensamiento, conecto como si fuera de la familia, me habla a través de los tiempos.
Te cuento, por ejemplo, un caso que me pasó. A mi instituto vino hace unos años el príncipe Felipe y el director nos dijo a los profesores que el que quisiera saludarlo y participar en el acto que se iba a hacer, que se apuntara. Yo no lo hice porque ¿qué tenía el príncipe que decirme? ¿qué tenía yo que decirle a él? No había interés ni por su parte ni por la mía, así que no fui.
En cambio, con los filósofos, con los autores literarios, llevo una conversación de años y me emociona ver su entorno, igual que ellos escribieron para mí. Y yo también salgo con una sonrisa de oreja a oreja.
Jane
Que bueno el relato, cómo siempre interesante y erudito a más no poder…Y al final, ¡ Ese puntito irónico con George Clooney que es tan cautivador!
Hago y disfruto mucho en los viajes cargados de historia y cultura. Y, sin evidencia científica obviamente, creo que queda algo de su alma en los lugares dónde personas tan excepcionales vivieron o pasaron parte de su vida. Y también pienso que fue ese entorno el que, al menos en parte, moldeó su carácter o su obra. Incluso me los imagino mirándonos y preguntándose de donde salió tanta gente extraña que reverencia sus hogares o pertenencias.
Aquí va mi aportación, que no sé si entra en mitomanía pero sí en el tema de cómo te sientes cuándo llegas a un lugar muy especial para ti y que has deseado conocer intensamente.
Muero por visitar un accidente geográfico o hacer alguna actividad relacionada con la vida en nuestro planeta. Sueño con esos viajes, los estudio, los preparo con mucho tiempo y…. Caigo de rodillas al ver nacer las tortuguitas en Costa Rica, casi me desmayo por su belleza en el Perito Moreno y me pellizco en el globo sobrevolando la Capadocia (¿Será verdad que yo esté aquí?).
Eso es ser fan, seguro…. De la Naturaleza, jajaja.
Un beso
¡Cómo te pareces a Chari!
A mí se me ocurren los mismos pensamientos, Merche, en las casas que visito. Incluso en el claustro de mi instituto, tan antiguo, me parece sentir los pasos de tanto monje que vivió allí.
ResponderEliminarY ese pellizcarme ante un paisaje maravilloso también lo conozco. No he ido tan lejos como tú, pero muchas veces me he quedado muda ante el mar Negro, o en los acantilados de Moher o en cualquier bosque europeo, en ese momento en que se hace el silencio y un rayo de sol atraviesa las ramas.
Mitómanas de la naturaleza, también. Y con ganas de seguir conociéndola más.
Otro beso.
PD: Chari se parece a mí.
Mi querida Isa, yo también disfruté viendo la casa de Durero en Núremberg, o la de Albert Einstein en Berna, y tantas otras. También he de confesar que fuí al hotel Jerez el primer año de la Formula Uno, en Jerez de la Frontera, cuando nos dijeron que estaba Paul Newman. Pero desde luego he visto a Arias Cañete muchas veces, su mujer es una Domecq, y nunca se me ha ocurrido pedirle un autógrafo. Y eso que no sabía que era un machista!!!. Ahora en serio, y aunque no venga a cuento, los políticos deberían hablar de lo que van a hacer en Europa. Esperanza.
ResponderEliminar¿Sabes que vi yo de Einstein, Esperanza? ¡Una pizarra escrita por él, de su puño y letra, con una fórmula matemática! Estaba en el Museo de Historia Natural en Oxford. Me encantó, parecía como si acabara de terminar la clase dejando la pizarra sin borrar.
ResponderEliminarY aquí entre nosotras, tal vez si recorrería una cierta distancia para ver a Paul Newman, otro de los grandes. No soy mitómana pero Paul Newman es Paul Newman. ;-D
Si Madonna se cayera delante de mis narices, me daría la risa, ya ves. Ahora bien, si yo me entero que te acercas a saludar a Rajoy en La Laguna, no te dirijo más la palabra, por esta +.
ResponderEliminarY he llegado a la conclusión, amiga Jane, que has ahorrado bastantes perritas para gastar en viajes, cosa que admiro. Quien pudiera o pudiese...
Entiendo tu emoción al contemplar esa pizarra, me habría pasado lo mismo. Respecto al Nespresso, me encanta la variedad de cafeteras. Según Manuel, las capsulas de Nestlé es el mejor invento de la multinacional. A mi me regaló Mane una cafetera, pero no venía George Cloony.
ResponderEliminarEnrique:
ResponderEliminar¡Y más que me gustaría gastar! La verdad es que no he viajado todo lo que hubiera querido por esos imponderables de la vida. Si volviera a vivir, estudiaría idiomas y viajaría muchísimo más, no en plan turista sino en plan estar un tiempo en un lugar, conocer a sus gentes y a su paisaje, sentirme ciudadana del mundo... Pero como eso me da que no va a ser posible, me conformo con escapaditas de vez en cuando. Que aprovecho muy bien, por otra parte, así que no me quejo.
Y no te preocupes, no tengo el más mínimo interés. Como puse en un comentario más arriba respecto al príncipe Felipe, ni él tiene nada que decirme ni yo tampoco.
Esperanza:
ResponderEliminarYo ya no tomo café y es uno de esos placeres que uno va dejando con los años. Sí tengo las capsulas para cuando tengo mucha gente pero todavía recuerdo con deleite el olor que impregnaba la casa con las antiguas cafeteras de mi abuela y el café colándose gota a gota. Aquello era otra cosa, oye.
Como te he dicho alguna vez aprendo mucho de tus posts y de los comentarios que leo aquí.
ResponderEliminarMe ha encantado tu explicación de la cabecera del blog, sobre todo la explicación dela ventana abierta y del reloj parado a las 10:10
¿Y esa especie de etiqueta de color marrón que aparece a la derecha de la balda y empieza a levantarse por una esquina?
Un abrazo, Jane
Hola, Utopía. A la etiqueta marrón no le había asignado significado, pero ¿y si decimos que es el post semanal y la curiosidad por saber que dice? Curiosidad que también tengo yo, no creas. Tampoco hablé de la gorra roja que está sobre el violín, ahora que lo veo... Tendré que buscarle un significado :-D
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo he visto a gente a la que admiro mucho por la calle, pero no les he dicho nada, por no molestar, no porque no sea mitómana.
ResponderEliminarSin embargo no soy de ir a cementerios, como los que van a ese de París donde está enterrado Jim Morrison.
Vamos, que también lo soy "según y cómo".
En todo caso, quedémonos con que
Hay dulzura infantil / en la mañana quieta.
A mí me pasa lo mismo, Loque, me pongo en el lugar de ellos y pienso que sería un sinvivir si te paran a cada rato por la calle para pedirte un autógrafo o hacerte fotos contigo.
ResponderEliminarOtra cosa es que hables con ellos en un acto cultural, como me pasó con Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo, en una charla-coloquio sobre bibliotecas y enseñanza al que acudimos los que llevábamos bibliotecas en los institutos. Éramos pocos y fue muy agradable, imagino que también para ellos.
Y eso, quedémonos con sus obras, sus poemas, sus pinturas, sus canciones, sus películas... Después de todo, por ellas, los conocemos.
¡Totalmente de acuerdo contigo! Al vivir en Madrid, es cierto que ves a mucha gente conocida por razones diferentes y es que ¡ni les miro a la cara! Pero me pasó lo mismo en Amsterdam y en la casa de Hemingway... Tocarlo lo que tocaron, ¡me chifla!
ResponderEliminarEn Madrid sí que he visto a mucho famoso. A Jack Palance en aquellos tiempos en la Gran Vía, a Fernán Gómez paseando por Princesa, a Luis del Olmo en el aeropuerto, a Concha Velasco y a Adolfo Marsillach en un restaurante... Pero creo que no molestarlos en su faceta privada forma parte de eso que llamamos respeto a la intimidad.
ResponderEliminarhola estoy intentando
ResponderEliminarUno de mis nuevos mitos eres tú, Isabel Duque Fernández. Me encantan tus historias.
ResponderEliminarHoy te cuento una, Juancho. Érase una vez un niño al que los dioses quisieron honrar: "¿Le concederemos riquezas sin fin?" "¿Le daremos poder para que todo el mundo haga lo que él quiera?" ... Pero el Dios de la Sabiduría dijo: "Le daremos la voz y la palabra para que emocione y llegue a todo el mundo." Ese es el mayor poder y la mayor riqueza.
EliminarFelicidades por ser el protegido de los dioses.
Como siempre me ha encantado Isabel
ResponderEliminarConverso con el hombre que siempre va conmigo
quien habla solo espera hablar a Dios un día;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Si me vieras en Colliure al atardecer, Carmen Paz, con el "Retrato" este de Machado, leyéndolo ante la tumba y los lagrimones por la cara p'abajo...
EliminarOtra persona que nació con el don de emocionar.
Envidia sana Isabel, me lo puedo imaginar, cuanto me hubiera gustado estar ahí.
EliminarPóntelo como destino posible. Está a muy poquito de la frontera (el pobre no llegó muy lejos). Nosotros fuimos con el Imserso a Lloret y de allí nos recorrimos toda la zona ¿Cómo no ir a Colliure?
Eliminar¡Qué delicia leerte! Gracias.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti, América. Lo que sí es una delicia es contar con un grupo de amigos como ustedes con los que compartir ideas, vivencias, historias y lo que se nos ocurra. Es el sentido de este blog.
EliminarUn abrazo.
Pues yo soy una afortunada al tenerlos a los dos como mitos, han acompañado y guiado mis pasos hasta lo que soy... No se puede pedir más... Juancho, Isabel: gracias por estar y ser ��������
ResponderEliminarAunque eso de ser mito no se me da, agradezco en el alma tus palabras, que sé que son producto del cariño. No hay mejor recompensa para un profesor.
EliminarUn abrazo grande.
No sé a quién quiero más!!!
ResponderEliminarYo te diría que a mí, por fa. Pero haz como los niños chicos cuando se les pregunta eso de a quién quieren más, si a papá o a mamá. "¡A los dos igual!".
EliminarUn besote.
Pues cada uno en su estilo me encanta y envidio la facilidad para contar la vida: uno es un verseador y tú una cuentera
EliminarEso es verdad, Milo, hasta mi marido me lo dice - "¡Qué cuento tienes!"- cuando le digo que llevo ya 488 post publicados en 10 años :-D
EliminarNo te digo??? Y, sobre todo, la constancia!!! Admirable!!!
EliminarMaravilloso recorrido por tus mitos! Comparto muchos o todos ! Quizás sean producto de una generación compartida pero me quedo también con ellos!
ResponderEliminarEs que son gente valiosa, entrañable, inteligente, valiente... ¿cómo no amarlos y valorar sus obras?
EliminarUn abrazo, Bego.