Sí, sé que el inglés es necesario y me gustaría de verdad aprenderlo, ahora
que tengo tiempo. Uno, porque muchos de mis libros preferidos (Ay, mi Jane
Austen) son ingleses en su lengua original y pienso que, traducidos, algo de
esencia deben perder. Y otro, porque no me gusta que vacilen conmigo por esos
mundos, como hace un amigo mío con los extranjeros que le preguntan por dónde se
va a “Puto del Hidalgo”.
En mi único viaje a Londres fuimos con un tour operador con el que juré no
viajar nunca más. Éramos varias parejas y nos pusieron a cada una en una punta
distinta de Londres (aparte de otras perrerías que no vienen al caso). A
nosotros nos tocó un hotel en Picadilly que no tenía baño ni en la habitación ni
en las inmediaciones. Los hoteles ingleses (por lo menos, éste) no son como los
nuestros en los que los recepcionistas pasan de un idioma a otro que da gusto
oírlos. No, allí se habla inglés y sanseacabó. Así que una amiga nos dijo una
frase cuya pronunciación apuntamos tal cual en un papel y que más o menos quería
decir que nos gustaría ducharnos. Más tarde me enteré que lo que pedíamos era
algo así como “coger un baño”, pero el caso es que nos entendieron y nos
mandaban cada noche a una señora negra, seria y oronda, tipo la que decía
“señorita Escarlata” en “Lo que el viento se llevó”. Llegaba cargada de toallas
y nosotros, primero yo y después mi marido, la seguíamos por interminables
pasillos hasta un baño con bañera de patas (había 3 para 100 habitaciones) que
abría con llave y, cuando terminábamos, limpiaba y cerraba. En los días que
estuvimos allí creo que sólo lo usamos nosotros. No me digan que esta situación
no hubiera estado bien para una larga y erudita conversación.
Otra ocasión en que eché de menos hablar inglés fue en Irlanda. Esta vez los
amigos y nosotros fuimos a un bed and breakfast. La dueña, una señora irlandesa,
amabilísima y loca, llamada Mamie y a la que enseguida bautizamos como Mamá
Chola, nos dejó su casa alegremente y se largó, creemos que al pub más cercano.
A nosotros nos tocó en su dormitorio y esa noche me despertaron unos gritos que
decían “¡Mamie, Mamie!” y una retahíla después y, ante mi horror, vi aparecer
por la ventana la mano de un hombre que golpeaba el cristal. ¿Qué se puede decir
en inglés en estos casos, sobre todo si no sabes inglés? Yo dije, alto, despacio
y vocalizando bien: “Ai-don-un-ders-tan”. Pero debe ser que mi inglés era muy de
Oxford para su gusto porque el hombre no paró hasta que también se despertó mi
marido que, más expeditivo, se sentó en la cama y bramó: ”¿QUÉEEE?”. Y esto sí
parece que lo entendió porque se marchó. Después nos enteramos que había tocado
en todas las ventanas y que era el hijo de Mamá Chola que había venido con sus
hijos sin avisar desde Inglaterra y se encontró la casa de su madre llena de
okupas.
Así que sí, probablemente vuelva a intentar lo del inglés un año de estos.
Aunque una señora inglesa y yo estuvimos hablando en Hyde Park por lo menos un
cuarto de hora acerca de una rebeca que me había comprado aquí, en la Exposición
Iberoamericana. Y sin saber ni papa ninguna de las dos de los respectivos
idiomas.
Para que luego digan que no existe un idioma universal.
(Hace 4 años)
ResponderEliminarPues sí, Jane. Esto de los idiomas después de mayor es muy duro... a mí me ha dado por el alemán pues en el inglés me defiendo, después de incontables años en cursos y clases, aunque sin acabar de dominarlo- harto difícil sin haber vivido en el país. Bueno, ahora me lo tomo como terapia mental porque los años no perdonan y menos el alemán en cuestión. Recuerdo que en mi juventud , también a mí me tocó un colegio de francés y algunos padres y madres, entre ellos sabiamente los míos, se empeñaron en que sus hjos estudiaran de alguna manera inglés. Aquello suponía llegar una hora antes al colegio y recibir clase de inglés con un profesor nativo contratado para la cuestión. En el resto de las clases de francés, los de inglés teníamos el libro de inglés delante de las narices mientras nuestros compañeros repasaban los verbos de francés.
Un buen día, la clase que estaba muy alborotada , y el hermano de La Salle dijo: ¡ésto es una Feria!...y yo, embotado como estaba ( como no se podìa estar de otra manera en aquellas condiciones y en aquella edad...) me levanté de golpe y dije : ¡ Servidor!....Bueno, para qué fue aquello. Hasta el cura tuvo que hacer grandes esfuerzos para no caerse de culo. El resto de los compañeros alucinaban y yo, rojo cual tomate, me senté deseando que el pupitre me tragara. Esas cosas del idioma... Felicidades por tu blog y buen verano ,¿ el segundo de jubilada?Uff...no me digas que de jubilado/a también se pasan los año con igual vértigo....
(Hace 4 años)
ResponderEliminarEn mi primera traducción de inglés ( yo también soy una víctima del francés) me puse muy contenta pues que fácil lo que me tocó traducir:
The Milkman
Estaba chupado : El hombre de leche.
El profesor me aconsejó seguir con el francés.
Saludos
Me he reído un rato con tu comentario y con la traducción de Ancaria, típica de las mías. Gracias por tus buenos deseos. Cuando comentaron esto era el segundo verano de jubilada; ahora es el sexto y todavía no me lo creo. Y sí, el tiempo y mi vida, como digo a veces, es una vorágine. Un saludo.
ResponderEliminarTambién yo lo intenté hace más de veinte años. Me inicié en clases particulares con un grupo pequeño de alumnos y una profesora inglesa que lleva mucho tiempo por estos lares. El primer año, aprendí mucho, pero, en el segundo, se dedicó a contarnos, en español, la vida y milagros de los perros y gatos abandonados, del entorno. Como buena ciudadana del Reino Unido, sentía pasión incondicional por ellos y, como fue cogiendo confianza con nosotros, nos hizo partícipes de sus amores perruno-gatunos. Lógicamente, abandoné y, al curso siguiente, me matriculé en la Escuela de Idiomas, que comenzaba por aquel entonces. Superé el primero y, cuando acababa el segundo, un mes antes, arrojé la toalla porque, para aprobar, nos exigieron una prueba ridícula y absurda y que me negué a hacer. Y hasta el día de hoy, aunque siempre procuro repasar vocabulario y oír algunos CDs que me he comprado.
ResponderEliminarAsí pues, querida colega, habrás visto que, en cuanto a intentos y experiencias tardías con el dichoso inglés, no estás sola. ¿Será verdad eso de que "loro viejo no aprende lenguas"...?, con perdón por lo de loro y viejo, claro.
¡Qué máxima tan sabia! Yo sigo admirándome (como el portugués de la poesía) cuando veo a los pitufos chicos hablando con desenvoltura varios idiomas. A mi sobrina Marta le hablan español su padre, alemán su madre e inglés en la guardería porque viven en Estados Unidos. Aunque se arme un potaje al principio, al final saldrá trilingüe y sin necesidad de academias ni cedés¡Le tengo una envidia!
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarPues yo te recomiendo que dejes el inglés y te apuntes al alemán, que para el año que viene necesito aqui unos cuantos traductores en la familia que no solo sepan decir "ain biar, bite"... Espero que te haya gustado Berlin. Besos.
Al año siguiente a la publicación de esta entrada fuimos toda la familia a la boda de Jesús en Friburgo. De ahí, su ruego de que aprendiéramos alemán. Pero con el "ain biar, bite" nos bastó y nos sobró. Es lo que yo digo, en los idiomas también hay que ser minimalistas.
ResponderEliminarY lo de Berlín, irá en el próximo post de los sábados.
¡Qué bueno, de verdad, ha sido muy gracioso!
ResponderEliminarLos británicos de todas maneras... viven la vida a su aire, eh? porque por mucho inglés que hables, esas dos historias no son muy normales.
Yo estuve 15 días en una casa de una familia (que no hablaba conmigo ni mú) y les pagaba las cenas, y cenados TODOS los días EXACTAMENTE LO MISMO, todos los días, insisto.
Bueno, menos uno que pusieron unas "beans" muy buenas, que comí tantas que me sentaron mal, chica que me hacía ilusión!
Un día hablaremos de los menús de fuera. A mi hijo en Francia, el país que inventó la palabra "gourmet", todos los días le ponían también la misma comida: un plato de papas fritas, sin nada más.
ResponderEliminar¡Qué bien que viniste al "Duyuspiquinglis" sin esperar a la jubilación! ¿Comprendes mi drama con el inglés? Yo es que ni siquiera sabía lo del present continous (¿era así?), eso del verbo+ing, si no me lo hubieras dicho tú.
(Hace 4 años)
ResponderEliminarHola Jane y seguidores, que los tiene. Como dije en alguna oportunidad, hablar Inglés es la cosa más fácil del mundo. Tal como lo señalara Nicanor Bolet Peraza, escritor costumbrista venezolano en sus Cartas Gredalenses, todo es cuestión de disposición al aprendizaje. Por ejemplo: Usted en Inglaterra, estornuda (cheese) y le traen queso. Al diablo le dicen el débil (devil). Un jóven le dice a una chica que quiere ser su lobo (love) y no se molesta. Guachimán (Watchman): celador, cuidador, vigilante, viene de una deformación del vocablo hecha por los margariteños y así por el estilo. Pero donde la gata se subió a la batea es con los puertoriqueños, nicas, ticos y cubiches, residentes en USA. Ellos hablan Spanglish, mezcla de español mal aprendido con inglés peor pronunciado. Pero no se preocupen pues hasta en Estados Unidos tienen problemas para entenderse entre ellos. Un residente del Bronx, en New York, pasa verdadero trabajo para entenderse con un granjero de Iowa. Abusan de los giros o modismos, algo similar a lo que ocurre en muchos paises de América con el significado de algunas palabras.
Yo creo que es que hay una edad para todo y a mí en lo del inglés ya se me pasó el arroz. Pero a lo mejor todavía tengo edad para el spanglish.
ResponderEliminarPerseveraré.
Un interesante relato.A los que pertenecemos a la "vieja guardia"-(los de chocolate La Candelaria y pan para merendar y tacita de leche y gofio al desayuno)eso de los idiomas nos suena a "chino".En nuestros planes educativos de antaño,los idiomas "ni se olían". Así nos va por esos mundos de Dios.Mas con los anglosajones ya se sabe o hablas su idioma o no te hacen ni pu......caso.Y cuando los tenemos por estos lares,los llevamos de la manita si es necesario,nada mas entender algo de lo que nos preguntan,al lugar requerido.En esos detalles nos parecemos a los catalanes.Tengo una anécdota de este tipo,con una señora barcelonesa,que me acompaño al lugar que le solicité. Fue gracioso ir por todo el centro histórico de Barcelona -desde Ferran,parte del Barrio Gotico y casi la totalidad de Colominas-al lado de esta buena señora,que cada dos por tres se paraba para saludar a comerciantes,venteros-as,camareros-as,tenderos-as de las calles por las que transitábamos. Y hacia las correspondientes presentaciones mías hacia ellos-as.En la semana escasa que llevaba en la ciudad,no me habían presentado a tantas personas.Una frase de esta señora que se me quedó grabada: Les hablo de los años 80.Buena tarde para todos-as y felices vacaciones.Cs
ResponderEliminarLa verdad, Francisco, es que por esos mundos me he encontrado muchísima gente amable, incluso entre los franceses que tienen fama de lo contrario. Claro que no tanto como esa buena señora a la que sólo le faltó invitarte a merendar.
ResponderEliminarMe gustó lo del pan y chocolate la Candelaria para merendar. No me acordaba.
e acuerdas a las internas en el colegio, cuando merendaban los bocadillos con chocolate y nosotras haciamos el trueque con los que traiamos, en casa decian que comer mucho chocolate era malo y se nos afilaban los dientes con sus bocadillos.
ResponderEliminarJa, ja. Marta, fue precisamente de eso de lo que me acordé cuando vi lo que Francisco decía. Eran las internas las que lo comían. En mi casa, no era esa la costumbre.
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