Los jubilados nos dividimos en varios tipos, según los chistes que circulan
por ahí. Están “los agentes de bolsa” a los que, con la excusa de “ahora que
tienes tiempo”, hijos y allegados tienen de acá para allá con la bolsa, ora a la
Recova, ora al supermercado.
Están “los banqueros”, aquellos que adornan los bancos de los parques y
plazas pero que en mis tiempos juveniles estaban en la entrada de todos los
pueblos en un poyo que yo creo que hacían ex profeso para ellos, desde el que no
se perdían nada de lo que pasaba.
Están “los bellos durmientes” también. Yo tengo un primo que, cuando
trabajaba, se acostaba temprano pero le daban las mil y una vueltas sin dormir y
oyendo “Hablar por hablar”. Ahora, desde que se jubiló, se pega unas siestas de
3 horas, se toma un cafecito en la cena y luego, como un tronco, hasta las 10 de
la mañana roncando.
Y después están los que, como yo, nos dedicamos a “la investigación”, es
decir, nos pasamos el día investigando dónde he puesto las gafas o dónde dejé
las llaves. Al final, la cosa trasciende y se transforma en investigación
filosófica: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Qué demonios hago en la despensa con
un destornillador en la mano?
La verdad es que arrastro un despiste crónico desde hace años que con la
jubilación se ha agudizado. El caos mental se convierte en caos lingüístico, de
tal manera que mi hija, en un amigo invisible de esos en el que todos sabemos
quién es quién, me regaló un diccionario mamá-español del que les pongo una
muestra:
Aquello: objeto desconocido situado en un plano más o menos
lejano. Suele aparecer en la frase “Alcánzame aquello”. Se descarta la
posibilidad de que se trate de las gafas, que estarían englobadas dentro de la
categoría de “las estas”.
• Aquello de allí: los contornos del objeto se acentúan por
la existencia del adverbio de lugar. “Allí” puede traducirse como cualquier
lugar situado en una zona de 20 pasos a la redonda.
• Aquello de allá, aquello de arriba, aquello de abajo:
modificaciones topográficas del ya mencionado “aquello de allí”.
• Aquella cosa: última expresión de la familia de “los
aquellos” que, a pesar de su pasmosa claridad, ha caído en desuso por esos
caprichos que tiene la lengua.
Esto: Objeto situado en un plano más cercano, cuyo género
viene siempre indicado por un artículo:
• Los estos: los prismáticos, los zapatos, los cubiertos,
dependiendo del contexto.
• Las estas: Frecuentemente, las gafas. En menor medida, las
zapatillas.
• La esta: la manta, la llave.
• El este: el azúcar, el cuaderno.
• La esa: viene a ser un sinónimo de “la esta”, sólo que, en
este caso, hay que ir a buscarlo arriba.
(Para Pepi, que ama los diccionarios, y para Ana, que los hace)
Es que, a pesar de lo que dice mi madre, tienes una hija MUY graciosa.
ResponderEliminarGracias por la dedicatoria y por el post. Me he reído mucho recordándolo.
Y yo me río cada vez que lo leo.
ResponderEliminarVale, vale, eres muy graciosa.
(Hace 4 años)
ResponderEliminarCuando mi madre me suelta lo de:"coge eso de ahí y ponlo aquí", miedo me da. Cómo se me ocurra preguntar, me dirá:"aquello, aquello, ¿no lo ves?". Pero creo que son cosas de la maternidad, porque a mí se me escapan también estas expresiones.
P.S: ¿Cómo llevas lo del protagonista?
(Hace 4 años)
ResponderEliminarLo curioso es que mi madre me decía "tráeme eso que está ahí" y yo, en el 90% de los casos acertaba con lo que me estaba pidiendo. Yo, digna hija suya, repito frases y situaciones y mis hijos ¡se descoj****** de mí! ¡Oh tempora, oh mores!
Matahari y Yaiza: es lo que yo digo, la cosa tiene que ver con la idiosincracia de las madres.
ResponderEliminarYaiza, la semana del protagonista estará preparada cuando fotocopie las aquellas (caretas para que los niños recorten y pinten), convenza a mi marido para que actúe de eso (dragón) mientras yo hago de "el este" (el rey). Va a salir estupendo. Creo.
(Hace 4 años)
ResponderEliminarRecuerdo que cuando mi madre nos decía, p. ej. que le trajeramos un paño verde que está en el aparador del comedor, estábamos seguros de que:
-No estaba en el comedor.
-No estaba en el aparador.
-No era verde.
-No era un paño.
Y encima se agarraba una tremenda calentura
Jajajaja... Eso es más despiste crónico que el mío. Yo, por regla general, sé, más o menos y dentro de un amplio campo, todo hay que decirlo, con una regular probabilidad... donde están las cosas (por ahí, creo)
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminar¿Y por qué será que cuando nosotros, los padres, decimos algo así como: "alcánzame la carpeta azul con los papeles del seguro que está en la segunda gaveta de la derecha", suele estar ahí, pero "ellas" nos dicen continuamente que somos un desastre, que tenemos todo desordenado y amontonado?
bueno... No te voy a contar cómo tiene la mesa de estudio mi marido. Pero una vez se volvió loco buscando el carnet de la Seguridad Social y lo encontró al cabo de los meses en el garaje, en una mesa que tiene de carpintería, mezclado entre bolsas de tornillos.
ResponderEliminarMe acuerdo de mi abuela, que se enfadaba con mucha frecuencia con su hermana, y discutian en la cocina y al final decía mi abuela siempre la última palabra de la discusión: " ¡ Pero Juana, si es que no estás en el aquello!! . Nunca supimos donde tenía que estar la pobre tía Juana.
ResponderEliminarIndeciso, el verbo "aquellar" y sus derivados tiene una antigua tradición en La Palma. "Se quedó toda aquellada", "aquéllame esto"... En el caso de tu abuela está claro: el meollo, la cuestión. En resumen: "¡Pero juana, si es que no te enteras!".
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarMi abuela decia: "traeme aquello de alli". ¿El que abuela?. !Oh¡ ¿que va a ser?. Aquello de alli y se enfadaba. Pero aquello de alli englobaba, las gafas, las llaves, el abanico, el monedero, etc..., alli cualquier sitio: la comoda, la cama, el aparador, la mesa del recibidor, el armario, el poyo de la cocina, etc... Pero añoro a mi aubela y solo por eso era adorable, todos los abuelos son adorables, cuando mi madre empezo con este idioma especial, le recorde a su madre y al principio se enfado, pero luego se rio mucho y fue muy divertido.
¿que va a ser?. Aquello de alli, encima de eso.
¿Ves, Berta? Les hubiera hecho falta un diccionario como éste. Lo de que todas las abuelas son adorables... Yo también añoro a la mía pero me volvía loca. Era graciosa, mandona, con muchos prejuicios, buenísima cocinera, fuerte... pero adorable, no.
ResponderEliminarHola Jane! Me río mucho contigo. Me encantas, es que además cada vez que te leo, te imagino contándolo.: te estoy viendo en la despensa con el destornillador... Bueno yo quería decir que si sólo se tratase de "aquello", "esto"... ¿Cómo se llamaba ese diccionario que tienes en tu casa que incluye todas esas palabras tuyas? De todas ellas, me quedo con "Suciar". Cuando la oigo me acuerdo de ti, aunque sin oirla también me acuerdo mucho de ti.
ResponderEliminarGracias, Visitante... Ha pasado mucho tiempo, pero sabes que yo también me acuerdo mucho de ti.
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarLo de los investigadores: realmente bueno.
En mi casa nos decían mucho "el chisme" y "el semáforo", yo jamás conseguí entender a qué narices se referían.
Recuerdo con mucho cariño a cierta jubilada que siempre estaba buscando las gafas de coser ¡que llevaba colgadas al cuello!
Ahora siempre que veo una cadenita para las gafas, sonrío.
pd. Sigo buscando la entrada de los cuentos, pero no me apaño :-)
Loque, lo de buscar cosas que llevamos encima me ha pasado un montón: llevar las gafas en la cabeza y perder más de 10 minutos antes de salir con prisa buscándolas. O llevar el bolso colgado al hombro y decir "¿Dónde habré puesto el bolso marrón?" mientras revuelvo entre todos... Hace poco le pregunté a mi hija, después de un episodio parecido (que ahora, fíjate tú, no me acuerdo cuál fue) si no habría pastillitas para la memoria o rabos de pasas o yo qué sé. Me dijo que para eso no hay nada.
ResponderEliminarMenos mal que me han dicho que mientras me dé cuenta no hay peligro...
Dios mio Isabel, es buenísimo!!! Debería ponerme con el de mi madre...
ResponderEliminarTu madre todavía es jovencita para los estos y los aquellos. Deja que llegue a la jubilación y entonces verás.
ResponderEliminarEs jovencita, pero precoz jajaja. Y encima con la dislexia.....últimamente cambia palabras cuando me pregunta cosas; "¿has metido la maleta en el congelador?" y cosas peores!!!
ResponderEliminar¡¡¡Síííí!!! Yo también lo hago. Digo "¡Qué pena!" cuando debo decir "¡Qué bueno!" y al revés, cambio los nombres a todo el mundoy no sólo cambio palabras sino que en mi caso igual hasta meto maletas en el congelador...
ResponderEliminarMe he reído un rato y respiro aliviada, porque esto nos va pasando a todas...¡¡¡pero estamos vivas y activas!!!!!
ResponderEliminarNo sé yo, Milo, si es un alivio vernos de repente todas hablando con lo de allí, lo de allá, las éstas y las aquellas. Lo curioso es que entre nosotras nos entendemos ¿verdad? Mientras sea así...
ResponderEliminarQue bueno, hacia tiempo que no me reía tanto.Se lo estaba leyendo a Pedro y no paraba de reír.
ResponderEliminarMe alegro, Araceli. Cuando Ana me regaló el Diccionario me acuerdo que, cuando lo leía en voz alta delante de todos, me tuve que parar a reírme también ¡Me vi tan fielmente retratada...!
ResponderEliminarUn beso para ti y para Pedro.
Jajajajajaja yo ya voy por la etapa filosófica Cuando me veo con algo en la mano y no se de lo que iba retomo mis pasos y...ya está!!! Un día perdí las llaves del coche y aparecieron en el congelador.Yo creo que hay duendes en la casa aunque mi doctora me dijo que eso nos pasa a las mujeres porque tenemos muchas cosas en la cabeza aunque hay momentos en los que lo que hay es un gran vacío,jejejeje
ResponderEliminarMe adhiero a tu tesis de los duendes. Sólo ellos pueden dejar el costurero en la despensa, las gafas en todos los sitios impensables de la casa o el inalámbrico en una jardinera (donde por cierto lo encontró el perro, lo enterró y quizás trató de llamar con él a Australia porque cuando lo recuperamos decía: "El número que ha marcado no existe")
ResponderEliminarQue dos si fueran tres...Aun recuerdo la frase "Violeta mira a ver donde pusiste mi llave del coche que no la encuentro" o "yo no pierdo las cosas, la cogiste tu seguro...desordenada." Menos mal que siempre podemos invocar a San Cucufato!!
ResponderEliminarAish!!! en casa no invocamos a los santos,pero soy fan de San Cocufato
ResponderEliminarVioleta y América, no sabía yo que San Cucufato era el patrón de las cosas perdidas. En mi casa era San Antonio. Y hace un tiempo escribí sobre San Fanurio, al que había que hacerle una tarta cuando se encontraban las gafas, las llaves o lo que fuera que se hubiera perdido. Habrá que hacer un cursillo sobre el santoral...
ResponderEliminarHola Isa, me pido el diccionario de tu hija. Pensé que las neuronas se mantienen más activas en personas que han ejercido su profesión. Veo que perdemos vocabulario, todos. La juventud no va a tener mucho problema cuando llegue a nuestra edad, pues todo se reduce a caña "pacá", y caña "pallá". Besitos.
ResponderEliminarAy, sí, Esperanza, las neuronas ya no sabe una a dónde han ido a parar. Mis amigos dicen muchas veces eso de "¿te acuerdas de cuando hablábamos de corrido?". Ahora, corridos ni los mejicanos.
ResponderEliminar¡Qué buena eres, Isabel!
ResponderEliminarMacu, tú sí que eres buena. Muchas gracias por los ánimos.
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