martes, 3 de noviembre de 2009

Somos nombradores




Hace poco leí que el poeta Fernando Beltrán, que inventó nombres como Amena, Opencor o Faunia, cuando le preguntan que a qué se dedica, dice “nombrador”. Pero realmente todos somos nombradores. Igual que Dios en el Génesis, que se puso a crear cosas y a darles nombres, todos jugamos a ser dioses. Y a eso empezamos desde pequeños.

Me veo jugando con 8 años a los recortables con mi prima Mª Elena (llamada así por la canción “Mª Elena eres tú”, que le encantaba a mis tíos) y compitiendo con ella a ver quién le ponía el nombre más “precioso” a su muñeca de papel: Rosaurora, Lirio, Blancaflor… Nos gustaban los nombres cursis y, si eran de flor, mejor.

Cuando nos hacemos mayores, este supremo arte de nombrar llega a su cumbre cuando les ponemos nombres a nuestros hijos. En los tiempos de nuestros padres y abuelos se ponían dos o tres nombres: el del santo del día en que naciste, el de tu padre o abuelo, el de un señor que pasaba por allí… Mi madrina se llamaba Sebastiana Gonzala América (la llamaban por el último nombre) y tengo una amiga a cuyos padres les pareció poco María de la Concepción y le añadieron Benita Nicolasa.

Yo tengo dos nombres, además del María preceptivo y del Jane actual, y en familia me llaman por uno y mi marido y amigos por otro. Esto me obligó, cuando me casé, a hacer dos tipos de invitaciones de boda con dos nombres distintos. Una vez una amiga de mi hija, extrañada ante esta doble personalidad, le preguntó: “¿Y tú cómo la llamas?”. Ella dijo: “Mamá”.

La consecuencia fue que, cuando me llegó la hora de ejercer mi oficio de nombradora con mis hijos, elegí, de acuerdo con mi marido, nombres únicos y cortos: Ana y Daniel. Aunque, incluso así, mi hija, una vez de pequeña, se quejó de su nombre, diciéndome que era un nombre muy corriente porque en su clase había varias Anas. Entonces le contesté: “No te lo quería decir pero en realidad te llamas Ana Mamerta”. Nunca más se volvió a quejar.

En La Palma, la tierra de mi familia, son famosos por buscar nombres raros: Inerbelia, Solinario, Adolia… Tengo un amigo que a su próstata la llama “la palmera” desde que le diagnosticaron Hiperplasia Benigna.

Pero los palmeros son todavía más famosos por los nombretes. Por ejemplo, a una conocida de mi madre que era muy sexy la llamaban “la Cuchol”, que era el nombre de un anticucarachas que las dejaba tiesas. Y un Eulogio Carajo se ganó a pulso el “apellido” para él y sus descendientes (los “Carajitos”) porque mandaba allí a todos por menos de nada. En Los Sauces los nombretes crean dinastías: los Farrucos, los Solilunas, los Fogaretes, los Redondos, los Garrafones...

Tengo otros casos más cercanos. “El ohmio” era un vecino electricista que, cada vez que nos cogía por banda en el ascensor, nos daba una lección de ohmios y vatios que nos dejaba traspuestos (y electrizados). Mi hija y sus amigas llamaban a una profesora del instituto de la que no conocían el nombre "la mujer esa", y "la mujeresa" se quedó. Y un compañero mío que se llamaba Miguel Berenguelo se presentó el primer día de clase diciendo cómo se llamaba y pidiendo que lo llamasen por favor por el primer nombre. ¿Cómo lo llamaron desde entonces los alumnos? Efectivamente, “El Berenguelo”.

Y es que los humanos jugamos a ser dioses pero nos comportamos con la mala uva de los demonios. 

12 comentarios:

  1. (Hace 4 años)
    ¡¡¡Y que lo digas!!!
    Mi nieta (4 añitos), se inventa unos nombres para sus muñecas que... ¡como para acordarse!
    Una, la que más le gusta, típico, una birria de esas que se compran en los chinos, se llama Tuntan, otra, la segunda, Chupigadra... y así sucesivamente. Y la niña no es palmera.
    Este tema de los nombres cunde mucho.
    Hay modas como en todo: nombres guanches, nombres vascos etc.
    Y para nombretes, te aseguro que La Laguna no se queda atrás. Algún día hablaremos de éstos.
    Siempre surgen ideas de tus temas, Jane.
    Hasta el próximo

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  2. Tu nieta, Arista, es una verdadera nombradora, como para hacerle la competencia al mismísimo Fernando Beltrán (al que le pagan por inventarse nombres, lo mismito que hemos hecho siempre todos nosotros)
    Y ya me sé algunos nombretes de La Laguna. Basta reunirse con un grupo de laguneros y oírlos hablar de conocidos de toda la vida: el Papafrita, el Mediokilo y así sucesivamente.

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  3. Mi trabajo es cara al público y veo a muchas madres con niños llamados según actores ylseries de moda de cada época:starkihard,robeteylor, kevincosner,...En una ocasion una mama embarazada le quería poner a su hija Yadisney.debe ser las ganas de llevarla a los parques de Disney.en fin , la imaginación no tiene límites.

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  4. En mi clase también llegaban según las series de moda: Demelza, Heidi, Marco... Te dabas cuenta de los años pasados desde que la habían puesto porque de repente había dos o tres en la clase (ya con 16, 17 o 18 años) con el mismo nombre. Quieres ponerle a tu hija el nombre de alguien que te guste y ya sabes la empatía con los actores. Ahora que está en escena "El tiempo entre costuras" no me extrañaría que abundaran las Siras entre las recién nacidas.

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  5. (Hace 4 años)
    Me pregunto cómo les llamarían a estos:

    www.reunir.es/cosas/nombres/nombres.htm

    Probablemente por su nombre. No se necesitan apelativos graciosos, ya los llevan de serie.

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  6. En los comentarios no me salen los enlaces. Pero ahí está para quien lo quiera copiar y ver que efectivamente somos imaginativos a la hora de nombrar.
    Un pariente palmero quería que todos los nombres de sus hijos empezaran por B, otro con K (que ya es más difícil), otro buscaba nombres de la Iliada...

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  7. Mónica G. Martín Tejera7 de diciembre de 2013, 16:39

    Qué gracia me ha hecho siempre lo de los palmeros!

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  8. Me imagino, Mónica, que hoy día no es como antes, pero en mi familia ha habido hasta un Marconi. El otro día me hablaron de un Darwin y dije: "¿Venezolano o palmero?". Era venezolano, que parece que son los que están heredando la vena humorística de los palmeros en el arte de ser nombradores.

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  9. Mónica G. Martín Tejera7 de diciembre de 2013, 17:18

    No creas, yo tengo amigos que se siguen nombrando por los apodos, y me hace gracia y a la vez me produce admiración porque creo que forma parte de la idiosincrasia de los palmeros..de su tradición, y eso me encanta.

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  10. Ah, sí, lo de los nombretes, Creía que te referías a los nombres complicados.
    Tienes razón con eso ¿Sabes que, cuando se hizo la primera guía telefónica en Los Sauces, se tuvo que rehacer con los nombretes porque nadie sabía a quién se refería con, por ejemplo, Manuel Hernández? Pero sí ponías Manuel La gataparda ya todos sabían quién era (de hecho, uno de mis tíos) A mí también me gusta el estilo. Forma parte de cómo son los palmeros.

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  11. Me dejas sobre ascuas, Isabel: ¿cuál es tu otro nombre, el de las invitaciones de boda? Es una historia muy novelesca: ¡alguien que no conociera tu otro nombre se podría haber llevado un susto morrocotudo, creyendo que tu marido se casaba con otra!

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  12. Mi otro nombre es Dolores. Así se llamaba mi abuela paterna y, aunque mi madre la quería mucho, dijo que nunca le pondría ese nombre a una hija. Pero mira tú por donde, nací un día de San José y ¡viernes de Dolores! Nunca más han vuelto a coincidir los dos días. Mi madre decía que la virgen de los Dolores lo quiso así. Así que mi nombre completo es María Isabel de los Dolores, Isa e Isabel para marido, hijos y amigos; y Mari Lola para mi familia. Sí, ha habido errores a cuenta de los dos nombres, qué se le va a hacer.

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