Ante la Navidad hay dos tipos de personas. Están las que, como yo, disfrutan
de ella, compran árbol de los de verdad, hacen calendario de adviento y romances
para el amigo invisible, les encanta regalar, preparan nacimientos y adornos por
toda la casa y hacen cenas especiales a tutiplén. Y luego están los que
rezongan, como mi marido. A partir de octubre, que es cuando yo empiezo a
calentar motores comprando regalos de reyes, se le oye de vez en cuando murmurar
por lo bajo: “…follón… qué necesidad…¿Más regalos?... y ahora, qué rollo…
¡Dios mío, otra comilona!... ya no puedo más”, y así.
Pero este año he encontrado la solución: pintar la casa por dentro dos
semanas antes de la Nochebuena. Es que es estupendo porque pintar no es
solamente pintar. Hay que desmantelar todo, habitación por habitación, quitando
todos los arretrancos que se habían ido acumulando a lo largo de los años,
tapando paredes y llenando estanterías y trasteros.
La palabra “arretranco” según el Diccionario de canarismos es
“trasto viejo e inútil que estorba”, con lo cual no me explico por qué, si es
trasto, si es viejo, si es inútil y si estorba (y no me estoy refiriendo a
personas, ojo), todos tenemos la casa llena de ellos. Pero así es, y te das
cuenta cuando haces machuca y limpia.
Del trastero han salido las primeras tumbonas que tuvimos cuando nos mudamos
hace casi 30 años. Eran de aquellas de hierro con el asiento de tela y, cuando
se nos rompieron, las dejamos por si alguna vez las arreglábamos. ¿Y cómo íbamos
a tirar, aunque fuera un trasto, esa máquina enorme para hacer hasta jugos de
zanahorias, aunque nunca hicimos ninguno? ¿Y la vajilla de diario, ahora
diezmada y sin brillo, que nos regalaron en la boda y que cobijó mis primeros
pinitos en la cocina? O la pantalla del primer ordenador que tuvimos o el equipo
de música de la era analógica, que es como decir antidiluviana. O una caja llena
de Barbies despelujadas de mi sobrina, que me quedé para adecentarlas y dárselas
a mi nieta cuando la tuviera y, ahora que la tengo, ni me acordaba. Y marcos de
cuadros, y libros, libros, libros que ya no leeré más, y los apuntes de la
carrera o las fichas de la tesis que no terminé ni pienso terminar.
Y también te vas encontrando a lo largo de la casa lo que te traes de los
viajes. A mí me pasa lo mismo que a Sócrates, que le encantaba llegar a una
ciudad y pasear por los mercados y mercadillos. Pero, mientras él, mucho más
sabio, cuando los visitaba decía: “¡Hay que ver la de cosas que hay que no
necesito!”, yo me pongo a comprar arretrancos. Pero ¿quién se resiste a una bola
de cristal que parece tener en su interior el pasado, el presente y el futuro?
¿O a esa jarrita de un mercadillo de Karlovy Vary, con una forma especial para
beber el agua (asquerosa) que mana de las fuentes de ese balneario checo? ¿O la
tetera y los vasos de té que me trajeron de un mercado marroquí?
Así que aquí estamos ahora, exhaustos y polvorientos, cantando villancicos
mientras ordenamos y ponemos todo otra vez en las habitaciones recién pintadas y
tiramos tantos arretrancos que en el “Punto limpio” ya me dicen: “Oh, Jane ¿tú
por aquí otra vez?”.
Pero eso sí, este año he conseguido dos cosas. Una, empezar el año nuevo con
la casa limpia y mucho más vacía, para volverla a llenar el próximo con nuevos
arretrancos. Y otra, que mi marido, por primera vez, en estos días no ha
rezongado nada por las navidades.
Feliz navidad, Jane, y espero que no estés arretrancada el día de nochebuena. Un abrazo.
ResponderEliminarYo le dije a mi marido que para mañana, 24 de diciembre. nos basta con que ya estén ordenadas cocina, comedor, dormitorio y baño. Así que relax y tranquilidad. Y hoy, que terminó el pintor, sólo queda por volver a poner en su sitio todo lo del garaje-trastero, que se quedará para la semana que viene. Así que no voy a estar "arretrancada" en nochebuena. Gracias por tus deseos y feliz navidad también para ti.
EliminarQuerida Jane, qué gran idea acabas de darme con esta entrada tan simpática como real. Hace años que debería haber aligerado de arretrancos y de papeles (sobre todo, de papeles), mi pequeño piso. No me he decidido a hacerlo, unas veces, porque no hay muchas ganas y otras (las más), por falta de tiempo. Necesitaba una razón de peso para pasar a la acción y me la has dado tú: pintar las paredes. Ahora sí que no tengo excusa.
ResponderEliminarLo peor es que no están tan mal como para volver a pintarlas, pero como me gusta hacerlo yo misma y el tiempo no pasa en balde, tengo que espabilar. No me veo yo con el rodillo en una mano y el bastón en la otra...
Hace años también, hice una limpia de todos esos pequeños "souvenirs" y los guardé en cajas que tengo bien ordenadas y que, a su vez, se convierten en los denostados arretrancos, pero me da pena (lo que decimos siempre) deshacerme de ellas, aunque no descarto que cualquier día me dé un ataque de "desrecuerdos" y vayan a parar a un Punto Limpio que tengo muy cerca.
Pero, como no hay mal que por bien no venga, qué gusto se siente después, cuando todo está recogido y lustroso de nuevo. Esa satisfacción, mi niña, no tiene precio, así que a disfrutar las fiestas con la familia y con la casa recién pintada.
Dicen los terapeutas que una de las mejores cosas que se pueden hacer para sentirte feliz (o, por lo menos, quedarte a gusto) es desembarazarte de cosas superfluas. Hace tiempo leí un libro muy famoso de esos de autoayuda, "Dios vuelve en una Harley" de Joan Brady. La cosa va de que efectivamente Dios vuelve a la Tierra pero convertido en un motero, además guapísimo, porque para eso es Dios. Bueno pues el mejor consejo que le da a la protagonista es precisamente ese: fuera todo lo que no necesites. Cosa que por otra parte, antes que Joan Brady, había dicho hace 20 y pico siglos Diógenes el Cínico. Vamos a intentar hacerles caso, aunque no demasiado.
EliminarFeliz nochebuena y un abrazo.
Saludos Jane. Agradezco la corrección, si la consideras procedente. Tenía entendido que se decia "arritranco"; de hecho, en buena parte de Latinoamérica se denomina con este nombre a los trastos viejos. Mi madre mencionaba el término arritranco cada vez que se refería a peroles (cachivaches, trastos). En cuanto a coleccionar cosas, todos tenemos una historia. Personalmente me cuesta desprenderme de algunos bienes porque tienen un significado especial. Por ejemplo, tengo una vieja camioneta DODGE POWER WAGON, ensamblada en 1945 (año de mi nacimiento) en perfectas condiciones.
ResponderEliminarMe acompañó durante mis estudios universitarios y con ella recorrí buen aparte de este país. Es la versión antigua de una 4x4 actual.
Te felicito por la decisión de pintar antes de la Navidad. En mi casa lo hicimos el pasado mes, después de convencer a mi esposa, quien siempre ha exigido que durante el último trimestre del año no se emprenda remodelación alguna. En muchos hogares venezolanos acostumbran a pintar, limpiar la casa y cocinar el mismo dia 24. A fin de cuentas dejan las cosas a medias. Bueno, hasta aquí nos trajo el rio. Para tí y quienes comparten tus días, felices fiestas. Ojalá y usemos este tiempo para la búsqueda del entendimiento y al paz entre las personas. Salud.
Se dice de las dos maneras. En mi casa siempre ha sido "arretrancos" pero tengo amigos que dicen "arritrancos" y el "Diccionario básico de canarismos" admite las dos formas. Pone, además, como otro significado "mujer de costumbres disolutas" (¿?).
EliminarYo también tengo mi volwanguito escarabajo del que ya hablé aquí, que no es tan mayor como el tuyo pero que tiene en sus espaldas 40 años muy bien llevados y que sigue funcionando como un reloj. A mí, no sólo me cuesta desprenderme de él sino que tampoco lo llamo "arretranco", no se me vaya a ofender.
Felices fiestas y también salud.
Ay, qué bien, ya sé dónde voy a meter todo el mogollón de arretrancos que tengo en mi casa, ahora que empiezo la obra...
ResponderEliminarAh, no, hija. Cuando uno se va de casa no se va en cuerpo gentil solamente sino que se lleva todos sus arretrancos: libros del colegio, instrumentos musicales, muñecos, cachivaches... Y no son de ida y vuelta, se siente.
EliminarHola a todos
ResponderEliminarFelices Fiestas
En mi casa también teníamos muchos arretrancos, y la vecina de la calle de encima de joven había sido un arretranco. Así lo oía decir cada vez que se hablaba de ella.
Es una palabra bonita arretranco, pero a mi me gusta mucho más otra que has usado en el escrito y que no la escucho fuera de casa, pues mi madre se pasa la vida rezongando por todo.
" ¿ Qué estás rezongando ? le pregunta mi padre a menudo.
Y lo peor de todo es que ya algunas veces cuando me quejo de algo en voz baja oigo a mi marido de lejos " ya estás rezongando ".
¿ Será genético ?, ¿ alguno de tus hijos lo ha heredado?. Yo por saber
Un abrazo
¿Ves? El diccionario tenía razón con el otro significado de "arretranco" que le dije a Agroteide y que a mí me sonaba raro (porque supongo que tu vecina de la calle de encima tenía de joven "costumbres disolutas", ¿no?).
EliminarMis hijos no heredaron el rezongo del padre. Son más como yo y, en lugar de rezongar, alegamos (otra palabreja de las nuestras) en voz alta de todo lo que se nos pasa por la cabeza. Vamos a ver cómo salen las nuevas generaciones porque a mí me da que genético sí es.
Un abrazo y felices fiestas y despedida de año. Que el próximo nos coja confesados.
Otro comentario que se me lleva la nave nodriza!! Qué pena que no se lleve también todos los trastos que tengo en casa.
ResponderEliminar¡¡Necesito un punto limpio!!
Un día vamos a buscar todo aquello que se ha perdido en los celajes. Debe estar llenísimo.
Eliminar¡Qué envidia Jane! Pero como dice la gente envidia sana, si es que ese pecado puede llegar a ser sano alguna vez... Para mi tener pintores en casa es algo así como irte de vacaciones al infierno.Recuerdo la última vez que me vi en esa tesitura que vinieron hasta el 24 por la mañana y completamente histérica les dije que dejaran todo como estaba y no volvieran hasta el 8 de enero. ¡Tristes Navidades! Ni árbol ni belén y encima mi marido, que también es de los que rezongan detrás de mi diciéndome que como "el personal" se molestara conmigo a ver quien le iba a terminar la obra.
EliminarEso si,en guardar arretrancos no creo que me ganes. Tengo de todo. Desde vestidos que usaba cuando pesaba 55Kgr. hasta los libros de EGB de mis hijos eso sin contar casi todos los televisores que han entrado por la puerta de mi casa y no les he permitido salir. Algunos en blanco y negro pero como todavía funcionan... Muchas felicidades dobles. Por la Navidad y por vaciar el trastero.
Felicidades a ti, Alejandrina. Y un cierto alivio que me has dado por pensar que todavía hay alguien que guarda más trastos que yo. No te pasará aquello de "si no hubiera tirado aquella camisa estilo vaquero, podría ir vestida con ella a esa fiesta de disfraces en que teníamos que ir de cowboy". O "¿dónde estarán mis notas de bachillerato para demostrarle a mis nietas que yo era un hacha en matemáticas a su edad?".
EliminarDe todas formas este zafarrancho que cuento, este despojarme de arretrancos, fue hace 4 años. Y como es normal, hoy vuelvo a tener tantos como antes. España y yo somos así.
Un abrazo grande y feliz navidad.
Hola Isa;que bien nosotros pensamos en pintar la cocina,pero lo dejamos para pasada la Navidad.
ResponderEliminarTú sí que sabes...
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