La semana pasada, dando un paseo por el sur con mi amiga Susana, vimos salir
de la playa a dos chicos jóvenes, de unos 20 años, con un atuendo extraño.
Vestían bañador, camiseta y sueter negros y llevaban un sombrero, también negro,
de ala ancha. Le pregunté a Susana, que es austriaca y ha visto mucho más mundo
que yo, si serían judíos, por el sombrero, muy parecido a los que llevan estos.
Susana los miró y me dijo: “No, no, son gesellen, gehen in die Welt,
los que van por el mundo, los que están en camino”.
Existe una tradición en Centroeuropa, me contó, por la que los jóvenes que
quieren aprender un oficio se dedican un tiempo a viajar, vestidos de una manera
determinada (sombreros, capas…), ofreciendo sus servicios por las casas de campo
a cambio, antaño, de alojamiento y comida y hoy, pidiendo además un pequeño
salario.
Y, efectivamente, nos paramos a hablar con ellos y supimos que eran alemanes,
bávaros, que estaban aprendiendo las técnicas y los secretos de la carpintería e
iban vestidos con las señas de identidad de su oficio, ese sombrero que no se
quitaban ni para ir a la playa (me pregunto si en el agua tampoco). Habían
venido a Tenerife como parte de ese camino, pero no encontraban trabajo, nos
dijeron con una sonrisa y un encogimiento de hombros, porque ellos hacían techos
de madera y aquí todos los techos eran de hormigón.
Me gustó esa expresión, ese estar en camino. Me recordó el refrán de que a
los hijos hay que darles raíces y alas, esas alas que me llevaron a mí a hacer
fuera la especialidad, a mi hijo y a mi sobrino al Erasmus en Amberes y
Friburgo, a mi hija a Madrid a hacer el MIR, a mi amigo Andriu a pasarse un año
sábatico en Estados Unidos. Y también me recordó a los emigrantes que hace años
iban a América y ahora vienen a Europa.
Los que están en camino… Miles de jóvenes lejos de sus casas, aprendiendo a
trabajar, a buscarse la vida, conociendo otras costumbres, otros ritos, otras
maneras de vivir, otros idiomas. Aprendiendo a recorrer los caminos del mundo y
que el haber nacido en un punto de esta Tierra, aunque ciertamente lo ames, no
te capacita para hablar de “ellos” y “nosotros”.
Y pensé, con Baroja, que el racismo y los nacionalismos se curan leyendo y
viajando. Estando en el camino.
Querida, hay algo importante y es que el horizonte es curvo y hay que ir hacia él a ver lo que hay más allá.
ResponderEliminarTodo aquel que piense que esta línea es definitiva está encerrado en su propio círculo.
Saluditos!
Hay muchos recorridos por los caminos del mundo y es estupendo, como dicen en "El Señor de los Anillos", ir siempre más allá porque "detrás del recodo quizás todavía esperen un camino nuevo o una puerta secreta". El viaje excita, anima, enseña, despierta la mente... Pero a mí también me gusta volver: "Luego el mundo atrás y la casa delante; volvemos a la casa y a la cama". Como bien dices, los senderos son circulares.
EliminarUn abrazo.
el viaje como iniciación... claro que con la visa de papá ya no es lo mismo (disculpa, estoy en fase ácida)
ResponderEliminarSí que es más fácil con la visa de papá, tienes razón. Pero para paliar tu fase ácida, sabes que hay muchos jóvenes en el camino que no lo tienen tan fácil. Los emigrantes, por supuesto, pero también muchos otros. Yo misma estudié fuera con una beca que completaba con clases particulares; los Erasmus, ese gran invento, es también otra beca, aunque exigua; y los que se van un año sabático, como Andriu, suelen ir con contrato a una escuela extranjera.
EliminarYo creo que hoy pocos jóvenes hacen aquel Grand Tour típico de la aristocracia inglesa de hace un par de siglos. Uno de mis alumnos, por ejemplo, se fue a trabajar a Escocia para reunir dinero y dedicarse tres meses a visitar paises. Su viaje a la India fue una experiencia de aprendizaje apasionante. Él es uno de esos que recorren el mundo y su visa personal es juventud e ilusión.
Pues no fueron a parar poco lejos los gesellen... ¡A quién se le ocurre ir a poner tejados de madera al sur! ¿No estarían buscando una playita en lugar de dedicarse a lo suyo?
ResponderEliminarLo mismo me dijo desde Alemania mi sobrino, el que, estando en camino, se fue a un Eramus a Friburgo, y allí conoció a Corina y allí se quedó ("Una boda alemana"). Ahora los dos siguen caminando juntos y van a emprender la aventura americana.
EliminarÉl también me amplió que los gesellen (también me dijo sie sind auf der Walz) (estoy aprendiendo alemán por un tubo con este post) tienen que estar por ahí unos 3 años y siempre a más de 60 Km. de su casa. Pero, sinceramente, los dos que yo me encontré se lo tomaron muy en serio y vinieron bastante más lejos de 60 Km. Para mí que sí, que lo que estaban buscando eran unas vacaciones soleadas entre techo de madera y techo de madera.
Me parece una magnífica idea, y creo que a los jóvenes españoles tan habituados a no haber salido de su señora casa esta el día que se casan con 32 años (cuando se van con un tupper debajo del brazo), les vendría muy bien espabilarse un poquillo viajando y buscándose de vida por ahí.
ResponderEliminarLo del atuendo, no sé yo.
Sobre la frase de Baroja he pensado mucho, y creo que tiene razón, hasta cierto punto, lo importante realmente creo que es la actitud, ya se sabe que en tiempos del imperio los ingleses solían viajar llevándose su cottage a caulquier parte.
O esos domingueros que después de cantarte las excelencias de la comunión con la naturaleza, los ves con su tele, su mesita, la suegra , y la inefable fabada el Litoral.
Para entender lo que Baroja quería decir habría que ponerse de acuerdo antes, como apuntas, con lo que es un viaje. El viaje ideal no es pasar unos días en un sitio viendo monumentos ni llevarte tus enseres a otro país y hacer coto cerrado con los de tu misma tierra. Hace poco en Huelva vimos un ejemplo de estos en el Barrio Inglés de Bella Vista en Riotinto, donde los ingenieros ingleses que explotaban las minas recrearon un fragmento del imperio británico: capilla presbiteriana, club inglés, deportes como el polo, el cricket, el golf... Aquí pasa lo mismo con la colonia inglesa del Puerto de la Cruz, que muchos llevan años aquí y nunca han intentado aprender nada de español
EliminarEl viaje ideal sería irte un tiempo a vivir a otro sitio, hacer la compra, tener amigos del país, aprender la lengua. Aunque es más complicado, ha habido grandes viajeros (ingleses también) que se integran tanto que parecen ser uno más. Por ahí, creo yo, iba Baroja.
¡Cómo envidio a estos jóvenes de hoy que emprenden o están ya en el camino!. Si me hubiera tocado vivir en esta época, seguro que ya habría pateado gran parte de esos mundos. Con becas, con trabajos eventuales, a pie y con mochila o aprovechando todas las oportunidades que se ofrecen en la Universidad para viajar...
ResponderEliminarY pensar que hay un sector de la juventud (demasiado grande, para mi gusto), que no valora lo que tiene y desprecia esos privilegios. Menos mal que para compensar están tus sobrinos y, espero, otros muchos como ellos.
Pero, me temo, que el panorama laboral de este país va a contribuir a que despierten de ese cómodo letargo y no les quede otro remedio que lanzarse a buscar esos caminos. Caminos que, además y como bien dices, servirá para acabar con el "ellos" y "nosotros"...
Buena reflexión, amiga Jane. Como siempre.
Los tiempos de crisis son tiempos de buscar soluciones fuera si no las hay dentro y eso en Canarias lo sabemos bien. Antes, hace muchos años, todas las familias despidieron a algunos de los suyos. En la mía, mi abuelo se fue y murió en Caracas, mi padre nació en Cuba, tengo parientes en los dos países. Irse era muy duro, ya lo decían las coplas: "Ojos que te vieron dir / por esos mares p'afuera, / ¿cuándo volverán a verte / para alivio de mis penas?" . O también: "Lejos del terruño amado / una folía canté / y oí gemir mi guitarra / cuando a mi madre nombré".
EliminarCuesta desarraigarse pero eso te da alas y en el camino aprendes.
Y algunos a veces vuelven, enriquecidos (y no sólo de dinero), a sus raíces.
No hace falta vivir en este tiempo, ni la visa de papá. Es proponértelo.
ResponderEliminarHace la friolera de 43 años, yo misma me fui a Inglaterra con una beca de "assistant teacher". Solo en Navidades hablé con mi familia por teléfono. No volví en un año, ni me fueron a ver. Eso sí, nos escribíamos casi todas las semanas.
Ni qué decir lo que supuso para mi esa experiencia. Por eso también yo animo a todo el mundo a que emprenda experiencias similares.
A veces pienso que somos como aquellos nómadas de los tiempos prehistóricos que iban peregrinando por los caminos del mundo en busca de acomodo, recogiendo en sus bordes acá unas hierbas para remedios, allí pedernal para puntas de lanza, más allá la piel de un animal muerto para abrigarse.
EliminarIgual que ellos, nosotros, en nuestro andar, vamos recogiendo experiencias y enseñanzas (como hablar perfectamente otro idioma, por ejemplo), que nos sirven para vivir mejor.
Algo nos queda, gracias al cielo, de aquel nomadismo. Yo también he animado a mis hijos a ello.
Un abrazo
Salir y conocer mundo es siempre una experiencia muy positiva, porque "hace más anchas las miras".
ResponderEliminarTu post me ha recordado las palabras del poeta:
"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar".
Antonio Machado
Un besote!
Elegir un camino determinado es dejar atrás otras posibilidades, la senda que nunca se ha de volver a pisar. Cada una de nuestras elecciones configuran, además, nuestra vida (se hace camino al andar), pero también la de otros que tropiezan con esas estelas en la mar que vamos dejando atrás.
EliminarEste poema siempre me ha parecido el más existencialista de Machado y me encanta que lo hayas traído aquí, a una reflexión sobre los caminos y la libertad. Casualmente, en el post que puse hoy, también hablo de Machado, ese gran pensador.
Un beso, Berni.
Me parece muy bonito lo que cuentas sobre estos muchachos, pero,en cierta manera todos estamos en camino. Unos, como ellos, muy lejos de sus fronteras. Otros, simplemente cruzando fronteras de años, de vivencias, de etapas de la vida. Lo que importa de verdad es que este camino sea de aprendizaje para todos, queriendo llegar siempre avanzar, mejorando el camino por donde pasamos, disfrutando de lo que vamos encontrando al paso y no pararnos, por mucho camino que llevemos recorrido. Siempre hay algo nuevo y hermoso un poquito más allá.
ResponderEliminarEstoy leyendo ahora, Victoria, un libro de fantasía ("La sombra de la luna" de José Antonio Cotrina) y justo anoche leí una frase que me gustó: "Avanzamos a trompicones, Héctor, tú, yo, el más sabio de los sabios y el más estúpido entre los estúpidos; avanzamos a tientas en la oscuridad y a veces una frase, tonta o no, te centra durante un rato, o un repentino resplandor o una mirada te señala el camino".
EliminarConecta con tu idea del camino como aprendizaje. Un aprendizaje en el que hay pocos maestros y en el que muchos de los errores que cometemos nos hacen, paradójicamente, avanzar. Y, si echamos la vista atrás, reconocemos muchos de esos "repentinos resplandores" que mostraron por dónde había que caminar.
Un saludo.
Por cierto que, estas dos personas, parece que avanzan. No van huyendo de nada ní corren despavoridos en busca de algo que puedan perder. No son como aquel niño de la portada de un libro que leí hace poco.
ResponderEliminarLa foto la busqué, Antonio, poniendo en el buscador "gesellen". En todas las que aparecían estos estudiantes que van en camino se veía esa manera pausada de caminar, con toda la senda por delante, como quien va a mirar y aprender. Todo lo contrario, tienes razón, del que camina huyendo de un peligro. En los dos hay un avance pero el verdadero es el primero.
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