martes, 11 de octubre de 2011

Sentirse bella


Natalie Wood sintiéndose bella en West Side Story

Las damas victorianas aconsejaban ir siempre bien vestidas y arregladas, no fuera a ser que esa vez en la que ibas hecha unos zorros “te encontraras con tu destino” (léase un marido rico, léase un seguro de vida). Mi madre también me contaba que la madre de una amiga de su juventud, cada vez que ésta salía, le decía: “Date tono, mi hija Zoila”. Hasta mi bisabuela Pepa, en tiempos de escasez, creo que reservaba los huevos para dárselos a su hija casadera, mi tía abuela Nieves, antes que a la más pequeña. “Ya te tocará a ti comer huevos”, le decía.


Las madres victorianas, la de Zoila y mi bisabuela Pepa pensaban que invertir en la belleza y arreglo de sus hijas a la larga produciría beneficios familiares: una hija menos a mantener y bien colocada para el resto de sus días.

Gracias al cielo, esas ideas están tan trasnochadas como los parches Sor Virginia. Ni el matrimonio está considerado como una inversión segura (el príncipe azul puede salirte rana, por ejemplo), ni ahora se exige que tengas que ir por las calles como si estuvieras en la Pasarela Cibeles. Hace poco vi en una revista un artículo de esos en los que retratan a las actrices sin maquillar (las pobres alguna vez tienen que ir al supermercado sin tener que pasar antes por su asesor de imagen). Y allí estaban Cameron Díaz, Julia Roberts y Penélope Cruz con la cara lavada, tal cual nos levantamos nosotras por la mañana. Supongo que el reportaje estaba hecho para consolarnos al resto de las mujeres que siempre podríamos decir: “Ah, nosotras no necesitamos bisturí ni toneladas de maquillaje encima. Mi belleza es así de natural siempre, ¿qué pasa?”.

Sin embargo, mi madre decía muchas veces que las casas viejas hay que remozarlas. E incluso, en el último año de su vida y sin segundas intenciones (al fin y al cabo, ya tenía un marido), y sólo por un gusto innato a estar guapa, no dejó de ir cada semana a la peluquería ni cada mes a su limpieza de cutis. Y siempre me dijo, desde que yo tenía 16 años, que me pintara los labios, por Dios.

Ahora, mi look preferido es estar con tenis y ropa cómoda. No me gusta la peluquería ni siquiera para ponerme al día en lo que visten o hacen Letizia y Carolina. Evito ir de compras siempre que puedo y no me he pintado los labios nunca. Y lo de la limpieza de cutis me parece una de las formas más refinadas de tortura. A mi madre le daría un yeyo esta hija que le salió.

Pero a las mujeres y a los hombres nos gusta lo bello. La María de “West Side Story” canta, mientras revolotea, esa canción tan bonita que dice “I feel pretty”: no “I am pretty”, soy bella sino me siento bella, que es mejor. Elizabeth von Arnim, en un libro esperanzador, “Un abril encantado”, hace también una loa a la belleza de una Italia en primavera para explicar que esta te conquista, te contagia y te cambia también a ti.

Porque sentirse bella, al fin y al cabo, no depende, como ser bella, de la genética, de la edad, de la cirugía, del maquillaje, de los arreglos o de los gustos de la sociedad en que vives, sino de la paz interior.


Y yo en estos momentos, mira por donde, tengo mucha. Me siento bella.

22 comentarios:

  1. Mi muy querida Jane, como siempre me gusta tu post, pero hay una parte en la cual no estoy de acuerdo contigo, que es la que te comentaré después. En la que las dos estamos de acuerdo es en lo de la paz interior que es en lo que todo ser humano debe aspirar, para sentirse bien, pero Jane eso no está reñido con arreglarse y ser coqueta ¡Querida amiga!. Yo hecho de menos la elegancia en el vestir de mis abuelas, y de sus madres (mis bisabuelas), esos "looks", tan femeninamente favorecedores, esas medias de seda con espiguilla, esos guantes de cabritilla o esos zapatos de charol. Hoy salimos a la calle, ( que si, que no te digo yo que no vayamos cómodas y en paz con nosotras mismas) pero muchas parecen que no tienen espejo en casa y que todo vale. Yo no estoy de acuerdo, la elegancia en el vestir no tiene porque significar corsé, pero tampoco chandal y tenis todo el día. Yo para sentirme bien y en paz por dentro, también necesito sentirme guapa por fuera. Cuestión de equilibrio, quizás. Muchos besos.

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    1. Estamos más de acuerdo de lo que tú crees, Casilda. Sí que tengo un look preferido y cómodo con el que estoy en casa o voy de excursión. Pero todas las mujeres sabemos que cada ocasión tiene su manera de estar, vestirse y arreglarse. No estoy, en absoluto, en contra de la coquetería ni de la elegancia y no pienso que todo valga, que se pueda ir a un entierro, por ejemplo, vestida de maga (conozco casos) o a clase en bañador o pantalón corto. De hecho, defendía que sentirse bella (por fuera) es un reflejo de sentirse bella (por dentro). Pero también estoy de acuerdo contigo en que al revés, también. Un beso.
      PD: Me recordaste aquella canción de "La chica del diecisiete" que llevaba "zapatos de tafilete, sombrero de gran copete y abrigo de pedigrí, los guantes de cabritilla, medias de seda con espiguilla y viste la chiquilla como en París"...

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  2. Pues sí, mi querida Jane, opino como tú. Qué bueno es levantarte por la mañana, un buen lavado de cara y tirarte al mundo así tal cual. Un solo pero (en mi experiencia): algunos días con nubarrones encima de ti y que no paras de soplar para disiparlos, un toque de color en unos tristes ojos y un poco de brillo en los labios me han ayudado a remontar. Es sólo un instante, ese momento del día en que te mimas y te cuidas un poquito para darte cuenta que tienes que hacer por ti. Te parecerá muy banal pero tiene un significado. A mí me ha tocado vivir en medio de dos generaciones, la de mi preciosa madre que, aunque no lo necesitaba, tenía alergia a todo tipo de cosmética, y la de mis hijas, que no les importa salir a la calle con su pelo chorreando agua y con la cara limpia. Y yo, en medio, tan presumida... pero ya tengo que ir aprendiendo de ellas y de ti. Un besito.

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    1. Las maneras de soplar los nubarrones y disiparlos son muchas pero sentirse bella es de las mejores. Una forma de sentirse así es la alegría o la paz interior de la que yo hablaba, pero también mimarte, pintarte, arreglarte, ir a la peluquería. O también recibir una caricia o una mirada apreciativa. O el agua en el pelo y el sol en la cara. La María que canta "I feel pretty" lo hace porque está enamorada que es también otra forma de sentirse bella, igual que lo es estar esperando un niño.

      A eso iba yo. Así que me encanta ese "tienes que hacer por ti" y que seas presumida (como mi madre), que es tu propio camino. Un beso.

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  3. Yo también opino como tú, creo que el interior es lo más importante para sentirse bello/a. Hay personas objetivamente feas (Humphrey Bogart, por ejemplo), pero que tienen "algo" y seducen. Y personas guapas, perfectas, que, en cuanto abren la boca, pierden belleza y son sosas a más no poder.

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    1. Hace poco leí un artículo sobre Giacomo Casanova, el más famoso seductor del siglo XVIII. Se decía de él que era alto y elegante, pero el grabado que aparecía en el artículo no lo mostraba como George Clooney precisamente. Tenía una buena nariz prominente, frente abombada y ojos saltones. Pero probablemente tenía simpatía e inteligencia y eso que llamamos "encanto".

      Tal vez la clave está en estar a gusto consigo mismo.

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  4. - Hija, píntate un poquito.

    Frase oficial de las madres de mi época y anteriores.

    Es curioso, cuando yo era (aún más) joven, no llevábamos tacones, ni las uñas pintadas, y en general, todo eso nos parecía precisamente como de la época de nuestras madres. ¡Y nos veíamos guapísimas!

    Pero las modas cambian y ahora las adolescentes llevan las uñas de los pies pintadas, algunas el pelo cardado y un lacito tipo Blancanieves, y muchas, las cejas tan depiladas, que cuesta ver un solo pelo propio.

    Y también se verán guapísimas, supongo.

    ¿Y sabes? ¡hacen muy requetebien!

    En fin,

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    1. Y cuando yo era (aún más, si cabe) joven, estaba hasta mal visto que una chica no llevara faja. Pero vino Mary Quant y se hizo la luz (y quien lleva el lacito tipo Blancanieves ¿no era la Duquesa de Alba?)

      Y, sí señor, claro que hacen bien (aunque algunas tengan vértigo desde lo alto de esos taconazos de medio metro). Como dije un poco más abajo, hay que estar a gusto consigo mismo, mimarse y quererse. Eso, para mí, es la ya mencionada y alabada "paz interior".

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  5. Tener paz interior, es lo más, inevitablemente quien la posee irradia belleza. Lo que no quita que sea gratificante para uno@ mismo@ y para los demás esa tentativa de agradar a la vista. Para algunas, si nos centramos en las mujeres, puede corresponder a un lifting, para otras “un completo” de maquillaje, uñas, peinado…o bien simplemente un poco de brillo en los labios, una fragancia fresca, quizá una blusa vaporosa, unos pendientes o unos zapatos…….. El caso es que has buscado ese toque personal, has dedicado algún tiempo a algo que te satisface, que piensas te puede embellecer bien para gustarte, gustar a los demás o como dice alguien muy querido “ambos los dos” .Creo que sentirse guapa, aunque sea con la cara lavada colabora en tu bienestar emocional.

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    1. Yo siempre les decía a mis alumnos, hablando de los exámenes, que, igual que apetece más comer un plato bien presentado, un examen limpio y sin faltas de ortografía y expresión gusta más de entrada, predispone más al aprobado, aunque al final el contenido importa más.

      Yo creo que con las personas es lo mismo. Gustar a los demás es sano y respetuoso y puedes gustar porque vas bien arreglada. Hay que hacerlo siempre, dedicar un tiempo a estar guapos... Pero el contenido, lo que tú eres, al final importa más.

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  6. ¡Hola, hermosa por dentro y por fuera!!! No sé si por amor a la pintura o por herencia, desde muy chica me empecé a pintorrear. Recuerdo que a los 17, con un abrigo azul marino de botones de piel y los zapatos de minitacón que me prestaba la madre de una amiga, nos íbamos, al acabar el colegio, a dar una vuelta por la calle de La Carrera para ver a los chicos y, por supuesto, con una raya imperceptible de lápiz negro para "acentuar la mirada"... Ya, durante la carrera, pintarme los ojos era tan normal como llevar los libros. Me sentía fatal sin esa finísima raya negra, y digo me sentía porque era imposible que con esas edades estuviera nadie fea. La pintura en los labios fue algo más tardío pero sí es verdad que siempre salía de casa bien pintada, peinada y vestida. Me gustaba y me gusta... Peeeero, en honor a la verdad, hago uso del más en menos y, con los años, he ido retirando afeites, hasta dejarlos para ocasiones señaladas, y no creas que mucho.
    Después de esta exposición de la evolución de la pintura a lo largo de la historia de este museo, que soy yo, la conclusión a la que llego es que, o bien me hehecho una vaga, una creída, o más bien creo que es producto de la seguridad que uno va adquiriendo con los años y la certeza de que lo que hay que embellecer un poco más es el interior, por supuesto, sin olvidar un mínimo de estética, porque debemos respetar a los demás, y una de las maneras es presentándonos agradables a sus ojos. Un besazo!!!

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    1. Hace tiempo, en una cena de amigos, se planteó la cuestión de si nos gustábamos a nosotros mismos. Fue una charla distendida y larga en la que salieron temas como la belleza y la edad, el conformismo y el inconformismo. Yo creo que fui la única que dije que sí. No porque me creyera la reina del mambo ni nada por el estilo, sino porque partía de que no somos perfectos, que aspirar a llegar a un ideal de perfección (que, por otra parte, siempre es relativo) es un error, y que asumía plenamente mis imperfecciones y me conformaba con la carrocería que la naturaleza me dio. Ni se me pasaría por la mente un retoque por aquí y otro por allá.

      Tal vez al hacerte mayor te das cuenta de que no importa ser bella sino sentirse así y gustarnos. Estoy contigo en que algo bueno puede tener esta edad: esa seguridad y saber que lo que hay es lo que hay.

      Un abrazo.

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  7. Pues para no gustarte el emperingotamiento, me parecio verte hace unos dias en una boda, muy bien arreglada, con tocado y todo, que ya quisieran las top model. Besitos

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    1. Como también dije antes, hay un atuendo para cada ocasión y la boda de mi preciosa sobrina Elena es ocasión de emperingotamientos (¡qué palabra!). Y mira que estuve tentada de ir vestida de futbolista pero, al final, se me pasó el pronto y fui tal cual me viste: de tiros largos, perifollo en la cabeza y de peluquería. Y eso, eso, ya quisieran Naomí, Claudia y las demás.

      Besos.

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  8. La frase "no seas presumida" me la decían en casa mis tíos, mis padres y mi abuela, y para mí era como un insulto. A mí me gustaba verme guapa. Me pintaba la rayita negra en los ojos un poco a escondidas para que no se notara y me llamaran presumida. Otra cosa que hacía era rizarme las pestañas con un aparatejo y, cuando se me olvidaba, como la mañana siguiente a mi boda, me las rizaba con unas tijeras (¡qué peligro!) pero sin decirlo para que mi marido creyera que aquel efecto era natural ¿Crees que me miró a las pestañas?
    Con los años la rayita negra ha pasado a ser blanca( para dar luminosidad) y del rizador de pestañas no sé en qué época desapareció de mi neceser, entre pañales, biberones y chupas... Pero ahora que lo recuerdo, me voy a comprar uno.
    Algo que no me gusta son las gafas de sol, me parecen una máscara para tapar lo que eres por dentro, lo que dicen tus ojos. Ya sé que hay personas a las que les molesta la claridad pero ¿por qué se pasan horas eligiendo el modelo? Me recuerdan a la Pantoja en el entierro del Paquirri, si estás triste, lo estás y, si estás contento, mejor.
    Un día en el Corte Inglés me ofrecieron maquillarme ¿Por qué no? Tenía tiempo y algo de dinero porque está claro que esa belleza cuesta dinero. Cuando salí maquillada, me sentía tremendamente bella, iba mirando a todo el que se cruzaba en mi camino creyendo que se quedarían asombrados ante mi belleza. Pero pasaban de largo y ni me miraban.
    Creo que mis tíos, abuelos y demás familia tenían razón. Soy un poco presumida.

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    1. Me he reído con tus presunciones. "Presumir", según María Moliner, es " creer fundadamente que ocurre u ocurrirá cierta cosa" (por ejemplo, que te vayan a mirar las pestañas en la mañana siguiente a tu boda o que se caerían de culo del asombro cuando te maquillaron en el Corte Inglés). También es "mostrar con orgullo cierta cualidad, alardear, mostrarse satisfecho de sí mismo, cuidar exageradamente el arreglo personal...". Creo que sí, que según estas definiciones, eres presumida. Pero, si tú estás contenta de serlo... ¿por qué no?

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  9. Sentirse bella...
    Voy a contar una anécdota que me pasó el mismo día de la publicación tuya,querida Jane.Esa mañana me dispuse a leerte y nada.Comentar que nunca he sido de peluquerías ni de presumir,sino de sentirme bien con unos vaqueros y una camiseta en cualquier lado.A no ser que la ocasión lo requiera que sí me arreglaría.
    Bueno al grano, el caso es que lo de que tu madre te dijera que te pintarás los labios me hizo empezar a dedicarme algo a mi esa mañana.Pues bien,me retoque el tinte...que falta tenía,depilación de cejas, crema en la cara...y demás cosas.
    Por la tarde llega la hora de salir a dar un paseo con los niños, y zassss me vestí sin vaqueros,ya peinada maquillada,salí de lo mas enérgica de casa con los chavalines, me sentía bien, me sentí bien cuando me arreglaba.
    Hasta que en resumidas cuentas me encontré con unos conocidos que después de saludarme,como quien dice, lo primero que me suelta es...¿hay que te pasa en la frente?pregunta que estoy "acostumbrada" a escuchar desde que dí a luz.Dando las explicaciones pertinentes del melasma que padezco, una odiosa mancha en la jodida frente y a la vez derrumbandose todo el esfuerzo que había hecho durante el día...
    Conclusión mía,arreglarme me hizo sentir bien durante las horas que tardo el proceso.Pero que cierto es el dicho de "que buen día tengo, ya verás que viene alguien y me lo jode".
    Solución temporal aunque tampoco me hace sentirme del todo bien, he ido a la peluquería y me he hecho un flequillo.
    Besos

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    1. Más que la peluquería y su flequillo, yo te diría que la solución estaría en no hacer ni caso a lo que cualquiera te diga. Lo que pasa es que somos sensibles tanto al halago como al insulto, y así nos va. El día en que las palabras de los demás no nos hieran, habremos dado un paso a amarnos a nosotros mismos tal como somos.
      Besos (y eres guapísima, con o sin pinturas).

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  10. Enrique Davara Prats23 de octubre de 2015, 18:59

    Fuera ya de los "cánones de belleza" y jubilado, puedo decir que estoy en la mejor época de mi vida...ahh y dentro de un rato me voy a zumba...

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    1. Es que es la mejor, Enrique, sin duda alguna. Sobre todo porque hay tantas cosas que ya no nos preocupan...
      PD: No te me descoyuntes mucho con la zumba.

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  11. Estoy segura que hoy también, como tú, nuestro querido profesor D.Emilio Lledó,al recoger el premio Princesa de Asturias se sintió bello .

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    1. Es una persona bella, Sole. Y como todos los grandes, humilde y sabio.
      ¡Qué suerte tuvimos de tenerlo de profesor los dos años de comunes! A mí me cambió el derrotero, porque yo iba para Clásicas, y con su pasión por el griego y por el lenguaje, vi en la filosofía la unión de las dos cosas. Es una persona especial de la que sentirnos orgullosas.

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