jueves, 4 de septiembre de 2008

El marido palomero (I)





Esta fue hace 4 años la presentación de mi marido y su afición a las palomas, a las que les dice piropos que nunca me ha dicho a mí. En la foto ante el palomar con un palomo, "padre de 2 hijos viajados desde Cabo Ghir (África, a 661 Km. de aquí) ¡Una preciosidad!"

Tengo un marido palomero. Algo así como Don Pantuflo Zapatilla, el padre de Zipi y Zape que, no sé si lo recuerdan, pero era catedrático de Colombofilia. Lo que no sabe mi marido de palomas cabe en una hoja parroquial.
Los palomeros son una secta extraña que, haciendo caso omiso al hecho de que la paloma es el símbolo de la paz, desprecian a las palomas de los parques por ser bastas y odian a muerte a los palomos buchones por ser unos tenorios que les roban a sus palomas. A las únicas que adoran, y de ellas se pueden pasar horas hablando, es a las palomas mensajeras, para ellos, las palomas finas, usando el término “fino” en el mismo sentido en que, cuando nació mi hija, me lo dijo una señora de La Palma, muy discreta ella: “Tu hija, con perdón, es mucho más fina que tú”.
Algunos conocidos, bien intencionados supongo, me han dicho, después de la consabida frase “ahora que tienes tiempo”, que podría ayudar a mi marido en su afición. Yo imagino que nos ven de una manera idílica como si fuéramos San Francisco y su acólita, rodeados de palomas que picotean granitos de nuestras manos, como en aquellas fotos que la gente se hacía antes en el Parque de Mª Luisa de Sevilla. Y nada más lejos de la realidad.
Los palomeros dedican el 60% del tiempo (que es bastante) a limpiar mierda de paloma, hablando también finamente. El 40% restante lo dedican a entrenarlas y a descoyuntarse el cuello mirando al cielo. Si las palomas llegan bien de Las Palmas, Arrecife, Gran Tarajal, Cabo Juby o altamar, se felicitan por radio, hay gritos de júbilo y lo celebran como si ellos fueran los que hubieran volado y no los pobres bichos. Si tienen suerte, incluso pueden darles ¡una copa!. Que, además, hay que poner en la sala, faltaría más (pero, ¿no la ganaron las palomas? ¿Por qué no ponerla en el palomar?). Las copas suelen ser bastante grandes y estar coronadas por una paloma dorada a veces.
 Si las palomas no llegan, hay llanto y crujir de dientes, sin tener en cuenta lo que yo le digo a mi marido, que a ellas también les gustan los viajitos y que también tienen derecho a echar una plumita al aire por tierras marroquíes. O que, en el peor de los casos, siempre pueden acabar en un arroz moro o en una pastela de pichón, lo cual puede ser un digno colofón a su carrera deportiva. Pero creo que nada de esto lo consuela.
Así que, como se ve y desoyendo los buenos consejos de mis conocidos, en mi jubilación no voy a formar parte de un triángulo amoroso marido palomero-palomas-yo. Es lo mejor (como dice el bolero “Llévatela”) por el bien de los tres. Y rimando, es demasiado estrés.

10 comentarios:

  1. Además de reirme un buen rato con tu "fino" humor, me has recordado a las mujeres de los radioaficionados. También estos "viajan" con sus mensajes y dedican el 40% de su tiempo a oir "mierda" de estática en sus aparatos. Cuando consiguen lo que pretenden la emoción les impide ir más allá de un "te copio claro y fuerte con un pico de..." o un "por aquí..."

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  2. Si no fuera por la emoción que nombras, pocos tendrían aficiones. Yo, a veces, cuando veo el tiempo y el trabajo que les dedica, me pregunto si le compensará. Pero sí, sí le compensa porque a mi marido le entusiasma más que una paloma llegue sana y prontito que sacarse la lotería. Y no te digo cuando se encuentra con otro... Una vez que íbamos en el coche un guardia palomero paró el tráfico para acercarse a él y preguntarle si le había llegado alguna paloma de Tam Tam. Los hobbies levantan pasiones...

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  3. Jajajjaajaj la colombofilia es una enfermedad que yo también sufrooooo!!!Fuera de bromas,muchas tardes en las que bajamos por El Portezuelo de nuestro paseo,miro para tu montaña y ahi está ese precioso bando entrenando!!besos

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  4. Si vieras que a mucha gente, cuando me pregunta que dónde está mi casa, les doy esa indicación: "Tú baja por El Portezuelo y a los 5 km., cuando veas un bando de palomas dando vueltas, debajo está mi casa". Tú también sabes lo que es eso...
    Besos, Susana.

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  5. Jajajaja, sufrimos del mismo mal. Somos desbancadas por unos bichos con pico y plumas, que no hacen sino arrullar y ca..., pero que le vamos hacer, ¡ellos las prefieren con alas y anillas!, ¿será que estas puñeteras los comprenden????

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  6. Yo también me lo he preguntado a veces ¿Qué tendrán ellas que no tenga yo? Y lo peor es cuando te quieres hacer un viajito y te dicen "Imposible, el domingo me vienen las palomas de Morro Jable, y el martes y miércoles tengo que volarlas y el jueves las llevo a encestar y el viernes y el sábado limpio el palomar". Así que ellas de viajito y tú en casa...

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  7. Hace muchos años, trabajé durante unos tres meses para la Comisión Jurídica del Deporte, pasando a máquina actas de pobres árbitros a los que amenazaban de muerte los padres de chavales de 11 años.

    Pero lo realmente curioso, fue un día que respondí al teléfono, preguntaban por el jefe que no estaba
    - ¿Le dejo algún recado?
    - Sí, que las palomas ya están en Portugal.
    - Vale majo, se lo diré a XQ-14, corto y cambio.

    Me pareció genial, de Súperagente 86 por lo menos. Pero bueno, ya sabes que no era una clave secreta, sino un grupo de "palomeros".

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  8. Existe todo un mundo lingüístico alrededor de la cría, enceste, muda, reproducción, vuelo, entrenamiento, torneos, concursos... de las palomas. Y, cuando los oyes hablar del "designado", como si fuera Jesucristo, o de "me falta una variolé para la serie", sí que parece una película de espías. Es mucho.
    Oye, y qué apasionante el trabajo ¿eh? Menos mal que sólo fueron 3 meses... Me recordó mi Servicio Social que consistió en copiar a mano durante 2 meses el Padrón Municipal.

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  9. Recuerdo, querida Jane, que ésta fue la primera entrada que leí en tu blog. Nos habíamos reunido con "las niñas del colegio", en tu casa, y nos contaste lo que estabas haciendo. Según regresé a la mía, lo abrí, lo leí y no paré de reírme, durante un buen rato. Desde entonces, ya sabes, enganchada a lo que sigues escribiendo.
    Hoy he vuelto a leerlo y no he podido evitar volver a reírme y recordar aquella primera vez.
    Entonces te felicité y hoy también vuelvo a hacerlo. Así que, amiga, a no perder las mañas...

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  10. Aquí seguimos con 210 post escritos, que yo no sé de dónde saco tanto rollo. Pero me alegro haber estado acompañada en esta andadura por tan buenos amigos como tú, que comentan, ríen y aportan sus puntos de vista. Gracias a ti y a otros como tú me lo paso pipa.
    Y dentro de poco, precisamente volveré a editar "Las niñas del colegio"...
    Un abrazo.

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