4 años después, parece mentira pero hemos estado otra vez este verano en obras. ¿Nos persigue la maldición del gomero? ¿O será verdad, como digo aquí, que las casas se convierten en hogares cuando se despintan, se rompen grifos o se despegan los azulejos? Si es así, hogar, dulce hogar...
Ahora que estamos jubilados nos hemos metido en obras, sin hacer caso de la
maldición del gomero que aparece en el título. Meterse en obras es un proceso
complicado en el que hay que hacer igual que cuando vas a tirarte al mar o a
concebir un hijo: no pensártelo mucho porque si no, no lo haces.
Lo primero es pedir un presupuesto y, aunque parece sencillo, no lo es. Hay
quien te pide el oro y el moro y hay quien te dice que te va a salir botado, de
lo cual también desconfías. La cosa es tan arbitraria que me dan ganas de hacer
como aquel profesor mío de latín que nos decía que el suelo de su cocina tenía
losas blancas y negras y que él tiraba los exámenes al aire y los que caían en
las negras, suspendidos, y los que caían en las blancas, aprobados.
Al final,
coges un presupuesto mediano y después empieza el peregrinaje por los Baños
Baratos, los Leroys Merlines y las ferreterías de todo tipo. Y, cuando ya estás
bastante hartita de todo, es cuando realmente comienza la obra. Y te empiezas a
desesperar por la lentitud con que avanza, porque te dijeron que en un mes
estaba y ya va para cuatro. Un albañil me dijo: “¡Es que esto es muy detenoso!”
, uniendo en este increíble adjetivo la parsimonia de su trabajo y lo penoso que
le resultaba.
Y luego están, claro, los "yaques". Oh, mi contratista ya los incluye en el
presupuesto:”La obra, tanto, y los "yaques", tanto”. Pero, ¿quién se
resiste? "Ya que" los tienes metidos en tu casa, te pueden arreglar el grifo que
gotea, la puerta empenada, la grieta del techo y todos los desperfectos que
hacen de una casa un hogar. En fin, a mí todo esto de los yaques me recuerda a
una vecina a cuya madre, viejita, iban a operar y fue y le dijo al médico: “Ay,
doctor, "ya que" la van a dormir, ¿usted le podría cortar las uñas de los pies?”
Bueno, casi me meo con lo de "detenoso" y lo de "le puede cortar las unas de los pies", que bueno. Me imagino que lo del presupuesto de los "yaques" será una broma. Muchacha y que obra te metiste a hacer?
ResponderEliminarLo de los "yaques" es la pura verdad. El contratista ya lo tenía hasta calculado, un tanto por ciento más del total de la obra. Decía que, igual que no hay jardín sin flores, no hay obras sin "yaques".
ResponderEliminarY lo de meterme en obras es mi sino, me persiguen todos los veranos: siempre hay algún desconchado, esto es un hogar.
Un beso.
ufff me suena...
ResponderEliminarSí, yo creo que en todos los hogares de España se hacen obras de cuando en cuando, para no perder las mañas. Francisco, el contratista de hace 4 años, y Rosendo, el especialista en arreglar entuertos de ahora, dicen lo mismo, que, con crisis y todo, a ellos trabajo no les falta. No se hacen casas nuevas (los arquitectos se entretienen haciendo sudokus) pero sí se arreglan rotos y descosidos.
ResponderEliminarEl otro día vi una peli de Cary Grant, de los ¿50? "Los Blandings ya tienen casa".
ResponderEliminarImpresiona ver exactamente TODO lo que le ocurre a cualquier persona del globo que se lanza a hacer obra, explicado al dedillo, en una película de unos 60 años más o menos. Y ver que en los USA son igual de detenosos que aquí.
pd. qué bueno lo de las uñas
Se me había despistado este comentario tuyo.
ResponderEliminarProbablemente esa película (qué ganas de verla, me encantan las pelis de antes) es la predecesora de aquella de Tom Hank, "Esta casa es una ruina", en las que les pasaba de todo.