Estuve la otra tarde hablando con Rosendo, un
emigrante que nos ha hecho unos arreglos en la casa. Rosendo tiene ascendencia
boliviana, y eso se nota en el aire indio de sus ojos almendrados. Pero él es
argentino, de Mendoza, desde donde nos han venido también vinos y tantas
canciones: aquella “Volver en vino” de
Horacio Guarany que decía: “Quisiera dejar
mis huesos / bajo cielo mendocino, / que mi sangre y mis cenizas / vuelvan
camino del vino”; o la de “Los 60 granaderos” de Los Chalchaleros, uno de
los pocos discos que teníamos en los 70 y que poníamos una y otra vez: “Es Mendo, es Mendoza la guardiana, por ser
la, por ser la tierra más gaucha…”.
Rosendo no sólo es un magnífico albañil. Sabe
también electrónica, maneja Internet y se busca la vida de mil maneras
arreglando aparatos y vendiéndolos más tarde en el Rastro. Es bajito, habla
quedo y pausado y parece muy joven, pero tiene 35 años y una mujer “que no
quiere tener niños acá”, dice con su voz suave. “Allá están sus hermanas que la
pueden ayudar. Aquí estamos los dos solos”. Después de un momento de silencio
dice: “Se va a volver allá en fin de año”. “Pues vete con ella, Rosendo, que
amor de lejos es de pendejos”, le digo.
Nos ponemos entonces a hablar de Argentina
que, según los periódicos, le digo, parece que está bien, con eso de que han
devuelto ya lo que retuvieron en el Corralito. No, me dice, Argentina no está
bien. En Argentina, que fue el granero del mundo, la comida es carísima, y
allí, en donde se ha encontrado uno de los más grandes pozos petrolíferos, no
puedes poner la gasolina que quieres, está totalmente racionada. “En España,
incluso con la crisis, se vive mucho
mejor que en Argentina”, termina con seguridad. Y, al cabo de un rato, con un
suspiro, dice bajito: “Llevamos juntos 14 años. Ojalá ella vuelva…”.
Nadie quiere irse de su tierra ni perder sus
raíces. Y, sin embargo, en Canarias es rara la familia en la que no haya habido
emigrantes. Mis dos abuelos lo fueron, acuciados por los problemas. Uno volvió
pronto y otro murió lejos, cerca de los 100 años, después de formar en otras
tierras una familia paralela. También se fue (y volvió) con uno de sus hijos el
abuelo de mi marido y, en el largo viaje, antes de llegar a Cuba, su destino, el
hijo enfermó en el barco y murió.
En todas las familias hay historias de
penalidades, aunque también de oportunidades, de cruce de culturas, de apertura
a otras realidades. Y aunque ahora, en un momento en que también muchos
españoles se están yendo empujados por la crisis, las circunstancias no son tan
precarias y terribles como en aquellos tiempos, el desarraigo siempre es
difícil.
Pensando en todos ellos, abrigo un ruego,
lleno de ojalás, tal como Silvio Rodríguez.
Ojalá, cuando nos vamos lejos de casa, sea
sobre todo para aprender de los demás, incluso con el uniforme de turistas,
cámara al hombro y zapatos de pateo.
Ojalá nadie se vea empujado a añorar su cama,
su casa, su gente.
Ojalá Rosendo y su joven esposa puedan vivir
juntos y tener chiquillos.
Ojalá
el mundo sea ancho para proporcionar una vida digna a todos los que habitamos
en él; y flexible, para que sea en el lugar elegido.
Ojalá…
Ojalá, Jane, ojalá.
ResponderEliminarQué bien verte por aquí, Matahari.
ResponderEliminarY sí, hay todo un mundo de "ojalás" en los deseos de la buena gente que aspira a que pueda haber una vida digna para todos.
Un abrazo.
Hola Jane, que pena lo que cuentas, yo pienso de otra manera, creo que se puede tener hijos sola y se es igual de feliz y es que esto de los hijos no hay que pensarlo o no los tienes, por que si te pones a pensar en las horas de sueño perdidas, las preocupaciones y el crack económico que supone un hijo, no los tienes ni así te maten.
ResponderEliminarÓjala que la mujer de Rosendo no se vaya, el grupo es importante pero no imprescindible y te lo digo yo que se de lo que hablo.
Sí, Martuka, tener hijos es como tirarse al mar. No hay que pensárselo demasiado porque, como dices, si lo piensas,te echas para atrás. Y es que, además, es algo para toda la vida. Todavía hoy a mi hija con sus 40 tacos le digo que vaya con cuidadito y, si está sola un día porque su marido está de guardia o de viaje, le digo que me mande un mensaje cuando llega a casa. Le digo que es que las madres lo somos a tiempo completo.
ResponderEliminarYo tuve a mi familia ayudándome pero tengo muchas amigas que no y salieron para adelante. Es verdad que los niños traen el pan bajo el brazo, llamando "pan" al coraje que todos los padres sacan para que estén bien atendidos.
Un abrazo.
Creo q conozco a Rosendo....maravillosa persona...y conozco su historia...porque... ironias de la vida....me he convertido en emigrante como el. La vida da muchas vueltas y hasta que no te toca vivir determinada experiencia en tu propia carne, no te das cuenta de lo que han sentido otros que la vivieron antes que tu.
ResponderEliminarSi lo piensas, Josema, todos descendemos de emigrantes, personas valientes que alguna vez dejaron la tierra en que nacieron para buscar otros horizontes. Entre mis antepasados hay portugueses, castellanos, italianos, probablemente bereberes y vete a saber qué más.
ResponderEliminarY tienes razón, Rosendo es una buena persona y un buen profesional. Y a ti te deseo toda la suerte del mundo. estoy segura de que será una gran experiencia.
Un abrazo.
Repito Ojala!!Muy bonita historia la de Rosendo,pero a la vez triste...seguro que nos cuentas la segunda parte de la historia pasadas las navidades.Besos
ResponderEliminarSiempre hay que sacar el lado positivo de lo que uno vive. Para mas ironias yo naci en Venezuela porque mi padre tuvo que emigrar en los años 50 desde La Gomera. Ahora la historia se repite y el que emigra soy yo.....En fin, dicen que todo es ciclico, por tanto, algun dia regresare a la tierra donde me crie (Que es Tenerife porque ahi nacio mi madre, si llega a haber nacido p.ej. en Chipre.....pues Chipriota y punto) jejejeje El destino esta escrito en algun sitio. Salu2 para toda la family desde la patria de tu admirado Vincent !!!!!
ResponderEliminarComo vimos en clase de filosofía, Susana, las elecciones que tomamos van construyendo nuestra vida. Siguiendo con los "ojalás", ojalá que Rosendo y su mujer elijan bien. De ello depende su bienestar.
ResponderEliminarBesos.
Josema, también es un valor positivo el ser adaptable. Yo creo, de todas formas, que mientras el núcleo familiar esté unido, las cosas pueden ir mucho mejor que si se va uno solo, como hicieron mis abuelos, por ejemplo. Y, en tu caso, para los niños ir a otro país y aprender otro idioma va a ser algo fundamental en su vida y una experiencia inolvidable. Holanda es un país, además, "vivible". Besos para todos.
ResponderEliminarQ bonita la historia de Rosendo contada por ti!!!
ResponderEliminarYo también creo conocer a "Rosendo" una maravillosa persona, él fue un "gran" eslabón para nosotros tambien poder emigrar... Las vueltas de la vida!!!!
No sólo profesional y eficiente en su trabajo, sino un "gran tipo" con una gran dulzura, amabilidad y saber estar.
Un beso para ti y otro para "Rosendo"
Gracias, Jackie, ya sé lo que ayudó Rosendo en el traslado. Contar con alguien de confianza es fundamental.
ResponderEliminarMe encantan las fotos que mandas de vez en cuando; como le dije a Sema, Holanda es un país precioso y amable (que se puede amar). Espero que, como otros emigrantes, lo llegues a considerar parte de tu vida. Pero también espero que vuelvan.
Un abrazo.
Saludos Jane. Por demás interesante el tema. En verdad, el partír y el desarraígo son propios de quíen emigra, sobre todo si esa partida es para siempre, como es mi caso. A estas alturas de mi vida no creo en la posibilidad de un retorno. Sí, soy canario, de Tenerife; disfruto con una isa parrandera, me entristece el sonar de una folías y me producen "saudades" las notas de una malagueña. Pero..., me trajeron a estos predios cuando apenas contaba con 12 años. Aquí crecí, me formé y aproveché oportunidades. Siempre he dicho que Venezuela es un país ancho donde cabe todo el mundo y generoso por darnos siempre lo mejor, aún cuando muchos se empeñen en lo contrario. Ojalá que todos los emigrantes fuesen de la talla de Rosendo, lamentablemente no es así y hay mucha tela que cortar. Por nada del mundo quiero ser el sastre. En estos tiempos vale la pena evocar a Machado: Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra. A cuidarse, pues.
ResponderEliminarMe gusta mucho, Agroteide, tu referencia a "La patria está por hacer" de Machado. Ahora que a mucha gente se le llena la boca con la palabra "patria" habría que recordar, con él, que "la patria no es una finca heredada" sino algo que se va construyendo; y ser patriotas no es morir por defenderla sino "acudir con el árbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero". En fin, con el trabajo y el esfuerzo. Por eso entiendo que seamos de todos los sitios que hemos contribuido a labrar y a cambiar.
ResponderEliminarAunque por los sentimientos que te despierta lo canario, sé, como dice Nicolas Estévanez, que también tu espíritu es isleño:
Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.
Un abrazo y a cuidarse también.
Todos emigramos alguna vez... aunque sea en sueños, siguiendo a Silvio: ...Ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta...
ResponderEliminar¡Ojalá! que siempre lo hagamos.
Gracias por ir.
Kant soñó con un derecho de ciudadanía mundial que hiciera que nadie se sintiera extranjero en tierra extraña. Nosotros venimos de emigrantes y cada vez hay más movilidad en el mundo, impensable en tiempos kantianos. Pero hoy, al lado de ese afán cosmopolita, está lo contrario, buscar lo que nos diferencia (religión, lengua, lugar de nacimiento...) para separarnos, en lugar de lo que nos asemeja.
ResponderEliminarOjalá (otra vez ese "ojalá")prime esto último y llegue el día en que todos veamos la Tierra como nuestra casa común.
Me gustó mucho ir a la presentación -tan divertida- de tu libro que, por supuesto, ya leí. Disfruté con las peripecias de Mukhtar, que me despertó recuerdos de Salgari y de "Las Mil y una noches", magia incluida.
Un abrazo y bienvenido a mi casa.
Desde siempre, los emigrantes me producen un enorme respeto y admiración. Debe ser muy, muy duro abandonar tu casa, tu ciudad o pueblo, tu país, en definitiva, para buscar la vida en un lugar remoto y, seguramente, desconocido.
ResponderEliminarTambién yo he tenido varios miembros de mi familia que, después de la infausta guerra que tuvimos por aquí, se fueron a tierras americanas para ayudar a sus padres a sobrevivir en medio de las tristes consecuencias que aquello dejó. Algunos volvieron y otros continúan por allá, agradecidos con el país que les permitió salir adelante.
Aunque las condiciones de los que hoy se tienen que marchar no son las mismas de los que se fueron en aquel entonces, siempre será duro el verte obligado a hacerlo.
Y lo malo, también, es que, muy posiblemente, se nos está yendo una juventud valiosa y necesaria para que este país que abandonan, pueda mejorar con sus aportaciones y que estas nos las perdamos porque no vuelvan.
Ojalá, querida Jane, me equivoque. Sería la primera en celebrar la equivocación.
Sí, Chari, esa es la pena, que España invierta en preparar a excelentes estudiantes para luego dejarlos parados y que se vean obligados a emigrar. Hoy en el periódico hablan de 100 estudiantes que se han reunido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y que es de lo mejorcito que tenemos: todos tienen notas por encina de 9,82 y una selectividad de 13 sobre 14. La gran mayoría dice que la crisis no les quita la ilusión, pero que tienen claro que el futuro pasa por irse del país. Uno de los chicos dice: "Si te ofrecen trabajo aquí y en Alemania, pero allí tienen unos equipos alucinantes y aquí no hay ni aire acondicionado, claro que te vas". Y ya ves, en lugar de fomentarse la educación, la sanidad, la investigación, que son los pilares de la sociedad y donde toda esa gente excelente tendría su espacio, en esos ámbitos es precisamente en donde primero se recorta. Y así nos va.
ResponderEliminarMis padres también fueron emigrantes. Mi padre estuvo mas de 40 días en el mar a bordo de una falúa(emigrante ilegal), y mi madre fué en un barco de pasajeros(legal). Ellos fueron o bien por la miseria a la que estaban sometidos o para poder desarrollarse como personas. Eran los
ResponderEliminartiempos de la dictadura franquista donde los caciques mandaban en los pueblos sobre haciendas y personas.
Hoy emigran nuestros jóvenes por culpa de los mismos, sólo que ahora se disfrazan de banqueros, empresarios o políticos. Lo malo es que no hacemos nada por echarlos de donde están,
aunque o mucho me equivoco, se producirá un estallido social. Muchos de los que emigran no volverán, y si lo hacen será para volver a marcharse de este páramo en que han convertido nuestro país (No hay que oir mas que la "nueva" radio Nacional donde hemos pasado de la crítica y la libertad de pensar, a la ñoñería y casposidad de hace 40 años).
Me gustaría que Rosendo fuese feliz y se cumpliesen sus sueños, aunque fuese por que este cuento tuviese un final feliz.
Un beso, Jane.
Lo de tu padre es muy fuerte. Hace pensar en todos esos jóvenes que se lanzan al mar, poniendo en peligro su vida, con la esperanza de una vida mejor para los suyos. Y por lo menos ahora todos llevan móvil con el que avisar si se ven en apuros (y así y todo cuántos mueren) y la distancia que recorren no es el ancho del océano Atlántico, pero en aquella época, me imagino la angustia de tu madre hasta que recibió noticias.
ResponderEliminarLo peor es, desde luego, que todo eso se podría evitar si existiese más justicia social en el mundo. Tú sabes que yo soy optimista...
Un abrazo.
Me identifique con el emigrante, como bien tu dices somos emigrante de hace varios siglos, lo mas recién fue desde la Palma a Tenerife, como dice mi amigo Lagunero....pero como todos los isleños, mis abuelos se fueron a Cuba cuando era colonia Española, el abuelo materno si vino bien, con fortuna, se le puede decir un buen indiano...el paterno no....pero la historia mas interesante es de mi bisabuelo que murió en Macuto (Vzla) en forma no muy normal, esta historia te la contaré en persona, esta enterrado en Macuto La Guaira, el tuvo una segunda familia, pero mi familia real es mi abuelo el pobre que regreso de Cuba, del Realejo, casado con una palmera, que le fue muy bien vendiendo aguas de galerías, consiguió América en La Palma..... somos familias que vamos y venimos....Luego se vino mi padre en un velero que salio en la madrugada rumbo a la Guaira, en el 48, con el tiempo nos fue a buscar y yo regresé a los diez años....lo demás tu ya mas o menos lo sabes. Para mi lo mas triste de la historia es que mi hija lleva 23 años recorriendo mis calles, mis plazas, mis cines (se que quedan pocos) mi isla, recorriendo mis tiempos de niñez-adolescencia...como me gusta mi S/C mi querida Santa Cruz.
ResponderEliminar¡Qué buenas historias, Marilu! ¡Cuánta tristeza encierran, cuánta alegría al volver o al triunfar, cuánta nostalgia, cuánta lágrima! Detrás de cada emigrante hay vidas malogradas, pero también plenas, y hay historias apasionantes. Algún día espero que me cuentes la historia del bisabuelo que murió y está enterrado en Macuto, tan lejos de sus islas, o la de tu padre viajando en un velero (¡qué miedo!).
EliminarUn abrazo, Marilu, y gracias por hacernos partícipes de tus vivencias.